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Estado de las milicias en la Provincia del Paraguay

Durante la Administración del gobernador-intendente Joaquín de Alós y Brú (1786-1796), la Provincia del Paraguay contaba con cinco regimientos de milicianos(1).

(1) REGIMIENTOS PROVINCIA DEL PARAGUAY:
* Regimiento de dragones de Quyquyhó, luego denominado “de Tebicuary”, que prestaba servicios en guardias, presidios o fortines hacia el Sur de Asunción. Tenía la misión de vigilar 40 leguas de la costa del río Paraguay frente al Chaco.
* Regimiento de dragones de Tapuá, que prestaba servicios al Norte de Asunción hasta la desembocadura del río Piribebuy y el pueblo indígena de Melodía en el Chaco. Vigilaba 20 leguas del río Paraguay.
* Regimiento de dragones de la Cordillera, que prestaba servicio al Norte de Asunción hasta la Villa Real de Concepción (actual Concepción). Vigilaba 36 leguas del río Paraguay.
* Tres escuadrones de la Ciudad de Asunción, uno de dragones, uno de infantería y uno de artillería. Los dos primeros vigilaban 11 leguas del río Paraguay frente al Chaco.
- Citado por el Instituto Belgraniano Central (1982). Documentos para la Historia del General don Manuel Belgrano, p. 348, tomo III, volumen 1, 1792-1811, Buenos Aires. Instituto Nacional Belgraniano.

La distribución era geográfica y lo integraban los pobladores que vivían en cada una de las correspondientes jurisdicciones, las que estaban a su vez divididas en “Compañías”. Esta división -que incidirá posteriormente en la organización espacial de la población paraguaya- también tenía como objetivo el control interno de la población, en consonancia con el diseño militarista que la monarquía borbónica intentó aplicar al universo civil(2).

(2) Ezequiel Abásolo (2010). “La militarización borbónica de las Indias como trasfondo de las experiencias políticas revolucionarias rioplatenses”, pp. 154.164.

La resolución del virrey Juan José de Vértiz y Salcedo de reducir estos regimientos a tres no pudo ser ejecutada en la época de Alós y Brú pero, en 1798, se produjo la fusión de los regimientos de Tapuá y de la Cordillera.

El Real Reglamento de Milicias del 14 de Enero de 1801 estableció dos regimientos de 1.200 hombres cada uno y un batallón de artillería que -más tarde- se aumentaría a dos. La distribución también fue geográfica, separados por un paralelo que pasaba por Asunción.

Estas modificaciones recién comenzaron a aplicarse a partir del año 1803 y estuvieron a cargo del gobernador-intendente Lázaro de Ribera y Espinosa (1796-1806) y del Subinspector General de Armas de la provincia, el coronel José Espínola y Peña(3).

(3) REGIMIENTOS PROVINCIA DEL PARAGUAY (1803):
* El Regimiento Nro. 1 de Voluntarios de Caballería del Paraguay, denominado de “Costa Abajo”, cubría la zona desde Asunción hasta Ñeembucú (Pilar) y su comandancia estaba en Asunción. En su jurisdicción había 12 guardias o destacamentos con 156 hombres en total.
* El Regimiento Nro. 2 de Voluntarios de Caballería del Paraguay, denominado de “Costa Arriba”, cubría la zona desde Asunción hasta la frontera norte de la provincia y su comandancia estaba en la Villa Real de la Concepción. Cubría 8 guardias con 79 hombres en total.
* Real Batallón de Artillería del Paraguay.

Sin embargo, los regimientos de caballería que debían contar con 1.200 hombres cada uno, “apenas alcanzaban a (un total de) 450, esparcidos en la vasta zona que les correspondía cubrir”(4).

(4) Luis Vittone (1969). “Las fuerzas armadas paraguayas en sus distintas épocas”, Asunción, Editorial El Gráfico.

Las Guardias o fortines (llamados “presidios” en la nomenclatura administrativa), salvo los de Borbón, San Carlos y Arecutacuá (actual Emboscada) eran una simple estacada que rodeaba un rancho para vivienda y un cañoncito para avisar a milicianos y vecinos la aproximación de los indígenas.

