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EL AVANCE PARAGUAYO. DILATACION DE LAS ACCIONES

El enfoque del impacto de la ocupación militar sobre la población civil en la guerra de la Triple Alianza ha sido ampliamente estudiada, sobre todo en la sociedad paraguaya, referente a saqueos, pérdidas inmobiliarias, consecuencia de pobreza, etc., pero no así se hizo sobre la población correntina.

Además, las condiciones revestían situaciones distintas, ya que los saqueos en territorio correntino se dieron -casi en su totalidad- por un Ejército vencido, decepcionado y en retirada, mientras que los saqueos en Asunción se produjeron por tropas que surcaban los caminos de la victoria.

El enfrentamiento de la Alianza argentino-brasileña-uruguaya contra el Paraguay involucró fuertemente a las partes, pero los espacios geográficos donde se desarrollaron directamente las acciones bélicas alcanzaron un fuerte impacto que repercutió sobre todo en la población civil de las ciudades, pueblos o villas, que no sólo sufrieron violencia militar sino también las consecuencias de las victorias del vencedor y las derrotas del derrotado.

Entre aquellas desventuras de la población civil, se encuentra el padecimiento por saqueos y destrucción de la propiedad privada.

En los meses que duró la ocupación paraguaya en la provincia de Corrientes se registraron -en todos los Departamentos correntinos ocupados- denuncias por saqueos con distintos grados de violencia. Uno de los casos más emblemáticos ocurrido en territorio argentino fue el ataque al poblado correntino de Bella Vista.

Si bien los daños y perjuicios, como consecuencia de la guerra, impactaron y generaron padecimientos a la sociedad civil correntina en todos los Departamentos ocupados por las tropas paraguayas, estos tuvieron distintas intensidades.

- Situación política correntina

La ubicación geográfica de la provincia de Corrientes hizo que se transformara en una pieza estratégica clave para todo el desarrollo de la guerra que libraron Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay.

Las relaciones conflictivas entre Argentina y Paraguay eran de larga data y se manifestaban claras y notoriamente en la política exterior de cada país y estas actitudes se reflejaban en la prensa de la época.

Los periódicos argentinos, tanto en Buenos Aires como en las provincias -a partir del año 1864- hacían del tema de la relación con Paraguay y la política del Jefe de Estado paraguayo Francisco Solano López, epicentro de críticas y hostigamiento. En la provincia de Corrientes, las opiniones se encolumnaron a través de dos periódicos con criterios enfrentados: “El Progreso” y “El Independiente”.

El primero de ellos, mitrista y hostigador permanente hacia el Gobierno del Paraguay y, el segundo, urquicista y defensor de la política lopista. Estos periódicos no eran más que el reflejo de la opinión política de los grupos locales que -en el caso de Corrientes- estaban visiblemente diferenciados.

Un sector se manifestó visiblemente al registrarse la ocupación paraguaya a Corrientes, ya que la sociedad correntina se dividió entre los que rechazaron la invasión y los denominados paraguayistas, que la apoyaron.

Numerosas familias se dividieron por esa causa, existiendo casos paradigmáticos al registrarse posiciones enfrentadas entre padres e hijos, tal el caso de Teodoro Gauna -paraguayista- y su hijo Federico Gauna, que combatió en los batallones argentinos; o la familia del coronel Basilio Báez, que comandó batallones correntinos y uno de sus hijos lo hizo desde las filas paraguayas.

También podemos traer a la memoria el caso del gobernador Manuel Antonio Ferré y Nicolás Ferré -ambos, hermano y sobrino respectivamente del gobernador Pedro Ferré-; o los casos de Pedro Rolón, hermano del gobernador José María Rolón y Cayetano Virasoro, hermano del gobernador Benjamín Virasoro, entre otros(1).

(1) Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra de la Triple Alianza a través de los Periódicos Correntinos. (1865-1870)” (2004), pp. 115 y 139 Corrientes. Ed. Moglia S. R. L. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Desde el origen mismo de la invasión y como consecuencia de esto, se iniciaron procesos por el delito de traición a la patria, siendo el primero contra Ramón Contreras durante los primeros días de Mayo de 1865(2); también el gobernador Lagraña acusó y presentó pruebas ante el Fiscal General de la provincia, denunciando a Tomás Vedoya, Cayetano Virasoro, José Luis Garrido, Antonio Díaz de Vivar, Domingo Igarzábal, Ulpiano Lotero, Roberto Billinghurst y José Luis Fernández, todos hombres miembros de familias socialmente conocidas y de constante participación pública(3).

