Orígenes del Departamento Santo Tomé
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Las instancias de los comandantes Blas José Márquez y Martín Ortiz habían movido al gobernador Pedro Juan Ferré a enviar -a mediados de Mayo de 1841- al capitán Bartolomé Grondona, hombre de su entera confianza, para reemplazar a Barboza. El 11 de Julio informaba:
“Antes de mi arribada a ésta, hablé con el señor Delegado Eclesiástico para levantar una capilla en este punto, a fin de atraernos vecinos y después les tomé al vecindario parecer y al comercio, todos ellos están muy animados en ayudarme en el trabajo...
“En este Paso hay ocho comerciantes y mucho vecindario. El pueblo de La Cruz dista de aquí como 20 leguas, así que hace mucha falta en ésta un juez...”(1). El gobernador Ferré, el 24 de Julio de 1841, designó a don Santos Gómez para el cargo de Juez del pueblo.
(1) Archivo General de la Provincia. Correspondencia Oficial. Año 1841. Legajo Nro. 74. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Muy poco tiempo estuvo Grondona en ese punto pues, habiéndose extralimitado en sus funciones, fue motivo de quejas llevadas ante el Gobierno por altos jefes militares, incluso el general José María Paz. El coronel Manuel Antonio Ledesma, Jefe de la Frontera entonces, escribía al gobernador Pedro Juan Ferré el 1 de Septiembre:
“Desde Itaquí hasta Santo Tomé es un vivo desorden, emanado del Encargado del Paso de Santo Tomé, Dn. Bartolomé Grondona, quien está protegiendo el contratando y cuánta clase de desórdenes y, aún más, a los vecinos emigrados brasileños, que se hallan en aquel destiño, les ha hecho entender que era Comandancia separada la de Santo Tomé y que no está sujeta a La Cruz”(2).
(2) Ibidem. Correspondencia Oficial. Año 1841. Legajo Nro. 75. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Con tales antecedentes, Grondona fue separado del cargo, designándose en su reemplazo al teniente José Félix Pucheta.
- Orígenes del Departamento
La impostura de Grondona sobre la división departamental se hizo realidad al año siguiente:
“Necesitándose -decía el gobernador Ferré al capitán Juan Bautista Sandoval, el 26 de Abril de 1842- para el mejor cuidado y arreglo de la sección del pueblo de Santo Tomé, nombrar un Encargado Especial en aquel punto para que, ejerciendo las funciones de Comandante, arregle y metodice aquella interesante parte del terreno de la provincia, con independencia de la Comandancia de La Cruz, a que estaba antes agregado y, encontrándose en Vd. todas las cualidades que se pueden apetecer para el desempeño de dicho empleo, el Gobierno ha venido en nombrarlo, como de facto lo nombra, Encargado Especial de la expresada sección del pueblo de Santo Tomé para que, con arreglo a las instrucciones que al efecto se le pasen, rija y gobierne aquel territorio”(3).
(3) Ibidem. Copiadores de Notas del Ministerio de Gobierno. Legajo Nro. 8. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
El mismo día escribía Ferré al Comandante de La Cruz:
“El Gobierno, por motivos de conveniencia pública, ha tenido a bien nombrar de Encargado Especial del territorio de Santo Tomé hasta el Aguapey, al capitán Dn. Juan Bautista Sandoval, pues de hoy en adelante deberá regirse aquel distrito con absoluta independencia de esa Comandancia, entendiéndose directamente con el Gobierno, conservando entre ambas autoridades la más perfecta armonía y ayudándose mutuamente en los casos necesarios”(4).
(4) Ibidem. Copiadores de Notas del Ministerio de Gobierno. Legajo Nro. 8. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
El 24 de Septiembre oficiaba Fernández Blanco al Colector General, solicitando autorización para levantar un rancho para establecer en él, la Receptoría de Rentas. Fue este el primer edificio público que tuvo el pueblo.
- Bajo el signo federal
Después de Arroyo Grande, algunos vecinos de Santo Tomé emigraron hacia los yerbales, más allá de San Javier y, los más, pasaron el río, estableciéndose en San Borja. Cuando llegó el coronel José Miguel Galán, del ejército federal, pare establecer su Cuartel General en La Cruz, trasladado luego a Santo Tomé, halló casi vacío el pueblo:
“Aquí, ni en Santo Tomé -escribía desde La Cruz, el 8 de Febrero de 1843, al ministro Díaz de Vivar- no hay comandante, ni receptor, ni autoridad alguna territorial y esto en mi concepto demanda con urgencia la atención del Gobierno”.
Cuatro días después escribía nuevamente a Díaz de Vivar: “Puedo asegurar a Ud. que dentro de quince días el cordón de sanidad política estará perfectamente establecido”(5).
