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Agentes externos o exógenos

Los agentes externos o exógenos se originan sobre la superficie terrestre propiamente dicha y actúan sobre la misma, gastándola, puliéndola, deshaciéndola, en una palabra, modificando su aspecto.

Pueden agruparse de la siguiente manera:

- Agentes mecánicos.

* Acción del agua.

* Acción de la diferencia de temperatura.

* Acción del viento.

- Agentes químicos.

- Agentes biológicos.

* Acción de los organismos vegetales y animales.

* Acción del hombre.

Algunos de estos agentes o fuerzas son móviles (el río que profundiza su lecho, las olas que destruyen las rocas o el viento que transporta el polvo), en tanto que otros son inmóviles (acción de la diferencia de temperatura), pero todos:

- Producen material rocoso. Esta producción recibe el nombre de meteorización.

- Ese material es llevado cerca o lejos por los agentes de transporte (viento, río, glaciar).

La destrucción de las rocas y su acarreo por los agentes de transporte se llama erosión (del latín erodere: corroer).

Erosionar significa roer, gastar, deshacer, despedazar (desde partículas de milésimas de milímetros de diámetro hasta bloques enormes originados en los desprendimientos).

Los procesos combinados de meteorización y erosión se llama denudación (del latín denudare: desnudar).

- Arrancado y transportado el material rocoso, se produce el depósito o sedimentación del mismo (polvo y arena en el desierto; barro y rocas en el fondo de los lagos o en el mar).

Efectuada la destrucción del material, se opera la construcción de nuevas formas a expensas del material destruido.

Suele afirmarse que el relieve terrestre es una escultura realizada por los agentes de la erosión. Es cierto. Por ello se dice que el resultado de la erosión es el modelado terrestre.

El viento, las aguas de los ríos y de los mares, las lluvias y los hielos, son otros tantos instrumentos que emplean las fuerzas externas o exógenas. Modifican constantemente el relieve: el éxito es tanto mayor cuanto menos duro y resistente es el material que atacan.

Pero no debe compararse a la tarea que efectúa un artista que trabaja el mármol, la piedra, la madera o la arcilla, ya que también se vale de instrumentos para crear las formas apropiadas.

El artista, en efecto, labra el material con la idea preconcebida de lograr una figura definida, en tanto que los agentes externos no dejan más que ruinas, grandiosas en muchos casos, pero ruinas al fin.

 

Agentes mecánicos

ACCION DEL AGUA

E1 agua actúa sobre la superficie de la Tierra en sus tres estados: sólido, líquido y gaseoso.

 

AGUA AL ESTADO SOLIDO

El agua al estado sólido forma grandes mantos de hielo, entre los cuales los glaciares se destacan por su poder erosivo.

Los glaciares son enormes acumulaciones de nieve y hielo dotados de un lento movimiento. Se forman por la acumulación de la nieve que no se derrite durante el año. Este fenómeno tiene lugar por encima del límite de las nieves perpetuas.

El descenso se opera a favor de la pendiente y por el propio peso del glaciar, puesto que el hielo tiene la fluidez de las sustancias plásticas.

Al producirse el avance, el glaciar abre, con fuerza extraordinaria, potentes surcos en la roca, la lleva por delante o bien, la aparta hacia los costados.

El glaciar es, a la vez, un “papel de lija gigante” y una “niveladora” que empuja delante de ella enormes cantidades de roca y suelo.

Se ha dicho que la fuerza erosiva de una gran masa de hielo en movimiento es triple, siendo comparable a la acción conjunta de un arado, de una lima y de un trineo.

* Para tener solamente una idea de lo que es capaz la erosión glaciaria, basta recordar que con material acarreado durante el período Cuartario, se formaron verdaderas colinas de rocas sueltas de hasta 750 metros de alto y varios kilómetros de longitud.

* Un glaciar de 300 metros de espesor ejerce más de 300 toneladas de presión sobre cada metro cuadrado del piso donde se asienta, lo que no resisten ni siquiera las rocas, que luego de ser partidas se unen al glaciar para incrementar el poder destructivo de éste.

* Los glaciares más extensos y más rápidos desgastan 2,5 centímetros de material cada dos años, o sea, 1,25 metros por siglo.

* Los glaciares de Groenlandia son demoledores: avanzan hasta 20 metros por día. Los de los Alpes, menos. Una masa que avanza lentamente suaviza el relieve.

