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Los 28 Héroes

La fundación de la ciudad de Corrientes fue hecha en 3 de Abril de 1588, por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón y un séquito brillante, durante su viaje al Río de la Plata, desde Asunción, de donde se dirigió a España, renunciando a su cargo. Todo esto se encuentra documentado en el Acta correspondiente(1).

Meses antes, para explorar el lugar en que convenía fundar una ciudad en esta zona, y para ocupar provisoriamente el territorio que se eligiese, envió al capitán Alonso de Vera y Aragón.

Este ilustre conquistador, cumplida la tarea de explorar, se instaló en el lugar del Arasaty (al Sur de la planta urbana de nuestros días); inició la construcción de un Fuerte, sobre la costa del río Paraná, y dejando una partida de 28 soldados para guardar las embarcaciones y proteger su retirada, penetró la zona, para certificar que el territorio llenaba las condiciones de agua, bosques, etc., que indicaban, para estos casos, los proveídos del rey.

Durante su ausencia, los 28 guardadores del Fuerte inicial fueron rodeados por las tribus indígenas de la costa del Paraná.

También es posible que el sitio y ataque de los indígenas se produjese estando Alonso de Vera y Aragón, en el caso de que la partida que capitaneara fuese en total de 28 hombres.

Por nuestra parte, preferimos la primera hipótesis, por cuanto las expediciones españolas que salían de Asunción del Paraguay, llevaban centenares de indios remadores y encargados del trabajo, que no figuran en la incidencia y que debieron acompañar a Alonso de Vera y Aragón en su campaña al interior.

Construido el Fuerte, los españoles plantaron, en su inmediación, como símbolo de la conquista, una Cruz de madera de urunde’y, madera cuyo nombre corriente es urunday.

La denominación guaraní de ese árbol (ib-ru-nde-ig), significa “árbol padre de tu virilidad” (doctor Solari, B. T.), con referencia a las virtudes de excelencia que la hacen preciada por ser indestructible.

Los indígenas, que no podían ignorar esto, decidieron, a pesar de todo, destruirla, rodeándola de una enorme fogata pero, no obstante el empeño, la Cruz no ardía.

Abastraídos en sus propósitos, no habrían advertido la ofensiva de los defensores del Fuerte, los cuales, con disparos certeros y sorpresivos, dieron muerte a los indígenas que actuaban en torno a la fogata.

Hubo milagro en la incidencia, milagro en la eficacia de esos disparos, dada la distancia entre el Fuerte y el lugar de la Cruz y el corto alcance de los arcabuces del siglo XVI; milagro en la oportunidad del suceso, cuando los españoles estaban en el límite de toda resistencia; y milagro en el proceso mental de los indígenas, que ven, en la circunstancia, factores inexplicables que les inclinan a acatar la autoridad del invasor.

Las ideas religiosas de los indígenas se estructuraban sobre un dios poderoso, Tupã, residente en las alturas, que influía y gobernaba los actos y los designios de los hombres.

Es en este sentido que debemos interpretar el “milagro” de la Cruz que presidió la conquista del territorio de Corrientes. Está en las circunstancias del suceso y en el mundo interior de los hombres que actúan.

Los 28 defensores del Fuerte, son los 28 héroes de la denominación de la vieja plaza, cuyo centro era el monumento de La Columna, levantada en 1828 para señalar el lugar en que fue emplazada la Cruz del Milagro.

Este leño histórico se conserva en la iglesia de su nombre.

Nota

(1) Material extraído del libro "La Ciudad de Corrientes", de Hernán Félix Gómez, editado en 1944.

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