La nacionalización de la política provincial y la crisis del liberalismo local
- El desencadenamiento de la guerra y su impacto en Corrientes
El 13 de Abril de 1865 un contingente de tropas paraguayas ocupó la Ciudad de Corrientes e instaló en ella una Junta Gubernativa bajo la tutela de oficiales de su país. Este episodio dio origen a la llamada Guerra de la Triple Alianza. Corrientes fue, durante la primera parte de la contienda, su principal escenario.
El impacto de la Guerra del Paraguay en la provincia puede analizarse desde diferentes perspectivas. Una de ellas y, sin duda fundamental, se vincula con la división que experimentaron ante el hecho sus élites dirigentes. En cierta medida, la guerra instaló con crudeza una nueva realidad estratégica en la provincia ya que, en la década de 1850 las fricciones con el Imperio del Brasil se habían incrementado.
El desencadenamiento de la Guerra de la Triple Alianza llevó a la provincia a aliarse indirectamente con aquél y a involucrarse en un conflicto con un Estado, el de Paraguay, con el que una parte importante de sus élites mantenía viejos vínculos políticos y comerciales.
Por otro lado, la guerra acentuó la presencia del Estado Nacional en la provincia a través de sus funcionarios civiles y militares. De esta forma, contribuyó decisivamente a la sujeción al Estado Nacional.
La guerra, al incentivar sobre nuevas bases la división interna de las élites locales y al fortalecer la presencia de los funcionarios nacionales constituyó, a mediano plazo, un nuevo factor de debilitamiento de la autonomía local. Por otra parte, por esta misma razón, se convirtió en un elemento que alteró sustancialmente las variables sobre las que, hasta entonces, se había desarrollado la política en la provincia.
Al finalizar la década de 1860, la nacionalización de la política correntina era ya un hecho irreversible. Esto hizo que las fuerzas provenientes del sudeste provincial se vieran impedidas de asentar en forma definitiva su hegemonía en la provincia. Desde la perspectiva de un sector de la élite, la contienda se asociaba explícitamente con la dominación creciente de los círculos porteños y de las fuerzas nacionales sobre la provincia.
La oposición a la guerra se articuló con un sentimiento antiporteño que se difundió en vastos sectores de las élites rioplatenses y que encontró un eco especial en importantes grupos de la población y la clase dirigente correntina(1). En este sentido, es preciso destacar una vez más que este acontecimiento no puede analizarse como un conflicto meramente internacional.
(1) Al respecto véase Alberto Lettieri. “De la República de la Opinión a la República de las Instituciones”, en Marta Bonaudo. “Liberalismo, Estado y Orden Burgués. 1852-1880” (1999), pp. 97-160. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. En este movimiento se incluyen autores como Juan Bautista Alberdi, Guido y Spano, Olegario Andrade y José Hernández, entre otros. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
La Guerra de la Triple Alianza constituye una fase relevante de la construcción del Estado Nacional argentino, lo que puede visualizarse claramente a partir del caso que nos ocupa. Por eso hay que precisamente analizar la guerra en el marco del proceso de articulación de la provincia en el Estado Nacional, poniendo especial énfasis en la forma en la que afectó a los equilibrios políticos internos.
En el imaginario de la élite local -en la década de 1850- fue tomando forma una hipótesis de conflicto cada vez más intensa con el Imperio del Brasil. Se señaló también que ese proceso reconocía distintos orígenes: por un lado, la creciente expansión de la provincia imperial de Río Grande del Sur sobre la costa del Uruguay y el territorio de las misiones.
Esto había dado lugar en la década mencionada a problemas fronterizos permanentes, constituyendo un factor que, objetivamente, impulsaba la integración de la provincia en el Estado Nacional. Se destaca entonces que este proceso era percibido como particularmente grave por esa misma élite a raíz de las expectativas que cifraba en el desarrollo de toda aquella región.
Obviamente, los testimonios contrarios a la guerra y a la Alianza con Brasil eran extendidos en vastos sectores de la élite intelectual y dirigente rioplatense y no se limitan a los hombres de Corrientes. Puede recordarse, sólo para mencionar un caso, el de Juan Bautista Alberdi quien, en diversos artículos, denunció la expansión brasileña en el Plata, haciendo hincapié en la necesidad del Imperio de asegurarse la libre navegación de los ríos en la región, particularmente del río Paraguay.
Alberdi hacía referencia a una necesidad natural de Brasil de expandirse para salir de la “zona tórrida”. En este contexto, destacaba cómo el entonces Estado Imperial necesitaba atraer inmigrantes que “ no tolerarían” la vida en la zona tropical. Esto exigía el avance hacia el Sur.
La oposición entre el principio republicano y el monárquico era también una de las claves a partir de las que el prestigioso publicista afrontaba el análisis del problema. Ya en 1856, en carta a Juan María Gutiérrez, le había señalado la necesidad de que la Confederación elaborase un “plan de seguridad” para el principio republicano en América del Sur(2).
