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La Confederación Argentina hacia 1850

En el transcurso del año 1850 se inició una serie de negociaciones circunscriptas a consolidar la Confederación, tanto en el plano nacional como en el internacional.

Las convenciones Southern-Arana y Arana-Lepredour aseguraron la presencia de la Confederación y el pleno respeto de su soberanía por las grandes potencias europeas pero, en el plano americano, los contactos entre Paraguay y Brasil continuaron en forma oficiosa y privada, con el propósito de llegar a una sólida alianza que les permitiera alcanzar el ambicionado sueño de la libre navegación de los ríos.

La preocupación dominante por la expansión interna los llevaba a endurecer sus relaciones con el “Gran Americano”, alejando toda perspectiva de un arreglo satisfactorio.

Las incursiones brasileñas, las “californias” que desde Río Grande cruzaban el Cuareim para asaltar y robar ganado y propiedades orientales, eran un preludio de guerra que no se podía ignorar sino a un precio muy alto, pagado por la Nación en su conjunto.

La Legislatura de Buenos Aires, en las Sesiones del 3 y 4 de Octubre de 1850, refutó con fundados argumentos las posiciones adoptadas por las autoridades brasileñas, arribando a la conclusión de la inevitabilidad de la guerra.

Cuando el doctor Guido regresó de Río de Janeiro dando por terminada su misión ante la Corte Imperial, el 19 de Octubre de 1850, se había concretado la ruptura de relaciones.

Brasil inició entonces una sutil política con el fin de lograr el apoyo de Paraguay y actuar diplomáticamente en el ámbito de Entre Ríos y Corrientes, para ir abriendo paso a un movimiento de opinión favorable a los planes en marcha del Gobierno Imperial.

Aprovechaba las actitudes originadas en tiempos de la contienda con Francia e Inglaterra, cuando el bloqueo y restricciones a los puertos de la Confederación -dispuesto por Rosas- generaron problemas a la economía entrerriana.

En 1850, el poder de Rosas era omnímodo; nada parecía oponerse a sus designios y hasta los emigrados consideraban inútil continuar con su prédica contra el régimen de la dictadura.

“En 1850 Rosas imperaba sin resistencias. Todas las tentativas para derrocarlo habían fracasado. Muchos de los que emigraron en las épocas llamadas del terror, volvieron poco a poco.
“Buenos Aires estaba ya tan acostumbrada a soportarlo que apenas lo sentía y hasta le hacía periódicamente manifestaciones de adhesión, que los de afuera y muchos de los de adentro consideraban espontáneas y sinceras”(1).

(1) Julio Victorica. “Urquiza y Mitre (Contribución al Estudio Histórico de la Organización Nacional)” (1918), p. 21. Ed. La Cultura Argentina, Buenos Aires. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Rosas, por razones políticas, necesitaba que la atención del país, en el que gobernadores y caudillos respondían a sus directivas, siguiera puesta en Buenos Aires, de allí su estratégica decisión de no negociar con Paraguay y romper relaciones con Brasil.

El reequipamiento del Ejército de Observación en la costa del Uruguay, que tenía como objetivo desmoralizar a sus belicosos vecinos, sirvió para fortalecer los proyectos que Urquiza tenía en mente.

- Urquiza, Rosas, Oribe

No obstante el sometimiento de Justo José de Urquiza a Juan Manuel de Rosas después de la desaprobación de los Tratados de Alcaraz, el dictador no reputó suyos los triunfos del gobernador de Entre Ríos sobre Corrientes, aunque en los documentos oficiales y en la prensa a su servicio los declaró resultados lógicos de su política y pruebas evidentes de que no tenía resistencias en el país; tanto él como Manuel Oribe vieron claro que la victoria de Vences concentró en manos de aquél poder militar e influencia política respetables, cuyo empleo sería contra ellos en plazo más o menos corto, pues seguían sus trabajos en el territorio argentino y el oriental con el fin de establecer su predominio personal omnipotente.

Dentro de la República, así como en el exterior, la figura de Urquiza hacía ya, por otra parte, sombra a Rosas. Destruirla sin pérdida de tiempo era el íntimo deseo del gobernador de Buenos Aires, pero no se atrevió a la empresa sin arreglar previamente las cuestiones pendientes con la intervención anglo-francesa.

