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La Ciudad de Vera

de Manuel Florencio Mantilla

(Tomo I, páginas 311 a 367, Ed. 1928)

Transcripción de la “Crónica Histórica de Corrientes”

La Ciudad de Vera(1)

(Tres de Abril de 1588)

(1) Artículo publicado en el periódico “Las Cadenas”, de la Ciudad de Corrientes, Año V, Nro. 537, el día 3 de Abril del año 1888, aniversario del Tercer Centenario de la Fundación de Corrientes y en folleto. Imprenta y Librería de Mayo, 1888, Buenos Aires (Nota del Editor). // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

(*) El doctor Hernán Gómez, en su libro “La Fundación de la Corrientes y la Cruz de los Milagros” cuenta pormenores sobre el debate desatado en aquellos particulares días de 1888 y da a conocer una nota del número 537 del periódico “Las Cadenas”, que es el siguiente:
“Para las fiestas del Centenario.
“Para la celebración del Tercer Centenario, un mes después del día de la fundación de la Ciudad de Vera, se trabaja activamente. El doctor Contreras, en representación de la Comisión Central, se presentó el sábado al Concejo Deliberante y, en sesión privada, o extrajudicial, entre discursos y comentarios de cada punto, pidió la sanción de resoluciones conforme al Memorial que publicamos más adelante y que importa una modificación del primer programa que hemos publicado.
“También tuvo que hacer esta declaración, aunque tal vez dolorosa: de que el Acta originaria de la fundación de la Ciudad de Corrientes no existía ni podía encontrarse y que recién vinieron a conocerla por la publicación que hizo de ella el doctor Mantilla, en “Las Cadenas”, como un obsequio a esta ciudad en el día de su Tercer Centenario; y que, por consiguiente, para dar cumplimiento al programa en la parte que dispone la lectura del Acta, habría que dirigirse al doctor Quesada o al doctor Mantilla, en Buenos Aires, quienes deben de tener las copias auténticas o tomar simplemente la que se publicó en “Las Cadenas” para la lectura pública.
“Se adoptó, creemos, esta última resolución y, aunque no la hubieran adoptado, no les quedaba más recurso que hacerlo así, aunque no lo quieran decir.
“El viernes pasado hubo también una interesante sesión en la Comisión del Centenario, con motivo de la publicación del Acta y artículo “La Ciudad de Vera”, en “Las Cadenas” del 3, la que recién vinieron a conocer y casi se cambia el programa de las fiestas a no haberse tenido que resignar a ello por respeto a las preocupaciones populares, a pesar del documento histórico publicado por primera vez (“Las Cadenas”, Corrientes, Núm. 537)”. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

Che mirĩro jepe, ajerekokuaha ha añembava guasu

I - El licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, último Adelantado del Río de la Plata, hastiado del gobierno que poco tiempo ejerció personalmente, resolvió retirarse a España a los fines de 1587; pero antes de efectuarlo(2) quiso dejar su nombre unido a la conquista del país en una población que, respondiendo a necesidades descuidadas hasta entonces, crecería en lo porvenir por la misma acción del desarrollo de las fundaciones existentes en el Paraguay, Guaira, Chaco y límites del Perú(3).