(2) “Juan Bautista Alberdi a Juan María Gutiérrez, París, fines de Marzo de 1856”, en Juan Bautista Alberdi. “Cartas inéditas a Juan María Gutiérrez y a Félix Frías” (1953), Editorial Luz del Día, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En su argumentación destacaba también cómo los conflictos internos y la división en Argentina habían hecho posible la puesta en marcha del proceso expansionista brasileño(3).
(3) Una selección de testimonios contrarios a la guerra vertidos por distintas figuras de las sociedades rioplatenses de la época, puede verse en: “Proceso a la Guerra del Paraguay” (1968), Ediciones Caldén. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
La idea de que existía una expansión natural brasileña sobre el Litoral constituía una sensación compartida en diferentes sectores de las élites de estas regiones. Durante los años previos a la guerra, Urquiza había expresado su desacuerdo con una posible Alianza con Brasil en el caso de que se desencadenase un conflicto en el Litoral rioplatense. La resistencia a la guerra se hizo sentir de diferentes formas en todo el espacio ocupado por las provincias argentinas. En algunos lugares se expresaba como una lucha contra el reclutamiento compulsivo.
La impopularidad y la resistencia a la contienda en Corrientes siempre causaron, por otra parte, especial preocupación entre quienes conducían los Ejércitos de la Alianza. Incluso se contaba entre las causas que habían posibilitado la prolongación de la guerra en el tiempo. Así se lo comunicaba Mitre en una conocida carta a su vicepresidente Marcos Paz:
“¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra? Si la mitad de Corrientes no hubiese traicionado la causa nacional armándose a favor del enemigo, si el Entre Ríos no se hubiese sublevado dos veces, si casi todos los contingentes (incompletos) de las provincias no se hubiesen sublevado al venir a cumplir con su deber, si una opinión simpática al enemigo extraño no hubiese alentado la traición, quién duda que la guerra estaría terminada ya?”(4).
(4) De Bartolomé Mitre a Marcos Paz, Yataity Corá, Enero 24 de 1867, en “Archivo del general Mitre” (1911), Guerra del Paraguay, tomo IV, pp. 185-188. Una evaluación similar de la situación que provocó la guerra en Corrientes puede encontrarse en la comunicación dirigida por Rufino de Elizalde a Sarmiento, en Octubre de 1865. Elizalde señalaba entonces: “En efecto, los paraguayos invadieron creyendo que Corrientes se pronunciaría, que se pronunciarían Entre Ríos y que seguirían otras provincias y la Banda Oriental. Pero si bien sucedió esto en Corrientes, en gran parte, el general Urquiza lo impidió en Entre Ríos y demás lugares y en Corrientes mismo se sintió bien pronto la reacción”. Rufino de Elizalde al coronel Domingo Faustino Sarmiento, Buenos Aires, Octubre 11 de 1865, citado en A. Rebaudi. “La Declaración de Guerra de la República del Paraguay a la República Argentina” (1927), p. 231. Ed. Serantes Hnos., Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En este sentido, múltiples testimonios señalan la falta de resistencia que opusieron vastos sectores de la sociedad correntina a la invasión paraguaya. Si bien el gobernador Lagraña y parte de sus allegados abandonaron la ciudad con la llegada del contingente paraguayo, con posterioridad a la invasión se reunió una Asamblea de vecinos destacados en la Sala de Comercio de la capital. Allí nombraron una Junta Gubernativa integrada por tres conocidos miembros de la sociedad local: Víctor Silvero, Sinforoso Cáceres y Teodoro Gauna.
Esta Junta, bajo tutela de las tropas paraguayas, asumió el Gobierno formal de la provincia siendo disuelta luego de las primeras derrotas de aquéllas. La visión de la guerra desde el sector de la élite que vio con simpatía la llegada de las tropas paraguayas puede seguirse a partir de diversos testimonios. Las propias declaraciones de la Junta Gubernativa proporcionan en este contexto indicios particularmente relevantes.
Sus miembros acusaron al Gobierno Nacional de no respetar las tradiciones democráticas de la provincia y hacer causa común con el Imperio para absorber a las “Repúblicas del Plata”. Los argumentos de los correntinos “aparaguayados” se construían también a partir de la oposición entre el principio monárquico y el republicano. En este contexto, el Gobierno Nacional, y Mitre en particular, eran acusados de traidores a la causa republicana por su alianza con Brasil(5).
