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Hacia el Ñeembucú. La fundación de Curupayty y los conflictos con el Paraguay

Hacia el norte, en la otra banda del Paraná, entre los Pasos del Rey (hoy Paso de la Patria), y de Itatí, se extiende la región del Ñeembucú, todavía despoblada en el último tercio del siglo XVIII. Dicha región, limitada por los ríos Paraguay, Paraná y Tebicuary, constituye un paisaje, de características semejantes, al triángulo fluvial constituido por el Paraná y el Santa Lucía, formado por depósitos sedimentarios del Terciario y aluvionales del Cuaternario.

Allí predomina una vasta planicie, con escasas y dispersas lomadas. El drenaje de la región es muy pobre y abundan -sobre todo al SO del río Ñeembucú- esteros de grandes dimensiones. Posee extensas arboledas, con cedros y lapachos y montes de palmeras y tacuaras, características que la hacen apta para la ganadería y las pequeñas explotaciones agrícolas, de subsistencia, de aquella época(1).

(1) J. Richard Gorham, “Paraguay, Ecological Essays”, edited by ... and others, Miami, Florida, “Academy of the Arts and Sciences of the Americas” (1973). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Esta región, que se hallaba despoblada desde sus orígenes, constituía una fácil entrada para las correrías y pillajes de los indios del Chaco, que se deslizaban, hasta las estancias de los pueblos guaraníes, ubicados al sur del Tebicuary y al Este del Yabebiry. El derecho, sobre esta jurisdicción, es oscuro, y se pondrá en evidencia sólo en época tardía(2).

(2) El tema del poblamiento del Ñeembucú está, habitualmente vinculado, con los reclamos y cuestiones de límites, por lo cual constituye una literatura de intención reivindicatoria, que debe tomarse con ciertos recaudos. Entre ellos, Alejandro Audibert, “Los límites de la antigua Provincia del Paraguay” (1892), primera parte, Buenos Aires; Belisario Saravia, “Memoria sobre los límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), Buenos Aires; la “Colección de Datos y Documentos referentes a Misiones, como parte integrante del Territorio de la provincia de Corrientes” (1877), Corrientes; Manuel R. Trelles, “Cuestión de límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), con un Apéndice Documental, Buenos Aires. Hay que añadir que, una parte considerable de la documentación vinculada a este problema, no ha sido conocida por los autores citados. // Todo referenciado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Hacia 1720, el Procurador de Misiones, P. Francisco Plaza, tuvo oportunidad de aludir a ello, al quejarse ante el gobernador del Paraguay -de quien entonces dependían aquellos pueblos-, porque los vecinos de Corrientes, “hacían frecuentes entradas, con el fin de cerdear por la costa del río Paraguay y el de Ñeembucú, hasta salir a los campos en que tenían, sus estancias, los pueblos de indios de San Ignacio, Santa María y demás comarcanos... y formar, así, camino, desde la costa del río, que servía de guía a los indios Guaycurús, para ir a las estancias de los pueblos y ejecutar sus hostilidades(3).

(3) Manuel R. Trelles, “Cuestión de límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), pp. 50-51; y Alejandro Audibert, “Los límites de la antigua Provincia del Paraguay” (1892), primera parte, pp. 296-297. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

En la misma presentación, se pedía autorización para que, los Corregidores de los pueblos, quitasen las caballadas a las partidas, sorprendidas en la región. El gobernador del Paraguay despachó una carta rogatoria, al Teniente de Gobernador de Corrientes, para que impidiera esas entradas, con las sanciones correspondientes, que este último hizo publicar, por Bando del 22 de diciembre de 1720.

La situación, en los años siguientes, es poco conocida, aunque las Actas correntinas aluden a un antiguo poblador, Pedro González, que se instaló en las lomas ubicadas frente a Itatí, dando lugar al topónimo. Se sabe, también, que, a partir de 1750, en adelante, el tráfico hacia el Paraguay -por aquel Paso- debió interrumpirse, debido a los peligros que lo amenazaban, obligando a cruzar el Paraná, tras un largo rodeo por los pueblos de las misiones, por los Pasos de Candelaria e Itapúa(4).