El paisaje glaciario es típico: formas redondeadas y pulidas, donde las depresiones del terreno se hallan ocupadas por lagos, cuyas aguas provienen, precisamente, del derretimiento de los mismos glaciares.

 

AGUA AL ESTADO LIQUIDO

El agua al estado líquido ejerce efectos erosivos de mayor significación.

Actúa como agua de río, de mar o de lluvia, en cuyos casos nos hallamos en presencia de tipos de erosión fluvial, erosión marina o erosión pluvial.

La erosión fluvial la realizan los ríos que, según la fuerza de sus corrientes, socavan y agrandan el lecho, carcomen las márgenes, arrancan y arrastran el material erosionado, para acumularlo en zonas bajas o deprimidas.

El poder erosivo del río aumenta si lleva gran cantidad de agua y si posee una pronunciada pendiente. Entonces ruge y pega con fuerza sobre las rocas a las que arranca de cuajo, las golpea unas con otras, redondeándolas. Así, pulidas y desmenuzadas, van quedando sobre las orillas o arrojadas al mar junto con las aguas, cuando no son depositadas en la desembocadura.

Así, día tras día, el río arranca a la montaña en la que ha nacido su material y lo transporta hacia las depresiones u hondonadas en su afán de uniformar todo. No en vano esta fuerza niveladora es más efectiva que la de todos los agentes erosivos juntos (lo que ha veces no ocurre en ciertos lugares, como los desiertos).

* Los datos referentes al trabajo de erosión, y al transporte, llevados a cabo por los principales ríos del mundo, durante cierto número de años, demuestran que por término medio, transportan anualmente unos 8.000 millones de toneladas de detritos procedentes de los continentes y transferidos al mar. De este total, alrededor del 30 % es acarreado en disolución.

* La fuerza arrastrante de un río aumenta rápidamente con su velocidad. Por ejemplo, si la velocidad se triplica, su energía de arrastre se acrecienta 729 veces. Esto explica por qué ciertas corrientes pequeñas pueden arrastrar enormes peñascos en épocas de crecientes.

* El Nilo, antes de la construcción de la represa de Asuán, arrastraba en suspensión unos 45 millones de toneladas de limo y fango por año, y el Misisipí, 400 millones de toneladas de materiales en suspensión.

* El Yang-tse, el río de la China, echa al mar no menos de 320.000.000 de toneladas por año, y el Yukón, el río de Alaska, transporta 200.000.000 de toneladas de sólidos en disolución.

* Nuestro Río de la Plata recibe por año unos 60 millones de metros cúbicos de limos, arenas, fangos, cantos rodados, etcétera.

* Pero el ejemplo más espectacular de erosión fluvial lo ofrece el río Colorado, en Estados Unidos, que ha mantenido casi inalterable su curso pero profundizando un lecho de nada menos 1.600 metros.

 

La erosión marina no es menos importante. La realizan las aguas de los mares y océanos.

Las olas del mar golpean con una fuerza de cerca de 30.000 kilos por m2. Es una fuerza eternamente renovada de todos los días, de años, de siglos...

Y, al cabo, las rocas, aun las más resistentes, ceden, obligando a la costa a retroceder.

El impacto de las olas es equivalente a tres y media toneladas cayendo desde una altura de 30 centímetros.

A la acción de las olas se une el de las piedras y peñascos sueltos que las olas lanzan contra las rocas fijas con la fuerza de un ariete.

* Es en las costas donde las olas de los temporales ejercen principalmente su acción destructora. Al estrellarse con atronador estrépito en las rompientes, pueden sepultar bajo su líquida masa los faros, destrozar los edificios, convertir las obras más sólidas en frágiles juguetes de su cólera. En las tempestades invernales, la presión ejercida por una ola llega a ser hasta de 29.000 kilos por metro cuadrado.

En el momento de mayor intensidad del temporal que azotó en 1872 a Wick, en la costa de Escocia, el ingeniero del puerto presenció desde una altura que dominaba la ciudad, el espectáculo casi increíble del mar que batía furiosa y repetidamente el rompeolas de hormigón, hasta que lo arrancó al fin, lo levantó en alto y lo depositó en el muelle. Pasado el temporal, la inspección practicada por los buzos mostró que las olas arrancaron y llevaron en peso una mole de no menos de 1.350 toneladas. Cinco años después se comprobó que ese había sido un simple ensayo, porque otro temporal barrió con el nuevo muelle, que pesaba unas 2.600 toneladas.