(5) Señala, por ejemplo, Alfredo Terzaga: “En ningún caso se presentó tan claramente como en Corrientes, el carácter de guerra civil que asumía esta guerra entre Estados hermanos”. Véase Alfredo Terzaga. “Historia de Roca” (1976). Ed. Peña Lillo Editor, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Otro testimonio particularmente útil para seguir las ideas de los sectores de la élite correntina que apoyaron la causa paraguaya es, sin duda, el de Víctor Silvero, uno de los miembros de la Junta Gubernativa. Luego de su disolución, sus integrantes se exiliaron en el Paraguay. Sinforoso Cáceres y Teodoro Gauna, fallecieron allí. Silvero, en cambio, se trasladó posteriormente a Brasil y regresó a Corrientes en 1872.
Un año más tarde fue procesado y encarcelado por el Juez Federal de la provincia. A través del proceso que se le siguió es posible advertir algunas de las características que asumió el debate sobre la cuestión de la guerra entre las élites de Corrientes(6).
(6) “Proceso por Traición a la Patria. Recurso de Queja de Víctor Silvero”, dos Cuerpos, en el Archivo General de la Nación, Fondo Juan José Biedma, Legajos 1.055-1.056. Basta recordar aquí que Silvero fue una figura cercana al círculo gobernante de Juan Gregorio Pujol y que llegó a desempeñar la titularidad de la Oficina de Rentas provincial en los primeros años de la década de 1850. Un análisis de los argumentos de Silvero -desde el punto de vista jurídico- puede verse en Dardo Ramírez Braschi. “Análisis del Expediente Judicial por el Delito de Traición a la Patria contra Víctor Silvero, miembro de la Junta Gubernativa correntina de 1865” (2003), en el XII Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
El principal argumento de Silvero ante la Justicia consistió en señalar que los miembros de la Junta fueron forzados por las autoridades militares paraguayas a cumplir con las tareas administrativas y de gobierno que les fueron encomendadas. Sin embargo, en su extenso alegato, incluyó diferentes tipos de apreciaciones sobre los orígenes y naturaleza de la guerra.
Señalaba entonces que Mitre, al aliarse con Brasil, había contrariado las tradiciones e inclinaciones de la Nación Argentina condenando, de esta forma, a Corrientes. Es interesante observar cómo Silvero, en su testimonio, atribuía la decadencia de la provincia a la misma guerra y al proceso de “nacionalización argentino”. Corrientes era una víctima -sostenía- del “despotismo constitucionalizado” y en este marco la influencia del propio Mitre sobre la provincia constituía un factor particularmente importante.
Este -agregaba- había convertido a los argentinos en un instrumento en pro de los planes de absorción y conquista que el emperador del Brasil desarrollaba contra la independencia de las Repúblicas del Plata(7).
(7) En este marco, Silvero llevaba también a cabo una comparación entre el tratamiento que las tropas argentinas y brasileñas habían otorgado a la población correntina, y el que le habían dado las paraguayas. Destacaba el trato de estas últimas y señalaba que las primeras habían contemplado a la población local como enemiga y actuado en consecuencia. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En este contexto, afirmaba Silvero que el triunfo del Estado Imperial no estaba ni en las simpatías ni en las conveniencias de la Nación Argentina. Así, como parte de un mismo movimiento, Silvero evaluaba la participación en la guerra y la extensión del predomino porteño sobre la provincia.
Las polémicas que provocó la guerra en Corrientes pueden analizarse también a partir de las discusiones que se suscitaron en la prensa local. Los debates que se reprodujeron aquí reflejaron las diferentes posiciones de la élite provincial frente al conflicto internacional. Mientras un sector relevante de la prensa correntina mantuvo una prédica neutral, otro adoptó un discurso fuertemente antibrasileño.
Por último, hubo quienes se pronunciaron contra la participación en la guerra sosteniendo que ésta beneficiaba esencialmente a Brasil y perjudicaba los intereses de la provincia(8).
(8) Sobre la repercusión de la guerra y las polémicas que provocó en la prensa provincial, puede verse Dardo Ramírez Braschi. “La Guerra de la Triple Alianza a través de los Periódicos Correntinos” (2000). Ed. Amerindia Ediciones Correntinas, Corrientes. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Los argumentos que se exhiben en los periódicos de la época, en este último sentido, hacían hincapié nuevamente en las diferencias existentes entre Brasil y el resto de los Estados hispanoamericanos. Mientras estos últimos respetaban los principios democráticos de Gobierno, Brasil era cuestionado fuertemente por su carácter imperial y por su condición de Estado esclavócrata.
Era imposible -se sostenía- que un Estado de estas características respetase a otros que se regían por principios democráticos de gobierno. La tendencia expansionista era, por otro lado, considerada como una característica esencial de los Estados monárquicos(9).
(9) Estas eran las posiciones adoptadas por el periódico “El Independiente”, que ofició como vocero de los grupos proparaguayos. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En las disputas políticas que se suscitaron en la segunda mitad de la década de 1860, la actitud ante la guerra ocupó un lugar central. En la impugnación de las credenciales del adversario político, la posición asumida ante la contienda era esencial. A menudo la acusación ante el enemigo político incluía una velada insinuación en torno “a su simpatía frente al invasor paraguayo”. Este tipo de impugnación mantendría su vigencia en la política correntina por un tiempo prolongado.
