EL CONGRESO DE TUCUMAN
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- La elección de los diputados
La disposición más importante del Estatuto Provisional de 1815 fue la convocatoria de un Congreso a reunirse en Tucumán. Tal como lo indicaba el citado documento, se aplicó el sistema de votación indirecta y se eligieron diputados a razón de uno cada quince mil habitantes o fracción mayor de siete mil quinientos.
Los diputados electos por Buenos Aires recibieron Instrucciones para dictar una Constitución, en la que figurasen separados los tres poderes de la soberanía y que el Ejecutivo recayera en una sola persona. Las Instrucciones nada decían respecto del delicado problema de la forma de gobierno.
De acuerdo con la convocatoria remitida por el Gobierno de Buenos Aires, en el Interior también se efectuaron las elecciones aunque no respondieron las provincias sujetas a la influencia de José Artigas, es decir, la Banda Oriental y el Litoral (Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe); por su parte el Paraguay -bajo las órdenes del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia- se mantuvo en su tradicional aislamiento.
- El Congreso inicia sus Sesiones
A principios de 1816 y en medio de los problemas que hemos mencionado los representantes de los pueblos comenzaron a llegar a la Ciudad de Tucumán, elegida por distante de Buenos Aires, a fin de no despertar los recelos del Interior hacia el centralismo porteño.
En su mayor parte, los diputados pertenecían al clero o eran hombres de leyes y le seguían en menor cantidad los hacendados y comerciantes. Entre los religiosos podemos mencionar a fray Justo de Santa María de Oro, Antonio Sáenz, Pedro Ignacio Castro Barros y fray Cayetano Rodríguez(1).
(1) Fray Cayetano Rodríguez fue el primer Director de “El Redactor” del Congreso, cuyo primer número apareció en Buenos Aires el 1 de Mayo de 1816. Este periódico representa una importante fuente de información para historiar las Sesiones de la Asamblea y los decretos dictados por la misma. La colección completa de “El Redactor” consta de 52 números y el último ejemplar lleva fecha del 28 de Enero de 1820. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Ed. Editorial Troquel.
También integraron el Congreso las destacadas figuras: Juan José Paso, Pedro Medrano, Tomás Godoy Cruz, Narciso Laprida, Juan Martín de Pueyrredón, Eduardo Pérez Bulnes, Ignacio Gorriti, entre otros(2).
(2) El Congreso se integró con treinta y un diputados. Buenos Aires envió siete; Cuyo, cinco; Córdoba, cinco; Tucumán, seis; Salta, tres; y el Alto Perú, cinco. Escribe el historiador Mitre: “Los hombres en quienes los pueblos se fijaron para delegar en ellos su soberanía fueron generalmente los más dignos y respetables de cada provincia, pero con raras excepciones sus nombres eran desconocidos a la Nación; poca o ninguna parte habían tomado en el movimiento general de la revolución y mal preparados para la vida pública no tenían ideas fijas sobre Administración ni Gobierno”. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Ed. Editorial Troquel.
El Congreso de las Provincias Unidas convocado por Ignacio Alvarez Thomas, inauguró sus Sesiones en Tucumán el 24 de Marzo de 1816. Con la presencia de dos tercios de sus miembros y para no demorar por más tiempo el comienzo de las deliberaciones, el Congreso asistió a una solemne Misa en el templo de San Francisco y, ese mismo día, a las 09:00, declaró abiertas las Sesiones en la casa de Carmen Bazán y Laguna de Zavalía.
El doctor Pedro Medrano fue elegido Presidente -al igual que en la Asamblea del Año XIII se renovaba mensualmente- y Secretarios los doctores Paso y Serrano.
A diferencia de anteriores Asambleas, el Congreso de Tucumán tuvo las siguientes atribuciones:
a) constituyentes, porque redactó el Reglamento de 1817 y la Constitución de 1819;
b) ejecutivas, por cuanto dio Instrucciones y normas de gobierno al Director Supremo;
c) legislativas, debido a que dictó diversas leyes; y
d) judiciales, porque también se ocupó de rever sentencias.
Varios eran los asuntos fundamentales que debía resolver el Congreso, entre ellos la Declaración de la Independencia, la unión del país, el dictado de una Constitución y la forma de gobierno a adoptarse.
Se reunieron allí representantes de todas las provincias argentinas con excepción de Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos y, lógicamente, la Banda Oriental, pues hasta Córdoba -dudosa entre su fidelidad a la unidad y su reconocimiento al Protector- optó al fin por enviar sus diputados sin renegar sus opiniones políticas. También estaban representadas varias provincias del Alto Perú: Charcas, Cochabamba, Tupiza y Mizque.
Una historiografía parcial ha restado méritos a los congresales, presentándolos como hombres mediocres, tal vez porque muchos de ellos no tuvieron puestos de primera fila en las violentas luchas de facciones que ocuparon al país en los siguientes treinta años.