* Las costas de Yorkshire, en el Reino Unido, son de origen glacial y están retrocediendo entre 2 y 5 metros por año. Desde la conquista de los normandos, en 1066, una franja de tierra de casi un kilómetro de ancho con chacras, ciudades y puertos, ha sido eliminada por las olas.

* Royendo incesantemente las débiles rocas de piedra arenosa, las olas redujeron la periferia de Heligoland (pequeña isla alemana del mar del Norte), de doscientos kilómetros, que tenía en el año 800, a sólo ochenta, en 1300. En 1649, la circunferencia había quedado reducida a quince kilómetros y, en 1900, a cinco. Luego, cuando estaba a punto de extinguirse, la isla malaventurada fue rescatada por el hombre. Alemania la convirtió en una base naval y la rodeó de un poderoso muro de concreto, deteniendo así las mortales depredaciones del mar.

 

La erosión pluvial (lluvias) al par que secunda la acción de la erosión fluvial, ejerce también, cuando es abundante y violenta, una acción erosiva de consideración.

Golpea el suelo, lo lava, arrastra el material blando, al mismo tiempo que mina la resistencia del material más duro.

Se calcula que la capa de las superficies continentales erosionada por el agua de lluvia es, término medio, de dos kilómetros de grueso.

 

ACCION DE LA DIFERENCIA DE TEMPERATURA

Existen muchas regiones de la Tierra en las cuales es intenso el calor durante las horas del día y reina un frío riguroso durante la noche.

Ello se cumple a diario, permanentemente.

Sabemos que por una ley de física, el calor hace que los cuerpos aumenten de volumen (dilatación), en tanto que el frío lo reduce (contracción).

Las rocas no escapan a esa ley; por eso, durante el día (radiación diurna), el fuerte calor las dilata y, y durante la noche la pérdida de calor (irradiación nocturna) las contrae. Así, hasta que esa alternancia repetida de frío y calor, opera el consiguiente debilitamiento del material de las rocas, que acaban por partirse(1).

En otros casos ocurre que el agua, aun la del rocío, penetra en el terreno rocoso a través de sus hendiduras. El frío nocturno congela esa agua y, como entonces aumenta hasta en un 10 % el volumen de la roca, la presión de 410 kilogramos por cm2 produce su estallido. Las rocas, pues, son impotentes para resistir tamaña presión.

Consecuencia: el desierto, privado prácticamente de vida, se puebla de ruidos nocturnos producidos por las rocas que se parten.

Los productos de esta erosión se acumulan por doquier, formando verdaderos desiertos de piedras (Sahara, Libia).

Pero los desiertos avanzan en extensión, ya sea por los cambios climáticos o, simplemente, por la acción incontrolada del hombre (destrucción del bosque, sobrepastoreo, malas técnicas agrícolas, etcétera).

El Sahara avanza unos 6 kilómetros por año, esto es, 7 metros ... por hora.

Y así, en no pocos lugares de la Tierra.

 

Los desiertos más extensos de la Tierra

 

       Nombre                      Situación                 Superficie

       Sahara                           Africa                        8.000.000

       Libia                             Africa                        1.700.000

       Australiano                 Oceanía                    1.500.000

       Arabia                           Asia                          1.300.000

       Gobi                              Asia                          1.000.000

       Kalahari                        Africa                         500.000

       Takia Makán                Asia                            400.000

       Siria                               Asia                            350.000

       Nubia                            Africa                         300.000

       Kara Kum                     Asia                           260.000

       Thar                               Asia                           250.000

       Kisil Kum                     Asia                           225.000

 

NOTA: Datos estimativos.

 

Análogo proceso sufren las laderas altas de las montañas: los cambios bruscos de temperatura destruyen las rocas, y acumulaciones de ese material disgregado cubren las partes bajas de esas mismas montañas.

* Las cumbres de las montañas elevadas son habitualmente una desolada extensión de fragmentos desprendidos por efecto de las heladas. Sus laderas, cuando son abruptas y no están protegidas por alguna vegetación, pueden recubrirse con un manto de bloques agrietados por las heladas. Esas acumulaciones, lo mismo que los bancos de materiales más finamente pulverizados, pueden deslizarse por las laderas como ríos de tierra, debido a la persistente actividad de las heladas y del agua en los intersticios formados entre las partículas de roca.