(2) Esta gacetilla de “Las Cadenas” muestra la pasión que se puso en estos asuntos. En el libro “Colección de Datos y Documentos referentes a Misiones como parte integrante del Territorio de la provincia de Corrientes”, publicado por el Poder Ejecutivo en Corrientes, imprenta La Verdad, en 1877, diez años antes, corre en página 2 parte del Acta de Fundación de la Ciudad de Corrientes y la consignación de que el Acta es tomada del libro “La Patagonia y las Tierras Australes del Continente Americano”, escrito por el doctor Vicente G. Quesada (Ed. Buenos Aires, 1875). El doctor Quesada vivió en Corrientes durante el Gobierno del doctor Juan Gregorio Pujol, a cuya provincia representó en el Congreso de Paraná. En cuanto a la compilación de los documentos sobre Misiones, fue obra del doctor Contreras.
La resolución del Adelantado, de retirarse en 1587, no está documentada. Pero es sabido que luego de fundar a Corrientes, fue a Buenos Aires y luego a Charcas. Ignoramos su ida a España. Pero luego de renunciar su Adelantazgo, vivió en Charcas, donde quedaron sus descendientes directos y colaterales. Le sucedió en el mayorazgo familiar su hijo, Juan Alonso de Vera y Zárate, quien se tituló Adelantado, aun cuando no ejercitó esas funciones. Sus descendientes se dispersaron por la zona del Plata, a la que dieron relieve político-moral en la época de la Colonia y, más tarde, en el Gobierno de las provincias argentinas. En 1569 reclamaron del rey Felipe III indemnización por pérdida de la dignidad y regalías del Adelantazgo.
Este hijo del fundador de Corrientes, en su residencia de La Plata, donó en 1633 (5 de Junio) todos sus derechos a los ganados alzados que existían en la jurisdicción correntina, a los religiosos de Jesús y sus indios. Tal fue la causa de las usurpaciones de la jurisdicción correntina hecha por los jesuitas, de sus penetraciones violentas y de un conflicto judicial interminable. Si los ganados alzados descendían de aquéllos que trajo Juan de Torres de Vera y Aragón al fundar la ciudad, también lo eran del ganado de los pobladores iniciales. El dominio, difícil de individualizar, se asignó en acciones, en que también se hizo presente el común, o sea, la ciudad, dueña de los terrenos de pastoreo. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.
(3) La fundación de Corrientes correspondió a todo un plan de colonización. El Adelantado, cuando la fundó, no pensaba entonces, en renunciar. Además, el Adelantado ejerce una función en virtud de un contrato con la Corona, en el que financia los gastos de la empresa y entra a ser socio del rey en los beneficios por tres vidas. Si Juan de Vera pensaba renunciar, no habría hecho los gastos de fundar a Corrientes. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

Para ello eligió el paraje denominado Las Siete Corrientes, en la costa oriental del Paraná, como a dos leguas al Sur de la bifurcación del mencionado río en dos brazos, llamados Guairandy (río de los Guairanás) y Payaguay (río de los Payaguás)(4); lugar en cuyas proximidades moraban pueblos guaraníes mansos y agricultores, de procedencia guaireña, que en más de una ocasión habían demostrado buena disposición hacia los españoles, desde los principios de la conquista(5).

(4) El río Paraná no se bifurca: nace en la unión del Alto Paraná y del Paraguay. Lo que pasa es que el río Paraguay mezcla sus aguas en dos tiempos: en la boca principal (Cerrito), paraje llamado las Tres Bocas; y por el riacho Ancho o Atajo, al Oeste de la Isla del Cerrito, cuya desembocadura está frente a Corrientes, entre las islas Cerrito y Antequera. La navegación era dominada, sobre todo, por los payaguás, que antes habían atacado a Caboto. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.
(5) Las tribus guaraníes agriculturas ocupaban las tierras de formación arenosa, flojas, pues sus útiles de trabajo eran de madera. Las tierras gredosas y negras eran cazaderos de las naciones nómades pero cuya vecindad a las primeras las hizo guaranizadas en el sentido de la técnica y lenguaje. Pero no eran pueblos mansos, categoría que no existió entre los indígenas de la Cuenca del Plata. Los guaraníes eran sedentarios, en el sentido de que, dominada la tierra, quedaban en ella; los nómades, a quienes se desapoderaba de sus cazaderos, buscaban nuevas tierras, abandonándolas al español. Pero volvían a vengarse y saquear. La buena disposición a que se alude, es la ayuda de alimentos que la tribu de guaraníes de Yaguarón, en el actual Itatí, hizo a la expedición de Caboto, pero no podrá citarse acto alguno posterior que revele una política de acercamiento del autóctono hasta el Milagro de la Cruz. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

La ciudad que allí se levantase, tenía por fuerza que hacer tributarias suyas a las demás de río arriba y las interiores del Paraguay, como escala precisa de la navegación y centro de convergencia inevitable(6).

(6) Siempre a condición de que la ciudad se mantenga en el tiempo, imponiendo el orden a las masas indígenas. Y ésa fue la epopeya de Corrientes: lo consiguió, no por el auxilio sistematizado de los grupos españoles de fuera, sino por la acción valiente de sus pobladores, en que se unieron las razas vencedora y vencida, bajo el signo de la Cruz. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

Mandó, pues, alistar una gran expedición y elementos de todo género, como que el Adelantado en persona iba a mandarla y no era de aventurar su fortuna y acaso su vida en vísperas de alejarse para siempre(7).

