Rivadavia, Bernardino
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Nació en Buenos Aires, el 20 de Mayo de 1780. Estudió en el Real Colegio de San Carlos, sin graduarse de abogado. Combatió en el cuerpo de Gallegos contra las tropas británicas, en las invasiones de los años 1806 y 1807.
En 1810 colaboró en el movimiento emancipador. En 1811 fue designado Ministro Secretario de Guerra desempeñando, además, las carteras de Gobierno y Hacienda. Fue encargado de negocios en Europa (1815).
De regreso a su país desempeña el Ministerio de Gobierno (1820). Entre sus iniciativas se cuentan: la creación del Registro Oficial, archivo, cementerio, Registro Estadístico, mercado, etc. Fundó numerosas bibliotecas públicas, la Sociedad de Beneficencia, la Universidad, el Departamento de Ingenieros y otras muchas mejoras.
En 1825 viaja con destino a Europa como enviado extraordinario ante la Corte británica. Vuelto al país, es nombrado presidente de la República (8 de Febrero de 1826).
Muchos de sus admiradores consideran que su Administración fue “un período brillante en la historia del país”, siendo considerado como “es el más grande hombre civil de la Revolución”, pero sus desaciertos llevarán al país a la dictadura y la guerra civil.
Se puede decir que Rivadavia sólo fue el primer hombre que llevó el título de Presidente, sin dejar de recordar que el hecho en sí estuvo fuera de todo derecho. El nombramiento de Rivadavia produjo desfavorable impresión en todas las provincias, porque ello significaba el establecimiento de un Poder Ejecutivo “para toda la nación”, violando lo dispuesto por la Ley Fundamental y antes de sancionar la Constitución, único cuerpo de leyes que podía crear tan alta magistratura.
Salvo Buenos Aires, el resto del país no lo reconocerá como presidente. “Presidente nulo”, dirá el gobernador de Córdoba, Juan Bautista Bustos y, Pedro Ferré, gobernador de Corrientes, lo reconocerá por muy breve tiempo.
Lo tildan de ser un “notable propulsor de la Instrucción Pública a la que prestó una decidida protección”, pero, lamentablemente, su impronta sólo quedó registrada en la Ciudad de Buenos Aires. Rivadavia dejará una pesada herencia al contraer un deuda que el país tuvo que soportar por muchos años.
Debido a la oposición del partido Federal y a la insurrección de algunas provincias hubo de dimitir, el 27 de Junio de 1827. Desde su dimisión se apartó de la política, pasando a Europa, regresando a la patria en 1834. Radicóse en el Uruguay y luego en el Brasil, embarcándose en 1841 con destino a Cádiz, muriendo en esta ciudad el 22 de Septiembre de 1845.
En una cláusula de su testamento prohibió fueran sus cenizas trasladadas a Buenos Aires pero, en el año 1857, fueron traídas. Hoy se encuentran en el grandioso mausoleo que se levantan a su memoria en la plaza 11 de Septiembre de la Ciudad de Buenos Aires.