(4) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). Escrito del Procurador Francisco Quevedo, del 27 de abril de 1779. // Citado por Ernesto J. A. Maeder.“Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Pero, a partir de 1767, la información es más segura y frecuente. El Cabildo de Corrientes consideró, en ese año, en 1768 y, finalmente, en 1769, la posibilidad de reabrir el viejo camino de Itatí y Pedro González(5).

(5) La reapertura del camino, por Itatí, se planteó en las sesiones del 10 de julio de 1767 y 28 de marzo de 1768, aunque, poco después, quedó sin efecto. Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 23 (1760-1769). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

El 23 de febrero de 1769, Sebastián de Casajús -diputado ante el gobernador Francisco de Paula Bucareli y Ursúa- le hace saber de este proyecto, anticipándole la conveniencia, “... de fundar reclusión (alude a los mocovíes), sobre el río del Paraguay, en el paraje y puerto que llaman Curupayty, único paso por donde, dichos infieles, ban a las misiones; con este motivo y a fin que se franquee y asegure el sitado camino... ha acordado, aquel cavildo, proponer, por único medio, el que se establezca, en dicho Paso de Curupayty, un presidio, con un destacamento o compañía de 80 hombres, al modo de los blandengues de Santa Fee, a costa todo de las misiones...(6).

(6) La carta, fechada en Buenos Aires, refiere a la entrada que hizo Manuel de Orduña, arreando ganado, con la eficaz escolta de 10 abipones, del pueblo de San Fernando, bajo las órdenes del cacique Ñaré. Ellos fueron los que trataron con los mocovíes, que encontraron en el camino, y que, luego, llevaron hasta Itatí. El proyecto de Casajús, fue girado a los gobernadores de las misiones y del Paraguay. Archivo General de la Nación, Sala IX, Cuerpo 3, Armario 3, Número 7. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Estos antecedentes, ponen de manifiesto que, Corrientes, poseía una antigua preocupación por el poblamiento de aquellas tierras, que ahora necesitaba, y de cuya jurisdicción no parecía dudar. Fue por ello que, el Cabildo tomó, con especial interés, el Informe que el Teniente de Gobernador García de Cossio refirió sobre su encuentro con el gobernador del Paraguay, Pedro Melo de Portugal y Villena quien, a fines de enero de 1778, viajaba a Asunción, para hacerse cargo del Gobierno.

En esa oportunidad, el Cabildo dejó consignado que, “... el Gobernador del Paraguay, trajo orden, del Excelentísimo Señor Virrey, para tratar, con esta Tenencia, sobre el punto de la fortificación y población de los campos de Curupayty y Lomas de Pedro González, terreno que se halla situado a la otra banda del Paraná, de modo que las disputas de límites, de esta ciudad con la del Paraguay, no retarden este importante servicio a ambas Magestades, de que se fortifique la costa y pueblen los campos, medio con que se embaraza al enemigo infiel del Gran Chaco, continúe en hacer sus hostilidades asi en dicha Provincia como en los pueblos de indios guaraníes...(7).

(7) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782), Acta del 5 de febrero de 1778. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Añadió también, los beneficios que, para los vecinos, se derivaban de la reapertura del Paso de Itatí. Al año siguiente, el Cabildo autorizó, al Procurador de la Ciudad, Francisco Quevedo, a reconocer aquellos lugares, e informar de su conveniencia(8).

(8) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782), Acta del 18 de enero de 1779, donde el Procurador alude a, “hallarse estrechos los vecinos, sin tener dónde poblar sus estancias, y que, respecto a tener, esta ciudad, desde su fundación, las tierras que llaman las Lomas de Pedro González, del otro lado del Paraná, lindantes con las tierras de la Provincia del Paraguay”, solicita se traiga una razón individual de las leguas que hay hasta Curupayty, según el convenio “que hizo el Señor Teniente de Gobernador, don Juan García de Cossio, con el Gobernador del Paraguay, en Acuerdo particular, de 5 de febrero de 1778”. La ambigüedad de los términos, de este Acuerdo, que consistía en poblar, conjuntamente, la costa del Paraná, en una zona disputada, será el origen de los desacuerdos posteriores. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

El Procurador cumplió su cometido con diligencia y, al regreso, dio cuenta al Cabildo, el 8 de marzo, indicando que, con 50 correntinos y 12 indios, había recorrido aquellos lugares, hasta el río Ñeembucú, expresándose sobre la comarca en términos encomiásticos, “... realmente contiene, el expresado territorio, grandes comodidades y conveniencia, como son montañas (léase: montes, arboledas) abundantes, campos amenísimos, aguadas primorosas y permanentes, taquerales, palmares, potreros, rinconadas y, últimamente, todo lo que pueda desearse para lograrse las mejores utilidades y aprovechamiento en su población y cultura”.