(7) La expedición fue respetable, como lo había sido la de 1585, encargada de la fundación de Concepción del Bermejo. Pero el Adelantado no debía mandarla, sino el capitán Alonso de Vera y Aragón, como así fue. Ver texto de la Protesta del Adelantado, el 28 de Marzo de 1588. El poderío fue respetable para conquistar, no para colonizar y subsistir, como lo demuestran las medidas tomadas en las reuniones capitulares del 4 de Abril de 1588 y siguientes. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

Pregonada la empresa y arreglados los negocios administrativos y políticos de Asunción, se dio a la vela Vera y Aragón hacia las Siete Corrientes, a fines del mes de Marzo de 1588. Llevaba consigo la gente granada de la conquista, en oficialidad y tropa, contándose entre aquélla el teniente general Juan de Torres Navarrete, pariente del Adelantado; el maese de campo general de la conquista, capitán Diego Gallo de Ocampos; el alférez general Felipe de Cáceres, uno de los de la expedición de Pedro de Mendoza; y siendo los soldados ciento cincuenta hombres casados y solteros elegidos.

El convoy se componía de tres barcos, un bergantín y veintiocho balsas; verdadera y formidable escuadra para aquellos tiempos, que podía desafiar con serenidad y confianza todo el poder naval de los Agases y Payaguás unidos, los dominadores de la navegación, cuando Caboto remontó el Paraguay(8).

(8) Por eso, para vencer al poder de los payaguás, que dominaban el río frente al paraje Siete Corrientes, vino poderosa la expedición de Alonso de Vera y Aragón. Las veintiocho balsas del texto aluden a una construcción de piso plano, que se colocaba sobre dos canoas fuertes, en que venían hombres y pertrechos. Generalmente, sobre el piso que unía las canoas, se construía una casilla para defender de las inclemencias del tiempo. De ahí que fueran 28, pues no podían ser muy grandes. Se usaron por mucho tiempo en los siglos XVII y XVIII; las describen los Padres jesuitas en sus cartas anuas. Estas balsas no exigían el empleo de mucho hierro, clavos y planchuelas, que tanto faltó a los conquistadores. El Adelantado viajaba independientemente, en cómodo bergantín, en el cual, instituida la ciudad, siguió viaje a Santa Fe y Buenos Aires. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

Por tierra despachó Vera y Aragón cuarenta hombres, conduciendo vacas, bueyes, caballos y yeguas para la alimentación, servicio e industria de la nueva ciudad; ganados que sirvieron para fundar las primeras estancias entre el Tebicuary y Paraná, territorio de la jurisdicción y de la propiedad de Corrientes hasta el malhadado Tratado de Belgrano con el Paraguay, en 1811(9).

(9) Esta partida, enviada por tierra, vino a las órdenes de Hernando Arias de Saavedra, quien el 7 de Abril de 1588 está en Corrientes, según una notificación que el Cabildo le hizo. Ya el Adelantado había seguido viaje a Santa Fe. De Asunción del Paraguay a Corrientes, con arreo de ganado y medidas defensivas del indio nómade del tránsito, no se debió tardar menos de tres meses y así lo expresa Hernandarias en una de sus divulgadas relación de servicios. Hernandarias era un experto en estas travesías; ya antes, en 1583, había mandado la expedición por tierra, que llevó al ganado para la fundación de Concepción del Bermejo. Para llegar a las Siete Corrientes, el 7 de Abril, debió salir de Asunción a fines de Diciembre de 1587, ó primeros días de Enero de 1588. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

No eran, por cierto, los mansos y laboriosos guaraníes de la hoy Lomas, los que se habrían animado a impedir que la escuadra del Adelantado fondeara en las Siete Corrientes y que pusiera en tierra la expedición, como lo hizo; ni tenían por qué oponerse, pues el lugar ocupado era deshabitado y los españoles llegaban en paz y con fuerzas imponentes(10).

(10) Conclusión muy curiosa y no exacta. Ya hemos dicho que los guaraníes, no eran mansos, eran sedentarios, porque viven en una tierra y tienen la idea de su propiedad. Sus formas sociales dependen de la tierra que ocupan. Ellos ocupaban las lomas, o sea, las formaciones arenosas y flojas del paraje, durante mucho tiempo ejido agrícola de la ciudad de Corrientes. Y precisamente, para no ofenderlos. Alonso de Vera y Aragón desembarca en el Arasaty, que es punto de tierra negra y de bosque. La geografía es inseparable de la historia, y el drama humano ocurre en la tierra. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

El Adelantado recorrió el lugar y, hallándolo apropiado a su objeto, procedió a la fundación(11) de la Ciudad de Vera, el día 3 de Abril de 1588, en la forma y modo que instruye la siguiente Acta(12) (sigue el texto del ACTA DE FUNDACION).