(2) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Copiador de Notas del Ministerio de Gobierno, Legajo 20, Años 1859-1869, f. 129.
(3) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Copiador de Notas del Ministerio de Gobierno, Legajo 20, Años 1859-1869, f. 131. // Todo citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Es conveniente aclarar que ninguno fue condenado y todos fueron absueltos y algunos de ellos -tal el caso del citado Contreras- llegaron a ocupar altos cargos en el Poder Judicial mientras se desarrollaba aún la guerra contra el Paraguay(4).

(4) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Copiador de Notas del Ministerio de Gobierno, Legajo 20, Años 1859-1869, fs.161 y 186. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Un testimonio de Tiburcio Gómez Fonseca describe y simplifica esta situación a fines de Noviembre de 1865:

“El Sr. Gobernador vino muy preparado contra los traidores y expidió un decreto de destitución en masa. Pero no crea Vd. que ese mandato se ha cumplido. Los traidores que tienen padrino no han salido, demás empleos. Y entre estos hay bien infames.
“Los demás siguen funcionando en sus puestos hasta 2da. orden, pues hasta hoy no se ha nombrado a nadie para reemplazarlos, a excepción de un Jefe de Policía, para sustituir al que renunció.
“Los traidores de marca pasean y se asocian a S. E. sin novedad, aunque dicen que los va a hacer fugar. Así van éstas y otras cosas, causando risa a quien las observa con imparcialidad”(5).

(5) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Sala 7. Correspondencia Privada, carta de Tiburcio G. Fonseca a Wadislao Gramajo, Corrientes 24 de Noviembre de 1865. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Del mismo modo se incentivaron denuncias públicas y privadas de parientes entre sí, como la realizada por Damaro Sánchez ante el gobernador Manuel I. Lagraña, que inculpó a su cuñado y su sobrino de ser paraguayistas(6).

(6) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Correspondencia Oficial, tomo 211, fs. 219. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Una particular recomendación -dirigida por el Ministerio de Gobierno al Juez de Paz de Paso de los Libres- exhorta a las autoridades locales a ser cautos y prudentes, en no proceder precipitadamente, ya que deben tener en cuenta las relaciones de amistad y parentesco que tenían los acusados del delito de traición a la patria(7).

(7) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Copiador de Notas del Ministerio de Gobierno, Libro de Notas a Jueces de Paz. Años 1864-1866, Legajo 23, f. 201. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Las causas motivadoras que explican el accionar de los paraguayistas son diferentes ya que algunos de ellos procedieron por convicción y otros por temor.

La Junta Gubernativa y los correntinos paraguayistas redoblaron esfuerzos por generar cierta independencia de las decisiones provenientes del Gobierno de Asunción y, paralelamente, intentaron instalar la idea de un enfrentamiento con el Gobierno presidido por Bartolomé Mitre y su alianza con el Brasil, objetivo este último que no pudieron lograr.

En aquel intento impusieron algunas disposiciones que pretendían el manejo de su propia soberanía, como la que estableció que la bandera correntina sea la que flamee en los edificios públicos y la que deba portarse por los batallones provinciales, sosteniendo que:

“... este Estado ha conservado ilesa su soberanía, como lo demuestran los actos externos e internos del Gobierno y como lo acredita aún, ante los más profanos, el hecho de ser el pabellón correntino el que ha estado enarbolado en los edificios públicos del Estado y, principalmente, en la Casilla del Resguardo, como no pudo ocultarse a la escuadra brasileña”(8).

(8) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Copiador de Notas del Ministerio de Gobierno, Legajo 24. Años 1866-1869, f. 135. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Víctor Silvero, uno de los triunviros de la Junta Gubernativa, al constituir un batallón en el Departamento San Luis del Palmar, su primer acto fue entregar a la columna la “bandera correntina”, afirmando que “ella simbolizaba la patria y su misión”(9).