Concluye su Escrito, pidiendo se funde una colonia, dando luego permiso, a los vecinos, para establecer allí sus estancias y, en la costa del río Paraguay, un presidio de milicias, para vigilar el Paso(9).

(9) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

A partir de este momento, el Cabildo procedió con extraordinaria celeridad y energía, tal vez urgido por el rumor de iguales iniciativas paraguayas, así como por el acicate que, esta empresa, significaba para el beneficio común y la expansión de su población. El 9 de marzo aprobó el Informe y autorizó el poblamiento -con promesa de reparto de tierras y comunicación de lo actuado al Virrey- y, el 22 del mismo mes, consintió en que, el Alcalde de primer voto, Juan Benítez de Arriola, tomara el mando de la empresa.

El 27, el Cabildo comunicó los aprestos realizados y el acopio de transportes y herramientas; y, por fin, el 9 de abril de 1779, se redactó la “instrucción que da el Ilustre Cabildo al diputado Alcalde de primer voto, Maestre de Campo don Juan Benítez de Arriola, de lo que, en el día, se considera más preciso para conseguirse la población de Curupayty, según se tiene determinado(10).

(10) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). Las Instrucciones preveían la instalación de un Fuerte, con sus cuarteles, sobre la costa, y, en su territorio, una Villa, bajo su protección; alentar a los vecinos que fueran a poblar, recoger el ganado cimarrón a beneficio de las obras emprendidas, reservar el uso de las maderas y los montes y, además, competentes indicaciones sobre posibles diferencias con los paraguayos, que impidieran su poblamiento. Texto en la “Colección de Datos y Documentos referentes a Misiones, como parte integrante del Territorio de la provincia de Corrientes” (1877), pp. 39-41. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

A fines de abril de 1779, la expedición pobladora se hallaba en Curupayty, y había comenzado la edificación del Fuerte y el corte de maderas(11).

(11) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). Escrito del Procurador, fechado el 27 de abril de 1779, donde alude al Fuerte -ya iniciado- y a los 150 vecinos que trabajan allí. Una carta de José del Casal, al goberndor Pedro Melo de Portugal y Villena -fechada en Curupayty, el 10 de junio de 1779- indica que, los paraguayos, pasaron a los correntinos un Exhorto, el 8 de junio, y, luego otros, para invitarlos a retirarse. En esa carta, se describe, “un Fuerte de palo a pique de quarenta varas en quadro y dentro, dos galpones sin paredes que, según dicen, el uno es para capilla, y no tienen otra cosa trabajado, y se hallan siempre prosiguiendo el trabajo de los galpones. La gente de escolta son 80, y de peones 50, pertenecientes a los correntinos”. Museo Mitre, Archivo B.22.18.4. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Para ese entonces, los paraguayos -por intermedio de su gobernador- habían dirigido un reparo formal, sobre el proyecto correntino, de que tuvieron noticia y habían comenzado a tomar medidas para lograr, el mismo objeto, en la costa del Paraguay. El conflicto, provocado por la concurrencia de intereses, y basado en un acuerdo ambiguo y circunstancial, no tardó en presentarse.

Para comprender, adecuadamente, la actitud paraguaya, es necesario recordar que, aquella Provincia poseía una tradición pobladora vigorosa, que se tradujo en la ocupación de tierras y la fundación constante de numerosos pueblos. Es verdad que, entonces, el Ñeembucú seguía despoblado, pero no es menos cierto que, el gobernador Agustín Fernando de Pinedo (1772-1778), había realizado, en sus proximidades, la fundación de Bobi (1773), Quiquió (1777) y Remolinos (1777), esta última en la costa chaqueña del Paraguay(12).

