ARTIGAS Y LAS MASAS POPULARES EN LA REVOLUCION
- Details
- Category: ARTIGAS Y LAS MASAS POPULARES EN LA REVOLUCION
- El artiguismo: continuación del morenismo
Con la muerte de Mariano Moreno, la revolución entra en un proceso de estancamiento y de involución. Según el historiador Vicente Fidel López “los hombres de peso y de pesos” toman el poder vacante. El resplandor de la gesta de Mayo se apaga en Buenos Aires y se enciende en la Banda Oriental.
Con Moreno no se llevó a cabo una revolución de masas pues la pequeña burguesía revolucionaria (expresada en Mariano Moreno y sus amigos, Juan José Castelli y Manuel Belgrano), no logra entroncar con las masas del Interior.
En cambio, José Gervasio Artigas es un verdadero caudillo de masas. Tanto es así que, por su accionar, es uno de los hombres más execrados por la Historia Oficial. Los padres de dicha corriente -Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, a quienes generalmente se les adjudican juicios equilibrados y valoraciones científicas ajenas a todo apasionamiento- se ocuparon con idéntica saña del caudillo oriental.
Así, en carta privada, Mitre se regocija ante el propio López de esa actitud. “Ambos -dice el fundador de "La Nación"- hemos tenido las mismas repulsiones contra los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos enterrado históricamente”(1).
(1) Vicente Fidel López. “Manual de la Historia Argentina”, Talleres L. J. Rosso, Buenos Aires, p. 243. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
Manuel Florencio Mantilla, en la línea de los anteriores, sostiene en forma despectiva sobre los artiguistas:
“Aquél era un conjunto aterrador y repugnante, una indiada poco menos que desnuda, sucia, fea y de aspecto feroz. Unos llevaban harapos, otros raídos chiripás tan solo y otros se cubrían con pedazos de cuero”(2).
(2) Manuel Florencio Mantilla (1928). “Crónica histórica de la provincia de Corrientes”, tomo I, pp. 2-3. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
A la execración le sigue más adelante la deformación histórica. Así, Artigas ya no es un facineroso, un bárbaro, ni un déspota sanguinario, sino un caudillo “uruguayo”; es decir, un jefe de masas que lucha por la independencia del Uruguay.
De esta manera ingresa a la historia oficial en los últimos tiempos. Pasa a los monumentos oficiales como el caudillo uruguayo fundador de ese país. La realidad es que durante toda su vida Artigas rechazó la propuesta de independizar a la Banda Oriental. Quería una provincia federal integrante de una Confederación con el resto de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Esa aceptación deformada, oculta su verdadera identidad de caudillo de masas hispanoamericano, Protector de los Pueblos Libres, defensor del indio, del gaucho y de todo desamparado que hubiese en estas tierras; enemigo a muerte del centralismo porteño, del absolutismo español y de la avidez británica.
El revisionismo federal provinciano y algunos representantes del revisionismo rosista-peronista, como José María Rosa(3), reivindicaron a Artigas en las últimas décadas reconociéndole sus indiscutibles valores.
(3) José María Rosa (1960). “Artigas. La revolución de Mayo y la unidad hispanoamericana”, Fundación Raúl Scalabrini Ortiz, Buenos Aires. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
- La insurrección artiguista
La rebelión artiguista nace poco después de la revolución de Mayo con la insurrección de la campaña oriental. Un frente social de peones, gauchos, indios, negros e incluso hacendados (en su primera época) encuentra en Artigas a su representante, al hombre capaz de liderarlos y encaminarlos en ese torrente de revolución democrática que se desata por toda América hispana a partir de 1809.
José Artigas nació en 1764, en una familia de hacendados. Se hace gaucho en los campos de su familia. Allí aprende las faenas rurales, conoce al hombre de la campaña, negocia en cueros y deambula durante un tiempo “como hombre suelto” -tal vez contrabandista- dadas las restricciones al comercio impuestas por el absolutismo.
Como muchos, anda entre la legalidad y la ilegalidad. Finalmente, en 1797, se incorpora al regimiento de blandengues veteranos de la Frontera de Montevideo (así llamado por un pájaro litoraleño caracterizado por una especie de capucha), Cuerpo al que generalmente se destina a quienes tienen cuentas pendientes con la ley y se los indulta al pasar al servicio de las armas.
