La expresión “Siete Corrientes”
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Durante la exploración del río Paraná por Sebastián Caboto (1527-1528) debió ser individualizado el paraje “siete corrientes” donde, en 1588, habrá de fundarse la ciudad de su nombre.
Caboto fue quien navegó y exploró el Alto Paraná hasta llegar probablemente al salto de Apipé, y que permaneció en la región desde Diciembre de 1527 al 28 de Marzo de 1528.
En su Diario de navegación, el 23 de Marzo de 1528 aparece por primera vez la expresión “siete corrientes” como nombre para la porción del río en la que estaban ubicadas.
Hay dos hipótesis sobre el posible origen de la acepción “siete corrientes” que dá nombre al paraje:
1.- De carácter geográficamente reducido; y
2.- De una mayor amplitud geográfica, o de superficie.
* En el primero de los casos, la denominación “siete corrientes” se referiría a la peculiar geografía de su costa, marcada por siete puntas de piedra o penínsulas que penetran en el río, provocando fuertes corrientes que dificultaban la navegación.
Esta es una interpretación muy extendida en el saber popular.
* A la antedicha hipótesis se antepone una segunda, que no puede dejarse de lado. La idea fue volcada en uno de los libros del historiador Hernán Félix Gómez quien -a mediados del siglo XX-, indicó que
“de la expedición de Pedro de Mendoza (1536) algunos 400 que -con el Adelantado- subieron el río Paraná siguiendo los pasos de Caboto, y estando ya al mando de Juan de Ayolas, fueron los que -por segunda vez en sus exploraciones- pasaron por aquella pequeña porción del río Paraná en que se hallan ‘siete corrientes’: la de ese río y de seis más que desembocan en él, desde las bocas del Paraguay hacia abajo.
“Esa pequeña región del Paraná, pintoresca en extremo, recibe a su derecha por la parte del Chaco, los cuatro pequeños ríos, llamados Negro, Tragadero, Yné (río Hediondo), otro más que le sigue al N. E., y los dos brazos principales del río ‘Paraguay’, llamados ‘Río Ancho’ uno, y el otro ‘Paraguay’ propiamente.
“Esas corrientes que descargan sus aguas por seis bocas en la del Paraná, con la de éste, forman siete corrientes”.
Gómez agrega que
“de esos valientes expedicionarios, son los ‘primeros españoles’ que bajaron y penetraron en el Interior del territorio correntino, hasta la laguna ‘Yvera’, a estar a un aserto de Pedro de Angelis, anotando el Diario de Schmidel, uno de los de esa expedición”.
Si atendemos esta posibilidad, la amplitud del paraje “siete corrientes” era mucho mayor.
De ese amplio espacio geográfico, los españoles elegirán para implantar la ciudad el “balcón” que dominaba el paraje -que está limitado por un bañado “Norte” y un bañado “Sur”- que se impone en la margen izquierda del Paraná.
Ahora bien, una vez elegido el “balcón” -que tiene por centro donde está situada la actual plaza “25 de Mayo”-, los conquistadores desembarcarán en el bañado “Sur”, a la altura del Arroyo Limita (donde está situado hoy el puente interprovincial “General Manuel Belgrano”), lugar donde no había rocas en la costa que puedan ocasionar daño a las naves amarradas en el lugar, y sitio donde se podía estar protegido de los vientos del Norte que sacudieran las embarcaciones frágiles de madera apostadas allí.
Los españoles, pues, fundarán, más arriba, la Ciudad de Asunción, en 1536, a orillas del Paraguay, y en el transcurso de los sesenta años siguientes se irán erigiendo, desde esta base, las demás ciudades que configurarán el programa expansivo de la Gobernación y del cual la provincia de Corrientes quedará, durante este tiempo, marginada, a causa de la rebeldía que sus habitantes naturales opusieron al proceso colonizador.
La iniciativa de la fundación de Corrientes parece ser que partirá de fray Juan de Rivadeneyra, de la Orden seráfica, quien en 1581 redactará un Informe acerca del valor estratégico de aquel lugar que podía servir como punto de escala en la azarosa navegación que entonces suponía la comunicación de Asunción con las futuras ciudades de Santa Fe y Buenos Aires, al Sur.
Bibliografía:
* Material extraído del libro "Los hombres que gobernaron Corrientes. Compendio de historia política", de Gabriel Enrique del Valle.