Servían además de postas para el aprovisionamiento de los “beneficiarios” o productores de la yerba mate. Los soldados no tenían uniformes reglamentarios y los que los tenían no estaban normalizados.

De hecho, en las batallas de Paraguarí y Tacuarí los soldados paraguayos usaron hojas de árboles como insignia para identificarse. La gradual pacificación y extinción de los indígenas del Chaco suprimió las “entradas” a tierras enemigas y el servicio militar se transformó en la rutina de las guardias costeras sobre el río Paraguay.

Esto produjo la falta de instrucción de una parte considerable de la población. En 1805, el coronel Félix de Azara informó lo siguiente:

“El ejercicio de las armas les es ignorado. Rarísimo campestre ha visto en su vida un arma de fuego en su mano, y muchísimos ignoran aún el por dónde se empuña una espada”(5).

(5) Félix de Azara. “Informe sobre la formación de milicias urbanas en el Paraguay” en: Félix de Azara (1847). “Memorias sobre el estado rural del Río de la Plata en 1801: demarcación de límites entre el Brasil y el Paraguay a últimos del siglo XVIII e informes sobre varios particulares de la América Meridional española”, p. 160. Publicado por Agustín de Azara, Madrid, Imprenta de Sanchiz.

La falta de armamentos, equipos, municiones y pólvora fue crónica en la provincia. La carencia de plomo requirió muchas veces la compra de platos y bandejas de estaño para fabricar balas y se utilizó el papel de antiguas Bulas eclesiásticas para fabricar cartuchos. Las puntas de las lanzas se fabricaron con hierros provenientes de rejas, adornos y otros objetos de hierro de iglesias y casas particulares o de maderas endurecidas a fuego(6).

(6) Tomás L. Micó (1975). “Antecedentes históricos de Encarnación, Itapúa”, p. 95, Asunción.

En el detallado Inventario General de la artillería, montas, municiones, pertrechos y demás que se encontraban en los Reales Almacenes al 16 de Marzo de 1810, figuraban 9 cañones de bronce, de los cuales sólo 4 estaban en servicio, 3 en estado regular y 2 eran inútiles.

De los 7 cañones de hierro de a 4 (81,1 mm), todos estaban en estado regular. De 413 fusiles, 88 estaban en estado regular y 105 eran inútiles. Había 280 sables y espadas en servicio y 21 pistolas(7).

(7) Revista del Instituto Paraguayo (1899), pp. 250-254.

Según Vittone el total de armas para enfrentar a Belgrano -una vez sumados los recogidos en los pueblos y en las misiones, con exageración- sumaban 500 fusiles(8).

(8) Luis Vittone (1960). “El Paraguay en la lucha por su independencia”, p. 39, Asunción. Imprenta Militar . Dirección Publicaciones.

Micó sostiene que unos 430 soldados estaban equipados con armas de fuego(9).

(9) Tomás L. Micó (1975). “Antecedentes históricos de Encarnación, Itapúa”, p. 95, Asunción.

Existieron diversos intentos para crear y mantener tropas profesionales o veteranas. El gobernador Agustín Fernando de Pinedo (1772-1778) hizo un pedido al rey en 1775. Posteriormente Pedro Melo de Portugal intentó aplicar el monto de “sisas” y “arbitrios” para el mismo fin.

En 1788 el Cabildo de Asunción repitió el pedido. Fue el gobernador-intendente Alós y Brú, en 1791, el que propuso concretamente solventar a 400 soldados estancando la yerba mate.

El gobernador Ribera y Espinosa volvió al tema en 1798 y comentó irónicamente:
“Ignoro si esto (el pedido de Alós y Brú) fue atendido porque (...) hay motivos que persuaden que el influjo de cuatro o seis comerciantes de Buenos Aires, demasiado interesados en el giro de la yerba, pudo tal vez detener el curso del expediente”(10).

(10) Edberto Óscar Acevedo (1996). “La Intendencia del Paraguay en el Virreinato del Río de la Plata”, p. 184. Fundación Centro de Estudios Políticos y Administrativos, Buenos Aires. Ediciones Ciudad Argentina.