(11) Los hechos se aclaran perfectamente, cuando distinguimos el poblamiento de la erección de una ciudad. El poblamiento, o sea la ocupación, el contralor de recursos naturales, el hacer pie firme y hasta la elección del lugar para la planta de la ciudad, lo hace el capitán Alonso; luego, meses o días después, llega el Adelantado, hace el trazado en ceremonia solemne, levanta el rollo de la justicia y establece el Cabildo. Esto es, funda la ciudad creando el núcleo político, o sea el común, el Cabildo, acto independiente de poblar el paraje; es el espaldarazo que arma para la vida pública. Y ése es el alto merecimiento de Juan de Torres de Vera. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.
(12) El Acta prueba y describe la ceremonia de creación de la ciudad; es lo que decimos. Hoy mismo, después de años de existir, las leyes dan a un vecindario las formas del Gobierno local y surge el Municipio. El Adelantado, representante del rey, era quien podía erigir en ciudad a un vecindario en formación. Queda lo de Ciudad de Vera. A este respecto remitimos al lector a lo expuesto en el ítem “Vera nada tiene que ver con los Vera”.
A pesar de ser numerosos los cronistas que afirman que la Ciudad de Vera se denominó así por el apellido del Adelantado, no aceptamos lo enunciado, que carece de documentación. Si la Audiencia de la Plata le discutía el derecho de dar mando a sus parientes dentro del cuarto grado, con más razón no le permitiría dar su nombre a una fundación, lo que no hizo en toda América Adelantado alguno.
Cuando el 28 de Marzo de 1588 labra el Adelantado su Protesta ante el Proveído de la Audiencia Real de la Plata, dice que su sobrino, el capitán Alonso, está poblando la Ciudad de Vera. El enunciado corresponde a una referencia geográfica que a nadie alarma en aquel acto porque, en efecto, desde los tiempos de Alvar Núñez Cabeza de Vaca se denominó Provincia de Vera a la extensión que quedaba entre el océano Atlántico y el eje fluvial Paraguay-Paraná. Así consta en los mapas usados por el doctor E. S. Zeballos, como representante argentino en el debate con el Brasil, por territorios de la vieja Misiones. Toda esa enorme extensión no tenía ciudad que le sirviera de núcleo político-administrativo. El nombre de Provincia de Vera le fue asignado por Alvar Núñez al tomar posesión de esas tierras en nombre del rey; trátase de un enunciado geográfico, que coincidió con el apellido del Adelantado. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

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El original único(13) de este documento -que se publica por primera vez, y que es nuestro obsequio a Corrientes en el día de su tercer centenario-, se archivó en la escribanía del Cabildo de Vera, a cargo de su primer escribano público, Nicolás de Villanueva, agregado a los Autos de población de la ciudad.

(13) Véase lo que tenemos dicho sobre el Acta de Fundación, de la que se conocen actualmente tres textos completos. Ver: Las ‘actas’ de fundación de la ciudad”. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

El cinco de Abril de 1588, el mencionado escribano, a pedido del Adelantado, sacó una copia “bien y fielmente concertada”, ante los testigos Juan Alvarez Rubiales, Silva de Venecia y Miguel de Rutia, copia que actualmente existe en el Archivo de Indias de Sevilla, y que tiene la siguiente legalización del Cabildo de Vera:

“Nos los Alcaldes Ordinarios y de Hermandad de esta ciudad de Vera, que aquí firmamos nuestros nombres, damos fe y verdadero testimonio a todos los que la presente viesen en cómo Nicolás de Villanueva, de quien va firmada esta escritura, es Escribano Público y del Cabildo de la dicha ciudad de Vera, a cuyas escrituras e autos que ante él pasan firmadas con la firma de arriba se da entera fe e crédito como a Escribano fiel y legal -en fe de lo cual firmamos nuestros nombres.

“Fecho en esta Ciudad de Vera, a cinco de Abril de mil y quinientos ochenta y ocho años”.

 (Fdo.) Francisco García de Acuña - Diego Ponce de León

¿Qué se hizo del Acta original? Nosotros la hemos buscado con interés en el Archivo de Corrientes y no hemos hallado más que fragmentos que nos han parecido partes de ella; los historiadores y cronistas de la conquista y de la Colonia no la vieron(14).

(14) El Acta original no está en el archivo de la Provincia. Ver lo que hemos expuesto en Las ‘actas’ de fundación de la ciudad”. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

En estos últimos días, sin embargo, hemos cobrado la esperanza de conocerla, pues en el programa de las fiestas del centenario se anuncia, para el día segundo, la lectura pública del Acta de la fundación de la ciudad, y suponemos que otros más felices que nosotros hayan dado con ella; salvo que se trate de una copia igual a la que poseemos(15).