(9) Archivo General de la Nación, Sala 7, Cuerpo 10, Armario 5, Nro. 12, fs. 110 y 110 vuelta. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Esta disposición se mantuvo hasta los últimos momentos de la ocupación paraguaya, como lo demuestra el caso de la batalla de Naranjitos, el 21 de Septiembre de 1865, cuando el general Manuel Hornos capturó, entre los vencidos correntinos, sólo la bandera de Corrientes, tal como lo describe en carta a Juan Vicente Pampín, cinco días después del combate(10).

(10) Isidoro J. Ruiz Moreno (2008). “Campañas Militares Argentinas (la Política y la Guerra. Guerra Exterior y Luchas Internas. 1865-1874)”, tomo IV, p. 81, Buenos Aires. Ed. Claridad. // Citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

Además, la Junta Gubernativa de Corrientes dispuso, para la identificación de sus soldados, un uniforme distinto, que se diferenciase de los paraguayos y de las tropas aliadas(11). Las manifestaciones de esta naturaleza fueron constantes durante los meses que duró la Administración política de la Junta Gubernativa(12).

(11) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Copiador de Notas del Ministerio de Gobierno, Legajo 23, Años 1864-1866. Circular del 15 de Julio de 1865.
(12) Para ver otros casos de manifestación política de la Junta Gubernativa consultar Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra de la Triple Alianza a través de los Periódicos Correntinos. (1865-1870)” (2004), pp. 97 y 98. Corrientes. Ed. Moglia S. R. L. // Todo citado por Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes (Impactos Políticos, Daños y Consecuencias en la Población Civil)” (2014), Corrientes. Ed. Moglia S. R. L.

- Dilatando las acciones

Un Tratado es una cosa; planificar y conducir una campaña militar, otra muy distinta. Los Ejércitos aliados ahora tenían un enorme teatro de operaciones en el cual luchar con los paraguayos. Pero, ¿podían coordinar sus acciones de forma efectiva? Las promesas color de rosa de una fácil victoria eran ciertamente alentadoras, pero nadie consideró los costos financieros y políticos que demandaba una guerra. Hasta allí, nadie había pensado en absoluto en términos prácticos.

Mientras la necesidad de una estrategia integral se comenzaba a estudiar con detenimiento, el general Wenceslao Paunero llegó al Litoral. Su misión forzosamente tomaba la forma de una maniobra de dilación hasta que la movilización general en toda la Argentina se completara.

Todas las fuerzas argentinas -incluyendo a los entrerrianos de Justo José de Urquiza- recibieron órdenes de ejecutar acciones que produjeran en el enemigo la máxima demora y evitar un combate decisivo contra el Ejército de Robles.

Los Aliados tenían algunas ventajas incluso en esta etapa temprana. Por un lado, el mariscal no atinó a concentrar sus fuerzas en el Oeste y había en vez de eso dejado diez mil hombres en Pindapoi para preparar una incursión a través del río Uruguay.

Si los paraguayos hubieran combinado sus fuerzas y marchado audazmente sobre Bella Vista y Goya, nada los habría detenido. Habrían tomado Paraná y podrían haber continuado para amenazar a Santa Fe, Rosario y el este de Entre Ríos.

Los paraguayos exhibieron otra debilidad a nivel divisional: la indecisión del general Robles. No tenía experiencia en el tipo de guerra convencional que ahora estaba siguiendo. Como resultado, se inclinó por tácticas más lentas y más prudentes.

Obviamente esperaba que los argentinos montaran un contraataque aunque, como debió haber reconocido, no estaban en condiciones de hacerlo. Es cierto que la cautela de Robles colaboró con sus esfuerzos de reconocimiento en las periferias, con lo que logró un grado de seguridad mayor para los paraguayos que el que habrían tenido de otra forma. Pero también es cierto que perdió un tiempo valioso.

Luego del 1 de Mayo de 1865, los Aliados adoptaron una estrategia de largo plazo que planeaba una confrontación directa con los paraguayos en el río Paraná, seguida rápidamente por la recaptura de Corrientes, el traslado a través del río a Paso de la Patria y, luego, remontar el Paraguay hasta Asunción.

Todo esto sería la tarea de los principales Ejércitos aliados que estaban siendo reunidos, organizados y entrenados en el pequeño pueblo entrerriano de Concordia, al otro lado de Salto, sobre el río Uruguay.

