El Ejército de Reserva en la provincia de Entre Ríos
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- Después del triunfo
Todo indicaba que el general José María Paz, por sus excelentes condiciones de guerrero, continuaría al frente de la campaña, que debía culminar en Buenos Aires; pero las ambiciones de Fructuoso Rivera sobre la provincia de Entre Ríos -y el resto del Litoral- provocaron disidencias entre los jefes unitarios.
Luego de la victoria en Caá Guazú comenzó otra batalla, la de mantener el orden y la disciplina que -después de la tensión vivida- comenzaron a relajarse y se produjeron deserciones. Era evidente que esto conspiraba contra los planes del general José María Paz que sabía que si se dormían en los laureles el triunfo sería totalmente estéril y, casi con desesperación, pedía al gobernador:
“¡Actividad, por Dios, actividad! Si no se obra así no respondo de las consecuencias. Acometiendo pronto a Entre Ríos, es nuestro dentro de pocos días; si lo dejamos pasar, costará mucho”.
El Poder Legislativo de la provincia acordó a Paz y a Pedro Ferré una espada de honor, con vaina y empuñadura de oro, y una banda. La espada del cordobés llevaba la siguiente inscripción: “La gratitud del pueblo de Corrientes a su libertador, el brigadier D. José María Paz”.
Luego de la batalla, el Ejército de Reserva se instaló de nuevo en Villanueva para reorganizar sus Cuerpos y vio aumentados sus efectivos con más de 800 prisioneros, como era costumbre en la época.
La persecusión que siguió a la victoria de Caá Guazú fue relativamente amplia y prolongada. En ella consumió el Ejército sus elementos de movilidad, sus caballos, por cuya falta tanto cargo hará el general Paz al gobernador Ferré.
Pruébalo el hecho de que el general Vicente Ramírez con su división llegó hasta el Rincón de San Gregorio, en la propia frontera con Entre Ríos, reuniéndose recién a los nueve días con el Ejército. Fue tan amplia, que ese jefe calcula en 500 -apenas- el número de los que lograron refugiarse en territorio entrerriano, habiendo otros dispersos tomado la zona del Uruguay, para pasar al Brasil.
- Administración interior
No obstante la victoria de Caá Guazú, que dejó libre de peligros la provincia e hizo afluir a ella hombres y comercio del Paraguay, Brasil, República Oriental, Entre Ríos y Santa Fe, el gobernador Ferré continuó investido de facultades extraordinarias.
En sus frecuentes ausencias -algunas largas- ejercía el Gobierno su hermano, Manuel Antonio, por él designado. Funcionaba nominalmente el Poder Legislativo. Todo giraba alrededor de Ferré.
Exceptuando una ley, es de poco mérito la labor administrativa y legislativa de 1842. Los principales actos fueron
* poner a medio sueldo toda la Administración;
* declarar libre de derechos la harina, el trigo y la galleta;
* la autorización para emitir 200.000 pesos en billetes de Tesorería(1);
(1) Ley del 30 de Mayo de 1842. La primera emisión de $ 100.000 -autorizada por la ley del 23 de Julio de 1841- estaba garantizada por particulares y por el Gobierno. Para esta segunda -de $ 200.000- el Gobierno ofreció a aquéllos iguales garantías a las que tenían sobre los $ 100.000 circulantes, a fin de que respondiesen también por ellos, pero no admitieron porque excedían en mucho al capital que suscribieron. La emisión fue lanzada entonces bajo la responsabilidad del Gobierno. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo X: “Guerra contra la tiranía de Rosas. (1840-1842)”, parágrafo 169. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
* la construcción de la Capilla de San José en la nueva plaza San Juan Bautista de la capital(2);
(2) La capilla fue inaugurada el 18 de Junio de 1842. La demolieron para edificar el actual templo que sirve como Iglesia Matriz. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo X: “Guerra contra la tiranía de Rosas. (1840-1842)”, parágrafo 169. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
* las pensiones acordadas a las viudas e hijos de los muertos en servicio militar;
* la creación de un Tribunal de presas(3);
(3) Para juzgar las capturas hechas en el río Paraná por el coronel José Garibaldi, jefe de la segunda División Naval de la República Oriental, compuesta de: la corbeta “Constitución”, el bergantín “Pereyra” y de una goleta. Componían el Tribunal: presidente, Antonio Segovia; vocales: Bartolomé Nogueras, Ramón de Galárraga, Antonio Cueto y Bartolomé Viale; escribano: Juan Francisco Ruiz Díaz. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo X: “Guerra contra la tiranía de Rosas. (1840-1842)”, parágrafo 169. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
* la convocatoria para un Congreso Constituyente.