(15) La ironía del autor prueba la pasión política que estaba en el fondo de la polémica. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

II - La leyenda piadosa presenta de otro modo, al capricho de la credulidad ciega, los orígenes de la ciudad; le atribuye otro fundador y hasta le cambia el nombre que recibió y que debía subsistir, aunque la población cambiase de lugar; pero nos parece demás decir y probar que los hechos históricos no se establecen con la inventiva de la ignorancia y del fanatismo, transmitida de generación en generación, sino con documentos de autoridad innegable que, en los casos de duda u oscuridad, se estudian con la prolijidad científica de la crítica histórica.

Puede la imaginación popular seguir creyendo falsamente que Alonso de Vera, el Tupi (por su color moreno), con sólo veintiocho españoles, fundó la ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, después de ocho días de sitio, en un fuerte y cuando, por la intervención divina, salvó con sus compañeros del hambre y de la sed y de la furia de seis mil guerreros indios que lo rodeaban, y que dominados por el milagro de la Cruz incombustible y la muerte súbita de los que atizaban la hoguera, arrojaron sus armas y se entregaron a sus enemigos; que no porque dicha creencia sea indesterrable de las masas, es menos cierta su absoluta falsedad.

Los historiadores y cronistas tienen en mucha parte la culpa de la necedad con que se ha atribuido a la acción sobrenatural un hecho del hombre, de realización fácil, según consta en los documentos de la época, no consultados por aquéllos.

Ellos, aunque no todos, hablan del milagro, sin atribuirle, sin embargo, la importancia que la piedad religiosa le dio y continúa dándole; pero sus referencias, destruidas por el Acta de fundación, aparte de carecer de pruebas, serían absolutamente sospechosas, porque ninguna fe merecen, en cuanto al hecho, escritores que ignoran quién fue el fundador de la ciudad y ni conocen el nombre de ella.

Por rumbos marcados en las crónicas y libros de la conquista se han guiado los que después trataron del asunto, despreciando el milagro los incrédulos, explicándolo los moderados y cantándole los fanáticos, sin que falte alma candorosa que, en 1857, creyera haber descubierto los restos de la fortaleza a cuyo frente ocurrió el supuesto milagro, tomando por tal los troncos de un cerco de cierto poblador antiguo de las afueras de la ciudad.

¿Qué extraño es, entonces, que la generalidad crea en la fundación de Corrientes, tal como ella resulta de los versos del dominico Zambrana? ¿Cómo no disculpar semejante error, cuando en él se ha vivido por más de doscientos años y cuando aún en el día se ve al poder público empeñado en perpetuar en una Nueva columna la mentira histórica del desembarque en el Arasaty, la palizada de la invención de fray Alegre y el milagro no ocurrido de la Cruz?

La historia tiene que absolver al pueblo de su inocente error; pero debe cargar la mano de su crítica a los escritores y fabricantes de leyendas que han alimentado la falsedad.

III - El Adelantado dio a la ciudad de su nombre la traza y repartición que la Ley de Indias sobre poblaciones disponía: una plaza central, cuadrada, generalmente a medio vientos, y calles angostas, tiradas a cordel, que se cruzaban en ángulos rectos. Por eso tienen una misma forma los pueblos de origen español; viendo uno, se tiene idea de todos.

En la plaza principal, la misma de hoy, situó, como era de uso, la iglesia, el cabildo y el fuerte; aquélla, donde se levantó más tarde (a principios del siglo XVIII) la matriz, con material sacado del distrito “Pedro González” (Curupayty) y donde hoy está la Casa de Gobierno; y el Cabildo y fuerte en el paraje que ocupa el Cabildo actual.

La primera construcción levantada en Vera fue el fuerte: una fortaleza de palo a pique, en cuyo interior había capacidad para la tropa en caso de ataque del enemigo. Juan de Vera no abandonó la ciudad mientras no terminó este trabajo.

La ermita de San Sebastián, primero y único santuario religioso que existió durante el siglo primero de la vida del pueblo, se construyó en la punta que lleva ese nombre, seis o siete meses después de la fundación, cuando de Asunción vino el primer sacerdote; y subsistió hasta que los jesuitas levantaron su templo, pues, habiendo sido encargado de ella, desde su llegada (1689), la deshicieron por innecesaria.