Hacia 1800 se desempeña como ayudante de Félix de Azara -en tareas de colonización agrícola- acercándose así al conocimiento de la cuestión agraria. Poco más tarde será Juez de Tierras, con la función de instalar colonos.
Su bautismo militar parece producirse al enfrentar las dos invasiones inglesas (en la primera, en Buenos Aires, y, en la segunda, en Montevideo). Ya capitán de blandengues, y conmovido por la revolución de Mayo -a principios de 1811- pasa a Buenos Aires y se entrevista con integrantes de la Primera Junta quienes le aseguran cierto apoyo en hombres y armas si se lanza a insurreccionar la campaña oriental.
La Junta sigue así el consejo de Moreno quien escribió en el Plan de Operaciones que existe “la necesidad de atraer a la causa de la revolución” a “un Barde negro, a un Baltasar Bargas, a los hermanos y primos de Artigas, a un Benavídez, a un Vázquez de San José y a un Baltasar Ojeda”(4).
(4) Mariano Moreno (1937). “Escritos Políticos y Económicos”, Edición Letras Argentinas, Buenos Aires, p. 293. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
Ellos resultan -un año después- jefes de la insurrección artiguista. Baltasar o Balta Vargas es “un paraguayo aindiado que porta una hoja de tijera de esquilar atada con un tiento ... y que costeando el Arroyo Grande acaudilla patriotas” para las fuerzas de Artigas. Eusebio Valdenegro -seguramente, Barde negro- “es poeta y payador”, moreno de cutis, gaucho guapo, jugador y bebedor que acompañaba a Artigas en la mayor parte de la lucha.
Los hermanos Ojeda, Baltasar y Pancho son indios fuertes, de bigotes ralos y caras anchas, paraguayos rastreadores y baqueanos, conocedores de la tierra norteña como de sus propias manos, “capaces de distinguir los campos por el olor de sus hierbas”, quienes reclutan hombres para Artigas formando una compañia de voluntarios de Tacuarembó.
De San José llega -para volcar fuerzas en el artiguismo- Juan Francisco Vázquez, “más conocido por Chiquitín, influyente personaje de la zona”(5).
(5) Jesualdo (1961). “Artigas. Del vasallaje a la revolución”, Editorial Losada, Buenos Aires, pp. 201-202-203-204-217. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
Y, por supuesto, los hermanos y primos de Artigas, principales lugartenientes en la lucha por la liberación.
Con estos hombres (“por los talentos y opiniones populares que han adquirido por sus hechos temerarios”, escribía Moreno) y con José Rondeau y José Artigas (“por sus conocimientos, talentos, opiniones y concepto”), el Plan proyecta insurreccionar la campaña oriental “haciendo progresos rápidos en poco tiempo”(6).
(6) Mariano Moreno (1937). “Escritos Políticos y Económicos”, Edición Letras Argentinas, Buenos Aires, p. 293. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
Salvo las vacilaciones y defecciones de Rondeau, son estos hombres los que al frente de sus gauchos retoman -un año después- la verdadera bandera de Mayo. Esa misma que Manuel Artigas -el primo de José- aprendió a enarbolar en Buenos Aires junto a French -en el Regimiento Estrella- bastión del morenismo.
Poco después de la entrevista de José Artigas con la Junta se produce el “Grito de Asencio” (28 de Febrero de 1811); éste es el estallido de la revolución en la Banda Oriental.
Fracasada la campaña de Belgrano en el Paraguay y con enormes dificultades en el Alto Perú, la revolución -que se inicia en el Río de la Plata, en Buenos Aires- se expande y encierra entre dos fuegos al absolutismo en Montevideo.
Con la ayuda de 150 hombres provenientes de Buenos Aires, los revolucionarios derrotan a las fuerzas realistas en Las Piedras, en Mayo de 1811. Luego avanzan sobre Montevideo, iniciando así el sitio bajo la jefatura de Rondeau.
De este modo ingresa el artiguismo en la revolución hispanoamericana, cumpliendo lo previsto por Moreno en su “Plan de Operaciones” y colocando al absolutismo al borde de su total aniquilamiento en el Río de la Plata.
