Convócase a una nueva Asamblea General Legislativa
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- El motín de las trenzas
A los pocos días de jurado el Estatuto se produjo en Buenos Aires la sublevación del cuerpo de Patricios, episodio que se vinculó a la tensa situación política.
Absuelto del injusto proceso, Manuel Belgrano fue designado coronel del Regimiento de Patricios en reemplazo de Saavedra quien lo había mandado hasta entonces.
En su gran mayoría los soldados eran adictos al jefe anterior y entre sus filas también se encontraban muchos “provincianos”; en consecuencia, el cambio de mando dispuesto por el Triunvirato tenía por objeto impedir todo acto de indisciplina.
El descontento inicial se tradujo en abierta rebelión cuando Belgrano ordenó que todos los soldados debían cortarse la coleta o trenza, considerada por ellos valeroso distintivo del regimiento.
El 7 de Diciembre de 1811 y después de expulsar a sus oficiales, los patricios se atrincheraron en su cuartel dispuestos a resistir.
De acuerdo con una orden del Triunvirato, José Rondeau -con las tropas que acababan de regresar de la Banda Oriental- en desigual combate los obligó a rendirse. Los cabecillas fueron ajusticiados.
El sangriento episodio tuvo derivación política, por cuanto Bernardino Rivadavia culpó al deán Gregorio Funes y otros opositores -saavedristas y provincianos de la disuelta Junta Conservadora- de todos los incidentes.
Por tal causa comunicó a los diputados que aún permanecían en Buenos Aires la imperiosa necesidad de abandonar inmediatamente la capital, en el plazo de veinticuatro horas.
“Así fue condenada al ostracismo -escribe Bartolomé Mitre- la última sombra del partido vencido. Los diputados perseguidos, dispersándose en las provincias como las postreras chispas de una hoguera casi extinguida, fueron a llevar a ellas nuevos elementos de combustión y descontento”.
Rivadavia continuó con su política centralista en favor de Buenos Aires y en Enero de 1812 ordenó la supresión de las Juntas Provinciales debido a “la necesidad de expedirse con rapidez en los grandes negocios y de restablecer la armonía y el orden en la política”.
- Nuevamente la Sociedad Patriótica
La primera Sociedad Patriótica fue disuelta después de la asonada del 6 de Abril de 1811. A comienzos de Enero de 1812 y mientras algunos morenistas -Paso y Chiclana- ocupaban el Gobierno, Rivadavia decidió la apertura de la Sociedad brindándole el apoyo oficial pues anticipaba su adhesión.
El Triunvirato autorizó las reuniones en el edificio del Consulado, y el 13 de Enero de 1812 Bernardo de Monteagudo -la figura más destacada- pronunció el discurso inaugural.
Desde la dirección de "La Gazeta”, el último comenzó a distanciarse del Gobierno, el que nombró un fiscal para informarse de los asuntos tratados en las reuniones de la Sociedad.
"La Gazeta” que aparecía los martes era dirigida por Vicente Pazos Silva y, la editada los viernes, por Monteagudo. Ambos sostenían polémicas de carácter político con prescindencia del Triunvirato.
Más tarde, Pazos Silva continuó su prédica a través de las páginas de un nuevo periódico: "El Censor".
En el mes de Marzo de 1812 el Triunvirato creó La Gaceta Ministerial del Gobierno de Buenos Aires, en reemplazo de la anterior. Por su parte, Monteagudo editó un nuevo periódico -de vida efímera- titulado "Mártir o Libre".
La Sociedad Patriótica colaboró luego con la Logia Lautaro y finalmente fue absorbida por ésta.
El idilio entre la fracción gobernante y el morenismo duró poco. Una de las causas de la ruptura fue la actitud de Bernardo de Monteagudo, joven abogado de tendencia jacobina y hábitos turbulentos, a quien el Gobierno confió la dirección de una de las ediciones semanales de La Gazeta desde donde predicó un republicanismo ardiente.
Monteagudo se convirtió en poco tiempo en uno de los caudillos de la juventud porteña y fue uno de los inspiradores de la transformación del Club de Marco en la Sociedad Patriótica, propósito en que lo acompañaron Julián Alvarez, Esteban de Luca y otros.
