LAS COMUNICACIONES Y LA ACTIVIDAD COMERCIAL EN LA EPOCA ESPAÑOLA
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Uno de los rasgos distintivos del distrito correntino durante la época española fue su marcado aislamiento. A pesar de contar con una vía fluvial de la importancia del Paraná, las comunicaciones fueron durante mucho tiempo escasas y limitadas a una escala para las balsas y las barcas que descendían aguas abajo desde Asunción o Candelaria.
La falta de una producción propia de verdadera magnitud e interés para otros mercados y la limitación del comercio a las ventas de ganado en pie no favorecieron el tráfico que sólo pudo desarrollarse al crecer la demanda de cueros y derivados en la plaza bonaerense.
Paralelamente a los ríos se abrieron al tráfico los rudimentarios caminos del Litoral que llevaban a La Bajada y, desde allí, a Santa Fe, así como también a las misiones y al Paraguay. Los viajeros, y después el correo, los prefirieron frente a la lentitud y las molestias de la navegación río arriba.
Las postas regulares o las canoas en servicio para vadear algunos ríos, no mejoraron demasiado este trayecto que -desde mediados del siglo XVIII- se tornó más seguro por la derrota definitiva de los charrúas y chaquenses.
La paulatina sustitución de la economía de subsistencia por el comercio de los excedentes de su producción dio a Corrientes oportunidad para ensanchar su territorio y tender relaciones mercantiles regulares y fluidas, no sólo con Paraguay y Misiones sino, principalmente, con Buenos Aires.
Ello produjo en la población un gradual abandono de su comercio elemental -basado en el trueque y la moneda hueca- para incorporarse a la práctica de contratos, fianzas, préstamos a interés, transacciones y formación de capitales suficientes para operar con regularidad.
Incluso la circulación de moneda y el abandono del antiguo sistema evidencian con claridad esa modernización de la economía correntina.
Todo ello contribuyó a la formación de un nuevo sector, el de los comerciantes. Parte de ellos provenían de España -gallegos o vascos principalmente- y sus actividades, vistas al principio con menosprecio, se consolidaron rápidamente en tierras y bienes variados y en una gradual participación en la vida social y política de la ciudad.
El último tercio del siglo XVIII y la primera década del XIX constituyen el momento histórico en que principia esta transformación, en que la ciudad crece y demanda bienes y servicios, de los cuales había carecido hasta entonces.
El comercio, aún el incipiente que se instaló en Corrientes, le permitió el acceso a aquéllos y contribuyó a formar las bases de la burguesía de esa ciudad.