(12) Sobre el poblamiento del Paraguay, es útil consultar Juan Giuria, “La arquitectura en el Paraguay”, Buenos Aires, 1950; Rafael Eladio Velázquez, “La fundación de la Villeta del Guarnipitan en 1714 y el poblamiento del Litoral paraguayo”, en la “Revista Paraguaya de Sociología” (Asunción), del l de abril de 1966; y, del mismo autor, “El Paraguay en 1811” (1966), Asunción. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Cuando Melo de Portugal y Villena, a quien el Cabildo de Asunción llamó el “redentor del Paraguay”, se hizo cargo de sus funciones, tomó inmediato conocimiento del problema y, en un detallado Informe al virrey, le señaló sus puntos de vista al respecto. Una de sus preocupaciones, era cubrir la costa del río Paraguay, y defender, convenientemente, los Pasos de Curupayty y Humaitá, lugares de entrada de los indios. En ese oficio, Melo de Portugal y Villena revela conocer bien el lugar, sus bondades y la dificultad de realizar su poblamiento sin contar -previamente- con la unidad de mando necesaria, en una jurisdicción que compartía con las misiones.

Por ello, pide que, el virrey, “se digne declarar, por término de este Gobierno y el de Buenos Ayres y sus Tenencias, el mencionado río Paraná, límite que siempre ha sido de esta Provincia, como consta de los documentos antiguos, que consiguieron los ex jesuitas por sus fines particulares, con cuya providencia se facilitará el sitado proyecto de poblar la costa oriental de este río Paraguay y los referidos pueblos quedarán mas beneficiados con la inmediación a su superior y mejor defendidos con la unión a esta Provincia(13).

(13) El Informe de Melo, que revela a un inteligente hombre de gobierno, está fechado en Asunción, el 13 de julio de 1778. En el mismo, está cuidadosamente omitida toda alusión a los derechos alegados por Corrientes, sobre los cuales, el propio Melo de Portugal y Villena, tuvo ocasión de enterarse en su conversación con García de Cossio, a fines de enero del mismo año. La alusión, a la separación de los pueblos de las misiones del Paraguay, se refiere a 1726, por la cual, todas las Reducciones guaraníes -administradas por los jesuitas- fueron transferidas a la jurisdicción de Buenos Aires. Para la época de Melo de Portugal y Villena, estos pueblos continuaban agrupados en una Gobernación, hasta que, en 1783, trece pueblos se subordinaron a la Gobernación-Intendencia del Paraguay y, diecisiete, a la de Buenos Aires, aun cuando subsistió el Gobierno de las misiones. El Informe, en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, Colección de Angelis, 1.29.8.60. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Aunque, Juan José de Vértiz y Salcedo no respondió a este requerimiento, Melo de Portugal y Villena decidió actuar, movido, probablemente, por sentimientos y necesidades similares a las que acuciaban a los correntinos. El 16 de febrero de 1779, convocó, por Bando, al poblamiento del Paso de Curupayty. Una nutrida correspondencia da cuenta de las medidas posteriores, tomadas por Melo de Portugal y Villena y sus subordinados(14).

(14) Se trata de un lote de 18 documentos originales, fechados entre el 29 de febrero de 1779 y el 29 de enero de 1780; contiene 4 cartas de Melo de Portugal y Villena, 3 de José Antonio Yegros, 3 de José del Casal, 3 de Sebastián Montiel, 2 de Juan Jara, una de Francisco Barreiro y otra de Antonio Viana. Figura, además, una lista de pobladores de Ñeembucú. Museo Mitre, Archivo, B.22.18.4. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

El 28 de febrero, se preparó, en Quiquió, la expedición a Curupayty, y, el 31 de marzo, el gobernador Melo de Portugal y Villena notificó, al Cabildo de Corrientes, que conocía la expedición correntina y solicitaba su retiro, hasta que el virrey resolviera, pero, cuando los paraguayos llegaron a Curupayty, ya los correntinos habían construido su Fuerte(15).