Sin embargo, como reconoce el mismo Mitre -no siempre condescendiente con el Congreso- los diputados eran los hombres más representativos de sus respectivas provincias, valiendo este juicio tanto en relación a su capacidad intelectual como a su prudencia política.
Clérigos y abogados en su gran mayoría, educados casi todos en las universidades de Córdoba, Charcas, Lima o Santiago de Chile eran -en su formación y modo de pensar- decididamente representativos de sus provincias y por ende de la Nación como conjunto.
Tal vez sus dos figuras más notables hayan sido los doctores José Mariano Serrano y José Darregueira, diputados por Charcas y Buenos Aires respectivamente y, enseguida, por sus méritos y actividad, el riojano Pedro Ignacio de Castro Barros; los porteños Juan José Paso, Antonio Sáenz y Tomás de Anchorena; y el chuquisaqueño José Severo Feliciano Malabia, futuro ministro de la Corte Suprema de Justicia de Bolivia.
De allí el juicio de Joaquín V. González: “Es justo decir que el Congreso de Tucumán ha sido la Asamblea más nacional, más argentina y más representativa que haya existido jamás en nuestra historia”(3).
(3) Referenciado por Leoncio Gianello. “Historia del Congreso de Tucumán” (1966), p. 122, Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia. // Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos”.
- Problemas externos e internos
A comienzos de 1816 y en vísperas de reunirse el Congreso de Tucumán graves peligros amenazaban a la revolución argentina.
En el orden externo, la restauración del monarca Fernando VII y sus procedimientos absolutistas indicaban claramente a los Gobiernos de la América hispana que debían reanudar con mayor empeño la lucha por la emancipación. Las armas españolas vencían desde México hasta el Cabo de Hornos.
El sacerdote Morelos -patriota mexicano- había caído fusilado en manos de sus enemigos, mientras la tan anunciada expedición de Morillo -que amenazó en principio el Río de la Plata- doblegaba a los patriotas de Venezuela y Colombia. En Chile, la situación no era mejor por cuanto después de Rancagua los realistas dominaban ese territorio con un poderoso ejército.
En esas circunstancias, la revolución argentina era la única que mantenía erguido el estandarte de la rebelión, aunque amenazada por el enemigo después de la derrota de Sipe-Sipe. Para colmo de males, el tradicional peligro portugués se hizo presente una vez más en ese año de 1816 -llamado “de prueba”- y en el mes de Agosto los ejércitos lusitanos invadieron la Banda Oriental.
En el orden interno, el mayor problema para Buenos Aires lo representaba José Artigas, quien había formado una Liga de provincias federales las cuales negaron obediencia no sólo al Director, sino también al Congreso; de tal manera, la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe no enviaron diputados y Córdoba demostró bastante recelo hacia la Asamblea.
En Salta se produjo un serio incidente entre Güemes y Rondeau, resuelto después de momentos inquietantes, y en la propia Buenos Aires la agitación federal había encontrado apoyo en destacadas figuras, quienes pretendieron impedir el arribo a la ciudad del nuevo Director Pueyrredón.
Un resumen da una idea clara de que el Congreso se reunía en uno de los momentos más difíciles para la revolución:
* los españoles dominaban el Alto Perú y Chile;
* el Ejército del Norte estaba anarquizado;
* José Artigas dominaba una cuarta parte de la Nación;
* los conatos subversivos se habían extendido a Santiago del Estero y La Rioja;
* Díaz Vélez había sublevado el Ejército de Observación;
* España amenazaba con una expedición militar poderosa;
* comenzaban a llegar los primeros rumores de una posible invasión portuguesa; y
* caído Napoleón, los monarcas europeos se unían en una afirmación de legitimismo dinástico y restauración absolutista, enemigos declarados de los movimientos republicanos y revolucionarios, mientras Gran Bretaña, único reino liberal de Europa, se encontraba atada por sus compromisos con España y su lucha contra el predominio del zar de Rusia.
Los cimientos del nuevo Estado crujían y se hacía evidente a los congresales la necesidad de consolidarlos Declarando la Independencia antes de que todo desapareciera entre la anarquía interna y la represión española.
Afortunadamente aquellos hombres recobraron la visión nacional para superar sus enfoques localistas.
En este sentido, el Congreso fue coherente, aunque no haya sido homogéneo. Tres grupos bien definidos supieron convivir:
* los diputados centralistas (parte de los de Buenos Aires, los de Cuyo y algunos de las provincias interiores);
* los localistas (encabezados por los cordobeses y seguidos por otros provincianos y algunos porteños); y
* los diputados altoperuanos, con propensiones muy definidas y que procuraban un régimen que, aunque centralizado, estuviera libre de la influencia de Buenos Aires.
