PRIMER PERIODO DE GOBIERNO DE JUAN GREGORIO PUJOL
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- El Congreso General elige gobernador
El 11 de Julio de 1852, el Congreso General elige Gobernador propietario -para terminar el período del general Benjamín Virasoro- al doctor Juan Gregorio Pujol y, al comunicárselo al gobernador provisorio (por estar el titular ausente), Manuel Antonio Ferré(1), le encarece se dirija al Director Provisorio de la Confederación, el general Justo José de Urquiza, para que comunicase al doctor Pujol el nombramiento.
(1) Citado en el Archivo de Pujol que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo II, p. 77. Editorial Kraft, Buenos Aires. // Referenciado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
La ley es promulgada el 12 de Julio de 1852, dirigiéndose el gobernador provisorio al Congreso, felicitándolo por la designación. Acompañaba a Ferré -a su Oficio- una Nota congratulatoria por la misma circunstancia del coronel Nicanor Cáceres.
El 18 de Julio de 1852, Manuel Antonio Ferré comunicaba al doctor Pujol su nombramiento, que éste recibió(2) juntamente con una carta del coronel Nicanor Cáceres, que le ofrecía todo su apoyo e influencia, de fecha 22. Era una garantía de estabilidad para la Administración a iniciarse.
(2) Citado en el Archivo de Pujol, que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo II, p. 77. Editorial Kraft, Buenos Aires. // Referenciado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
El doctor Pujol recibió, el 1 de Agosto, las comunicaciones oficiales de su nombramiento -por intermedio del general Urquiza- apresurando su traslado a Corrientes.
El 22 de Agosto de 1852, ya en la ciudad, manifestaba al Gobierno provisorio la aceptación del cargo, que éste comunicaba al día siguiente al Congreso(3) y, fijado por la Asamblea Legislativa el día 25 de Agosto de 1852 para la recepción del juramento de ley, así lo hace, asumiendo el mando el mismo día. Es el 14to. gobernador constitucional de Corrientes.
(3) Los documentos a que se hace referencia aquí en el Archivo de Pujol que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo II, pp. 80 y sigts. Editorial Kraft, Buenos Aires. // Referenciado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
La obra de Pujol, plena en grandiosidades, no fue hecha en los meses que faltaban para integrar el período de Benjamín Virasoro, plazo de su primera elección. El gobernador tendrá un solo mandato gubernativo, siendo reelecto dos veces, por lo que su permanencia al mando del P. E. estará dividido en tres períodos: 1852-1853; 1853-1856; y 1856-1859.
Apenas si en este breve término -lleno de malestar político- pudo salvar su único programa de Gobierno: el de mantener la paz y respetar las Instituciones y el afán, sincero y continuo, que puso en el propósito, constituyó factor decisivo para que la democracia correntina lo mantuviera en ese honroso cargo.
- Delegaciones del P. E.
Varias veces, durante los siete años y nueve meses de Gobierno, se vio el doctor Juan Gregorio Pujol en la necesidad de delegar su autoridad, ya para ocurrir en defensa de las Instituciones, cuanto para visitar los Departamentos de la provincia en cumplimiento de preceptos constitucionales.
Implicando estas delegaciones sucesos de interés político, desde que contienen la orientación de su pensamiento en la elección del subrogante, hemos de consignarlas.
El gobernador Pujol tuvo que delegar el mando ocho veces durante su Gobierno, de los cuales dos se registrarán en este primer período de Gobierno:
* La primera delegación se produce el 14 de Octubre de 1852 hasta el 10 de Enero de 1853, subrogándolo Juan Baltasar Acosta, uno de los ciudadanos más honorables del pasado, que varias veces desempeñó el Poder Ejecutivo -en igual carácter- de delegado.
Pujol se ausentó de la capital con el objeto de visitar algunos pueblos de la campaña, para conocer sus necesidades y proveer a ellas.
Acosta desempeñará en varias ocasiones el Gobierno delegado de la provincia, a satisfacción de los propietarios cuya confianza les mereciera. Ocupó diversos puestos y, llamado a desempeñar el cargo de Senador al Congreso Nacional, tuvo que hacer renuncia de él a causa de una grave enfermedad, de que sucumbió en Mayo de 1856.
* La segunda delegación, provocada por la alteración del orden en el Departamento del Paiubre, comprende del 1 de Marzo de 1853 al 16 de Abril del mismo año, subrogándolo en el Secretario General, Gregorio Valdés, el mismo que también ocupa el Poder Ejecutivo cuando, desde el 31 de Mayo al 17 de Septiembre del mismo año de 1853, el doctor Pujol concurre a reprimir el alzamiento del coronel José Berón, ya que se hizo necesaria la presencia del gobernador propietario en el teatro de los sucesos.