Por supuesto, a medida que la guerra fue extendiéndose en el tiempo y la derrota de las Fuerzas paraguayas pareció inevitable, la prédica antibrasileña fue perdiendo vigor, aunque apareció de todos modos en relación a determinadas circunstancias, como la presencia de Fuerzas imperiales en el territorio de la provincia o en vinculación con las consecuencias que, sobre el estado sanitario de la población local, dejaba la instalación de los hospitales militares en la ciudad capital.
Pero, sin duda, en una nueva apreciación del impacto que causaba la contienda en la provincia debe incluirse la evaluación de sus efectos económicos. Es posible que esto haya contribuido a morigerar, en gran medida, la resistencia que la Alianza con Brasil había generado en Corrientes. Diversos autores han enfocado el problema de la guerra a partir del análisis de las diferentes oportunidades de negocios que la misma generó(10).
(10) Se trata de una postura muy común entre muchos historiadores vinculados al llamado revisionismo histórico. En esta línea puede consultarse el trabajo de León Pomer. “La Guerra del Paraguay” (1986). Ed. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
El hecho concreto es que aquélla dio lugar a un intenso movimiento comercial, particularmente en la capital de la provincia. Aunque muchos han sostenido que los principales beneficiarios de este movimiento fueron los comerciantes porteños, es indudable que dichos beneficios se extendieron a diversos actores de la sociedad y la economía correntina.
Es posible observar cómo, tanto las autoridades locales como nacionales, compraron sistemáticamente en la provincia caballos y ganado para los Ejércitos y cómo dichas compras dieron lugar también a diferentes tipos de movimientos especulativos. A través de distintos tipos de testimonios puede advertirse el febril movimiento mercantil que recorría la capital de la provincia, hecho que se traducía, entre otros factores, en el alza del costo de la vida.
Los efectos de esta situación no pasaban desapercibidos para las propias autoridades que atribuían el superávit fiscal del año 1867 -prácticamente el único de la década, en el que no se registró un déficit- a los resultados del movimiento comercial generado por la guerra.
- El Gobierno de Evaristo López, la nacionalización de la política y los agentes del Gobierno Federal
El inicio de la guerra fortaleció nuevamente los procesos de militarización local y otorgó a los jefes de los regimientos de la Guardia Nacional de la provincia un papel decisivo. El grupo ligado al gobernador Lagraña, que había huido de la ciudad poco antes de la invasión, era sumamente débil y, en consecuencia, la organización de las Fuerzas que iban a resistir la incursión paraguaya recayó en Cáceres.
Las Fuerzas paraguayas no llegaron, en su avance hacia el sur, a ocupar los Partidos situados del otro lado del río Corriente y, por eso, fueron las milicias de esta región las que asumieron el control de la provincia. La elección del sucesor del gobernador Lagraña, efectivizada en Diciembre de 1865, fue manejada por Cáceres y sus milicias.
Evaristo López, allegado a aquél y antiguo Jefe Político de Goya, cargo que en algunos Departamentos de la provincia a principios de la década de 1860 había reemplazado al de Comandante Departamental, asumió entonces el Gobierno(11).
(11) Sobre la introducción de la institución del Jefe Político véase Enrique Schaller. “La Jefatura Política en Corrientes” (1999), en el XVIII Encuentro de Geohistoria Regional, Resistencia. Sobre la figura y el Gobierno de Evaristo López, puede verse el texto de Dardo Ramírez Braschi. “Evaristo López, un gobernador federal” (1997). Ed. Amerindia Ediciones Correntinas. Corrientes. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
El paso de Cáceres, una vez más, al primer plano de la política provincial, introdujo nuevos factores de división entre la élite política. Su ascenso implicó un desplazamiento de los liberales correntinos, aquellos hombres del núcleo urbano capitalino que gobernaban la provincia desde principios de la década del sesenta con el apoyo de los Jefes departamentales cercanos al mitrismo, y el fortalecimiento de los “federales” próximos a Urquiza, como el mismo Cáceres, cuyos vínculos con el hombre fuerte de Entre Ríos se habían reanudado.
La oposición entre el grupo urbano de raigambre liberal y el nuevo gobernador se acentuó con el tiempo, denunciando, los miembros del primero, lo que consideraban una reinstalación del caudillismo en el Ejecutivo Provincial. De todos modos, como señalara Tulio Halperín Donghi, el peso de Cáceres fue suficiente para instalar en el Gobierno a López, pero no para otorgarle una sólida base política(12).
(12) Tulio Halperín Donghi. “José Hernández y su Mundo” (1985), pp. 23 y sigts. Ed. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Esto se evidenció en las dificultades que tuvo este último para ejercer el Gobierno. En las resistencias, revueltas y conspiraciones que debió afrontar Evaristo López durante su mandato, había ahora un nuevo actor que cumplía un papel clave: se trataba de los agentes del Gobierno Nacional.