El lugar que ocupaba ha desaparecido, comido por las aguas, como han desaparecido también las calles de sobre el río, paralelas a la Plácido Martínez. El río Paraná ha venido avanzando sobre la costa correntina, de siglos, en proporción a lo que pierde en la costa chaqueña; al cabo de algunos años veremos desaparecer las siete puntas que hacían las siete corrientes; hoy mismo ya son insignificantes algunas.

El Adelantado dio a la ciudad por armas las del escudo de su blasón: un águila, apoyando sus garras en dos torres; pero, del mismo modo que el Cabildo adicionó el nombre de Vera, anteponiéndole el de San Juan de, y posponiéndole el de las Siete Corrientes, sin razón y sin derecho, pues violaba una cláusula terminante del Acta de fundación; el escudo de la ciudad fue modificado bajo el imperio de la creencia religiosa, creándose el actual: Una Cruz incombustible, rodeada de llamas en medio de siete lenguas de tierra (no anclas, como aparecen en la generalidad de los escudos).

El escudo así modificado, tiene su explicación heráldica en el milagro de la Cruz.

Como Juan de Torres de Vera y Aragón, fundó Vera “de viage ya para los reynos de España”, para dejarla entregada a sus propios medios, sin riesgo alguno por el hecho de llevarse consigo los más y los mejores de los conquistadores, con José de Rosal y Asencio González participó la fundación a su sobrino Alonso de Vera, “el Cara de Perro”, gobernador de Asunción, y le ordenó que mandara pobladores y con ellos sus indios de encomienda; cumplido lo cual, nombró Justicia Mayor y Capitán General de Vera a su sobrino Alonso, el Tupi, y se marchó a Buenos Aires, y luego definitivamente a España.

Antes, sin embargo, había estrechado relaciones con los guaraníes que moraban entre los ríos Paraná, Palmas y Dátiles (Riachuelo y Riachuelito), amistad que valió de mucho a la ciudad, porque se alimentó con los productos abundantes de la agricultura guaraní, sirviéndole los indios de auxiliares contra los abipones y tobas, que invadían del Chaco por la parte Sur, y contra los payaguáes y mocobíes, que atacaban por el Norte, cortando las comunicaciones con Asunción.

Las indias, por otra parte, tomadas como esposas por los pobladores, aun casados, hicieron más íntima la aproximación de las dos razas, y pronto dieron hijos mestizos que representaron el poder militar de Vera en la conquista del territorio, pero más especialmente en el servicio militar que prestaron por espacio de más de medio siglo en el presidio de Buenos Aires.

Los que hemos visto en nuestros días fundarse y apenas vivir, por muchos años, poblaciones en el Chaco y aún en la misma provincia; los que conocemos nuestros pueblos de campaña -Guácaras, San Luis, San Cosme, Itaty, San Antonio, San Miguel, Loreto, Concepción-, exactamente iguales hoy a lo que eran, según documentos, a los principios del siglo, podemos hacernos una idea clara de lo que Vera fue en su crecimiento. Ranchos de paja por más de un siglo; ranchos y algunas casas de tejas de palma, hasta la expulsión de los jesuitas; una que otra edificación de material cocido a principios de este siglo (siglo XIX); tal ha sido su desarrollo edilífero.

Los jesuitas introdujeron la edificación regular, dando el ejemplo con la construcción de su convento e iglesia y enseñando a los vecinos; y aun así poco se adelantó.

El crecimiento político de la ciudad -si tal podemos llamar a la extensión sucesiva del círculo de su poder real sobre el territorio-, fue también lento. Por muchos años no se pasó de la línea del Río de las Palmas. Alonso de Vera, acosado por una gran coalición de payaguáes, abipones y mocobíes, expedicionó sobre ellos en el mismo año de la fundación y los venció, asegurando la victoria la comunicación con el Paraguay.

Después hizo campaña, por el río, hasta llegar a la desembocadura del río Santa Lucía, regresando de allí sin dificultad alguna.

Esas empresas facilitaron la fundación de los primeros pueblos de indios Guácaras, Itaty y Santa Lucía, con base de encomiendas trasladadas del Paraguay, más no produjeron dominación respetada a los conquistadores, que en verdad no conquistaban; por cuya razón el reparto de tierras y de encomiendas en la nueva ciudad, no se efectuó de inmediato, como era de uso, sino tres años después de la fundación, y eso mismo, comprendiendo territorios y naciones absolutamente independientes.