Mientras tanto, la provincia de Corrientes tenía que defenderse a sí misma con cinco mil irregulares. Un quinto de este número -casi toda la caballería- estaba posicionado cerca de la frontera con las misiones, desde donde cuidadosamente observaban las actividades de Duarte en Pindapoi; si los paraguayos hacían cualquier movimiento precipitado, los irregulares tenían órdenes de retrasarlos por cualquier medio necesario.

El comandante correntino en el Este, coronel Simeón Payba, sabía que sus hombres mostrarían muy poco entusiasmo en obedecer tales órdenes, por lo tanto se tenía que contentar con mantener las deserciones al mínimo. Problemas similares plagaban a los correntinos en el Oeste. Aunque en los papeles Nicanor Cáceres tenía al menos cuatro mil irregulares bajo su comando, en realidad el número variaba día tras día.

Estas tropas operaban sin artillería y sin apoyo logístico ni médico. Frecuentemente se rehusaban a cumplir las órdenes de sus oficiales. La experiencia le había enseñado a Cáceres que no debía esperar demasiado de estos hombres. El mismo era un taimado viejo guerrero que sabía muy bien cómo moverse, retirarse, circunvalar, pero también conocía a estos hombres y sabiamente evitaba presionarlos demasiado.

En cambio, entregó posiciones para ganar tiempo, haciendo sólo incursiones menores contra el flanco izquierdo paraguayo. Mantener contacto de esta forma ayudaba a restringir el reconocimiento paraguayo a un fino semicírculo alrededor del frente y el flanco de la columna de vanguardia de Robles, que se había limitado a realizar largas patrullas. Aunque estas tropas superaban en número a sus oponentes argentinas en una relación de ocho a uno, Robles continuaba avanzando apenas tentativamente.

Cáceres, a quien los porteños todavía despreciaban como un gaucho rústico, ahora comenzaba a cosechar beneficios de estas tácticas dilatorias. Su guerra de posicionamientos jugó en favor de Mitre y sus generales, quienes querían evitar batallas decisivas en esa etapa y la frecuencia de sus pequeñas incursiones y tumultos comenzaron a afectar la moral paraguaya.

- Primer choque armado

El 28 de Abril de 1865, los irregulares de Cáceres y la fuerza principal de Robles chocaron por primera vez a la vera del río San Lorenzo, un estrecho curso de agua localizado a mitad de camino entre Empedrado y Bella Vista.

El general paraguayo había despachado su Regimiento 25 de Caballería con seiscientos hombres a patrullar las orillas del río y confiscar todo el ganado que encontraran.

Un escuadrón de unos 50 soldados se movía a través de un alto pastizal cuando repentinamente se encontró rodeado por doscientos o trescientos correntinos, que gritaron en guaraní a los paraguayos que se rindieran.

Un oficial, el coronel Fermín Alsina, apresuradamente envió una Nota con la misma exigencia, amenazando a los paraguayos con degollarlos si se rehusaban. Pero fue esto último exactamente lo que hizo el escuadrón.

José de Jesús Páez, el teniente que comandaba a los montados paraguayos, rechazó cualquier parlamento y en vez de eso atacó decididamente. Sus hombres se abalanzaron sobre la primera línea de la caballería correntina y, con sus lanzas a diestra y siniestra, se abrieron camino hacia el bosque.

Cuatro paraguayos murieron, tal vez una docena resultó herida, y dejaron atrás las manadas de ganado que habían capturado más temprano. Esta acción en San Lorenzo -que duró menos de una hora- era típica de las que ocurrían a diario en el resto de la campaña de Corrientes(13).

(13) Fermín Alsina a Lagraña, San Lorenzo, 28 de Abril de 1865, citado en José Fermín González. “Corrientes ante la invasión paraguaya” (1916), p. 130, Corrientes; Robles a Bergés, Riachuelo, 30 de Abril de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Colección Rio Branco I-30, 10, 13, Nro. 10. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

El general Robles permanecía con su infantería en una posición defensiva en Riachuelo, todo el tiempo recibiendo refuerzos desde el Norte. Bergés y la Junta Gubernativa prometían enviar algunas tropas correntinas confiables para unirse a los paraguayos como parte de este refuerzo(14).

