Intromisión peruana en la política asuncena
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En 1562, luego de más de una década de incomunicación con la Península, las autoridades de Asunción elegidas “según Dios y sus conciencias” -escribía Ruy Díaz de Guzmán-, admitieron que el abandono del Paraguay por la Corona se debía, antes que a nada, al
“poco o ningún crédito que de estas Provincias se tienen, viendo sus muchas armadas y gentes que a ella han venido y las pocas o ningunas que vuelvan por no haber en ellas oro ni plata ni granjerías provechosas que son las principales causas de la perpetuidad de las tierras”,
tal como refiere el Contador Real, Felipe de Cáceres.
En 1564, el gobernador Francisco Ortiz de Vergara, el obispo fray Pedro Fernández de la Torre, junto con una numerosa delegación, partieron de Asunción para ir al Perú en procura de auxilio.
En el caso de Ortiz de Vergara, éste marchó al Perú a fin de confirmar su título, quedando en Asunción, como Lugarteniente de Gobernador y Capitán General del Paraguay y Río de la Plata, Juan de Ortega (1564-1568).
Este “éxodo” paraguayo causó malestar en las autoridades virreinales y la Audiencia de Charcas ni siquiera se molestó en escuchar las peticiones. Pero todo cambió cuando uno de los “peregrinos” extrajo ante los Oidores de Charcas un puñado de piedras de raro brillo provenientes de las minas de Guairá, y aseguró que no eran explotadas por falta de mineros y de un gobernador rico.
El menosprecio hacia el Paraguay se transformó, de pronto, en un codiciado interés. Con celeridad, la Audiencia de Charcas informó al Rey (Felipe II) que
“lo que al presente parece es que aquella tierra es muy buena y tiene metales hartos de oro y plata, cobre y hierro”.
Paralelamente, y como el viaje de Ortiz de Vergara no había sido autorizado por la Audiencia de Charcas, se detuvo un año allí, lo que fue aprovechado por varios capitanes para imputarle ante la Audiencia numerosas acusaciones, de acuerdo con un plan trazado por Juan Ortiz de Zárate, vecino de Chuquisaca(1), que ambicionaba la Gobernación y Capitanía General del Paraguay y Río de la Plata.
(1) Ciudad también llamada La Plata o Charcas hoy, Sucre.
Cuando el Gobernador se presentó ante la Audiencia, enteróse de las acusaciones y, aunque consiguió refutar todos los cargos, decidió trasladarse a España, para someter el pleito al Consejo de Indias.
En tanto, el Lugarteniente de Ortiz de Vergara (por título de este fecha y recibido por el Cabildo el mismo día), Juan de Ortega, quedó en Asunción. Ortega se mantendrá en el poder hasta el 11 de Diciembre de 1568.
Lo cierto es que la Audiencia decretará una sentencia de culpabilidad contra Vergara, y corresponderá al Virrey el nombramiento del siguiente gobernador del Paraguay: Juan Ortiz de Zárate, un rico minero del Alto Perú.
Este, inmediatamente, en 1567, se dirigió a la metrópoli para obtener la ratificación real de su nombramiento, dejando como Lugarteniente a Felipe de Cáceres, que sería desplazado, otra vez, a instancias del obispo.
Ortiz de Zárate, al conocer la buena nueva de la existencia de oro y plata en en el Guairá, vendió todas sus posesiones en el Perú y viajó a España para pedir al Rey la confirmación del Gobierno del Paraguay.
En virtud de su capitulación, y por real cédula del 10 de Julio de 1569, se concedió a Zárate el supremo mando civil, judicial y militar de la Gobernación del Río de la Plata, siempre y cuando se comprometiera a conquistar y colonizar su zona Norte.
Como se observa, la denominación de “Río de la Plata” para esta Gobernación empezó a primar -por su aspecto más sugestivo-, sobre la de “Paraguay”.