(5) Ibidem. Correspondencia Oficial. Año 1843. Legajo Nro. 77. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Galán organizó las autoridades de Santo Tomé designando Comandante Militar interino al capitán retirado Juan de Dios Alvarez y Receptor al teniente retirado José Benigno Olivera; también dispuso que sean enrolados en compañías urbanas todos los vecinos del departamento.
Un comisionado al frente de una fuerte partida formada por los vecinos militarizados, fue enviado hasta los yerbales, “con el objeto de mantener la mejor policía”. De todo ello dio cuenta desde Santo Tomé al gobernador Pedro Dionisio Cabral, en carta del 20 de Febrero.
“A mi llegada se hallaba este departamento -expresaba- a estas fronteras, en el mayor abandono y desorganización.
“El comandante y receptor habían desertado para el otro lado del Uruguay, adonde habían emigrado un número considerable de familias y vecinos; otros se habían retirado hasta San Javier y aún hasta los yerbales.
“Inmediatamente comencé a tomar todas aquellas medidas que he considerado conducentes a restablecer el orden y la tranquilidad”(6).
(6) Ibidem. Correspondencia Oficial. Año 1843. Legajo Nro. 77. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
En Santo Tomé dictó, el 18 de ese mes, una orden exhortando a los emigrados a retornar al territorio correntino en el perentorio término de doce días: “Los que así no lo hicieren, serán clasificados de ‘Salvajes Unitarios’”, concluye el documento.
El 7 de Abril, Galán abandonó Santo Tomé, no sin antes haber enturbiado su actuación con el degüello del indio José Aramimbí -cuyo apellido significa “día brillante” en guaraní- ejecutado el 11 de Marzo al frente del Segundo Escuadrón. Su delito fue venir hasta el Paso de Santa Ana, donde fue detenido, mandado por el teniente coronel Juan Madariaga en procura de noticias sobre los efectivos de Galán(7).
(7) “Este desdichado se obstinaba en ocultar la verdad con imposturas de las más absurdas y contradictorias; ordené se le cortara la cabeza, lo que fue ejecutado el 11 del corriente al frente del 2do. Escuadrón y, antes de morir, confesó que lo había mandado el salvaje Juan Madariaga para bombear las fuerzas que teníamos sobre la costa del Uruguay”. Carta de Galán al gobernador Pedro Dionisio Cabral, fechada en Santo Tomé, el 23 de Marzo de 1843. Idem. Correspondencia Oficial. Año 1843. Legajo Nro. 77. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Mientras por un lado, Galán se expresaba duramente contra los “salvajes”, él ordenaba el degüello del indio Aramimbí. En cuanto a su capacidad para captar la situación real de aquellos días, puede decirse que procedió con cierta ingenuidad, incompatible con su estado militar. El 29 de Marzo escribía a Cabral:
“Me han dicho que la reunión de Ñanduy se está disolviendo por su propia virtud... Espero que en todo el mes de Abril quedaremos sin ninguna atención por esta frontera y que podrá V. E. disponer de mis servicios como mejor convenga”.
Dos días después, Madariaga cruzaba el río Uruguay.
Del árbol caído pronto hicieron leña. Ferré pasó a ser el culpable de todo. Desde Corrientes se envió a los pueblos del Interior el texto de un Acta que debían suscribir los vecinos, donde se anatematizaba a Ferré y Rivera y se exaltaba a celestes alturas a Urquiza, Rosas, Oribe y Cabral. La curiosa reunión se efectuó el 24 de Febrero, labrándose el acta correspondiente cuyo texto guarda similitud con las levantadas en otros pueblos:
“Después de haber sentido estos departamentos de Misiones todo el peso de la ignominia y tiranía con que los había agobiado el salvaje traidor Pedro Ferré.... se establecieron en la provincia de Corrientes y en los departamentos de Misiones las Leyes, la Libertad, la Paz y la Abundancia, elevando a la Primera Magistratura al honrado Federal Ecxmo. señor don Pedro Dionisio Cabral... por haberlos libertado de la opresión en que se hallaban; hacían el voto de tenerlo en el ejercicio del poder que se le había confiado, para lo cual eran de opinión debía hacerse levantar una acta para que se transmita del modo más público y solemne el pronunciamiento uniforme de los habitantes de este departamento.
“El vecindario, después de oída esta exposición, se prometió uniformemente por la firme resolución de sostener los principios de Justicia y Federación anunciados por los señores comisionados, jurando ante Dios y los hombres sacrificar hasta su propia existencia en sostén de los derechos de la Confederación”(8).