Oribe, más osado que él, le propuso levantar el sitio de Montevideo para aniquilar a Urquiza, plan que no aceptó, esperanzado en la fácil y pronta rendición de la plaza, tan luego como ella perdiese el apoyo de la coalición europea, reservándose ejecutar después el pensamiento del titulado presidente legal de la República uruguaya.

Mientras negociaba con los representantes de Inglaterra y Francia los Tratados que pusieron término a la intervención europea, Rosas aparentó hacer caso omiso de la temida actitud de Urquiza, a quien nombró General en Jefe del Ejército destinado a expedicionar sobre el Paraguay, por las hostilidades contra la provincia de Corrientes, sin perjuicio de lo cual sugirió -reservadamente- al gobernador Juan Benjamín Virasoro, el pensamiento de reclamar el Comando en Jefe de las tropas cuando pisasen el territorio de la provincia, de conformidad al Tratado del 4 de Enero de 1831.

- Fin de la intervención europea

La larga cuestión del Río de la Plata -que ya provocaba rozamientos entre los diplomáticos anglo-franceses- motivó el envío por ambas potencias de dos comisionados destacados: el inglés Lord Juan Howden y el francés, conde Alejandro Walewsky, quienes arribaron a Buenos Aires en los primeros días de Mayo de 1847.

Las negociaciones se iniciaron satisfactoriamente pero debieron interrumpirse cuando Rosas exigió que su aliado Oribe fuera reconocido presidente del Uruguay y sostuvo que la navegación del Paraná era un atributo de la soberanía argentina.

Los diplomáticos europeos partieron de Buenos Aires en dirección a Montevideo y desde allí se trasladaron al campamento de Oribe, a quien propusieron un armisticio.

El último accedió y entonces Howden -el 15 de Julio de 1847- comunicó al Jefe de las fuerzas navales británicas en el Plata que procediera a levantar el bloqueo de Buenos Aires. Walewsky no adhirió a esa actitud y en consecuencia los franceses continuaron el asedio.

Entretanto, los Gobiernos de Francia e Inglaterra dispusieron llegar a un acercamiento con ambos bandos uruguayos en lucha -Oribe y Rivera- sin la intervención de Rosas. De tal manera, se confió una nueva misión al inglés Roberto Gore y al francés barón de Gros. Los plenipotenciarios llegaron a Montevideo el 21 de Marzo de 1848, un día después de caer asesinado Florencio Varela, uno de los más destacados adversarios de Rosas(2).

(2) Florencio Varela fue temible adversario de Rosas y de Oribe. En Agosto de 1829 se había radicado en Montevideo y habitaba con su esposa e hijos en la finca Nro. 90 de la calle De las Misiones. Allí fue asesinado por la espalda en la noche del 20 de Marzo de 1848 cuando pretendía entrar en su casa. El asesino fue detenido y se llamaba Andrés Cabrera. Algunos historiadores opinan que Oribe instigó el crimen y, otros, que se debió a motivos pasionales. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Editorial Troquel.

Los mediadores se dedicaron a cumplir con su tarea y, aunque las negociaciones fueron aceptadas por los jefes de ambas facciones orientales, debieron interrumpirse por la oposición de Rosas, quien no deseaba verse eliminado en su función de árbitro. A pesar de todo, Francia levantó el bloqueo al puerto de Buenos Aires el 16 de Junio de 1848.

Al promediar el siglo XIX, Europa se hallaba convulsionada por el auge de las doctrinas liberales. En Febrero de 1848 abdicó el rey Luis Felipe, de Francia, y se proclamó la segunda República; movimientos liberales también se produjeron en Italia, Alemania y Austria.

El nuevo Gobierno francés dispuso mejorar sus relaciones internacionales y poner término al conflicto con la Confederación Argentina. Por su parte, el gabinete inglés -ante las ventajas derivadas del levantamiento del bloqueo- envió a Enrique Southern, cuya habilidad y diplomacia le permitieron conseguir la adhesión de Rosas y, en esta forma, suscribir el 24 de Noviembre de 1849, una Convención definitiva de Paz.

Francia destacó con nuevas instrucciones al contraalmirante Le Prédour, quien debió ceder ante las exigencias de Rosas y firmó -el 31 de Agosto de 1850- un Tratado de Paz -semejante al suscripto por Inglaterra- por el cual la potencia europea retiraba sus tropas del Plata, reconocía la soberanía argentina sobre los ríos interiores y devolvía la isla Martín García.

