Expedición naval a Corrientes y ocupación de la zona en litigio
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La llegada de Elías Galván a Corrientes fue oportuna. El 1 de Octubre de 1810 -días antes de asumir aquél el mando de Teniente de Gobernador- se presentó en el Puerto de Corrientes una escuadrilla procedente del Paraguay, a las órdenes de José Antonio Zavala y Delgadillo, compuesta de cuatro buques mayores, una cañonera y tres botes armados con un pequeño cañón, con instrucciones de incautarse de algunos barcos del comercio del Paraguay que las autoridades de Corrientes habían detenido en su puerto cumpliendo órdenes de Buenos Aires.
En el Puerto de Corrientes se hallaban detenidos -por orden de la Junta porteña- varios buques del comercio paraguayo; la navegación del río, aguas arriba, estaba prohibida.
El 15 de Septiembre de 1810, Bernardo de Velasco y Huidobro ordenó a Pedro Gracia -coronel de milicias del Regimiento Nro. 2 de Voluntarios de Caballería de Costa Arriba (o zona al Norte de Asunción) y Comandante político y militar de la Villa de San Pedro de Ycuamandyyú- que enviara una fuerza naval a liberar los buques retenidos en Corrientes y destinados al Paraguay.
El gobernador Velasco y Huidobro ordenó al comandante de Villa del Pilar que lanzase sobre Corrientes una expedición fluvial para rescatar los buques y apoderarse del armamento existente en ella. Cuando el comandante expidió sus Instrucciones al jefe de la escuadrilla paraguaya- el citado Zavala y Delgadillo- le decía: “El fin es que nos vistamos con lo de los que nos pueden desnudar”.
La flotilla, al mando del comandante Zavala, estaba formada por una cañonera y por 3 barcos armados, que eran parte de un grupo de barcos mercantiles que Velasco y Huidobro había hecho alistar.
Iban en ella 38 artilleros de la Compañía de Milicias de Artillería del Paraguay, 40 milicianos de San Isidro del Curuguaty, 10 fusileros de la Compañía de Milicias de Artillería de Pardos Libres del Paraguay, 49 miñones y 69 milicianos del Cuartel General.
Al momento de partir la flotilla, el comandante de Ñeembucú, Jaime Ferrer, avisó que había sido interceptada una comunicación comprometedora del Alcalde de 1er. voto del Cabildo de Corrientes, doctor Francisco de Castro y Careaga, dirigida al gobernador Velasco y Huidobro.
La expedición se dio a la vela el 21 de Septiembre de 1810(1) y regresará el 10 de Octubre con 8 barcos que halló fondeados a una legua al Sur de Corrientes.
(1) Hay autores que señalan que la flotilla partió el 29 de Septiembre de 1810.
La componían -como se indicó. cuatro buques mayores, una cañonera, tres botes -con un cañoncito cada uno- y algunas canoas; hacía de capitana, el bergantín “Rosario”. Gracia ordenó que se procurara liberar a Castro y Careaga y a otras 3 personas.
También se debía ocupar la región comprendida entre los ríos Paraguay -al Sur de la Villa del Pilar- Paraná y los esteros que formaban el límite occidental de las misiones, por entonces en litigio entre la provincia del Paraguay y la Tenencia de Gobierno de Corrientes.
En 1779, el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo había dividido provisoriamente el área en dos mitades. Ese año, en la parte Norte, el entonces gobernador del Paraguay Pedro Melo de Portugal y Villena fundó la Villa de Ñeembucú, luego Villa del Pilar.
La sección Sur estaba habitada por hacendados de Corrientes, ciudad que tenía un Comandante Militar en el paso de Itatí y Lomas de Pedro González, y que ocupaba además Paso del Rey, otros pasos del río Paraná y la Guardia de Curupayty.
Gracia dio directivas para que los correntinos que tuvieran propiedades en la zona y no juraran obediencia a Asunción fueran expulsados sin usar ninguna consideración con ellos. Ordenó al teniente Fulgencio Yegros que ocupara la Guardia de Curupayty y los pasos del río Paraná, desalojando de allí a los correntinos.
- La flotilla fondea frente a Corrientes
A la puesta del sol del 30 de Septiembre de 1810 fondeó la flotilla en la costa del Chaco, a la altura de la Aldana, una legua más o menos del Puerto. El hecho causó general sorpresa y justo temor.