(8) Aunque Santo Tomé -mientras estuvo en El Hormiguero- no tuvo plaza, el acta dice que los vecinos se reunieron “en la plaza de este pueblo”. Al pie del documento aparecen ciento veinte nombres de los cuales apenas quince son firmas, pues se advierte fácilmente que fue una misma mano la que escribió esos nombres, en su gran mayoría, brasileños. Con frecuencia se lee: “Asigno a rogo de...”, es decir: “Firmo a ruego de...”. Lo curioso es que ni el comandante Alvarez ni el receptor Olivera, designados por Galán, suscribieron el acta de referencia. Correspondencia Oficial. Año 1843. Legajo Nro. 77. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
- Durante el Gobierno de Madariaga
Poco duró aquel estado de cosas. El 31 de Marzo de ese año -cumplíase el cuarto aniversario de Pago Largo- el entonces teniente coronel Joaquín Madaríaga, al frente de ciento ocho juramentados en Ñanduy, cruzó el río Uruguay haciendo pie en el Rincón de San Jorge, animado del hondo propósito de liberar a Corrientes del Gobierno que padecía.
De nada valió a los federales “el cordón de sanidad política”, porque la reacción libertadora halló ancho auspicio en el pueblo correntino, sellándose el 6 de Mayo, en Laguna Brava, la suerte del Gobierno de Cabral.
Designado gobernador el adalid de la cruzada, se dio prontamente a la tarea de reorganizar las autoridades de la provincia. Fue designado Comandante Militar de Santo Tomé, don Fabián Sebastián Jurado, antiguo poblador de Curuzú Cuatiá, avecindado en La Cruz hacia el año 1840, hombre de algunas luces y un alto sentido de la responsabilidad que ese cargo importaba, más que por su situación geográfica, por el momento que vivía la provincia. Receptor de Rentas fue designado don Fortunato Froy, hasta poco tiempo antes vecino y receptor en Curuzú Cuatiá.
Trasladando su pobreza y sus penurias, numerosas familias de Curuzú Cuatiá llegaron a fines de 1843 en larga caravana con carros y carretas, dirigida por don Manuel Ballesteros. Esta aventura civilizadora, llevada a cabo mediante la fe y el esfuerzo de modestas familias sureñas, que afanosamente buscaban la cifra de su porvenir, antes que un éxodo, fue un provechoso trasplante enverdecido por la esperanza de días menos ingratos.
Su presencia dio mayor volumen al comercio del pueblo, de suyo favorecido ante la imposibilidad en que se hallaba la capital y pueblos del litoral paranaense de comerciar con Buenos Aires. Por allí, en mayor escala que por Santa Ana, entraban los más variados artículos venidos de Europa, los que, luego de atravesar el Brasil, iban a ser enviados hacia diversos puntos de la provincia.
Vinos y telas españolas, aceites italianos, puntillas suizas, terciopelos alemanes, lozas holandesas / francesas, remedios y agujas en promiscua compañía de palas, tenazas, azadones y tantas cosas más, eran cargados en carretas llegadas de Mercedes, Curuzú Cuatiá, Goya. San Roque, Yaguareté Corá y Saladas.
A su vez era puerto de exportación de cueros, yerba mate y maderas, productos que las balandras “Carolina”, “Enriqueta”, “Constitucional” y “Flor Misionera” transportaban hasta el puerto uruguayo de Salto. En ese comercio andaban los señores Antonio Fernández de Castro, Juan José Aguilera, Marcelino da Silva Paulete, José dos Santos Carvalho y Juan Claverí.
El afianzamiento del comercio de Santo Tomé y la fundación de Paso de los Libres, trajeron como inevitable secuela la decadencia del puerto de Santa Ana, habilitado por Berón de Astrada cuando el bloqueo francés.
- Ataque brasileño
Fuerzas imperiales brasileñas, con el pretexto de perseguir unas partidas enemigas, invadieron Santo Tomé a principios de 1844, cometiendo todo género de desmanes, violaciones y robos, arreando -al retirarse precipitadamente hacia San Borja- gran cantidad de ganado caballar y vacuno. Un sargento y un soldado muertos fue el saldo sangriento de esa aventura.
Desde su cuartel en Villanueva, el gobernador Madariaga protestó enérgicamente ante el Barón de Caxías, jefe de las fuerzas imperiales, comisionando a la vez al coronel Mariano
Camelino para recabar explicaciones. El general Juan Madariaga recibió orden de llegar con un batallón hasta la frontera para repeler a los invasores, más, cuando llegó, el grueso de las fuerzas brasileñas ya se había retirado, alcanzando -en La Cruz solamente- a una partida al mando del teniente Camargo, la que fue reducida por las armas.