(14) Efraím Cardozo. “Hace cien años: crónicas de la guerra de 1864-1870” (1968-1982), publicadas en “La Tribuna”, tomo 1, p. 206, Asunción (trece volúmenes). Ediciones EMASA. La Junta Gubernativa más tarde emitió un llamado a las armas a todos los hombres correntinos entre diecisiete y cincuenta años de edad (decreto del 12 de Julio de 1865). Trató explícitamente de reorganizar las unidades de la Guardia Nacional de la provincia para apoyar a los paraguayos (decreto del 19 de Julio de 1865) e impuso penalidades para aquéllos que ignoraran la orden (decreto del 2 de Octubre de 1865). La mayoría de los correntinos ignoró el llamado pese a todo. Decretos citados en Hernán Félix Gómez. “Ocupación de Corrientes por Fuerzas Paraguayas” (1929), pp. 21, 30-31. Ver también el periódico “El Independiente” (Corrientes), 16 de Julio de 1865. // Todo citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Para la segunda semana de Mayo de 1865, la división Sur alcanzó el pico de veinticinco mil hombres, mucho más de lo que los argentinos podrían soñar. El tamaño de estas unidades importaba poco, sin embargo, debido a que la inacción de Robles le había costado ya demasiado tiempo. Más de tres semanas habían transcurrido desde el inicio de la campaña y no había avanzado todavía más allá de Empedrado(15).

(15) Sus hombres, que se sentían crecientemente impacientes, mataban el tiempo con la banda militar y con un grupo de seguidores del campamento (a quienes Robles eufemísticamente llamaba “huéspedes”); evidentemente, algunos soldados habían producido un suministro de aguardiente, lo cual amenazaba la disciplina y preocupaba a Robles. Ver Robles a Bergés, Corrientes, 2 de Mayo de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Colección Rio Branco I-30, 10, 13, Nro. 12. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Nicanor Cáceres podía darse el lujo de sentirse eufórico. Su pequeña banda de irregulares había retrasado efectivamente a toda la vanguardia del Ejército paraguayo(16).

(16) Wenceslao Paunero a Gelly y Obes, Bella Vista, 12 de Mayo de 1865. Biblioteca Nacional, Buenos Aires, Sección Manuscritos, Doc. 15.525. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Cuando Robles finalmente decidió moverse el 11 de Mayo de 1865, lo hizo en una curiosa dirección. Los paraguayos abruptamente forzaron su paso tierra adentro, lejos del Paraná y hacia los esteros, en el centro de la provincia. Antes de las 24 horas, el Ejército volvió a girar, primero al sur y luego al sudeste, antes de entrar finalmente en Empedrado el 14 de ese mes.

Esta extraña maniobra pudo haber engañado a algunos piquetes argentinos, pero su ejecución tomó tres días, cuando Empedrado habría con seguridad caído en no más de tres horas.

El 15 de Mayo de 1865, el largamente anticipado avance comenzó en serio cuando los paraguayos, ahora formados en una columna única, presionaron hacia el sur en dirección de Bella Vista. La vanguardia, comandada por el coronel José María Aguiar, ya había tenido su bautismo de fuego en los numerosos encuentros menores con Cáceres. Ahora, sin embargo, gozaba de una importante ventaja que -hasta el momento- había estado ausente.

Robles trajo la mayor parte de su artillería bien al frente de la columna desde donde podía apoyar el avance. Tan pronto como Aguiar halló resistencia, sus hombres pusieron sus cañones en posición y dispararon contra los correntinos a corta distancia. Cáceres, que no podía permitirse muchas bajas, invariablemente se retiraba.

Mediante este hábil uso de artillería, los paraguayos mantuvieron sus propias bajas en número reducido. Más importante aún, le ahorraron energía a sus caballos, sin la cual no les sería posible alcanzar su máxima intensidad más adelante(17).

(17) El coronel Thompson observó que la falta de buenos caballos fue un serio problema para los paraguayos durante toda la guerra; muchos sufrían de escoliosis, lo que los dejaba fuera de servicio después de muy corto tiempo y no siempre había disponibilidad en Corrientes para reemplazarlos. George Thompson. “The War in Paraguay with a Historical Sketch of the Country and Its People and Notes upon the Military Engineering of the War” (1869), pp. 52-53, Londres. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

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