Tanto la prédica periodística de Monteagudo como su acción en la flamante Sociedad Patriótica (Enero de 1812), donde resistió la presencia de veedores oficiales, provocaron la alarma de Rivadavia, quien sintió afectada la autoridad del Gobierno que él, como secretario, ejercía a la manera de un ministro de Carlos III.
- La Asamblea de 1812
En el Estatuto Provisional el Gobierno se había obligado a convocar a una Asamblea General que eligiría al nuevo triunviro en reemplazo del saliente.
Reunióse la Asamblea en Abril de 1812 para designar al sucesor de Paso. Con gran sorpresa de Rivadavia la elección recayó en Juan Martín de Pueyrredón, individuo de prestigio propio e independiente de las facciones que hasta entonces habían perturbado la acción revolucionaria.
Pero lo que más molestó al secretario fue la designación del doctor Díaz Vélez como suplente de Pueyrredón, ausente en el Norte, ya que ordinariamente las suplencias estaban a cargo de los secretarios.
Haciendo caso omiso de la Asamblea, el Triunvirato -instigado por Rivadavia- informó a aquélla que hasta tanto Pueyrredón llegara a la capital sería reemplazante el secretario más antiguo según lo disponía el Estatuto.
La Asamblea acusó el golpe e insistió en sus facultades, y habiéndose planteado en su seno cuál era su verdadero carácter resolvió -a pocos meses de distancia de la Junta Conservadora- que revestía el de Autoridad Suprema.
La solución esta vez fue idéntica. El Triunvirato declaró que la actitud de la Asamblea era “nula” e ilegal, y lesiva a los derechos de los pueblos y la autoridad del Gobierno, disolviendo la Asamblea.
Esta acción amenguó el escaso prestigio del Gobierno y la Sociedad Patriótica pasó a la oposición abierta.
Desde Febrero de 1812 la guerra en la Banda Oriental se había reanudado, adoptando el general Gaspar de Vigodet una actitud ofensiva con la esperanza de un avance de Goyeneche y el apoyo de los portugueses, que recibieron nueva orden de avanzar sobre el territorio uruguayo.
José Gervasio Artigas, nombrado General de los orientales, pasó a la ofensiva y el Triunvirato designó a Manuel de Sarratea Jefe de las fuerzas que envió a la Banda Oriental.
El ex triunviro carecía de conocimientos militares, y el propósito parece haber sido disminuir el poder de Artigas, sospechado de mantener relaciones con Paraguay con miras contrarias a la autoridad de Buenos Aires. Pero el verdadero peligro no estaba en el caudillo oriental.
El Estatuto disponía la reunión de una Asamblea General y si bien el Triunvirato no estaba dispuesto a hacerlo, la tensión política existente y la acción opositora de la Sociedad Patriótica determinaron su convocatoria.
El 19 de Febrero de 1812 fue publicado el Reglamento que da forma a la Asamblea, cuyas veinte disposiciones tratan sobre las normas para la elección de sus miembros y concede nuevamente a Buenos Aires el predominio sobre el Interior del país.
La Asamblea tenía carácter legislativo, pero no constituyente, y debía actuar como reguladora de las decisiones del Triunvirato. La Asamblea debía integrarse con los miembros del Cabildo de Buenos Aires -quienes la presidirían- los apoderados de las ciudades del Interior en calidad de diputados y 100 ciudadanos de Buenos Aires elegidos por un complicado sistema de voto calificado.
Fácil es deducir que estaba asegurada la mayoría de la capital en la composición del organismo.
El Triunvirato subordinó la Asamblea a su entera voluntad, por cuanto -dice uno de los artículos- “sólo el Gobierno puede convocarla” por un máximo de ocho días y también disolverla “si lo exigen la seguridad y la tranquilidad públicas”.
El organismo se reunió el 4 de Abril de 1812, presidido por diez miembros del Cabildo de Buenos Aires, además de treinta y tres representantes porteños y once provincianos.
La Asamblea sólo sesionó dos días porque a causa de un incidente con el Triunvirato(1), Rivadavia ordenó su disolución el 6 de Abril de 1812; el Cabildo fue suspendido en sus funciones hasta nueva orden.
(1) El vocal Juan José Paso había terminado su período y entonces la Asamblea designó sucesor a Juan Martín de Pueyrredón. Esto fue bien recibido por el Triunvirato, no así la designación como suplente de José Díaz Vélez, pues el Gobierno sostuvo -en base al Estatuto vigente- que tal interinato correspondía a Rivadavia.