Caxías, en su descargo, dijo al Gobierno correntino que “el brigadier Bentós Manuel ignoraba que las órdenes de las autoridades brasileñas limitaban al Brasil y nada más”. La respuesta de Madariaga fue enérgica: “Esta ignorancia crasa y criminal no es de suponerse en un jefe, en un brigadier”(9).
(9) Ibidem. Libros Copiadores de Notas del Ministerio de Gobierno. Legajo Nro. 9. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Madariaga obró con altura y dignidad. Así prueba la Nota que, desde Villanueva, dirigió al barón:
“El que suscribe -le decía el 16 de Marzo- ha leído con mucho desagrado en la Nota de V. E. -datada el 15- la ligereza con que se infieren cargos al Gobierno de Corrientes, que jamás ha dejado de ser circunspecto y escrupuloso en el cumplimiento de sus protestas.
“Espera el infrascripto que V. E., a la fecha, habrá rectificado ese concepto tan erróneo como desfavorable a la merecida dignidad de un Gobierno. Economizando contestaciones a la nota de parcialidad y especies sueltas de represalias y enemigos, que se registran en la citada correspondencia, se limita el infrascripto a asegurar a V. E., que el Gobierno de Corrientes, apoyado en la rectitud de su conciencia pública y de la justicia, no temerá jamás a enemigos que le provocasen sin más derecho que el de la fuerza”(10).
(10) Ibidem. Libros Copiadores de Notas del Ministerio de Gobierno. Legajo Nro. 9. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
A mediados de 1844 pasó por Santo Tomé el ministro brasileño José Antonio Pimenta Bueno, quien iba hacia Asunción a negociar un tratado con el presidente Carlos Antonio López.
El general Juan Madariada, desde el Campamento en Villanueva, había anunciado esa visita al comandante Jurado, recomendándole muy expresamente preste la atención debida a tan alto personaje. Nada trascendente sucedió a Pimenta Bueno durante su estancia en Santo Tomé. Como recuerdo de ella ha quedado la cuenta de gastos originados, como una curiosidad anecdótica, a la vez que como expresión del gusto santotomeño de aquellos días.
- Escuela y médico
El 1 de Octubre de ese mismo año, comenzó a funcionar la primera escuela elemental que tuvo el pueblo, acaso desde la expulsión de los jesuitas. Fue establecida por el comandante Jurado, quien puso al frente de la misma al joven Waldo Benigno Zárate, remunerado luego por el gobernador Madariaga con la suma de cien pesos anuales, según resolución del 25 de Octubre(11). Cuántos y quiénes fueron sus alumnos es un misterio histórico inexplicable por ahora.
(11) Ibidem. Libros Copiadores de Notas del Ministerio de Gobierno. Legajo Nro. 9. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Tuvo el pueblo su primer “médico”, aunque no diplomado, en el teniente Bernardo Abreu, brasileño republicano exilado a principios de 1845. De él nos dirá Jurado:
“Es muy buen curandero y de muy buena voluntad para prestar servicios curativos en cualquier hora, no solamente a mis soldados sino también a familias.
“Ha sanado a muchos y sin más interés que su sanidad y apenas de algunas correspondencias”(12).
(12) Ibidem. Correspondencia Oficial. Año 1845. Legajo Nro. 80. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
- Un pueblo nuevo
Auspiciando la situación creada ,con el avecindamiento de las familias curuzucuatienses y de nuevos comerciantes en el paraje ribereño, el 16 de Abril de 1845 se dirigió el Comandante Militar don Fabián Sebastián Jurado al gobernador, general Joaquín Madariaga, expresándole:
“Ya en otra insinué a S. E., que hay un lugar propio para formar un pueblo a pocas cuadras de distancia y, como muchos vecinos de la campaña desean hacer casa y no habiendo ya terreno dónde situarse sobre el río, me dispongo a decir a S. E. que si gusta se amensure la cuchilla primera que está al salir afuera, propia para el efecto, como S. E. recordará, para que vayan formando casa los que esperan solamente eso y los que en lo sucesivo quieran edificar.
“Ordenar a los vecinos de la población para que salgan de aquel lugar sería muy fuerte, porque las familias de que arriba menciono tendrán por precisión que pedir con que moverse al Estado, porque de lo contrario no tienen cómo desenlizarse.
“Están con ranchos ya compuestos parte de ellas para repararse de la estación próxima. Aquel que tuviere que refaccionar su casa, si bueno sería que la hiciese ya de nuevo donde ha de ser el pueblo y privar el levante de más casas en la barranca.
“Poblar en el propio Santo Tomé, a juicio del vecindario, no es propio, por ser ya muy montuoso, ser el canal del río a la otra banda y por qué alejar de la población vecina parece que es quitarle todo el mérito que tienen dos pueblos enfrentados.