(15) La carta de Melo de Portugal y Villena, recibida por el Cabildo de Corrientes, el 24 de abril de 1779, recuerda que -conforme a las Instrucciones de Pedro de Cevallos- convino, con García de Cossio, que “poblase el Paraguay, y del Curupayty acá, y, desde allí, los correntinos al Paraná, sin perjuicio de los derechos de esta Provincia, que reconoce por suyo aquel terreno, sólo a fin de evitar disensiones y poblar la costa...”. Esta ambigüedad, del ajuste, no podía sino suscitar las disensiones que procuraba evitar. El Cabildo rechazó el pedido y argumentó, con firmeza, sobre sus derechos a poblar, indicando la imposibilidad de retirar sus fuerzas, dando razones de ello en un largo Escrito del Procurador de la Ciudad. En la “Colección de Datos y Documentos referentes a Misiones, como parte integrante del Territorio de la provincia de Corrientes” (1877), pp. 42-43 y 44-49. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Esta circunstancia, dio lugar a algunas vacilaciones, por parte del Paraguay. Sin perjuicio de las Instrucciones recibidas, un grupo -entre los que figuraba José Antonio Yegros- se inclinó por la conveniencia de fundar la Villa, en la desembocadura del Ñeembucú, cuyo cauce recorrió concienzudamente; otro grupo, prosiguió la instalación en Curupayty, delineando un pueblo, con planta de 9 manzanas, incluido el sitio para la plaza, iglesia y Cabildo, si bien, estos últimos no dejaban de reconocer que, el obstáculo mayor, lo constituía el, “poblar tan inmediato a los correntinos que sólo nos divide un cerco o pared, que sobre vernos estrechados por aquel costado estas vecindades acarrean malas consecuencias(16).

(16) Cartas de Yegros a Melo de Portugal y Villena, del 20 de junio de 1779; y de José del Casal a Melo de Portugal y Villena, del 19 de junio de 1779, ambas datadas en Curupayty. Este último expresa, con elocuencia, el desánimo de los pobladores paraguayos, “por la estada de los correntinos, en este lugar, pues se teme perder su trabajo, si se divide este lugar por Corrientes...”. La última cita, en carta de Juan Jara a Melo sin fecha. Museo Mitre y Archivo, D.22.18.4. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Interin, el pleito se dilucidaba ante el virrey. Melo de Portugal y Villena reconoció las ventajas de poblar también en Ñeembucú, e instalar una Guardia en La Herradura, ubicada más al norte. En septiembre, ya se había edificado una capilla y un Fuerte, con su castillete, y, el 5 de octubre de 1779, señaló, para aquélla, la advocación de Nuestra Señora del Pilar, como Patrona del templo. Incluyó, además, numerosas disposiciones sobre poblamiento y defensa de la frontera, así como atinadas recomendaciones, para evitar rozamientos con Corrientes:

Evitará V. M. (le dice a Juan Tomás de Yegros, nombrado Comandante de las Guardias de Ñeembucú y La Herradura) toda disputa y discordia entre vuestras mercedes y los correntinos, procurando no se extiendan los nuestros con sus chácaras mas de lo necesario, huyendo de acercarse en lo posible al Paso de Curupayty"(17).

(17) Juan Jara a Melo de Portugal y Villena, Ñeembucú, 19 de septiembre de 1779; y, dos cartas de Melo de Portugal y Villena al mismo Jara y a Yegros, ambas del 5 de octubre de 1779. Museo Mitre y Archivo, B.22.18.4. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Este entendimiento, había surgido como consecuencia del Laudo que, el virrey, tomó ante el cariz amenazador que llevaba el conflicto. Ya el 13 de abril de 1779, Vértiz y Salcedo había advertido que, ante la concurrencia de pretensiones para poblar Curupayty, por parte de ambos Gobiernos, resolvía suspender toda resolución y estudiar atentamente el caso(18).

(18) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Pero la cuestión se había agravado en esos días, luego que, el Cabildo, se negó a aceptar el pedido de Melo de Portugal y Villena sobre el retiro de las milicias correntinas de Curupayty y cuando, más tarde -ante un nuevo requerimiento de Melo- el Cabildo correntino acordó dar por nulo el Acuerdo de 1778 y reclamar, por propio, todo el territorio comprendido entre el Paraná y el Tebicuary, pidiendo, en este asunto, la protección del virrey, Este se vio precisado a laudar entre las partes(19).

(19) La carta de Melo de Portugal y Villena, del 13 de mayo, y la respuesta del Cabildo, en el Acta del 12 de junio. Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

El virrey pasó las actuaciones al fiscal; solicitó, de Corrientes, la designación de un Procurador, en Buenos Aires, y ordenó, a Melo de Portugal y Villena, que suspendiera todo procedimiento. Algo más tarde, el 13 de septiembre, autorizó, a Paraguay, a poblar en Ñeembucú(20).