La intervención de Francia e Inglaterra en las disensiones internas argentinas motivó que el general José de San Martín -desde su ostracismo en Europa- censurara la actitud de dichas potencias(3).

(3) Por cláusula testamentaria dispuso que su sable fuera entregado “al General de la República Argentina, Juan Manuel de Rosas, como una prueba de satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Editorial Troquel.

- Nuevo cambio de la política británica

El desastre comercial inglés en el Plata, fruto de su intervención, hizo comprender en Londres el error de la política seguida. En 1845 las exportaciones inglesas al Plata fueron mínimas y, en el año siguiente, casi nulas.

Paralelamente, en Londres, Abeerden renunciaba y volvía Palmerston a la cancillería. Decidido a cambiar de política y a poner fin a los conflictos provocados por su antecesor, ordenó el retiro de las tropas inglesas del sitio de Montevideo, reemplazó a su ministro en Buenos Aires y ya en Junio de 1847 levantó el bloqueo de Buenos Aires, medidas todas que tomó de común acuerdo con Francia, temerosa de que ésta aprovechara la situación para reemplazar la influencia británica.

Las negociaciones fueron largas y embarazosas y no se concretaron hasta el 15 de Mayo de 1849:

* las potencias europeas reconocían a Oribe como presidente del Uruguay;
* los extranjeros de Montevideo serían desarmados;
* las divisiones argentinas serían retiradas; y
* los aliados devolverían Martín García.
* la navegación del Paraná, era un asunto argentino.

El Tratado Arana-Southern-Leprédour fue ratificado en Inglaterra y Buenos Aires lo certificó rápidamente. No ocurrió lo mismo en Francia y Leprédour regresó en 1850 para convenir una nueva paz.

Rosas se mantuvo irreductible y, por fin, el 31 de Agosto de 1850 las partes firmaron un nuevo Tratado idéntico. Había terminado el conflicto internacional.

- Situación general

A medida que progresaban las tratativas entre la Confederación, Gran Bretaña y Francia se hacía más visible para todos que una nueva época de paz y progreso podía abrirse para el Río de la Plata.

El año 1849 significó, para Buenos Aires, un renacimiento mercantil. Después de la batalla de Vences había cesado toda lucha en territorio argentino, la inmigración había aumentado considerablemente, en Buenos Aires comenzaban a abrirse fábricas, el ganado lanar se había multiplicado en forma sorprendente, las provincias interiores gozaban de un discreto bienestar y la de Entre Ríos había hecho amplios progresos.

Todo este panorama hizo renacer en Londres la convicción de que Rosas seguía siendo el campeón del orden del Río de la Plata y el único capaz de proteger el comercio de importación.

La guerra que se mantenía por el Gobierno de la República Oriental pronto tendría fin, al menos para las armas argentinas. Sin embargo, Rosas tenía en aquel momento una preocupación y una obsesión: la preocupación era el general Urquiza, que daba muestras de una peligrosa independencia en sus actos; la obsesión era el Imperio del Brasil, del cual esperaba una agresión y estaba decidido a ganarle de mano y llevarlo a la guerra cuando fuera conveniente a los intereses de la Confederación.

Si el Tratado de Alcaraz había constituido el primer síntoma externo de que el gobernador de Entre Ríos abrigaba planes de mayor alcance en sus relaciones con Rosas, tal cosa no se le ocultó a éste, que rechazó el acuerdo en términos severos.

Pero mientras esto ocurre, Urquiza ha dado un nuevo y más grave paso: ha propuesto a los contendores uruguayos su mediación. Poco después, reconoce al Gobierno de Montevideo como Gobierno legítimo del Uruguay.

Esta actitud merece la más enérgica reprobación de Rosas que en Marzo de 1847 le enrostra haber violado el Pacto Federal por el que toda provincia se ha obligado a no concertar tratados con naciones extranjeras sin anuencia de las otras. En privado, Rosas califica de “ignominiosa” la conducta de Urquiza.

- Urquiza

Justo José de Urquiza tenía, por entonces, bien sentado prestigio. Provenía de una vieja familia de la costa oriental de la provincia, zona donde aquél comenzó su actuación política y militar y alcanzó una influencia dominante.