Estas tendencias se expusieron con franqueza pero sin acritud en los debates y sólo la delegación cordobesa exhibió un espíritu de partido, consecuente con la peculiar posición de esa provincia.
- Elección de Pueyrredón
La primera preocupación del Congreso fue designar un Director Supremo con autoridad nacional. Se necesitaba en esos momentos un hombre a la vez enérgico y conciliador, no comprometido con las facciones en pugna, que fuera aceptable a las provincias interiores y a Buenos Aires.
Los diputados cordobeses presentaron la candidatura del salteño José Moldes, hombre de pasiones violentas y representante de un localismo extremista, o sea la antítesis de aquella necesidad.
San Martín había entrado en relación con Pueyrredón -diputado ahora por San Luis- en 1814 y había descubierto las cualidades de éste. Los diputados de Cuyo apoyaron su candidatura a la que adhirió Güemes y rápidamente los diputados porteños y altoperuanos.
Nacido en Buenos Aires, héroe de la Reconquista y de la retirada de Potosí, uno de los primeros en abrazar la causa de la Independencia, vinculado a los intereses de San Luis durante tres años de destierro, Juan Martín de Pueyrredón había transitado por el escenario político sin embanderarse en ninguna de las facciones en pugna.
Aparecía así como un hombre singularmente apto para lograr la conciliación y obtener la unidad necesaria para afianzar la independencia. El 2 de Mayo se conoció en Tucumán el Pacto de Santo Tomé y la renuncia de Alvarez Thomas. La noticia favoreció la candidatura de Pueyrredón como hombre de orden. Al día siguiente se realizó la elección, siendo designado por 23 votos contra dos, favorables a Moldes.
La destitución de Alvarez Thomas y la designación interina de Balcarce motivaron que el Congreso resolviera enseguida el nombramiento de un Director titular. Con este propósito los diputados se reunieron en Sesión extraordinaria en la mañana del 3 de Mayo de 1816, bajo la presidencia del canónigo Ignacio Castro Barros y ante numeroso público.
Acto seguido se procedió a la votación y de los veinticuatro diputados presentes veintitrés lo hicieron en favor de Juan Martín de Pueyrredón, representante por San Luis.
En esos momentos el país estaba dividido por las rencillas interiores, el Gobierno porteño había perdido autoridad ante las provincias rebeladas y los enemigos del exterior amenazaban la integridad territorial.
En tales circunstancias, la designación de Pueyrredón fue un acierto, porque dio estabilidad a su alto cargo -cumplió el período completo de tres años- y en la medida de sus posibilidades contuvo la anarquía política que se insinuaba amenazante. Contó con el apoyo de San Martín y colaboró eficazmente con los planes del Libertador(4).
(4) Cuando en 1814 José de San Martín pasaba por la provincia de San Luis con destino a Mendoza, para hacerse cargo del Gobierno, visitó en el mes de Agosto a Pueyrredón, quien se encontraba en las afueras de la ciudad, en su hacienda de la “Aguadita”. Allí ambos coincidieron en sus ideales con respecto a la lucha por la Independencia. Puede afirmarse que el nombramiento de Pueyrredón en el cargo de Director se debió en gran parte a la influencia de San Martín. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Ed. Editorial Troquel.
Designado el nuevo mandatario, todo hacía pensar que se trasladaría de inmediato a Buenos Aires para hacerse cargo de sus funciones; sin embargo prefirió marchar hacia el Norte, para mediar en el conflicto producido entre Güemes y Rondeau.
De allí, Pueyrredón volvió a Tucumán para insistir ante los congresales sobre la necesidad de proclamar inmediatamente la Independencia; luego pasó a Córdoba donde -a mediados del mes de Julio- se entrevistó secretamente con San Martín para unificar ideas con respecto al plan de libertar a Chile.
Lo cierto es que tras su elección, de inmediato Pueyrredón se trasladó a Salta para poner fin al litigio entre José Rondeau y Martín de Güemes y asegurarse de la situación y fidelidad del ejército. Comprendió enseguida que la defensa de la frontera Norte dependía de las guerrillas de Güemes hasta que el ejército se recuperara material y moralmente.
De regreso, reemplazó a Rondeau por Manuel Belgrano, cuyo prestigio entre sus oficiales había sobrevivido a sus derrotas. Rondeau, ofendido, envió una renuncia donde veladamente insinuaba que el ejército resistiría un cambio de jefe, pero Pueyrredón no era Alvear y la repetición del procedimiento no dio el mismo resultado: Belgrano fue urgido a tomar el mando lo antes posible y su sola presencia desvaneció la presunta resistencia.
El Director comenzaba a subordinar los diversos centros de poder a la conducción superior del Estado. En armonía de ideas con San Martín, estudió su proyecto de invadir Chile y decidió darle la máxima prioridad. Esta decisión identificó a los dos hombres y dio nuevo poder al Estado. En torno de una misión -la Independencia- se iba configurando una unidad.