(20) Carta de Vértiz y Salcedo al Cabildo, del 13 de julio. El Cabildo adujo la imposibidad de nombrar Procurador, por falta de recursos, y dejó, en manos del virrey, la solución. Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Y, finalmente, en carta del 13 de noviembre de 1779, zanjó la cuestión, indicando que, no se continuara la disputa sobre los límites, por el perjuicio común que de ello resultaba y, así, “... haciendo cesar todo estrépito judicial, he mandado, por Providencia del 9 del corriente, que aquel terreno se divida por partes iguales, y que se adjudique, a cada una, que le sea contigua o inmediata, comisionando para que, esta división y diligencias, cuyos costos habrá de satisfacer esa ciudad, y la del Paraguay, el gobernador interino de los pueblos de Misiones, y en la inteligencia también que a estos no se les ha de perjudicar en los terrenos que les sean necesarios para su extensión, estancias, chácaras y sementeras, con los montes vecinos para corte de leña y maderas(21).

(21) Manuel R. Trelles, “Cuestión de límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), p. 55. El Cabildo de Corrientes, el 18 de octubre de 1779, tomó conocimiento de la autorización, conferida a Paraguay, para poblar Ñeembucú, e hizo saber, al virrey, que, para “perpetua paz y sosiego de los pobladores del paraje Curupayty, se digne V. E. señalar límite hacia la parte de los pueblos de las misiones, y para hacia el Paraguay, el espresado Ñeembucú, no obstante no ser la mitad del terreno...”. El límite con las misiones había sido olvidado, hasta este momento, y era oportuno hacerlo concurrir como parte interesada en el conflicto. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

El salomónico fallo virreinal, tranquilizó los espíritus, aunque no llegó a cumplirse íntegramente. El Arroyo Hondo se constituyó en el límite provisional de ambas jurisdicciones. Entre 1780 y 1784, Corrientes otorgó mercedes de tierra, en depósito, en la zona de Curupayty. Además, llevó a cabo el descubrimiento y habilitación del Paso del Rey, ubicado en la costa cercana a la desembocadura del río Paraguay, sitio que -desde 1782- facilitó las comunicaciones con Curupayty y Asunción(22).

(22) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 25 (1776-1782) y 26 (1783-1789). Las mercedes otorgadas, en Curupayty, no fueron muy abundantes. Sobre Paso del Rey, García de Cossio al Cabildo, el 2 de junio de 1783. Además, la monografía de Federico Palma, “Orígenes del Pueblo de Paso de la Patria” (1964), Corrientes. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Por él, cruzó Félix de Azara, en 1784, indicando en su “Diario...” que se componía de un buen galpón sobre la barranca, guardado por cuatro milicianos(23).

(23) Félix de Azara, “Viajes inéditos de ... desde Santa Fe a la Asunción” (1873), etc., p. 47, Buenos Aires. Noticia Preliminar de Bartolomé Mitre y notas de Juan María Gutiérrez. Es interesante destacar que, tanto Azara como Aguirre, no concedieron -al parecer- demasiada importancia a los Títulos correntinos a la jurisdicción del Ñeembucú. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

El Paraguay, bajo el eficiente Gobierno de Pedro Melo de Portugal y Villena, continuó su política pobladora, apoyando el crecimiento del Ñeembucú y estableciendo -en Tacuaras o Yacaré- un presidio, en 1782. Pero, con motivo de la aplicación de la Ordenanza de Intendentes, el gobernador del Paraguay encontró motivo para replantear la cuestión de límites, ya que, las Intendencias, debían coincidir, con los Obispados y, a juicio de los paraguayos, aquél concluía en el Paraná. Ello dio lugar a un cambio de correspondencia, a fines de 1783 y 1784(24).

(24) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Papeles del Teniente de Gobernador Alonso de Quesada. Contiene varias notas sobre la cuestión, resumida, por otra parte, en Manuel R. Trelles, “Cuestión de límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Se agregó, también, una serie de incidentes, provocados por la suspicacia con que se vieron recíprocas mensuras y amojonamientos, entre 1785 y 1786(25).

(25) Archivo General de la Provincia de Corrientes, “Papeles del Teniente de Gobernador Alonso de Quesada” - Nota del 22 de diciembre de 1786; y Belisario Saravia, “Memoria sobre los límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), pp. 84-85, Buenos Aires. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

A medida que corrían los años, estas querellas se volvieron habituales, con el agregado de pleitos, por el corte irregular de maderas y contrabando de tabaco, sorprendidos en las lindes de la jurisdicción(26).