- La base social del artiguismo
¿Quiénes son los hombres de Artigas?, se pregunta el historiador Jesualdo. Y responde:
“Con viejas carabinas enmohecidas, sables mellados y sin empuñadura, pistolones y trabucos naranjeros, hojas de tijera de esquilar y medias lunas de desjarretar enastadas en cañas, ornadas con trapos multicolores, van esos paisanos que ondean al viento sus camisas rayadas, sus chiripás de merino, los más sin sombrero o simplemente una vincha sujetando la revuelta cabellera, con sus rostros requemados por el sol de las cuchillas, con las narices aplastadas, anchas y sensuales, olfateantes, que parecen llevar todo el olor del campo, con los labios de esponja salientes como chatos higos maduros y los ojos inyectados en sangre o la mirada aguda de pajarraco criollo capaz de distinguir el meneo de un bulto en la espesa cerrazón o en la noche más oscura”(7).
(7) Jesualdo (1961). “Artigas. Del vasallaje a la revolución”, Editorial Losada, Buenos Aires, p. 198. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
Y agrega Jesualdo:
“Es una multitud desharrapada que lo sigue de cerca. Es gente que no entiende jerarquías. ¿Qué es en verdad para ellos un jefe? Changadores, troperos, negros bisoños, indios a medio civilizar, desheredados de la fortuna y amigos de la infancia y correrías... Un jefe es nada más que un hombre más ‘leído’, más guapo, más hábil, más jinete, mejor enlazador o pialador, más ducho en las faenas de la yerra y del corambre, más discreto enamorador. Y a ese hombre no se le teme, se le admira. Por eso van ahí con él, siempre irán con él, sus muchachos...”(8).
(8) Jesualdo (1961). “Artigas. Del vasallaje a la revolución”, Editorial Losada, Buenos Aires, p. 224. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
- La primera traición
La posibilidad de aniquilar al absolutismo se frustra muy poco tiempo después. El virrey Francisco Javier de Elío -desesperado al quedar reducida su acción a Montevideo- con revolucionarios a su frente y a su espalda, pacta una alianza con los portugueses para que éstos ingresen a la campaña oriental para hostilizar a las fuerzas artiguistas.
Pero, al mismo tiempo, ocurre otro suceso contrarrevolucionario: en Buenos Aires, “la gente de peso y de pesos” asume el poder. Son los Manuel García, los Riglos, los Rivadavia.
Se constituye el primer Triunvirato, Gobierno que expresa los intereses de la burguesía comercial porteña nutrida de criollos ex contrabandistas y de mercaderes ingleses instalados en Buenos Aires dos o tres años atrás.
El triunfo saavedrista del 5 y 6 de Abril de 1811 -finalmente usufructuado por la burguesía comercial que coloca el primer Triunvirato- significa el confinamiento de la casi totalidad de los protagonistas principales de los sucesos de Mayo.
Sólo Juan José Paso, Domingo Matheu y Cornelio Saavedra logran mantenerse, mientras French, Beruti, Donado, Azcuénaga, Larrea, Vieytes, Rodríguez Peña y otros fueron detenidos y enviados al Interior del país.
En tanto, Moreno -presumiblemente envenenado- es arrojado al mar, Belgrano y Castelli son objeto de toda clase de injurias y hasta juicio y prisión en el segundo caso. Para ese régimen de los mercaderes, la revolución es solamente el comercio libre con los ingleses y nada le interesan las banderas democráticas y revolucionarias de Moreno y Artigas.
Por esta razón, el Gobierno de Buenos Aires traiciona a Artigas al pactar con Francisco Javier de Elío (Octubre de 1811), reconociéndole su dominio sobre toda la Banda Oriental, y con la condición de que negocie el retiro de las fuerzas portuguesas.
Las tropas porteñas regresan a Buenos Aires y se desentienden de la guerra dejando a Artigas entre dos fuegos: el del absolutismo montevideano y el de los portugueses, cuyo retroceso resulta incierto.
El Protector de los Pueblos Libres convoca a una Asamblea de sus seguidores en la que se lo elige Jefe de los Orientales. Asimismo, se reconoce la imposibilidad de proseguir la lucha. Es la “redota” (como llaman los gauchos orientales, a la derrota provocada por la traición porteña).
Deciden retirarse con sus familias, sus carretas y sus animales. Artigas inicia el camino hacia el Norte y cinco o seis mil personas (en una campaña donde habitan 20.000), deciden seguirlo: es el llamado Exodo Oriental.