Cuando la Concepción de la Buena Esperanza del Bermejo se despobló y su vecindario salvado pasó a aumentar el de Vera, llevando a su cabeza un gran campeón, Manuel de Cabral y Alpoin (portugués), se pensó más seriamente en la conquista del territorio. Cabral y Alpoin fue su gran caudillo, y bajo su gobierno llegaron las fronteras de Vera al río Santa Lucía; sin que esto importe decir que el enemigo charrúa, minuá, yaró, caracará, abipón, mocobí, toba y payaguá no las pasaran con frecuencia.

En 1752, esa línea no había avanzado, ni se había podido poblar la costa del Paraná. Los pueblos de Ohóma y Santiago Sánchez, fundados el uno sobre el arroyo Ahomá (Ohomá) y el otro entre el Guahó y el Sombrero (en lo que hoy es propiedad de los señores Delpiani y Gotuso), sucumbieron bajo las invasiones abiponas. Otro enemigo había y eran los indios misioneros que, a igual de los charrúas nómades, invadían por lo que hoy es Loreto y San Miguel. Las guardias de Caá Catí y de Las Lagunas Saladas, convenidas después en pueblos, respondieron a la defensa de la línea de frontera más distante, quedando Itaty y Guácaras para la costa del Paraná arriba, y Vera, Santiago Sánchez, Ahoma y Santa Lucía para la costa Sur.

La empresa de dominar todo el territorio era superior a las fuerzas de los pobladores y conquistadores, cuyo número se reducía a ciento ochenta y cinco habitantes en 1663, clasificados, en el censo que se levantó, del modo siguiente: 104 correntinos (nativos) - 28 del Bermejo - 7 de Buenos Aires - 25 paraguayos - 1 chileno - 2 de Córdoba - 7 de Santa Fe - 1 de las Islas Terceras - 10 de Europa. Y si se tiene en cuenta que aquella población mísera tenía que defenderse, trabajar para subsistir, proteger a Santa Fe y Buenos Aires, se explica perfectamente la lentitud con que fue avanzando sobre sus enemigos.

IV - Terminaremos este artículo, ya extenso, con la foja de servicios de la ciudad de Vera, presentada al gobernador y capitán general del Río de la Plata, en 1753, por el alcalde ordinario de ler. voto y juez de menores, don Alonso Hidalgo; es un documento histórico, en el que falta mucho que agregar (como falta mucho en nuestra exposición ligera, porque un artículo de periódico no es un capítulo de historia), pero que, este día, tiene su oportunidad, y resume los hechos principales.

“Fundada esta ciudad -dice Hidalgo- en 1588, desde ese tiempo no ha sido otro su empleo que atender al Santo Evangelio y acrecentar los dominios del rey nuestro señor; publican esta verdad cuatro pueblos de indios, que redujo a ordenada  vida, que son: Itaty, Ohóma, Santiago Sánchez y Santa Lucía de los Astos.

“Tiene V. S. de inmediato a esa ciudad de Buenos Aires un testimonio de primera excepción que pregona los donosos afanes de Corrientes, y es el pueblo del Baradero, cuyos habitantes fueron sacados de la infidelidad y remitidos a esa ciudad por vecinos de ésta.

“Todas estas loables empresas practicaron los habitantes de Corrientes en tiempos pasados y en lo sucesivo se emplearon en guarnecer ese presidio de Buenos Aires, antes que el rey nuestro señor hubiese dado la providencia de arreglar tropa para su guarnición. Y dada ésta, por orden de los antecesores de V. E. pasaron a la expulsión de los lusitanos que poblaban la Colonia del Sacramento e Isla de San Gabriel, el año 1704.

“Y cuando parecía que había de tener descanso de tanta continuada fatiga y coger el digno merecido fruto de sus militares afanes, por orden del Exmo. señor don Bruno Mauricio de Zabala, pasaron cien hombres de destacamento a socorrer las miserias de Santa Fe, cuyo destacamento se mantuvo por espacio de un año, con lo que pudo respirar aquel afligidísimo vecindario. Y fenecida ésta tan importante operación a la subsistencia de aquella abatida ciudad, se ocuparon en otro destacamento para el sitio de la Colonia portuguesa, en tiempos que gobernaba esta provincia don Miguel de Salcedo.

“De estas continuadas pensiones se han guiado todas las miserias de Corrientes; porque no habiendo aquí otros patrimonios que lo que el personal trabajo agencia, ya sudando en el hacha, ya fatigándose con el arado, ¿qué lucro sacarán en su laborioso afán vecinos que ocupan todo su tiempo y lo más precioso de su vida en el militar ejercicio? ¿qué les quedaría para sus miserables agencias? Discúrralo V. E., teniendo presente que cuanto sudaron y sudan en servicio de ambas majestades ha sido y es a costa de sí mismo, quedando por estos hechos en el último exterminio de sus haberes.