Galván obligó inmediatamente a los buques detenidos que se largasen aguas abajo; reunió el Cabildo a las 09:00 para comunicarle su salida de la ciudad -con el objeto de organizar fuerzas- y sacó los blandengues, las armas y algunos hombres, estableciendo su Cuartel unas cuadras al Sur de la Iglesia de La Cruz en donde ordenó se le incorporasen las milicias del Riachuelo y Ensenadas.
Felizmente, el jefe paraguayo no desembarcó. Al amanecer del 1 de Octubre desprendió tres de sus embarcaciones mayores en procura de los buques mercantes y, como éstos habían fondeado a corta distancia, fueron conducidos al Puerto, ocupados ya por Zavala.
Adueñándose del Puerto, se incautó de los buques, que se habían hecho navegar aguas abajo y, luego, su jefe, intimó al Cabildo siguiera la conducta de Asunción, en cuyo caso debía respetar el comercio del río, advirtiendo que si adhería a Buenos Aires serían los pueblos de su jurisdicción considerados traidores y enemigos.
Después de ese preliminar hostil, la población esperó por momentos un desembarco pero -a las 10:00- vio con agradable extrañeza que la capitana izaba bandera de parlamento y, poco después -bajo ella- un capitán de miñones(2) conducía pliegos para Galván y el Cabildo.
En sus Oficios -previa defensa de su proceder- decía Zavala:
“En vista de la conducta de Buenos Aires, fácil es que Vuestra Merced se decida: o a seguir la conducta de la Asunción y permitir que todos los buques que vienen o vendrán de Buenos Aires pasen libremente hasta el Paraguay; o a preferir la obediencia a la Junta Provisional Gubernativa.
“Si lo primero, la Asunción conservará con esta ciudad su antigua armoniosa correspondencia; si lo segundo, la Asunción declara en toda la extensión de la provincia a la de Corrientes, por traidora y enemiga, como por Bando publicado en los pueblos de Misiones ha hecho el general Velasco y Huidobro contra el coronel Rocamora”.
(2) Antiguo soldado de tropa ligera destinado a la persecución de malhechores o a la custodia de los bosques reales.
Para responder con altivez, Galván carecía de fuerzas; según su propia confesión dio “contestación paliativa, a fin de evitar desgracias y perjuicios”.
Luego, el jefe paraguayo exigió alimentos, que le fueron arbitrados ante la falta de elementos organizados de defensa. Zavala desembarcó en el “puerto de La Rozada” una compañía de miñones destinada -al parecer- a infundir miedo, pues se pasearon los soldados por las calles profiriendo amenazas e injurias contra las autoridades y los vecinos; al mismo tiempo exigió cuarenta animales vacunos para el consumo de sus fuerzas y el despacho franco e inmediato de los buques detenidos, cuyas guías y papeles -secuestrados- debían serle devueltos en el acto.
Aún era pequeña su exigencia, dada su posición. Todo le fue concedido, y escuadra y buques mercantes dejaron libre el Puerto el 3 de Octubre de 1810. El Cabildo de Corrientes comunicó el hecho a la Junta de Buenos Aires y declaró traidores a los tripulantes de los buques, que abandonaron el Puerto siguiendo al Paraguay.
El invasor se retiró sin combatir pero el suceso dejó como saldo la profundización de la división de la sociedad correntina entre españoles y criollos.
Al mismo tiempo que operó la escuadrilla paraguaya, una fuerza de tierra se apoderó del territorio correntino de Curupayty. Dos sorpresas más dieron después los paraguayos -a lo indio, en canoas y de noche- cayendo sobre el barrio de “La Rozada”, donde el español José María Durán(3), muy patriota, tenía un gran establecimiento industrial de construcciones navales, las dos veces saqueado.
(3) En el libro “Narraciones”, del doctor Manuel Floerncio Mantilla, hallará el lector un capítulo sobre José María Durán.
El 28 de Septiembre de 1810 Ferrer comunicó que Fulgencio Yegros había capturado al comandante Piris -en el Paso de Itatí- y que el Alcalde de 1er. voto del Cabildo de Asunción reforzaría a Yegros con 40 hombres que se hallaban en Curupayty para ocupar los dos pasos restantes(4).