Rival de Echagüe, la derrota de éste en Caá Guazú le permitió reemplazarlo y asumir el Gobierno Provincial, lo que no fue muy del agrado de Rosas que siempre había sospechado de su independencia de juicio.

Ante la reacción de Rosas, Urquiza comprendió que no era el caso de un rompimiento abierto e invitó a Joaquín Madariaga a nuevas tratativas sobre las bases impuestas por Rosas. Las negociaciones se demoraron y Rosas le ordenó invadir a Corrientes. Urquiza no cumplió inmediatamente y avisó a Madariaga que la paz ya no era posible.

Otro factor que convenció a Urquiza de la inmadurez de la situación para llegar a la paz de la República fue el ataque que Fructuoso Rivera llevó a Paysandú, en los estertores de una vida política que se acababa.

Finalmente, Urquiza invadió a Corrientes donde los Madariaga lo aguardaban sin mayores esperanzas. El 27 de Noviembre de 1847 fueron derrotados en Vences. Benjamín Virasoro -correntino urquicista- tomó el Gobierno de la provincia.

Desde entonces, el jefe entrerriano tuvo el dominio político total de la Mesopotamia y estaba en condiciones de no tener que agachar nuevamente la cabeza:

* inició una política de conciliación;
* acogió emigrados de distintas parcialidades;
* aumentó el comercio con el Uruguay; y
* atenuó el lenguaje oficial.

Parece ser que -desde 1848- Rosas estaba dispuesto a provocar un incidente con el Brasil. Sólo así se explica su insistencia ante su embajador, el general Guido, para que se quejase al Gobierno Imperial sobre manifestaciones vertidas en el Parlamento brasileño.

Cuando el canciller de Pedro II accedió, por vía de conciliación, a dar explicaciones, que en rigor no debía, Rosas las hizo públicas por la prensa con el objeto de provocar una crisis en Río de Janeiro.

- Relaciones con el Paraguay. Rosas y el Brasil

Parte integrante del Virreinato del Río de la Plata, el Paraguay inició -después de la revolución de Mayo- una política exterior de aislamiento durante el mando del dictador Gaspar Rodríguez de Francia quien proclamó -desde un principio- la independencia de su país.

Organizado el nuevo Estado resistió, no sólo el dominio español, sino también la influencia de sus vecinos, la Argentina y el Brasil.

En Septiembre de 1840 falleció Rodríguez de Francia y dos años después un Congreso General Extraordinario dispuso ratificar la independencia y creó el pabellón y los sellos nacionales.

Poco después fue elegido presidente de la República Carlos Antonio López quien, a pesar de su título, siguió manteniendo el despotismo. La anterior política aislacionista fue modificada y el Paraguay entró por vez primera en relaciones con los países vecinos.

Fue enviado un comisionado a Buenos Aires para recabar el reconocimiento de la independencia paraguaya pero Rosas se negó argumentando que aquel territorio pertenecía a la Confederación Argentina y que una medida de tanta importancia sólo podía aceptarla después de consultar a las demás provincias.

López no tardó en incorporarse en la turbulenta política del Río de la Plata en contra de Rosas y con el apoyo del Brasil. Decidió intervenir en el Litoral argentino y cuando Rosas cerró el tráfico por el Paraná -para impedir el comercio fluvial de Corrientes- López firmó una alianza con la última provincia y envió tropas al general Paz, en un intento que fracasó.

- Brasil

Después de jurada la independencia del Uruguay -Julio de 1830- el Brasil se limitó a mantener una neutralidad aparente, vacilante y a veces contradictoria. Debió afrontar graves problemas de política interna, como la insurrección de carácter republicano y separatista de Río Grande(4), cuyos dirigentes habían establecido un Convenio de ayuda recíproca con los orientales partidarios de Rivera y con los emigrados argentinos.

(4) Acaudillada por Bento Gonçalves da Silva, la insurrección de los “farrapos” (harapos) se inició en Porto Alegre (1835) y no tardó en extenderse a otras regiones del sur del Brasil. Al cabo de nueve años de guerra fue sofocada por el conde de Caxias. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Editorial Troquel.

Después de la pacificación de Río Grande, el Imperio se mostró cauteloso en política exterior pues desconfiaba de Rivera y de Oribe, al mismo tiempo que temía una agresión de Rosas; en previsión de esta última, se inclinó hacia el Paraguay, cuya independencia reconoció.