La incidencia de éstos se revelaría decisiva ya en los últimos años de esta década y los primeros de la siguiente. Que Cáceres no pudiese, finalmente, asentar el poder de su allegado, Evaristo López, se debió justamente al proceso de nacionalización de la política local.
La oposición de los liberales correntinos a Evaristo López fue permanente y tuvo lugar desde el comienzo de su gestión como gobernador. El Ejecutivo Provincial fue hostigado en forma continua a través del periódico “La Esperanza”. Además de ser acusado por su práctica autoritaria, se señalaba desde las páginas de esta publicación que el Gobierno de la provincia no respaldaba con la energía suficiente la causa de la Triple Alianza.
Desde “La Esperanza” se apoyaba públicamente al Imperio y se proclamaban sus virtudes ante la opinión pública local. El Gobierno hizo conocer sus posiciones durante esta época a través de “El Eco de Corrientes”, que contó como redactor a José Hernández. Las polémicas suscitadas desde ambas publicaciones muestran con claridad el papel que la posición ante la guerra desempeñó en la fractura y en la lucha entre las fracciones de la élite local.
Con el paso del tiempo, las polémicas desatadas desde la prensa se volvieron más virulentas acentuando las diferencias en el Interior de la élite en el contexto de una cruenta lucha facciosa. En gran medida, la debilidad de la misma élite provocada por estas disputas acentuó el poder de los funcionarios federales.
Las mismas fracciones locales presionaron para involucrar a estos funcionarios en sus estrategias y hacer uso de su poder e influencia con el objeto de decidir el rumbo de la política local. Esta presión fue sistemática y permanente en los primeros años de la segunda mitad de la década de 1860 y afectó, entre otras dependencias, a la Justicia Federal.
En el contexto del debate entre los periódicos mencionado anteriormente, el Juez Federal con asiento en la capital de la provincia fue reiteradamente presionado para perseguir a distintos miembros de la élite local cercanos al Gobierno y que eran acusados de haber tenido una activa participación, apoyando la invasión paraguaya(13).
(13) Los imputados pertenecían a las familias más renombradas de la élite local: Díaz de Vivar, Billinghurst, Igarzábal, Vedoya y Esquivel. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Desde la prensa que expresaba los intereses del Gobierno, se defendió con vehemencia la actitud de ese mismo Juez, remiso a iniciar los procesos por “traición a la patria”. Más allá de los argumentos puntuales desatados en la discusión, lo que ésta evidenciaba era la dificultad de los funcionarios federales para mantenerse, en este contexto, al margen de la política local.
La prensa oficial de aquellos años denunció además en forma permanente el accionar de los empleados de otras Oficinas nacionales que, se señalaba, conspiraban contra el Gobierno Provincial. Ya la conducta del Administrador de Rentas Nacionales había provocado conflictos que tuvieron una repercusión particularmente importante.
En 1866, funcionarios nacionales adscriptos a la Capitanía de Puerto en Corrientes participaron en una insurrección contra el Gobierno local. También empleados de la Justicia Federal, como el Procurador asentado en el Juzgado de sección de la provincia, habían estado involucrados en el episodio y, por eso, desde la provincia se pidió su alejamiento, insistiéndose en que su condición inhibía su participación en la política local(14).
(14) “Decreto separando al doctor Benítez del cargo de Procurador Fiscal”, en el “Registro Nacional de la República Argentina” (1884), p. 154, que comprende los documentos expedidos desde 1810 hasta 1873, tomo V, Buenos Aires. Imprenta La República. Se señalaba entonces que se destituía al Procurador “a consecuencia de la participación que de pública notoriedad tomó en los últimos sucesos que han tenido lugar en dicha provincia, contrariando la recomendación que, por regla general, han sido hechas a los empleados nacionales, de no mezclarse en los asuntos internos de provincia”. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En Julio de 1868 nuevamente el Procurador Fiscal del Juzgado Federal fue objeto de un pedido de destitución acusado de conspirar contra el Gobierno Provincial. El entonces gobernador, lo denunció ante el ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación e incluso lo obligó a retirarse de la ciudad capital de la provincia. Esto, a la vez, dio lugar a un incidente entre el gobernador y el ministro mencionado(15).
(15) Al respecto véase Abelardo Levaggi. “Judicatura y Política” (1997), p. 233. Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Sin embargo, como era previsible, los principales problemas derivaron de la participación activa en la política interna de la provincia de los oficiales del Ejército Nacional. En este sentido, es preciso volver a recordar que Corrientes constituyó el lugar de asentamiento de los Ejércitos durante gran parte de la guerra y fue nudo de tráfico para el abastecimiento y sitio de instalación de los hospitales militares. Todas estas circunstancias alteraron profundamente la vida de la ciudad y de la provincia.