(4) Citado en Blas Garay. “La revolución de la independencia del Paraguay”, pp. 39-44, Madrid (1897). Est. tip. de la viuda e hijos de Tello.
- La ciudad se arma
El suceso puso de manifiesto que el gobernante y el vecindario tenían que alistarse de alguna suerte para la defensa, porque la población estaba abierta a cualquier enemigo:
* por iniciativa de Angel Fernández Blanco fueron organizadas dos compañías de infantería cívicas, mandadas, equipadas y armadas por él.
* el Teniente de Gobernador formó dos más de infantería y artillería. En la Ciudad de Corrientes se organizaron -con intervención directa del vecindario- estas dos compañías de voluntarios de infantería, designándose plebiscitariamente a sus capitanes.
Con acuerdo de éstos, Galván nombra los oficiales y, entre ellos, como Alférez de la segunda compañía, a Rafael J. de Mantilla(5).
(5) Despacho oficial dado el 22 de Noviembre de 1810. // “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo al Tratado del Cuadrilátero)”, del doctor Hernán Félix Gómez.
* se pidieron contingentes a la campaña, para disciplinar un gran Cuerpo en calidad de veteranos;
* se estableció un campamento de instrucción en Las Ensenadas;
* se colocaron Guardias de voluntarios activos en los pasos del Rey(6), Itatí, Yahape e Ita Ibaté;
(6) Desde entonces principió el cambio de nombre del lugar: Paso de la Patria por Paso del Rey.
* se ordenó a los Comandantes de campaña que tuviesen las milicias sobreaviso;
* reiteróse a la Junta pedido urgente de armas y municiones;
* se recogieron todas las armas particulares;
* encargóse al maestro de ribera, Silvestre Mayol, la pronta construcción de tres grandes lanchones, para la vigilancia del río.
De todo se instruyó al vocal Manuel Belgrano, Comandante en Jefe de la expedición auxiliar del Norte, manifestándole la inminencia de una invasión paraguaya y la suprema necesidad de su protección, a lo que respondió con la orden de concentrar en San Roque las milicias armadas y esperar la llegada de su división.
La ocupación -luego- del territorio correntino de Curupayty, y dos nuevos asaltos nocturnos a los barrios suburbanos de la ciudad, enseñaron la necesidad de preparar la defensa, tarea que asume de inmediato Galván.
- Buenos Aires decreta la expedición al Paraguay
En cuanto a la campaña, se inició la reunión de la milicia, se la adiestró, se ocuparon los pasos de los ríos y, mediante donaciones de toda especie, pudo armarse el pueblo en espera de la cooperación prometida desde Buenos Aires.
En efecto: la Junta de Mayo había resuelto auxiliar con fuerza armada a los pueblos de la Banda Oriental, Santa Fe, Corrientes y Paraguay, “para ponerlos a cubierto de cualquier insulto o vejamen que puedan sufrir por los enemigos de los derechos de los pueblos y de la justa causa en que gloriosamente se hallan empeñadas estas poblaciones”.
La expedición fue confiada -el 22 de Septiembre de 1810- al general Manuel Belgrano, vocal de la Junta revolucionaria(7), autorizándoselo “en clase de representante de la Junta con los mismos honores, tratamientos, distinciones y facultades que a ésta correspondían”.
(7) Documentos del Archivo de Manuel Belgrano, tomo III, p. 93. // “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo al Tratado del Cuadrilátero)”, del doctor Hernán Félix Gómez.
El 7 de Octubre de 1810 Gaspar de Vigodet se hace cargo del mando de la Gobernación política y militar de Montevideo (1810-1811). Había sido designado por el Consejo de Regencia y ejercerá el poder hasta el regreso de Francisco Javier de Elío.
El 10 de Octubre, Velasco y Huidobro dio a conocer un Oficio de Vigodet, donde el ex virrey Cisneros manifestaba que las firmas en las Circulares que aconsejaban reconocer a la Junta le habían sido arrancadas a la fuerza. Este hecho reforzará la posición que había adoptado la provincia del Paraguay.
El 13 de Noviembre de 1810 Gaspar de Vigodet lanzó una Proclama a los paraguayos, alentándolos en su resistencia a la Junta porteña.