“Mantenerle al rey nuestro amo esta ciudad, parece que en hacerlo se sirve a su propio vecindario; para salir fuera de ella sus habitadores, para defender otras y para esta gravísima expedición haber de ser a sus expensas el conducirse a tanta distancia sin soportar en su afanado y peligroso destino más que el miserable diario sustento en un pedazo de carne y todo lo demás a costa de sí mismo, es cosa que si no se hubiese visto practicada en nuestros tiempos, fuera imposible a la credulidad.

“Lo señalado de estos méritos, lo ciego de nuestra obediencia y lo fino de nuestra lealtad, sólo V. E. como tan amante del real servicio, sabrá el correspondiente lugar. Vuelva V. E. los ojos a la ciudad de Santa Fe y verá en ella las generosas atenciones del rey, sin más motivo para disfrutarlas que el abatimiento en que los infieles la pusieron, del cual la libertó el vecindario de Corrientes.

“En el tiempo que V. E. ha gobernado esta jurisdicción, reflexione lo que ha trabajado esta ciudad en continuas entradas al Chaco, pacificación de los infieles, reducción de parte de ellos a ordenada vida en el pueblo de San Fernando, sin disfrutar de los reales haberes un peso.

“Hoy se halla esta ciudad más apurada que nunca, porque siempre crece el motivo de sus gastos, porque trabaja siempre en obsequio de ambas majestades...”.

 El alcalde Hidalgo pudo haber agregado y relatado con detalles honrosos para la ciudad las campañas de Cabral y Alpoin, Caraballo, Quiroga y Casajús contra los misioneros, tapés, charrúas, caracarás, minuás, yarós, abipones, tobas y mocobíes, y las expediciones numerosas al valle de Calchaquí. Nosotros completaremos su pequeño cuadro general, apuntando los sucesos culminantes de la historia de Vera en la segunda mitad del siglo XVIII. Son ellos: campaña de la guerra guaranítica - campaña de Cevallos contra los portugueses - servicio militar permanente en las fronteras de Río Pardo - revolución autonomista de los comuneros, que levantaron de nuevo el pendón de Antequera, por. cuya causa se sublevaron antes los correntinos en el Tebicuary - expedición al Chaco, al mando de los jesuitas, para establecer un camino a Salta - expulsión de los jesuitas, llevada a cabo con felicidad mediante el concurso del vecindario - protección a los pueblos de Misiones y de la banda oriental - reconquista del territorio del Tebicuary por el general Juan Benítez de Arriola - colonización del Chaco y navegación del Bermejo.

Tal fue la acción de la Ciudad de Vera en doscientos doce años de vida, sin traer a juicio los resultados de su labor industrial y de sus progresos intelectuales y sociales, y lo que hizo en los primeros diez años de este siglo, ya en la paz como en la guerra.

A pesar de su noble alcurnia, como que es la única ciudad fundada por Adelantado, de las existentes, pues las otras, de igual origen, Buenos Aires y San Salvador, fueron destruidas por los querandíes y charrúas, su planta fue raquítica (cinco calles de cinco cuadras paralelas, cortadas en ángulo recto por otras tantas) y su crecimiento lento; pero hubo siempre fibra en su seno, hubo abnegación, hubo constancia; y, pequeña, combatida y hasta sacrificada para el bien de otros, supo abrirse camino por sus hechos e ilustrar perdurablemente su nombre. Con absoluta verdad puede sintetizarse su vida en esta frase del bello idioma de los aborígenes: Che mirĩro jepe, ajerekokuaha ha añembavá guasu(16).

(16) “Aunque soy pequeño, se gobernarme y crezco mucho”. // Citado por Hernán Félix Gómez. “La Fundación de Corrientes y la Cruz de los Milagros” (1973), Corrientes. Edición del Banco de la Provincia de Corrientes.

La entidad ciudad, como representante de todo el territorio, desapareció cuando surgió la provincia; pero ésta ha sido heredera digna de aquélla, como la acredita su epopeya.

¡Luzcan para el suelo amado, eternos días de felicidad; y que la libertad y la justicia, amparando el progreso institucional, económico e industrial, hagan de Corrientes la estrella de primera magnitud en la Patria Argentina!

 (Fdo.) M. F. Mantilla - 3 de Abril de 1888

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