La participación de los oficiales del Ejército Nacional en la política local debe entenderse, además, en función de diferentes tipos de variables. En primer término, es necesario tener presente que muchos oficiales de las milicias locales, como se verificaba en el caso de Cáceres, habían sido incorporados en distintos grados en el Ejército Nacional. Estos antiguos jefes milicianos, convertidos ahora en oficiales del Ejército Nacional, tenían fuertes y concretos intereses en la política local.
La otra dimensión central del problema se vincula con la gravitación creciente que, en términos generales, adquirió el Ejército en la vida política e institucional argentina a partir de la misma Guerra del Paraguay que contribuyó, como se sabe, decisivamente a su consolidación y, consecuentemente, a la del Estado Nacional. Esto se evidenció en la participación que una parte importante de la oficialidad del Ejército tuvo en la elección de Domingo Faustino Sarmiento como sucesor de Mitre.
El vínculo entre las autoridades locales y los oficiales del Ejército Nacional fue conflictivo desde un principio. Ya Manuel Lagraña, gobernador de la provincia en tiempos de la invasión, protagonizó diversos tipos de conflictos con Wenceslao Paunero, el primer general del Ejército Nacional que se hizo cargo de las tropas correntinas. En este caso, la actitud de Mitre fue muy clara en su respaldo a Paunero.
Sin embargo, a medida que la guerra se prolongó y el Ejército fue tomando una actitud cada vez más independiente del entorno mitrista, el presidente de la Nación se mostró más renuente a dar respaldo incondicional a las intervenciones de los oficiales en la política local. Así, entre 1867 y 1868, Mitre se manifestaba particularmente preocupado por la acción de estos últimos y de otros empleados nacionales, no sólo en la política correntina sino también en las cuestiones internas de otras provincias.
Ya en 1866, cuando se produjo el primer conato de revuelta contra el Gobierno de la provincia, protagonizado por oficiales del Ejército Nacional, Mitre manifestó su disgusto al entonces ministro de Guerra, Juan A. Gelly y Obes(16).
(16) De Bartolomé Mitre a Juan A. Gelly y Obes, Cuartel General (Curuzú Cuatiá), Septiembre 15 de 1866, en “Archivo del general Mitre” (1911), Guerra del Paraguay, tomo III, pp. 94-95. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Mucho más severa fue la comunicación que volvió a cursarle en Junio de 1868, cuando éste se desempeñaba como General en Jefe del Ejército de Operaciones en el Paraguay, con motivo de nuevos incidentes sediciosos en Corrientes. Entonces calificaba a la situación como escandalosa, particularmente por la participación de los jefes y oficiales del Ejército en Operaciones.
Las quejas de Mitre tenían dos destinatarios: por un lado, los oficiales de origen correntino, particularmente el propio Cáceres. Por otro, algunos de los oficiales del Ejército Nacional más vinculados a su propia persona. Eran muy duros, en este sentido, los cuestionamientos dirigidos a su hermano, Emilio Mitre, en ese entonces comisionado del Gobierno Nacional en la provincia, por la forma en que se había involucrado en la política interna correntina(17).
(17) Señalaba Mitre en carta a Gelly y Obes:
“Me parece que Emilio no ha hecho nada hasta ahora, ni se ha dado cuenta exacta de los objetos de su comisión, y aún creo que se ha mareado un poco con la política local que, como todas las políticas que se llaman locales, no es más que una explotación o una inmundicia que da repugnancia hasta mirarla de lejos. Sin aprobar la revolución y sin dejar de simpatizar en el fondo con sus aspiraciones, ya que ella ha tenido lugar, necesitamos proceder con tanta cautela como actividad y decisión, porque la cuestión de Corrientes puede convertirse en un nudo ciego, así para la política interna como para la guerra exterior en que estamos comprometidos. Escribo a Emilio sobre el particular, llamándole fuertemente su atención sobre puntos muy importantes y lo hago con alguna severidad, porque me parece que está muy distraído”.
De Bartolomé Mitre a Juan A. Gelly y Obes, Buenos Aires, Julio 8 de 1868, en “Archivo del general Mitre” (1911), Guerra del Paraguay, tomo III (continuación), pp. 256-257. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
De este modo, el presidente de la Nación hacía explícitas sus quejas por la independencia que habían adquirido los oficiales y generales cuyo ascenso él mismo había promovido. La politización e involucramiento del Ejército en los asuntos internos de la provincia aparecía como un proceso que escapaba a su control.
Advertía Mitre, además, el surgimiento en el seno de las Fuerzas militares de un sentimiento contrario a su persona que fue creciendo como resultado de las derivaciones de la guerra y que culminaría en el apoyo a la candidatura de Sarmiento. Por otro lado, en este mismo período, el grupo entonces gobernante en la provincia comenzó a denunciar con fuerza lo que entendía como una tendencia creciente hacia el unitarismo y que se verificaba a nivel nacional.