(26) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Documentos de Gobierno 25 (1784). Actuaciones, por embargo de maderas, en Curupayty, en 1784; suspensión de obrajes de madera, en: Actas Capitulares 26 (1783-1788); Acta del 24 de diciembre de 1789; y el 19 de marzo de 1802, en: Documentos de Gobierno 36 (1800-1802); los contrabandos fueron muy frecuentes, en esta zona, como consecuencia de la prohibición de plantar tabaco en Corrientes. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Como si esto fuera poco, se añadía -para pesadumbre de los correntinos- un deslizamiento gradual y subrepticio de pobladores paraguayos, que se instalaban en la zona de Curupayty, problema que se agravó, desde 1787 hasta 1789. Reclamado por ello, el gobernador-intendente del Paraguay, Joaquín de Alós y Brú (1786-1796), negó haber autorizado esas instalaciones, aunque agregó que, las mismas, “no eran, de manera alguna, perjudicial, que estos vecinos ocupen aquellas campañas, una vez que los de ésa no las necesitan ni pueblan, pues, llegado el caso de declararse pertenecientes a Corrientes, quedarán sugetos a esa jurisdicción(27).

(27) Carta, fechada en Asunción, y dirigida al Cabildo de Corrientes, el 13 de septiembre de 1788. Las quejas, por ocupación de pobladores paraguayos, en, Actas del 19 de septiembre de 1787 y 12 de enero de 1788; entre otras. Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 26 (1783-1789). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Toda esta situación, indefinida, la falta de una autoridad capaz y con atribuciones adecuadas, en Corrientes, para enfrentar al gobernador-intendente del Paraguay, la ausencia de recursos y la constante postergación de una decisión, por parte de los virreyes -que se sucedían sin expedirse en un asunto, cuyos legajos crecían constantemente- concluyeron por minar el empuje inicial del poblamiento correntino y paralizarlo, reduciéndolo a una mera actitud defensiva.

En el ínterin, el Paraguay -bajo el Gobierno de Alós y Brú- propuso, en 1787, elevar, al rango de Villa, a Pilar del Ñeembucú, para lo cual obtuvo la aprobación correspondiente, en 1792. Añadió, también, una nueva población, en Laureles, en 1790, la que -ubicada al Este de las Lomas de Pedro González- cerraba toda posibilidad de expansión correntina, en esa dirección(28).

(28) Manuel R. Trelles, “Cuestión de límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), pp. 57-58. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

"¡Cómo no habría de lamentarse, el Cabildo correntino, de la infeliz suerte, de esta pobre ciudad, pues, cuántos esfuerzos se hacen para su adelantamiento, se ven, por los más raros modos, frustrados, y aún convertidos en su daño y en provecho de extraños!"(29).

(29) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 26 (1783-1789). Acta del 10 de marzo de 1788. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

En la década de 1790, el problema se mantuvo, sin otras alternativas, que las conocidas, a las que se agregaron las complicaciones creadas por los indios del Chaco, que abandonaron las Reducciones del Bermejo y acamparon frente a Curupayty; o las incursiones de otros indios guaycurúes, que irrumpieron por el Paso Tayí, en 1798, desguarnecido por ambas jurisdicciones(30).

(30) La situación de los indios del Bermejo se prolongó -con diversas alternativas- hasta 1810, al menos. Las referencias, a ellos, son frecuentes, en las Actas del Cabildo. El suceso del Paso Tayí, en la desembocadura del Bermejo, se encuentra en Belisario Saravia, “Memoria sobre los límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), pp. 95-97. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Como no podía ser de otro modo, dada la estructura del Estado indiano, el conflicto se trasladó también a la órbita eclesiástica. En 1800, el Cura y Vicario de Corrientes viajó a Curupayty, para definir, en el terreno, el mejor lugar para instalar la Capilla que, desde años atrás, reclamaban las poblaciones. Desechó así -por inadecuados- los sitios de Humaitá, Curupayty y Carayá, decidiéndose, finalmente, por Lomas de Pedro González, donde edificó y bendijo, el 20 de julio de 1801, una Capilla, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario y San Luis Gonzaga. El comisionado José Céspedes, que la edificó a su costa, recibió el encargo de disponer las tierras, trazar la plaza y abrir calles, de 12 varas de ancho, en su contorno(31).

