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Gómez, Félix María

Nació en Corrientes sin conocerse la fecha exacta y fue discípulo de fray José de la Quintana, llegando a ser -como dice Valerio Bonastre- un funcionario ilustrado, un diplomático sagaz y un escritor de estilo clásico, además de uno de los guerreros más distinguidos con que Corrientes contara en las filas de sus Ejércitos(1).

(1) Citado por Antonio Emilio Castello. “Historia Ilustrada de la provincia de Corrientes” (1999).

En 1824 figuró como Comandante del puerto de Goya, pasando luego al pueblo de Bella Vista donde colaboró en la tarea de organizar milicias que se incorporarían al Ejército Republicano en la guerra contra el Brasil.

Realizó diversas comisiones que le encomendó el Gobierno de la provincia. Siendo Capitán estuvo presente en las acciones que se llevaron a cabo en 1826 contra los indios que acaudillaba Félix Aguirre: Cambay y Curuzú Cuatiá.

Luego pasó a ser Comandante del puerto de Esquina y en esa localidad también dejó una amplia obra como protector de las escuelas de la zona.

Siendo gobernador Berón de Astrada se le encomendó la misión diplomática de ratificar, ante el presidente uruguayo Rivera, el Tratado que habían firmado Corrientes y el Estado Oriental.

Regresando de la exitosa misión sufrió un serio accidente al cruzar el río Daimán del que salió con una fractura en una de sus piernas que lo mantuvo postrado durante largo tiempo en la Ciudad de Salto (R. O. U.), encontrándose por eso ausente en la batalla de Pago Largo.

Cuando pudo regresar, se incorporó al Ejército de Reserva que preparaba el general José María Paz. Después estuvo presente en la derrota de Arroyo Grande y se tuvo que refugiar en el Brasil como otros muchos correntinos.

Acompañó a los Madariaga en su cruzada expedicionaria y, más tarde, estuvo presente en la derrota de Vences.

Después de pasar un tiempo en Goya, acompañó a Urquiza en la campaña que culminó en el triunfo de Monte Caseros y luego de esta jornada gloriosa regresó a Corrientes con el grado de Coronel.

Ocupó un escaño en la Legislatura Provincial y concluido su mandato se radicó definitivamente en Goya donde ejerció el puesto de Receptor de Cuentas.

En esa ciudad llevó a cabo una activa vida social y emprendió la tarea de llevar a la práctica sus ideas, que armonizaban con su carácter amable y tolerante y, animado de propósitos conciliatorios, decidió fundar un círculo o club donde la sociedad goyana, deponiendo enconos y suprimiendo diferencias, llegara a la recomposición de sus relaciones.

De esta manera echó las bases del primer centro social de esa ciudad que se denominó “Club Progresista Armonizador”. Su nombre era harto sugerente de lo que debería ser.

Pero, finalmente, la vida le deparó dos golpes tremendos que lo impulsaron a tomar una trágica decisión: a la desgracia de la pérdida de una pequeña hija se sumó el robo de los caudales de la Caja de la repartición al frente de la cual estaba, no pudiéndose hallar al o a los autores. Gómez, hombre de extrema probidad y rectitud, no pudo superar el penoso trance y se suicidó.

El 26 de Junio de 1857, en horas bien tempranas y en un bosquecillo camino de la Capitanía del Puerto, fue encontrado su cadáver con un balazo en la cabeza y al lado su pistola.

El gobernador Pujol, en un elogiable gesto hacia la memoria de su amigo y colaborador y con el propósito de alejar toda maliciosa sospecha sobre su honorabilidad, propuso a su hijo, el educador José Eusebio Gómez, para ocupar la vacante dejada por su padre en la Receptoría de Rentas Nacionales, siendo esto confirmado por el Gobierno de la Confederación.

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