“En San Borja hay un agrimensor a quien, pagándole, podrá desempeñarnos si S. E. quiere librar del costear a otro a más distancia.
“Si hago a S. E. toda esta explicación y también sobre no ser bueno en mi humilde modo de pensar la movilidad de las familias, es porque creo de mi deber procurar remediar en parte los perjuicios que se les originará a nuestros propios hermanos y porque también con mi estada aquí veo los inconvenientes de cada una.
“El comerciante que vea afuera siete u ocho casas, extenderá sus miras allí y procurará fomentarse para adelanto de su negccio y así consecuetivamente llamará a todos y últimamente será de toda la población.
“El brasileño Tristán de Araujo Nóbrega, hacendado de este departamento, me ha dicho que cuando esté delineado el lugar del pueblo, será él el primero que haría una casa buena para poner en ella un negocio. El capitán Acuña también aguarda eso mismo, así como otros.
“Señor; al dirigirme no es más que para consultar la determinación de S. E. y si, como se espera, aprueba lo que relaciono y si se precisa de otras formalidades, espero me de instrucciones, que yo al hacerlo así, es por ignorar de otros requisitos y porque se adelante nuestras poblaciones y mucho más en el lugar donde por hoy resido.
“Ya con anticipación para eso, privé el que se saquen tejas de barro de los escombros antiguos de las misiones y pasaje de paja cortadera, cuyo artículo escasea bastante ya”(13).
(13) La extracción de tejas de las ruinas de la reducción constituyó un largo problema. Algunos las extrajeron con permiso del gobernador Ferré, como don Juan M.Acuña, en 1840, o del gobernador Pujol, en 1855, como don Manuel Toledo y otros sin ningún permiso, como don Manuel Borges da Rocha, don Francisco Toledo -que extrajo más de 6.000 tejas- y don Joaquín Ferreyra, que retiró otras tantas para pasarlas a San Borja. Hasta el comandante Alvarenga sucumbió a esa tentación, retirando 1.000 tejas. Todo eso representaba un valor para la provincia, motivo por el cual, en Noviembre de 1863, el Gobierno fijó el precio de tres onzas de oro por millar e inició gestiones para el cobro. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Concluía Jurado expresando:
“Creo que una población formal en ese lugar llevaría más empuje al comercio tanto porque habrá más concurrencia y cuanto por los vecinos Brasil y Paraguay, que sus tránsitos y depósitos serían más numerosos”(14).
(14) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia oficial. Año 1845. Legajo Nro. 80. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Acuciado el gobernador Madariaga por los problemas emergentes de la lucha contra la tiranía de Rosas, no resolvió el problema de la repoblación de Santo Tomé que, con tanta diligencia, le había planteado el comandante Jurado. Sin mediar disposición gubernativa, los pobladores se habían agrupado -desde los días de Cavañas- sobre la costa del río Uruguay en el paraje de San Juan del Hormiguero.
La inseguridad del lugar -expuesto a las continuas crecientes- y lo informe del conglomerado urbano, sin la posibilidad de ganar trazado orgánico, fueron factores preponderantes que determinaron una reacción tendiente a operar el retorno hacia el viejo pueblo, lo que sucedería recién quince años más tarde.
- Ataque paraguayo
Renovaron los paraguayos, a mediados de 1849, sus ataques contra nuestra soberanía, esta vez en forma más organizada, con el propósito de “afirmar los derechos jurisdiccionales de la República y mantener libres las comunicaciones con el imperio del Brasil”.
La columna invasora estuvo al mando del general Legueisa, quien pronto fue sustituido por el general Francisco Solano López. Emprendió éste un avance hacia el sur, llegando hasta donde hoy se asienta la Ciudad de Alvear. De allí desprendió una columna al mando de Estigarribia, que intentó tomar el pueblo de La Cruz, siendo rechazado por fuerzas correntinas al mando del Sargento Mayor Juan S. Miño.
Reforzadas éstas con las tropas movilizadas por los coroneles Simeón Payba y Nicanor Cáceres -en Goya y Curuzú Cuatiá respectivamente-, el futuro tirano del Paraguay se replegó hacia los Cuay y de allí al Hormiguero, retirándose definitivamente hacia Loreto y San Miguel.
El paso por Santo Tomé del general López fue devastador. El pueblo fue saqueado y luego quemado, salvándose muy poca cosa. La destrucción alcanzó también al astillero que, desde el año 1847, tenía don Mateo Barcachiche, austríaco de nacionalidad, ubicado a unos cuatrocientos metros al norte del puerto. Una goleta que se hallaba en construcción y toda la madera del astillero fue quemada por los invasores.