La participación de Rosas en favor de Oribe en la Banda Oriental motivó una protesta del Brasil, pero cuando el Gobierno de Buenos Aires exigió que -de acuerdo con el artículo 39 de la Convención de 1828- se pronunciara ante la intervención anglo-francesa, la cancillería imperial no se expidió(5).

(5) Era evidente que el Brasil había reconocido la independencia oriental pero en forma clandestina intentaba nuevamente su anexión. Cuando Florencio Varela se dirigió a Europa para solicitar un más amplio apoyo por parte de Francia e Inglaterra, el Brasil comisionó al vizconde de Abrantes para que cumpliera idénticas gestiones en Londres, las que tampoco prosperaron. // Citado por José Cosmelli Ibáñez. “Historia Argentina”, Buenos Aires. Editorial Troquel.

Temeroso de Rosas, el Brasil no descansó en aplicar su plan para derribarlo y lograr su antigua ambición de dominio sobre la Cuenca del Plata. Después de sus triunfos en el Litoral, Urquiza se convirtió en una destacada figura política, por lo cual la diplomacia brasileña apoyó al caudillo entrerriano -a quien trataba de atraer desde 1845- para derrocar a Rosas.

A mediados de 1849 una peregrina incursión militar paraguaya en territorio argentino es tomada por Rosas como fruto de una intriga brasileña y exige nuevas explicaciones en términos enérgicos.

A partir de entonces sus exigencias a Guido son cada vez más perentorias, instruyéndole que, en caso de que no se den explicaciones suficientes, pida los pasaportes y dé por rotas las relaciones.

Esta exigencia no se entiende, si no es con el propósito de provocar un conflicto armado, en un momento en que el Brasil enfrentaba serias dificultades internas y Rosas creía haber alcanzado el cenit de su fortuna. Tenía, por entonces, casi 20.000 hombres en pie de guerra, lo que el Imperio difícilmente podía lograr.

Por fin, su insistencia produce frutos: Brasil no da más explicaciones. Guido anuncia que se retira y se rompen las relaciones el 11 de Septiembre de 1850.

- Urquiza y el Brasil

En el cálculo de Rosas hubo un serio error: pensó hacer la guerra al Brasil con Oribe y Urquiza y sus respectivas fuerzas, pero éste pensaba otra cosa. La agresividad del dictador argentino contra los brasileños le brindó a Urquiza una carta de triunfo.

Las fuerzas de Corrientes y Entre Ríos solas eran pocas para imponer un cambio pero, aliadas con Brasil, podían comenzar por enderezar a su favor la situación de la República Oriental y, con sus fuerzas acrecidas, sus espaldas guardadas y una colaboración naval, disputar a Rosas el dominio de la Confederación que era también disputárselo a Buenos Aires.

En Enero de 1851, un agente de Urquiza propuso en Montevideo al representante imperial una alianza para deponer a Oribe y expulsar a los argentinos de aquella República.

Brasil temía una derrota militar, que hubiera acabado con el Imperio; trataba de hacer méritos en Asunción y Montevideo y la expulsión de las fuerzas argentinas del Uruguay le quitaba una secular preocupación, de modo que no vaciló en aceptar la propuesta pero exigiendo que -previamente- Urquiza rompiera públicamente con Rosas.

Entretanto, la prensa entrerriana presentaba a Urquiza como “el paladín de la organización nacional”. La política del gobernador, comenzaba a hacerse pública.

- Chile

Finalmente, y como ilustración, cabe enseñar que los emigrados argentinos en Chile iniciaron una activa campaña contra Rosas mientras el Gobierno de aquel país -aprovechando la difícil situación creada por el bloqueo anglo-francés- envió una expedición al sur que desembarcó el 21 de Septiembre de 1843 en Puerto Hambre (Península de Brunswick) y tomó posesión “del Estrecho de Magallanes en nombre de la República de Chile”.

Rosas presentó una formal protesta ante el Gobierno trasandino por cuanto el poblado -Puerto Hambre- había sido erigido en territorio argentino. Chile se mantuvo en su posición pero se ofreció a resolver amigablemente el entredicho, mientras Rosas comisionaba a los publicistas Dalmacio Vélez Sársfield y Pedro de Angelis para que compulsaran los antecedentes y títulos legítimos de la Argentina.

El problema siguió pendiente hasta 1902 en que -por fallo arbitral- correspondió a Chile el dominio del Estrecho.

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