Así, durante dos meses recorren más de 500 kilómetros hasta cruzar el río Uruguay y asentarse en Ayuí, cerca de Concordia (Entre Ríos).
Con esta retirada concluye la primera etapa de la lucha artiguista por la emancipación.
- La segunda traición: los traidores lo declaran traidor
Durante un año, Artigas y sus hombres permanecen en el Ayuí. En Julio de 1812, el Gobierno porteño -a fin de asegurar plenamente su política de apertura económica- estima necesaria la eliminación del foco absolutista de Montevideo.
Los porteños no desean que esto signifique un triunfo de Artigas y una consolidación de esa fuerza popular que, a los ojos del primer Triunvirato, resultan forajidos bárbaros; una democracia inorgánica incapaz de ser gobernada.
De allí que deciden enviar a Manuel de Sarratea como Jefe de un ejército que se ubica cerca del Ayuí, con lo cual Artigas queda como subordinado. Este acepta la situación en aras de la causa, pero Sarratea logra sobornar a algunos jefes artiguistas (Valdenegro y Vázquez), que abandonan a Don José y se pasan a las fuerzas porteñas.
Ello provoca la reacción de Artigas, quien desobedece a Sarratea. No acepta que el Gobierno de Buenos Aires imponga órdenes a la Banda Oriental considerando a ambas provincias en pie de igualdad:
“El oriental es un pueblo libre con la consiguiente soberanía”, declara Artigas; no en sentido separatista, sino por considerarse en pie de igualdad con Buenos Aires.
Y escribe en Diciembre de 1812:
“...Cese ya V. E. de impartirme órdenes... No cuente ya con algunos de nosotros, porque sabemos muy bien que nuestro obedecimiento hará precisamente el triunfo de la intriga... El pueblo de Buenos Aires es y será siempre nuestro hermano, pero nunca su Gobierno actual... Yo no soy agresor, ni tampoco el responsable...”(9).
(9) Enrique Méndez Vives (1972). “Artigas y la Patria Grande. Carta de Artigas a Sarratea del 25 de Diciembre de 1812”, Ediciones Tauro, Montevideo, p. 47. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
La disidencia Artigas-Sarratea se agrava. Sarratea lo declara “traidor a la patria”. Artigas le apunta: “Después de mis servicios, de mis trabajos, de mis pérdidas: yo, ¡declarado traidor!... Retírese V. E. en el momento”(10).
(10) Enrique Méndez Vives (1972). “Artigas y la Patria Grande. Carta de Artigas a Sarratea del 25 de Diciembre de 1812”, Ediciones Tauro, Montevideo, p. 47. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
La intervención de José Rondeau y Domingo French logra que Sarratea se retire del mando y regrese a Buenos Aires (precisamente, French fue la mano derecha de Moreno en su momento y luego fue confinado por el primer Triunvirato).
French regresa finalmente, porque después de Octubre de 1812 José de San Martín pone el ejército en la calle y tumba al primer Triunvirato. Con él vuelven a Buenos Aires todos los desterrados que compartieron el proceso de Mayo: Vieytes, Rodríguez Peña, Larrea, Azcuénaga, Beruti y Donado. Es el viejo morenismo, pero sin Moreno.
Del segundo Triunvirato sale la convocatoria a la Asamblea del Año XIII, que aplica las medidas propias de una revolución democrática al estilo de la Revolución Francesa. Es decir, acaba con los escudos nobiliarios y con los instrumentos de tortura y declara la libertad de vientres.
En 1813, aquellos viejos morenistas de 1810 son más bien partidarios de un despotismo ilustrado que de una posición revolucionaria. Quieren hacer las cosas para el pueblo, pero sin el pueblo. No obstante, invitan a Artigas a que envíe sus diputados a la Asamblea. Esta situación posibilita la confluencia de tropas porteñas y orientales para iniciar el segundo sitio al absolutismo acantonado en Montevideo.
Las Instrucciones dadas por Artigas a los diputados de la provincia Oriental para su desempeño ante la Asamblea Constituyente de Buenos Aires, son las siguientes:
“Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la Corona de España, y familia de los Borbones, y que toda conexión política entre ellas y el Estado de España es, y debe ser, totalmente disuelta.
"Art. 2do.. No admitirá otro sistema que el de la confederación para el pacto recíproco con las provincias que formen nuestro Estado.