 

ACCION DEL VIENTO

Cuanto más violento es el viento (erosión eólica), mayores son sus estragos: arrasa poblados, destruye cultivos o precipita el mar en olas gigantes sobre las costas indefensas.

Otras veces, levanta nubes de polvo, llevándolo lejos, con un peso que alcanza los miles de toneladas. En ese sentido, la acción del viento al transportar partículas sueltas de la roca desgastada, es análoga a la de un soplete de arena.

El hombre ha copiado a la naturaleza: emplea chorros de arena para limpiar y pulir el frente de piedra de los edificios.

La acción del viento al rebajar la superficie del terreno se llama deflación (del latín deflare: llevar el viento).

La erosión resultante se llama abrasión del viento y corración (de corradere: estriar, rayar, arañar).

Para que el viento actúe con entera libertad, es preciso que exista material suelto y que el suelo se halle desprovisto de vegetación. Entonces, el viento selecciona las partículas: primero el polvo, que es transportado lejos y a gran altura. Después, siguen los granos de arena, que el viento arrastra, aunque no tan lejos.

Esos depósitos se llaman acumulaciones o sedimentaciones eólicas (de Eolo: dios griego del viento).

* Hasta Alemania llega el polvo rojo procedente del Sahara, en Africa. Así, se producen las “lluvias de sangre”, que no es otra cosa que ese polvo bañado por la lluvia.

* Una simple tormenta que recorrió la distancia que media entre Nuevo México y los Grandes Lagos, en Estados Unidos, se llevó 1.000.000 de toneladas de polvo.

* Las inscripciones de muchas tumbas, en antiguos cementerios, han sido completamente borradas en esta forma.

* Once años después de su colocación, los alambres del sistema telegráfico del Ferrocarril Transcaspiano, habían sido reducidos a la mitad de su diámetro primitivo.

* En Inglaterra, se encontró polvo venido del Sahara, a tres mil seiscientos kilómetros de distancia; polvo australiano llegó hasta Nueva Zelandia; y repetidas veces, el polvo volcánico de Islandia cayó en Escandinavia, Gran Bretaña y Holanda.

* En la localidad de Dust Bowl, en el Estado de Kansas (EE.UU.), durante un prolongado período de sequía, el viento arrasó por completo granjas enteras en una sola noche.

La acción del viento se manifiesta especialmente en aquellas regiones en que el calor no permite la existencia de hielos y nieves, en donde la intensa sequía ha reducido las aguas todopoderosas a un par de oasis aislados, en las que no existen ríos ni glaciares. Entonces, es el viento el actor principal del drama de la denudación de las montañas. El viento es, desde un punto de vista geológico, el señor de los desiertos.

Suele ocurrir que la arena transportada por el viento se detenga y deposite ante un obstáculo (planta, esqueleto de un animal, etc.). Así se forman las dunas.

Animadas de movimiento, llegan a cubrir vastas extensiones y sólo se las detiene mediante plantaciones especiales (dunas movibles). Sus caprichosos viajes traen la muerte a la vegetación y acaban con cualquier habitación humana que encuentran a su paso.

Cuando el depósito es de polvo en lugar de arena, se forma el loess, de gran fertilidad.

 

Agentes químicos

La acción del agua, además de mecánica, es química; puede disolver ciertas sustancias.

En efecto, parte del agua de lluvia se filtra a través de las capas permeables de la corteza terrestre, penetración que se hace en forma lenta. Al encontrarse con acumulaciones de silicatos, sulfatos, etc., el agua los ataca y arrastra, formando así grutas o cavernas.

Pero las capas superiores que constituyen los techos de esas grutas, no tardan en hundirse, originando depresiones de consideración.

El agua que penetra hacia el subsuelo antes de caer, abandona el carbonato de calcio que lleva en suspensión.

Las estalactitas son precisamente los depósitos de carbonato de calcio que construyen poco a poco un tubo que se va alargando hacia abajo.

Este fenómeno, a la vez, origina otro, la estalagmita, ya que las gotas que caen no han perdido sino en parte, el carbonato de calcio. Lo que queda se deposita sobre el suelo, levantándose un cono de abajo hacia arriba.

A veces, las estalactitas y las estalagmitas se unen, dando lugar a la formación de columnas más o menos macizas.