La ley -realmente importante- fue la Orgánica de la Administración de Justicia, que estableció los grados actuales en la Magistratura, dio un procedimiento adelantado para la tramitación de las causas y adoptó el Código de Comercio sancionado en España, el 29 de Mayo de 1829(4).
(4) Mensaje y Proyectos de Ley elevados por el gobernador Ferré al H. C. P., en fecha 21 de Julio de 1842, referentes:
* primero: a la creación de una Cámara de Justicia;
* segundo: a un Reglamento Provisorio de Administración de Justicia; y,
* tercero: a una Ley adicional al mismo Reglamento.
Fueron sancionados el 2 de Agosto de 1842. La Administración de Justicia quedó organizada en la forma siguiente: Juzgados de Paz; Juzgados de primera instancia: en lo Civil, en lo Comercial y del Crimen; Alcalde Mayor; y Cámara de Justicia.
La primera Cámara de Justicia fue compuesta por:
* Presidente, doctor Juan José Alsina;
* Vocales: Angel Mariano Vedoya y Juan Felipe Gramajo;
* Escribano Secretario: Manuel José Ruda;
* Alcalde Mayor: Juan Baltazar Acosta;
* Jueces de primera instancia: José Ignacio Domingo Cabral y José María Ruda;
* Fisco General: Pedro Díaz Colodrero;
* Defensor General de Pobres y Menores: José Vicente García de Cossio;
* Escribano Público y de Juzgados: José Francisco Atienza;
* Jueces de Paz de la capital: Alejo Ceballos, Juan Pedro de Meza, Manuel Núñez de Ibarra y José Alvarez.
Por resolución del 13 de Agosto de 1842 de la Cámara de Justicia, el Juzgado de primera instancia en lo Civil y de Comercio quedó a cargo de José María Ruda; y el Juzgado de primera instancia del Crimen quedó a cargo de José Ignacio Domingo Cabral (de acuerdo con el artículo 4to. del Reglamento).
La primera Cámara de Justicia tuvo su despacho en la Sala Principal del extinguido Cabildo. Sus miembros prestaron juramento ante el gobernador Ferré el 9 de Agosto de 1842 y el 10 de Agosto se instaló iniciando sus funciones.
* Alguacil, Portero y Ordenanza de la Cámara fue designado el capitán retirado Juan Antonio Zañudo. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo X: “Guerra contra la tiranía de Rosas. (1840-1842)”, parágrafo 169. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
- Propuesta de Paz: la creación de un Supremo Mando militar
En otro orden de cosas, hubo un hecho que comenzó a producir el paulatino alejamiento entre Paz y Ferré y culminó tiempo después en el rompimiento definitivo.
El general Paz deseaba reeditar el Supremo Mando militar conseguido años atrás en Córdoba junto a las provincias del Interior. A eso tendió el concurso prestado a Ferré, cuando éste se impuso por la fuerza a la opinión.
Pocos días después de Caá Guazú creyó llegada la oportunidad de hacer pesar su valimiento para la realización de su propósito y, a indicación suya, su Auditor de Guerra, que se encontraba en Corrientes, doctor Juan Andrés Ferreira, presentó al Gobierno (5 de Diciembre de 1841) una Memoria y un proyecto -precedido de largos considerandos en favor de la figura del general Paz- sobre la creación de Directorio de la Guerra, cuyas bases principales eran:
* la provincia de Corrientes investiría al general Paz con el Supremo Poder militar de la República por todo el tiempo que Rosas permaneciese armado contra ella dentro o fuera del territorio argentino;
* el general tendría facultades para imponer contribuciones a los pueblos de la Nación, negociar empréstitos, invertir los recursos, acreditar ministros diplomáticos, celebrar tratados;
* la provincia de Corrientes no reconocería otro poder militar contra Rosas que el del general Paz;
* los gobernadores de provincia serían Tenientes Generales a las órdenes de Paz;
* el gobernador Ferré no sería removido del mando mientras durase la guerra contra el dictador.