Esta tendencia, que se agudizaba a medida que se aproximaban las elecciones nacionales, era vehiculizada -se señalaba- por oficiales del Ejército Nacional, como Arredondo y Gelly y Obes.
Es así que las presiones contra Evaristo López estaban fuertemente motivadas por la voluntad de incidir en las elecciones nacionales. En este sentido, los comicios presidenciales de 1868 introdujeron nuevos factores de perturbación en la política local. Sarmiento, Rufino de Elizalde y Urquiza eran posibles candidatos y la presencia de López, apoyado por Cáceres, hacía previsible para distintos sectores del liberalismo rioplatense el apoyo de los electores de la provincia a la candidatura de Urquiza.
Los hombres del Ejército Nacional no podían, en este contexto, mantenerse neutrales. En consecuencia, en Mayo de 1868, el Gobierno local fue derrocado por una insurrección encabezada por el comandante de la Guardia Nacional de la capital y por varios oficiales del Ejército de Línea, correntinos de origen y vinculados directamente a la figura del presidente de la República.
La actitud de éste ante el movimiento fue ambigua. Por un lado, la apoyó, ya que era fundamental controlar la provincia en su estrategia con vistas a las elecciones presidenciales. Sin embargo, procuró mantener su apariencia de neutralidad y evitar la generalización de la guerra civil allí. En este marco, le interesaba impedir que se extendiese la influencia de muchos de los oficiales del Ejército de Línea a los que, evidentemente, no controlaba.
Mientras tanto, el caudillo de Curuzú Cuatiá se retiró de su puesto de combate en el Paraguay para apoyar a Evaristo López y la guerra civil se instaló de lleno en la provincia. Cáceres se sostuvo en las fuerzas de la Guardia Nacional asentadas en la región del río Uruguay; Raymundo Reguera y Nicolás Ocampo, que habían ejercido una influencia decisiva en la insurrección de Noviembre de 1861, lideraban ahora las tropas afectas al liberalismo correntino.
Como en la década anterior, Cáceres trató de buscar apoyos en el Norte de la provincia de Entre Ríos, pero la intervención del Gobierno Nacional puso un rápido límite a sus intentos. Finalmente, fue derrotado por las tropas nacionales que estaban al mando de Emilio Mitre. Su influencia en la provincia se extinguió en forma definitiva con este episodio.
La guerra y los funcionarios nacionales que llegaron con ella acentuaron entonces un proceso que durante la década de 1860 se volvía cada vez más nítido: la nacionalización de la política local. La política en la provincia se hizo por entonces cada vez más diversa y compleja, al mismo tiempo que se nacionalizó. Se hicieron entonces evidentes los límites que se imponía a cualquier intento de modificar la situación política provincial sin la complicidad tácita o explícita del Poder Federal.
El proceso que culminó con la elección presidencial de 1868 mostró así, finalmente, cómo los acontecimientos locales se subordinaban ahora a los de la política nacional.
- La crisis del liberalismo correntino
Los años comprendidos por la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento estarían caracterizados por una notable agudización de la lucha facciosa en la provincia. Nuevamente aquí, se haría sentir la ausencia de un núcleo interno con capacidad para disciplinar y controlar a las distintas facciones de la élite local.
Por otra parte, la orientación de los acontecimientos a partir de entonces mostraría también que el poder de Cáceres y de los caudillos del Sur provincial ya no era suficiente para construir un sistema hegemónico en la provincia. La región del Sur correntino no iba a terminar entonces de imponer su hegemonía, pero la causa de esto radicaba en la intervención abierta del Poder Nacional en proceso de franca consolidación durante la década de 1870.
Las variables de la vida política provincial eran ahora alteradas significativamente por los intereses y la acción de las Fuerzas respaldadas por las Instituciones del Estado y el Gobierno Nacional.
Una vez que las Fuerzas nacionales -al mando de Emilio Mitre- reprimieron la revuelta de Cáceres asegurando la vigencia del orden político afecto al oficialismo, en Corrientes se celebraron nuevas elecciones en las que fue electo gobernador José María Guastavino, un antiguo Juez Federal de gran prestigio en la provincia.
El vicegobernador designado era Santiago Baibiene, uno de los oficiales del Ejército Nacional que había liderado la insurrección contra el Gobierno de Evaristo López. Poco tiempo después, el mismo Baibiene, ante la renuncia del gobernador, asumiría la máxima magistratura provincial ahora fortalecido en la política local por su rol en la guerra.
Baibiene adhería a la figura de Bartolomé Mitre en el orden nacional. Este factor signaría su destino político. Con posterioridad a la insurrección de López Jordán en Entre Ríos que culminaría con el asesinato de Urquiza, las Fuerzas correntinas fueron convocadas para restablecer el orden. El mismo Baibiene cumplió un papel fundamental en la batalla de Ñaembé que terminó con el poder de López Jordán.