El general paraguayo halló ayuda en las autoridades de San Borja, especialmente la del coronel Loreto, quien le facilitó más de quinientas cabezas de ganado para el consumo de la tropa. Tuvo también López la colaboración del entonces coronel José Domingo Avalos, del ejército correntino, quien traicionaba a su tierra guiado sin duda por su profunda animadversión a los Virasoro.
Al año siguiente volvieron al ataque. Desde San Miguel, desprendieron una columna en dos cuerpos, descenciendo, una la margen izquierda del Aguapey, rumbo a San Queró y, otra, hacia El Hormiguero. El primer cuerpo llegó hasta la conjunción del Aguapey con el río Uruguay, advirtiendo su jefe a los pobladores de la campiña que serían lanceados los que no abandonasen lo región. Después de haber cometido todo género de desmanes, a fines de Abril se retiraron hacia San Miguel.
En realidad, el deseo de los paraguayos de posesionarse de esa amplia y rica zona de la jurisdicción correntina no obedecía a propósitos reivindicatorios ni a una política de expansión territorial. Tratábase de llegar a la costa del río Uruguay para recibir con comodidad las fuertes partidas de armas que el comercio de Río Grande del Sur les vendía con la complacencia de las autoridades imperiales.
Estos ataques trajeron como lógica consecuencia el enervamiento de esa región tan duramente castigada. Desde Garruchos hasta la desembocadura del río Aguapey, la despoblación humana y el arreo de grandes partidas de ganado pusieron una nota de desolación y pobreza. Recién después de Caseros comenzó el arraigo de la población rural, tomando algún impulso los viejos centros urbanos de La Cruz y Yapeyú, florecientes en el siglo XVIII.
Hasta antes de la invasión paraguaya hubo una industria de tejeduría, circunscripta a los lindes de lo doméstico pero provechosa para el vecindario.
En su totalidad, las tejedoras eran indias -herederas de la artesanía jesuítica- que vendían en el mismo pueblo el fruto de su trabajo para luego ser llevado a Corrientes por la vía de la Tranquera de Loreto. Algunas veces se hicieren operaciones de importancia, como la que realizó don Pedro Igarzábal en Septiembre de 1845. Entonces llevó a Corrientes dieciocho piezas de lienzo burdo, con un total de 578 yardas para las velas y toldos de la goleta “Mr. Purvis” de don Angel Goyochea.
- Comercio
El esfuerzo progresista de los comandantes Manuel Ballesteros (1845), José Luis Madariaga (1845 - 1847), José Nicolás Casco (1848 - 1849) y Pedro J. Virasoro (1849), se vio frustrado por dicha invasión. Fracasó entonces el intento de reabrir la escuela pública, a cuyo fin el Gobierno había incluido la partida necesaria en el Presupuesto para el ejercicio de 1849.
Durante los últimos años de la tiranía de Rosas, San Borja tuvo una vida comercial que resultó beneficiosa para Santo Tomé. Obligado por la clausura del río Paraná, el Paraguay mantenía -desde 1846- su comercio exterior con el Brasil por el puerto de Itapúa y la Trinchera de San José y el camino que iba de allí a Santo Tomé y El Hormiguero.
Pero, lograda después de Caseros la libre navegación de los ríos, prefirió naturalmente la vía menos costosa y más rápida de los ríos Paraguay y Paraná. El comercio paraguayo languideció entonces, porque San Cosme, Itapúa, Jesús y Trinidad, ubicados al sur del Tebicuary, eran demasiado pobres para soportar por sí solos tan larga travesía, que elevaba los precios y, para destruir la competencia que ejercían los yerbales correntinos, por lo que se dieron los paraguayos a la tarea de destruirlos mediante invasiones sistematizadas, en cuyo transcurso también ejecutaban grandes arreos de ganado vacuno y caballar.
Serias consecuencias trajo para San Borja este nuevo estado de cosas, no así para Santo Tomé, centro que ya había afirmado -modesta pero sólidamente- su comercio y que contaba con el aporte de los grandes yerbales.
Por otra parte, entre los años 1854 y 1856 habían arraigado numerosos pobladores rurales, atraídos algunos por el afán de obtener tierras sin mucho desembolso, animados de poca voluntad de trabajo y otros, sacrificados y laboriosos, que fecundaron con su esfuerzo tesonero la riqueza ganadera santotomeña.
- El Censo de 1854
El gobernador Juan Gregorio Pujol dispuso -en el año 1854- la realización de un censo en toda la provincia. Mediante las cifras obtenidas en Santo Tomé, se advierte que su progreso era sostenido. La población alcanzó la cifra de 628 habitantes, de los cuales 240 eran varones, hallándose construidas 144 casas.