Por último, “autorizaba al P. E. a recabar a los otros Gobiernos provinciales el reconocimiento y sujeción a ese S. P. M. y que, terminada la guerra, asumiría la provincia de Corrientes sus derechos políticos, quedando sin valor ni efecto esa Ley".
Ferré consideró esta presentación -que era un verdadero atentado contra las libertades y que daba a Paz un poder superior al que detentaba Rosas- una vulgar intriga de Ferreira, pero es evidente que éste no lo hacía por iniciativa propia, pues el proyecto volvió a salir a flote cuando Ferré y Paz se reunieron en La Bajada, siendo uno de los detonantes del rompimiento de ambos.
Ferré no aceptó semejante proyecto quedando, en consecuencia, mal impresionado el general. De ahí nacieron las primeras frialdades de Paz con Ferré.
- Intrusión trastornadora de Rivera
En ese momento, con el panorama bastante alentador después del éxito de Caá Guazú, hizo su reaparición el factor principal de la esterilización del triunfo: Fructuoso Rivera, quien no pudo dejar pasar esta oportunidad y, enterado de los acontecimientos, ni lerdo ni perezoso se hizo presente con un Oficio al gobernador de Corrientes en el que le comunicaba que
“el Ejército uruguayo, bajo sus inmediatas órdenes, cruzaba el río Uruguay para deponer al Gobierno que en esos momentos regía a Entre Ríos, en forma de garantir la quietud pública de los Estados vecinos y establecer una nueva Administración que fuese de garantía para los pueblos y la causa de la libertad”(5).
(5) Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, pp. 65-66. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla. // Citado por Antonio Emilio Castello. “Historia Ilustrada de la provincia de Corrientes” (1999).
Quería revivir el Tratado de Paysandú que él mismo había dejado sin efecto con fútiles pretextos. Pero Ferré no era ningún tonto y si en determinados momentos tuvo que avenirse a negociar con el oriental -porque las circunstancias así lo imponían- su buen sentido político y su orgullo patriótico le dictaron, esta vez, una digna respuesta:
“Teniendo en cuenta la Nota del 17 de Agosto último, que favorecía poco el honor de la República Oriental al declarar destruido y como no celebrado el Tratado de Alianza, y habiendo visto que el señor Presidente -de acuerdo con ese hecho- ha dejado pasar la oportunidad de destruir de un solo golpe a la tiranía que se enseñoreaba en Entre Ríos, no ha podido prever este Gobierno que V. E. pasase el Uruguay después del glorioso suceso de Caá Guazú en que desapareció el ejército de Echagüe.
“Es por esta razón que, al abrir sus operaciones sobre Entre Ríos el Ejército de Reserva, autorizó este Gobierno al Excmo. señor general José María Paz para entender y dirigir los negocios de la guerra en dicha provincia, facultándolo ampliamente.
“Es sensible al infrascripto que al instruirle el Excmo. Señor Presidente de la pasada del ejército de su mando al territorio argentino, no le participe el carácter con que intenta unir sus fuerzas a las de las armas libertadoras. En este concepto siente no poder acordar en una Nota y por sí solo la línea de conducta que debe servir de base a las operaciones”(6).
(6) Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, pp. 65-66. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla. // Citado por Antonio Emilio Castello. “Historia Ilustrada de la provincia de Corrientes” (1999).
Otra cosa que pretendió agregar Rivera fue la intervención de 700 soldados de Río Grande del Sur -a los que Corrientes debería proveer de caballos- para que se unieran luego al Ejército uruguayo.
Ferré excusó esta obligación: primero, porque lo que escaseaba en Corrientes era precisamente caballos; y, segundo, porque no quería una mayor injerencia extranjera en un asunto exclusivamente argentino.