Esto conllevó un fortalecimiento momentáneo de su capacidad para arbitrar en las luchas políticas locales. Así, su participación decisiva en esa contienda, al servicio del Ejército Nacional, le permitió imponer a los Jefes Departamentales la candidatura del nuevo gobernador, Agustín Pedro Justo(18).
(18) Al respecto puede verse Hernán Félix Gómez. “Los últimos sesenta años de Democracia y Gobierno en la Provincia de Corrientes. 1870-1930” (1931). Ed. Talleres Gráficos Argentinos L. J. Rosso, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Muchos de los hombres que se identificaban con el liberalismo manifestaron su descontento por la arbitrariedad con que el entonces hombre fuerte de la provincia impuso al nuevo gobernador y, sobre todo, con su decisión de apoyarse en un círculo extremadamente pequeño que se apropió de los principales lugares en el gabinete.
Esto produjo una nueva división en el liberalismo correntino y un movimiento en el que el gobernador Justo fue derrocado. Los años que llevaron a la elección de Nicolás Avellaneda como presidente de la Nación en 1874, y la derrota definitiva del mitrismo revolucionario, estarían signados entonces por la incapacidad de los liberales locales para conservar el poder y no dividirse internamente.
La fractura del partido liberal -señalaría años más tarde Manuel Florencio Mantilla- iba a permitir que Julio Roca conquistase sin demasiados problemas la provincia. Sin las disidencias internas de los liberales -afirmaba- “la conquista de esta provincia hubiera sido más humanitaria y menos depredadora”(19).
(19) Manuel Florencio Mantilla. “La resistencia popular de Corrientes en 1878” (1891). Ed. San Martín, Escuela de Artes y Oficios de la Provincia. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
La capacidad de intervención del Poder Nacional en Corrientes se hacía aún más evidente en la década de 1870 a raíz de la misma división de los liberales. También lo era para el mismo Baibiene a la hora de reflexionar sobre los sucesos en los que había tenido una participación protagónica.
Este, al repasar los acontecimientos de los últimos años en la provincia, percibía con enorme claridad el avance incontrastable del Poder Nacional. Denunciaba indignado la violación de la libertad de sufragio y la intervención en la política local del propio presidente de la Nación y los miembros del gabinete nacional.
Recordaba entonces que cuando había decidido salir en defensa de Agustín P. Justo, “sabía que iba a luchar contra el poder de la influencia nacional, que yo mismo había contribuido en gran manera a que se robusteciese en Corrientes; sabía que no había un solo gaucho que no estuviese persuadido de que la revolución se hacía bajo los auspicios del presidente de la República”(20).
(20) “Manifiesto del coronel Baibiene” (1872), p. 9. Imprenta del periódico “La Opinión”, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En el marco de este proceso que había posibilitado la extensión de la influencia del Gobierno Nacional en Corrientes, examinaba también autocríticamente el ex gobernador su participación en la guerra de Entre Ríos librada contra las fuerzas de López Jordán, a quien identificaba explícitamente con la defensa del principio de la autonomía provincial.
Evaluaba entonces que la represión de la revuelta jordanista “llevada a cabo para castigar el asesinato político”, no había constituido más que una “farsa criminal” que había conducido a acumular el poder en manos de quienes no velan a la patria “sino bajo el prisma de las presidencias y los ministerios”(21).
(21) “Manifiesto del coronel Baibiene” (1872), p. 9. Imprenta del periódico “La Opinión”, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Así, el intento de Baibiene de sostener a Agustín P. Justo en el Gobierno fracasó. Las elecciones en las que se había designado a este último fueron impugnadas por fraudulentas. En la batalla de Paso del Medio, varios de los Jefes Departamentales -que una década atrás habían desempeñado un rol fundamental en la caída del gobernador José María Rolón- derrotaron al caudillo baibienista Acuña.
Así quedó sellada la derrota del mitrismo en la provincia y la victoria de los sectores que, en el orden nacional, iban a apoyar la candidatura presidencial de Nicolás Avellaneda y que recibían en Corrientes el nombre de fusionistas.
El liberalismo correntino ingresó entonces a finales de 1871 y principios de 1872 en una profunda crisis interna, paralela a aquélla en la que ingresaría el mitrismo luego de su fracasada insurrección de 1874. El proceso correntino puede enmarcarse entonces dentro de uno mayor, por el cual las fuerzas políticas porteñas vinculadas originalmente al mitrismo, fueron perdiendo posiciones en el Interior.
En este marco se verificaba el lento surgimiento de la red política sobre la que se sostendría el Gobierno de Julio Argentino Roca. Aquí, una vez más, el poder del Ejército y de las instituciones vinculadas al Estado Nacional se revelaría decisivo(22).