(31) Los antecedentes, de esta Capilla, se remontan a muchos años atrás, y se hallan en las Actas del 31 de mayo de 1791; 3 de febrero de 1798; 24 de julio de 1801; todas en: Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 27 (1790-1799) y 28 (1800-1806). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Ello dio lugar a un nuevo y, por momentos, áspero conflicto de jurisdicción, entre los Curatos de Ñeembucú y Corrientes, que reprodujo, en el fuero eclesiástico, la misma cuestión que se tramitaba en el plano político(32).

(32) El pleito eclesiástico se planteó -entre 1801 y 1810- con varias alternativas, que hicieron crisis en 1802, 1805 y 1810. La cuestión de fondo fue siempre la jurisdicción y, sobre ésta, se escribieron alegatos belicosos -como aquél del obispo Videla del Pino, del 5 de mayo de 1805; o, más prudentes y temperados, como el del obispo Benito Lué y Riega, del 18 de febrero de 1810. Actas Capitulares 28 (1800-1806) y 29 (1807-1810); y también: Correspondencia Oficial (1810); Belisario Saravia, “Memoria sobre los límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), pp. 110-116. // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

Los últimos incidentes, poco agregan a una cuestión que languidece. Los pobladores reclamaron, sin éxito, que se les concediesen las tierras que, años atrás, solicitaron, mientras que, los Jueces Comisionados de Corrientes no lograban hacerse obedecer por los pobladores paraguayos, amparados, en su ambigua condición, por sus mismos paisanos(33).

(33) El Comandante de Armas Pedro Fondevila al virrey Joaquín del Pino, en oficio del 3 de abril de 1803, le hace saber que Curupayty tiene 100 vecinos de Corrientes y otros tantos o más paraguayos, con dos Jueces Comisionados -uno por cada jurisdicción- y, generalmente, malavenidos: “Los paraguayos -decía- viven, cuando quieren, neutrales, y si por algún delito son perseguidos, se someten al Juez amigo, para que los ampare. Ellos no hacen fatiga ni defienden tampoco las tierras que poseen..., dejando este trabajo y cuidado a los correntinos... y, finalmente, si por ventura se arma una quimera o se comete otro delito, entre un correntino y un paraguayo, el Juez de Corrientes aprende y juzga al reo correntino, y el del Paraguay al paraguayo, y así se manejan, sin entenderse unos ni otros...”. Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, 1.28.36.62 (Núm. 1). // Citado por Ernesto J. A. Maeder, “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.

A pesar que, entre 1809 y 1810, se agregaron nuevos Informes, y que el voluminoso expediente -de tres cuerpos- se hallaba para el voto consultivo en el Real Acuerdo de Buenos Aires, consta, de la Providencia del 20 de junio de 1810, la cuestión concluyó, de hecho, como consecuencia de la expedición de Manuel Belgrano al Paraguay.

Según lo establecido en el artículo 4, del Tratado firmado el 12 de octubre de 1811, Paraguay ocupó Curupayty, pero admitió la jurisdicción eclesiástica de Corrientes, sobre la Viceparroquia de Nuestra Señora del Rosario, hasta la demarcación definitiva de los límites. La posesión correntina del sur del Ñeembucú se extinguió, de hecho, desde entonces, y, de derecho, como consecuencia del Tratado de Límites, entre ambas naciones, de 1852, y los posteriores de 1856 y 1876(34).

(34) Manuel R. Trelles, “Cuestión de límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), p. 217. A su vez, a pesar de los aprestos hechos por el comandante José Pires, los paraguayos ocuparon Curupayty, el 27 de septiembre de 1810, de modo definitivo. Belisario Saravia, “Memoria sobre los límites entre la República Argentina y el Paraguay” (1867), p. 80; y Efraim Cardozo, “El Paraguay Independiente” (1949), p. 5, Barcelona. El Tratado de Límites y Navegación, de 1852 -que no alcanzó a ser aprobado- fue sustituido, en 1856, por otro de Amistad, Comercio y Navegación, que aplazaba la cuestión de límites. El Tratado final de Límites, en cuanto a este punto, se acordó el 3 de febrero de 1876, y fijó al Paraná, como divisoria. “Colección de Datos y Documentos referentes a Misiones, como parte integrante del Territorio de la provincia de Corrientes” (1877), pp. 286-287.

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