- El Ejército de Reserva en Entre Ríos
Desde el campo de Caá Guazú, el general Paz inició el lento avance del Ejército de Reserva. Marchó a Paso Pucheta, del arroyo Paiubre, para continuar al campamento de Villanueva y, luego, a Curuzú Cuatiá y Paso Cerrito, del río Mocoretá, donde debió detenerse nuevamente por la escasez de caballadas.
Llegando a Curuzú Cuatiá se le reunió Ferré, quien relatará en sus “Memorias” que su presencia fue beneficiosa pues había bastante descontento provocado por varias razones.
Convencido del éxito de una campaña inmediata sobre Entre Ríos -contrariando disposiciones de Ferré- desde el Mocoretá el general Paz pisó territorio de Entre Ríos, dirigiéndose sucesivamente al arroyo Baranda y a las puntas del Yeruá.
De ahí tomó la dirección de Villaguay, llegando el 23 de Enero de 1842 al Paso de la Laguna, en el Gualeguay. Enterado de esto, el jefe oriental Rivera cruzó el río Uruguay al frente de sus tropas y también avanzó sobre territorio entrerriano.
- Urquiza, gobernador de Entre Ríos
A todo esto, en Entre Ríos había cambiado el gobernador: como Echagüe había marchado a Buenos Aires para justificar su derrota ante Rosas y también había terminado su mandato -siendo la situación muy grave- la Sala de Representantes de esa provincia nombró gobernador en su lugar al general Justo José de Urquiza, el 15 de Diciembre de 1841.
Urquiza preparó fuerzas pero no dio batalla pues no las consideraba suficientes para enfrentar a un enemigo más poderoso, por lo que debió retirarse ante la presión de las fuerzas adversarias.
El jefe entrerriano, ante el paso de Rivera del río Uruguay y el avance de Paz emprendió la retirada hacia Gualeguay, aproximándose al río Paraná en los pasos por donde podía mantener comunicación con Buenos Aires.
Apurado Urquiza por Rivera, y amenazado su flanco por una división desprendida del Ejército de Reserva -al mando del general Núñez- tuvo que abandonar el territorio en fuga. Es que el jefe oriental alcanzará a Urquiza en Gualeguay y lo derrotará. Urquiza se embarcó para Buenos Aires y Paz ocupó toda la provincia.
Paz llegó el 23 de Enero de 1842 al Paso de la Laguna -en el río Gualeguay-. A esta altura encomendó al general Núñez -con su división-; a la del coronel Federico Báez; y a cien hombres de infantería -con un total de 1.200 hombres- tratara de cortar la retirada de Urquiza, mientras el Ejército pasaba el Gualeguay estableciendo su Cuartel General en Macieguitas.
Pero Núñez perdió tiempo y con su demora permitió que el jefe entrerriano pudiera escapar y que Rivera se moviera con celeridad y se apoderara de las caballadas abandonadas por los entrerrianos.
Urquiza consiguió llegar al Paraná y pasar a Buenos Aires, cerca de San Nicolás, donde decidió reorganizar sus fuerzas para volver a reconquistar su provincia. Aquél se refugió en las islas del delta del Paraná y por un corto tiempo pasó a Buenos Aires(7).
(7) Antonio Emilio Castello. “Caaguazú, la gloria efímera”, en “Todo es Historia”, Nro. 107.
La resistencia que la actividad del general Urquiza (recientemente nombrado gobernador) pudo haber opuesto, tuvo que ser llevada contra Rivera, que se encontraba al este de la provincia.
- La falta de caballos: una cuestión que provocó grietas
El Ejército correntino había penetrado en la provincia de Entre Ríos a principios de Enero de 1842. La conveniencia de aumentar y mejorar antes los elementos de movilidad impidió un avance inmediato después de Caá Guazú(8).