Los comerciantes de entonces eran los vecinos Evaristo Zamudio, Ramón Portalea, Abdón Pérez, Daniel Acuña y Manuel Vianna. Ejercían el oficio de carpintero los señores Romualdo Ramírez y Vicente Rojas; de herrero, los hermanos Tomás y Santiago Solís; y de platero los señores Angel Moreno, Pantaleón Avalos, Lisardo de León, Manuel y Roque Barrios, Rafael González, Bonifacio López, Francisco Barrios, Eladio Alsina y José Quiroga.
La elegancia de los vecinos la cuidaban los sastres José María Bozano y Angel Añasco; el sombrerero Eugenio Pirez; y el zapatero, Marcos Pimentel. El único músico del pueblo era don Segundo Zambrano.
En 1854 fue designado Juez de Paz y encargado de la Comandancia, el Sargento Mayor Lino Antonio Martínez.
“Desde el momento que me hice cargo de este puesto -decía al gobernador Pujol- todos los vecinos me han manifestado la grande necesidad que hay de una escuela. Tenemos en ésta un paisano llamado Escolástico Rolón, hombre apto y muy capaz para preceptor, pues tiene muy regulares conocimientos”(15).
(15) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Oficio del 12 de Mayo de 1854. Legajo Nro. 94. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
No obstante que nunca se le abonó sueldo alguno, la escuela funcionó entonces asistiendo a ella los niños Jacinto Bravo, Juan Bravo, Maximiliano Alarcón, Martiniano Alarcón, Manuel Benítez, Zacarías Gómez, Juan de D. Verón, Apolinario Benítez, Lucas Gómez, Victorio Pires, Gregorio Ibarra, Juan Ramón Verón, Ladislao Gómez, Eleuterio Sosa, Vicente Duarte, Saturnino Duarte, Angel Barrios, Tiburcio Alsina y Benjamín Villagra.
- 1855 - 1856
En Enero de 1855 tomó posesión del cargo de Juez de Paz, don Pedro Nolasco Herrera, viejo soldado de la guerra con el Brasil y la lucha contra la tiranía de Rosas. Al mes siguiente, con el auspicio económico de los vecinos, hizo construir “una escuela pequeña para la educación de los jóvenes del departamento”, según así hizo saber al Gobierno.
Un documento interesante relativo a ese entonces, es la crónica que ha dejado el viajero y médico francés Martín de Moussy, quien recorrió esa zona en viaje de estudio durante el año 1855. La información recogida fue condensada en un libro publicado años después en París, mediante el cual es dable conocer el estado de las ruinas del Santo Tomé jesuítico.
El aspecto de las mismas le permitió valorar la importancia que había tenido esta reducción durante la dominación hispana. Halló aún en pie toda la pared de la cabecera y parte de las paredes laterales de la iglesia, formadas por grandes piezas de piedra arenisca. Una multitud de cactus y enredaderas había crecido sobre esas murallas y su porte extraño y sus formas tan diferentes de las plantas europeas imprimían a las ruinas un aspecto realmente extraordinario.
Encontró levantadas las paredes del colegio, como también los pilares de la galería interior de piedra muy bien labrada:
“Se ve -decía- que este edificio era construido con más esmero que otros; algunos trozos que he hallado desparramados en el suelo, anuncian un arte bastante adelantado.
“Hemos notado una cabeza de ángel esculpida en un pedazo de gres de grano muy fino; esta escultura está verdaderamente bien trabajada”.
En el interior de esas ruinas, según De Moussy, los habitantes de El Hormiguero y los alrededores sepultaban a sus muertos. El suelo del templo estaba removido a raíz de las repetidas excavaciones en procura de tesoros ocultados por los jesuitas en el momento de producirse su extrañamiento. “Por supuesto -agrega- nunca se ha hallado nada, pero los que buscan tesoros no se han desanimado y hay algunos todavía que piensan que hay inmensas cantidades de oro y plata escondidos en algún rincón de estos escombros”.
Hacia el año 1855 vivían en los restos de la ayer floreciente doctrina, tan sólo una docena de familias dedicadas a la agricullura, quienes habían abierto una picada a través del monte para llegar hasta el río Uruguay, distante a unos trescientos metros de la plaza: “Todas estas ruinas -terminaba- están cubiertas de un monte espeso. La antigua plaza está limpia, pero una hilera impenetrable de árboles cubre la fachada de las casas”(16).