El gobernador-intendente Bernardo de Velasco y Huidobro propuso un plan para crear un pequeño Cuerpo militar de 500 a 600 hombres, “socorridos y disciplinados”, que dejara en libertad a los vecinos para que cultivaran los campos, no los tuvieran que abandonar ni prestar servicios gratuitos en las fronteras. Este Cuerpo estaría capacitado realmente para la defensa de la provincia.

Por Real Orden del 14 de Febrero de 1806 se aprobó la formación de tropas para la defensa de las misiones pero como esa orden no fue comunicada a Velasco y Huidobro este continuó proveyendo a la defensa de esa frontera a costa de enormes sacrificios.

A esto se sumó -extrañamente- la desaparición del mencionado plan de Velasco y Huidobro, tanto de la Secretaría del Virreinato en Buenos Aires como de su propio archivo.

Un hecho que traería importantes consecuencias fue la invasión inglesa al Río de la Plata. El 14 de Julio de 1806 el virrey Sobre Monte pidió auxilio de tropas a la Provincia del Paraguay. Los regimientos paraguayos carecían de efectivo y equipo adecuado. La elección del coronel José Espínola y Peña como jefe de la expedición a enviar a Buenos Aires no pudo ser peor.

Como los mejores hombres estaban exentos del servicio militar por estar matriculados en la Real Renta de Tabaco, Espínola y Peña realizó un enrolamiento forzoso sin miramiento alguno. Esto aumentó las deserciones y las quejas.

El 4 de Agosto de 1806 partieron de Asunción 546 hombres en tres barcos que finalmente terminaron en Montevideo. Sobre Monte realizó un segundo pedido de auxilio a la Provincia. En medio de la conmoción pública que produjo la anterior leva forzosa, Velasco y Huidobro contestó al virrey que corría el riesgo de pasar “vergüenza de ser detenido o el desaire de salir de la provincia como un prófugo”(11).

(11) Fulgencio Ricardo Moreno (1976). “Geografía etnográfica del Chaco: estudio sobre la independencia del Paraguay”, p. 378. Asunción. Instituto Colorado de Cultura.

De todas maneras Velasco y Huidobro envió otros 407 hombres y partió hacia Buenos Aires. Las fuerzas paraguayas fueron aniquiladas por los ingleses en una batalla regular a campo abierto que dirigió Sobre Monte en el Buceo, el 20 de Enero de 1807.

Este auxilio militar provocó tal rechazo en la provincia que la misma se reavivó instantáneamente cuando Espínola y Peña -como enviado de la Junta de Buenos Aires- intentó reclutar nuevamente soldados en Pilar para enviarlos a Buenos Aires.

El 16 de Marzo de 1810, Velasco y Huidobro informó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros sobre el estado de los dos regimientos de la provincia:

“Las costumbres de los habitantes y la desorganización que trae su origen desde el momento que se crearon los hace enteramente inútiles; la fuerza es contingente y puramente negativa, que sólo sirven para hacer responsables a los jefes de cualquier evento y que se crea a larga distancia (de) que hay tropas que no hacen gasto al Erario; siendo en realidad imaginarios y que dejan tan expuestos los dominios del Rey como si no existieran (...) las distancias y dispersión (...) hacen impracticable su disciplina y reunión (...) no hay cuarteles ni galpones en donde puedan situarse durante la instrucción (...) los capitanes y subalternos (...) no conocen a sus soldados ni estos a ellos”(12).

(12) Velasco a Cisneros en: Fulgencio Ricardo Moreno (1976). “Geografía etnográfica del Chaco: estudio sobre la independencia del Paraguay”, pp. 375/6. Asunción. Instituto Colorado de Cultura.

El 15 de Mayo de 1810 Cisneros pidió a Velasco y Huidobro una copia de su plan con la intención de ponerla en ejecución. Diez días después fue destituido de su cargo como virrey.

El Informe de Velasco y Huidobro más el Inventario del armamento -obrantes en la Secretaría virreinal- sumado a los datos que pudo aportar Espínola y Peña permitió a la Junta de Buenos Aires conocer con exactitud la capacidad militar de la Provincia del Paraguay al momento de decidir la expedición al mando de Manuel Belgrano.

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