(8) No es exacto lo aseverado por el general Paz -en sus “Memorias Póstumas”- que el Gobierno descuidó atender con prontitud (por festejar la victoria) el pedido de caballos que él hizo después de Caá Guazú. Con actividad fueron recolectados en toda la provincia y remitidos al Ejército. Las primeras remesas dieron un total de 1.208 caballos, recibidos en el Ejército antes del 30 de Diciembre de 1841; y entre el 3 y el 8 de Enero de 1842 llegaron las siguientes partidas: de Mburucuyá, 250; de Palmar, 312; de Caá Catí, 225; de Empedrado, 216; de San Roque, 250; de Saladas, 244; de Goya, 287; de Itatí, 151. Además, remitieron caballos -en número que ignoro- los Comandantes de Bella Vista, Ensenadas, Yaguareté Corá, San Miguel, La Cruz y el general Paz mandó tomarlos directamente en Mercedes, Curuzú Cuatiá y Esquina. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo X: “Guerra contra la tiranía de Rosas. (1840-1842)”, parágrafo 165. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
La demora no perjudicó, porque el enemigo no se rehizo y durante ella fue aumentado el Ejército con un nuevo Cuerpo de infantería, denominado Cazadores de la Unión; remontóse considerablemente la artillería; varios jefes, llegados de la República Oriental, tomaron servicio; los escuadrones de caballería repusieron sus bajas.
Nada reservó la provincia para su servicio inmediato; cuánto tenía y cuánto le dio la batalla de Caá Guazú fue puesto en manos del general Paz, a quien el Gobierno invistió de amplias facultades militares.
El general Paz responsabiliza al gobernador Ferré de no haber podido lograr los resultados prácticos que correspondían a tan espléndida victoria, porque la provincia no le arbitró los medios de movilidad de que carecía.
Esta cuestión de los caballos -que faltaban al Ejército- es una de las cuestiones debatidas por la crónica de la época. El general Paz responsabiliza a Ferré y culpa a la ausencia de este elemento el retardo del avance sobre Entre Ríos.
La cuestión tiene varios puntos a dilucidar:
1.- ¿Era exacto o no la falta de caballos?
2.- ¿Era el hecho imputable a Ferré?
3.- ¿Excusaba esa falta de caballos la mora en el avance?
En cuanto al primer punto, la solución no aparece clara; si la persecusión llegó al Rincón de San Gregorio, el Ejército tenía caballos y los usó ampliamente, sin cuidar de su conservación -aspecto claro- desde que toda la división de Ramírez (como la cuarta parte de la caballería) cumplida su misión, volvió al Ejército.
¿Por qué no quedó reponiendo su movilidad, sobre la frontera, ante la enorme dispersión del invasor?
En consecuencia, pudo haber falta de caballos en buen estado en ese momento, como consecuencia de su utilización irregular, pero no una falta absoluta de ese elemento de guerra.
La segunda cuestión es más clara. Del uso irregular de las caballadas no puede imputarse a Ferré. Tampoco faltaron -en momento alguno- caballos en mal estado; lo que se pedía eran caballos en buen estado de marcha y cuando el gobernante correntino lo supo, los arbitró con la premura del caso, enviando hasta petisos -útiles para las marchas- ya que no para la batalla. Sobre todo se utilizaban para montar la infantería.
El gobernador Ferré ha documentado haber entregado para esa campaña dieciséis mil caballos para un Ejército que apenas llegaba a cuatro mil hombres.
Además, antes de Caá Guazú, los Ejércitos estuvieron mes y medio enfrentados. No hubo entonces desgaste de caballadas, ni el día de la batalla pudo consumirse toda la reserva; y la tercera cuestión, de si esa falta de caballos explicaba la mora en la ocupación de Entre Ríos, es más seria.
El general Paz, con una reunión de jefes en que consignó el Informe de todos ellos (27 de Diciembre de 1841) sobre la materia, busca dar la impresión de esa insuficiencia en torno de esta pregunta: “¿Si el estado de las caballadas permitiría dar una batalla después de cincuenta leguas de marcha desde este punto?”
Basta la ponencia de la encuesta para advertir su propósito. Un ejército invasor toma su movilidad del territorio ocupado, sobre todo cuando Entre Ríos es -como Corrientes- zona ganadera, y si a ello se pregunta, qué batalla habría de darse sin enemigo alguno organizado en toda esa zona a ocuparse, se confirma la inocuidad del procedimiento.