(16) Martín de Moussy. “Mémoire Historique sur la décadence et la ruine des Mission des Jesuites dans le bassin de la Plata, leur état actuél (Accompagné de deux grandes cartes)” (1865), París. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
A mediados de 1855 comenzó a funcionar en el pueblo la Administración de Rentas Nacionales, a cargo de don Pedro Nolasco Herrera. Había sido establecida en la provincia por el Gobierno de la Confederación, mediante decreto de fecha 20 de Abril de ese año, tomando como base -en lo que hace a nuestra provincia- la vieja Aduana correntina, cuyo personal y bienes fueren transferidos al nuevo organismo.
Fue adquirida para ese fin una casa de don Pablo Alegre, en la suma de 161 patacones, amueblándola con dos mesas, una silla y un banco, comprados a don Escolástico Montiel; un armario, comprado al comandante Martínez; seis sillas, adquiridas a don José Luis Patiño; ornamentando una de las mesas con una carpeta de bayeta y cuatro candelabros de lata comprados a don Saturnino Miño, cuya compra -incluyendo el valor del inmueble- alcanzó la suma de $ 195,5 fuertes.
Entonces dirá el viajero francés Martín de Moussy: “El Hormiguero es un pueblito que se compone de una decena de ranchos... Antes de 1849 era mucho más importante y desde esta época ha quedado en un estado de aniquilamiento completo”(17).
(17) Martín de Moussy. “Notas de viaje en la Mesopotamia Argentina en los años 1855 y 1856”, en el periódico “El Comercio”, (Corrientes), edición del 11 de Diciembre de 1856. Esta noticia fue evidentemente ignorada por “La Opinión”, de Santo Tomé, en Agosto de 1913, pues, de haberla conocido, no habría afirmado que “después de 1849, unas pocas familias brasileñas venidas de San Borja y familias argentinas del sur, y otras españolas y orientales se establecieron en el paso de El Hormiguero...”. Las “familias argentinas del sur”, procedían de Curuzú Cuatiá y llegaron en 1845. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Por aquellos años estuvo la población atendida en lo espiritual con bastante diligencia por el abate Juan Pedro Gay, francés de nacionalidad que, desde largos años atrás, venía ejerciendo el curato de San Borja. Figura interesante la de este sacerdote, amigo del sabio Bonpland y depositario de sus colecciones, que se vinculó estrechamente al resurgimiento de los pueblos correntinos de la costa del río Uruguay.
A principios del año 1855, a raíz del fallecimiento de fray Prado(18) actuó -bien que transitoriamente- el sacerdote brasileño Juan Taborda Da Silva Braga quien, sin estar autorizado por el Gobierno correntino, fue consentido por necesidad por las autoridades locales(19).
(18) Falleció en La Cruz, el 21 de Septiembre de 1854.
(19) En 1856 ejerció el curato de La Cruz. El coronel Canavarro lo reclamó a las autoridades argentinas por “criminoso”, pero el gobernador Juan G. Pujol no dispuso su entrega.
// Todo citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
En ese entonces ejercía su profesión de médico, el doctor Antero del Rivero(20) y, como no había botica en el pueblo, se traían los remedios de la farmacia que don Cándido Emilio Dos Santos Falcao tenía establecida en San Borja.
(20) Era natural de Entre Ríos. Se doctoró en Buenos Aires en el año 1852, presentando una tesis intitulada “Filosofía de la Medicina”, dedicada al general Justo J. de Urquiza, la que fue publicada por la imprenta de “El Comercio”, de Buenos Aires. Poco después se estableció en la provincia ejerciendo la medicina y la agrimensura en los pueblos de la costa del Uruguay. El 29 de Agosto de 1861 se casó en Corrientes con la señorita Rosa Cándida Ratti. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Satisfecho el Gobierno “de la abnegación, honradez y patriotismo” del comandante Martínez, lo nombró -el 8 de Marzo de 1856- para ejercer nuevamente el cargo de Juez de Paz y Jefe de las fuerzas del “Departamento del Hormiguero” (sic).
Dos meses más tarde, con el objeto de establecer en los yerbales misioneros “una policía que vigile los intereses públicos al paso que sirva de protección a los trabajadores”, fue designado Jefe Militar de las misiones, debiendo obrar en un todo de acuerdo con el Juez de Paz del Departamento de La Cruz, don Waldo B. Zárate, “a fin de que con su protección, sean más eficaces los esfuerzos que emplee para evitar los fraudes que continuamente hacen al Erario Público los brasileños que se ocupan en el beneficio de la yerba”.
Martínez estableció en Santo Tomé el asiento de sus funciones y con tanta firmeza actuó en favor de los intereses correntinos, que fue asesinado en la noche del 18 de Diciembre de ese año, por unos brasileños que se introdujeron en el pueblo, aprovechando los festejos de la jura de la Constitución Provincial.