 

Agentes biológicos

Los organismos vegetales y animales como agentes modificadores del relieve terrestre no desarrollan una acción tan eficaz como los agentes hasta ahora estudiados.

 

Los vegetales

En el Reino Vegetal, las raíces de los árboles, al introducirse en las grietas y hendiduras de las rocas, las destruyen por presión y desmenuzamiento.

Pero así como destruyen, también protegen: las raíces forman una cerrada red que conserva porosa la tierra vegetal, de este modo el agua no arrastra la tierra, antes bien, es absorbida por ella. Además, los árboles quitan violencia a la lluvia y al viento.

 

Los animales

Más importante es la acción de los animales. Entre los terrestres hay muchos roedores que efectúan una remoción intensa de la tierra: ratones, topos, ardillas, aves, perros de las praderas, conejos, así como gusanos, hormigas, termitas (que construyen montículos de hasta 8 metros), lombrices, etc. (2).

Los castores llegan incluso a desviar el curso de ciertos ríos, mediante la construcción de diques.

Los protozoarios, pólipos y moluscos forman grandes depósitos calcáreos. De todos ellos, los más importantes son las formaciones coralíferas.

El continente de Oceanía ofrece muchas islas de este origen (Carolinas, Marshall), e incluso todo el litoral oriental de Australia está constituido por formaciones del mismo origen: es la Gran Barrera Australiana, con aproximadamente uno 2.000 kilómetros de recorrido.

 

EL HOMBRE COMO AGENTE MODIFICADOR DEL RELIEVE

A partir del momento mismo de su aparición sobre la Tierra, el hombre, con el auxilio de su inteligencia, supo conquistar un lugar de privilegio ante la naturaleza hostil y peligrosa.

Su inquietud le abrió panoramas magníficos en todos los órdenes de la vida: cultivó el suelo, apacentó el ganado, intercambió sus productos con los pueblos vecinos y creó para ello medios adecuados de transporte.

Acrecentó su cultura con el auxilio de las ciencias y de las artes, adquiriendo ambas, con el correr del tiempo, una importancia insospechada. Creó las máquinas, manufacturó sus productos y el progreso de las ciencias lo condujo hacia la perfección técnica.

La naturaleza huraña y hostil se convirtió en su amiga solícita.

Débil por naturaleza, se constituyó en el rey de la Creación por obra y gracia de su razón.

Horadó las montañas cuando se opusieron a su paso, mediante los túneles y las vías férreas y carreteras. Creó inmensos lagos artificiales para la irrigación de tierras estériles y removió las entrañas de la Tierra en cientos de kilómetros, buscando metales, edificando embalses o construyendo caminos.

Ganó terrenos al mar en luchas titánicas y partió en dos los continentes mediante canales, en su afán de acercar económicamente a los pueblos.

La humanidad en su conjunto se ha convertido en una poderosa fuerza geológica.

“Nada más poderoso que el hombre”, fue el grito victorioso de Sófocles, el célebre poeta trágico de Grecia.

Y ese poder, digamos nosotros se atestigua en el mundo maravilloso por él creado.

 

Notas

(1) Cuando los pioneros de Nueva Inglaterra (Estados Unidos) debían limpiar sus tierras para preparar las tareas de labranza, usaban a menudo agua con el fin de romper y separar bloques de granito. Practicaban perforaciones en los peñascos, a menos que ya existieran grietas en los mismos, y las llenaban de agua; con el frío del invierno, el agua se congelaba y se dilataba, provocando la rotura de las rocas.

(2) Las lombrices consumen grandes cantidades de tierra con el fin de extraer alimentos de ellas, y las partículas indigeribles son evacuadas en forma de coprolitos de lombriz. En un terreno corriente, puede haber 370.000 lombrices por hectárea, que en el plazo de un año sacan a la superficie de 24 a 30 mil toneladas de materiales finamente triturados.

En una sola hectárea de suelo graso, el de un jardín, por ejemplo, y sin contar topos, ratas, hormigas y un sinnúmero de otros insectos, existe un promedio de 133.000 gusanos que, en la práctica, digieren el propio suelo en unos pocos años.

Y, además, la misma hectárea, alberga, por término medio, una tonelada de microorganismos a los que se debe la descomposición de la sustancia orgánica, y la nitrificación del suelo y otros efectos no menos interesantes.

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