Para acentuar la impresión de verdad de sus excusas, Paz comisionó a dos oficiales para la compra de caballos con fecha 3 de Enero de 1842 y, el día 10 de ese mes, sin que ninguna compra se hubiese efectuado, emprendía la invasión.
“Mañana me muevo sin falta con el Ejército, llevando nuestros soldados montados regularmente”, expresaba al gobernante correntino, y éste, con ironía ática, que apenas traducía, contestaba: “Me felicito al saber que Vd. tenía los elementos necesarios y que el 11 (de Enero de 1842) debía moverse sobre Entre Ríos”.
Fuera de duda no era la falta de caballos la causa que tenía en mora al vencedor de Caá Guazú. Era la razón política, a la que dio un golpe, como el famoso de Alejandro ante el “nudo gordiano”: la actitud del general Rivera, que cruzaba el Uruguay.
Entonces hubo caballos para el Ejército en los propios depósitos o reservas cuyo control tenía su general.
- El Ejército de Reserva en La Bajada
El general Vicente Ramírez, con una división de mil hombres y dos piezas de artillería, había marchado sobre la capital entrerriana, mientras el mayor Francisco Ostris, con un escuadrón, se dirigía hacia Nogoyá y Victoria.
Mientras Núñez seguía a Urquiza hasta los rincones del río Paraná, de donde cruzó a la provincia de Buenos Aires, Paz había adelantado -hacia La Bajada del Paraná- la división del general Ramírez, la que acampó el 29 de Enero de 1842 a tres leguas de la misma, previo sometimiento de la Sala de Representantes, única autoridad existente.
Prodújose entonces en ella un tumulto popular. El gobernador delegado -Vicente Zapata- había fugado la noche anterior con 600 soldados, que fuéronse dispersando en sus marchas.
El mismo día 29 de Enero de 1842, la Sala de Representantes de Entre Ríos -bajo esa guarda y con el visto bueno de los invasores, que reunieron una Legislatura adicta- nombró gobernador provisorio al Sargento Mayor Pedro Pablo Seguí, “en virtud de la respetable Nota del Exmo. Señor General en Jefe del Ejército Libertador de Reserva y de la acefalía en que se halla esta capital” , decía la comunicación pasada al general Ramírez.
Entonces, éste, al frente de la vanguardia correntina, entró en La Bajada el 30 de Enero de 1842. La división correntina entró a la ciudad entre aclamaciones. Del Sargento Mayor Seguí, Paz dijo que ni de nombre conocía, pero lo consideró un candidato adecuado por ser amigo de Ferré.
Durante este breve Gobierno se abrieron los puertos a los buques y mercaderías extranjeras y se demostró repudio total a las injerencias de Rivera en la política argentina, cosa que disgustó bastante a éste.
Ninguna dificultad encontró la marcha del Ejército. El general Paz avanzó hasta La Bajada en los primeros días de Febrero de 1842, abriéndose el proceso político y dejando acampado el Cuerpo principal del Ejército en Las Conchillas. Ciertos escuadrones de caballería fueron destinados a disolver pequeñas montoneras y someter cabecillas secundarios, operaciones satisfactoriamente llenadas en poco tiempo.
- La situación de Rivera
Los hechos producidos burlaron las pretensiones de Rivera. Paz no había atendido sus empeños para combinar con él operaciones militares, ni la Sala de Representantes le tuvo en cuenta al nombrar el gobernador.
Sin embargo, él se dirigió a Seguí ofreciéndole su cooperación y reclamando su intervención en los negocios. El gobernador -inspirado por Paz- respondió en términos que produjeron la ruptura de buenas relaciones:
“La intervención de V. E. en la política argentina (decía Seguí en Oficio del 15 de Febrero de 1842) sobre ser innecesaria, atacaría la dignidad del nombre argentino y los derechos de la Nación; sería un acto sin ejemplo y un crimen de traición”.