"Art. 3ro.. Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable.
"Art. 4to.. Como el objeto y fin del Gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia formará su Gobierno bajo esas bases, a más del Gobierno Supremo de la Nación.
"Art. 5to.. Así éste como aquél se dividirán en poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
"Art. 6to.. Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí y serán independientes en sus facultades.
"Art. 7mo.. El Gobierno Supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado. El resto es peculiar al Gobierno de cada provincia.
"Art. 8vo.. El territorio que ocupan estos pueblos de la costa oriental del Uruguay, hasta la fortaleza de Santa Teresa, forma una sola provincia, denominada: LA PROVINCIA ORIENTAL.
"Art. 9no.. Que los siete pueblos de Misiones, los de Batoví, Santa Tecla, San Rafael y Tacuarembó -que hoy ocupan injustamente los portugueses, y a su tiempo deben reclamarse- serán en todo tiempo territorio de esta provincia.
"Art. 10mo.. Que esta provincia, por la presente, entra separadamente en una firme Liga de amistad con cada una de las otras, para su defensa común, seguridad de su libertad y para su mutua y general felicidad, obligándose a asistir a cada una de las otras contra toda violencia o ataques hechos sobre ellas, o sobre alguna de ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico o algún otro pretexto, cualquiera que sea.
"Art. 11mo.. Que esta provincia retiene su soberanía, libertad e independencia, y todo poder, jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la Confederación a las Provincias Unidas juntas en Congreso.
"Art. 12mo.. Que el puerto de Maldonado sea libre para todos los buques que concurran a la introducción de efectos y exportación de frutos, poniéndose la correspondiente Aduana en aquel pueblo; pidiendo al efecto se oficie al Comandante de las fuerzas de S.M.B. sobre la apertura de aquel puerto para que proteja la navegación, o comercio, de su nación.
"Art. 13ro.. Que el puerto de la Colonia sea igualmente habilitado en los términos prescriptos en el Artículo anterior.
"Art. 14to.. Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de una provincia a otra; ni que ninguna preferencia se dé por cualquier regulación de comercio o renta a los puertos de una provincia sobre los de otra; ni los barcos destinados de esta provincia a otra serán obligados a entrar, a anclar, o pagar derechos en otra.
"Art. 15to.. No permita se haga ley para esta provincia sobre bienes extranjeros que mueran intestados, sobre multas y confiscaciones que se aplicaban antes al rey, y sobre territorios de éste, mientras ella no forme su reglamento y determine a qué fondos deben aplicarse, como única al derecho de hacerlo en lo económico de su jurisdicción.
"Art. 16to.. Que esta provincia tendrá su Constitución territorial; y que ella tiene el derecho de sancionar la general de las Provincias Unidas que forme la Asamblea Constituyente.
"Art. 17mo.. Que esta provincia tiene derecho para levantar los regimientos que necesite, nombrar los oficiales de campaña, reglar la milicia de ella para la seguridad de su libertad, por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos para guardar y tener armas.
"Art. 18vo.. El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos.
"Art. 19no.. Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires donde resida el sitio del Gobierno de las Provincias Unidas.
"Art.20mo.. La Constitución garantizará a las Provincias Unidas una forma de gobierno republicana, y que asegure a cada una de ellas de las violencias domésticas, usurpaciones de sus derechos, libertad y seguridad de su soberanía, que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y asimismo, prestará toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad, a todo cuánto crea, o juzgue necesario para preservar a esta provincia las ventajas de la libertad, y mantener un gobierno libre, de piedad, justicia, moderación e industria. Para todo lo cual, etc.(11).
(11) Washington Reyes Abadie (1986). “Artigas y el federalismo en el Río de la Plata”, Hyspamérica Ediciones Argentina S.A., Buenos Aires, p. 320. // Citado por de Norberto Galasso, publicado en “Cuadernos para la Otra Historia”.
En Junio de 1813 los diputados orientales son rechazados por la Asamblea. A esto se suma la conducta de Rondeau, que organiza un Congreso en Capilla Maciel, al margen de Artigas.
A esto, el caudillo oriental responde, el 20 de Enero de 1814, retirándose del segundo sitio de Montevideo que mantenía junto a Rondeau.
Es “La Marcha Secreta”. Por esta actitud, por segunda vez, es declarado traidor por el Gobierno porteño.