Rivera contestó:
“Es el colmo de la extravagancia suponer en el infrascripto planes hostiles a la independencia y libertad de Entre Ríos. No ha querido mezclarse en la política sino garantir el Estado de su mando contra nuevas invasiones”.
Replicóle Seguí (18 de Febrero de 1842) demostrando que en todos sus actos había tendido a la intrusión negada; que había propalado voces contra el general Paz; que había aconsejado no seguir la guerra, manteniéndose a la defensiva; que públicamente había amenazado a Entre Ríos y Corrientes.
- La política de Corrientes después de Caá Guazú
La política de Corrientes, desde su advenimiento como provincia, tiene por base el aprovechamiento del gran río que la naturaleza le diera como un don generoso(9).
(9) Citado por Hernán Félix Gómez. “La Victoria de Caá Guazú” (1941). Editado por la Imprenta del Estado.
La política de limitar los puertos del Plata que podían comerciar con el exterior -que fue el principio adoptado por la Junta Provisoria de Mayo, heredado por los Triunviratos y los Directorios- explica el alejamiento del Paraguay (1811) y la estructuración violenta de las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe (1814).
El Tratado del Pilar (1820), el del Cuadrilátero (1822) y la Liga del Litoral (1831) crean un régimen aceptable, en la imperfección de las cosas, que concluye en 1838, cuando Juan Manuel de Rosas -para dominar los ríos- provoca el bloqueo extranjero.
La reacción de Santa Fe (con Cullen), y de Corrientes (con Berón de Astrada) están en los sucesos trágicos de 1839; el río libre era el bienestar y la conciencia jurídica de los años transcurridos desde el Tratado del Pilar se había incorporado el principio que regía en lo internacional, proclamado en el Congreso de Viena, el 9 de Junio de 1815, sobre la libre navegación de los ríos internacionales, con sujeción a los Reglamentos de Policía de los Estados ribereños.
Nosotros somos hombres de Occidente y el existir de los argentinos no ha transcurrido sin que estas conquistas del Derecho y de la vida, formas prácticas de accionar en la realidad, no estuvieran en el fondo de las posiciones colectivas.
El nuevo pronunciamiento contra Juan Manuel de Rosas, del 6 de Octubre de 1839, restaura la política vencida en Pago Largo y la obsesión del río libremente utilizado está, como en la de Berón de Astrada, en la ejercida por Ferré a contar del día mismo del pronunciamiento.
Actuando, por Rosas, su ministro de Relaciones Exteriores, doctor Felipe Arana, y por Francia, el barón de Mackau, se suscribió, el 29 de Octubre de 1840, a bordo del bergantín “Boulonnaise”, una Convención que concluía las cuestiones que ambos países venían debatiendo.
Autorizado por la Sala de Representantes de la provincia de Buenos Aires, Rosas ratificó la Convención el 31 del mismo mes y año, y el 6 de Noviembre de 1840 ya decretaba el reconocimiento de Carlos Lefevre de Becourt como Encargado de Negocios y Cónsul General de Francia.
Esto levantaba el bloqueo extranjero -de Francia- pero creaba otro, de hecho, pseudolegal, documentado por el decreto del 22 de Enero de 1841, del Gobierno de Rosas, que cerró los ríos Paraná y Uruguay para la navegación de los buques que no fuesen patentados por su Gobierno, bajo el pabellón nacional.
Si el Tratado Mackau fue irritante, por las razones dadas con anterioridad, lo era también por cuanto el negociador francés lo ajustó sabiendo que el dictador había cesado legalmente en el Gobierno de Buenos Aires, desde que, habiendo sido reelegido por cinco años el 13 Abril de 1840, sólo aceptó el poder por seis meses.
Rosas, cesante en la Ley, el 13 de Octubre de 1840, representó para Mackau la soberanía argentina cuando no ejercía legalmente ni la de la provincia de Buenos Aires, con el aditamento de que varias otras (Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Catamarca, La Rioja, Tucumán, Salta y Jujuy) le habían retirado su poder y lo combatían.
La clausura del río era, por eso, una expresión ilegal a todas luces y, naturalmente, Corrientes buscó sumar a sus esfuerzos el de las comunidades litorales que estaban en sus condiciones.