- La obra política de Pujol
Dice el doctor Pujol, en la “Introducción a la Historia de los Partidos Políticos en la República Argentina”(4):
“La Revolución de Mayo nos había dejado en un desquicio completo: segregadas y separadas todas las provincias y todas las clases. La parte ilustrada, por un lado; por otro, la clase militar; aquí, el pueblo ignorante; más allá, en el fondo de una oscuridad aparente, pero siempre en vigilancia, siempre alerta, un grupo de amigos decididos, y acérrimos defensores de todos los dogmas del régimen colonial. Así era nuestra Nación”.
Y agrega:
“Nuestra sociedad estaba dividida en cuatro partes: la primera, era la clase ilustrada; la segunda, la parte retrógrada; la tercera, la clase militar; y la cuarta, la parte popular, plebeya”.
(4) Citado en el Archivo de Pujol que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo I, p. 63. Editorial Kraft, Buenos Aires. // Referenciado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
Después de hablarnos del fracaso de las tres primeras y del triunfo inevitable de la última, hácenos asistir el doctor Pujol, en su análisis correcto, a las consecuencias del fenómeno que impusieron, ante la imposibilidad de educar a la masa, amoral e instintiva, por el medio lento de la doctrina, el procedimiento peligroso de iniciarla en la civilización reconociéndole acción política.
Y en efecto: todas las Constituciones y todos los Reglamentos se la otorgaron. Pero estos derechos, cayendo sobre nuestros pueblos, que no comprendían ni el objeto ni el empleo que debían realizar de tales derechos, decidieron la dación de la confianza a hombres más o menos hábiles, que se erigen en caudillos.
Fácil es comprender, partiendo de estas premisas, la sinceridad de la obra política del doctor Pujol, calculada a apartar la acción política de la masa de su renunciamiento en el caudillo, encauzándola en el ejercicio personal de los derechos ciudadanos. Fue todo un programa de profilaxia social, que el mismo doctor Pujol se encargó de fundar en su interesante “Introducción a la Historia de los Partidos Políticos”.
Junto a este problema de orden interno, encontró el doctor Pujol otro, no menos importante. Consistía en la organización definitiva de la República, dividida por la secesión de la provincia de Buenos Aires.
Su talento, pleno en las luminosidades de los cerebros superiores, halló un mismo cartabón para solucionar ambas situaciones. Daba, con ello, unidad a su acción y adormecía la intransigencia de los pensamientos divergentes y de las pasiones.
Esta solución, patriótica y humana, fue el establecimiento de un régimen de paz. De ahí el que su obra política pueda definirse, sintéticamente, como el establecimiento de la paz social para el juego regular de las Instituciones.
La provincia, fatigada de revoluciones, de anarquía y despotismo, pedía un poco de reposo, de seguridad y de garantía al Gobierno, que a su vez también le pedía estabilidad y permanencia. Era fuerza no desconocer esa necesidad y apagar el fuego que ardía por todas partes, atizado por la ignorancia, los intereses privados y las ambiciones criminales(5).
(5) Mensaje del doctor Pujol a la Legislatura Provincial, año 1853. Diciembre. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
Las Guerras de la Independencia, y después la de los partidos, habían prolongado, desgraciadamente, entre nosotros, el espíritu militar, que procede a mejorar por la destrucción, siendo el espíritu de destrucción anárquico y retrógrado cuando se trata de edificar.
Es así como el ideal de una autoridad racional y humana había desaparecido de la autoridad gubernativa, mientras los hombres y la sociedad, perdida la costumbre de ser dirigidos por la razón, por la Justicia y el Derecho, sólo obedecían al terror, al castigo y la mordaza, elementos característicos de la tiranía y del caudillaje.
De los atropellos de la guerra civil que habían lesionado todos los respetos del orden moral, el pueblo de la provincia recogió como un dogma la insubordinación a los mandatos legales.
Faltó, entonces, el concepto del deber, como disciplina, psicología anárquica que precipitó el despotismo cuando los Gobiernos de facto despojaron a los propietarios, fomentando la disolución social y extinguiendo el patriotismo porque, como alguna vez se ha dicho, el propietario despojado no es un patriota ni puede serlo.
Tal era el estado de desorden, de indisciplina y de miseria a que Corrientes estaba reducida, cuando el doctor Pujol asumió el mando de la provincia.
Su gestión, sin más control, si tal puede llamarse, que el de los caudillos con hegemonía en la época de la iniciación de su período, debió buscar desde el primer momento el apoyo de la opinión pública, sofocada y como inexistente, pero pronta a lucir desde el fondo de las conciencias ciudadanas, en cuanto la buena intención y el bienestar general asomaran en las medidas de Gobierno.
Buscó entonces, el gobernante, estimular esta opinión pública, decidirla, animarla, y para ello se arma de una férrea voluntad.
Sin dependencia moral, sin ningún compromiso con los partidos o facciones que habían destrozado la Provincia, en actitud de adoptar un programa sin colores políticos, se decide Pujol para combatir resueltamente las causas del desorden, y reanimar, en lo posible, los elementos de prosperidad.
Para ello, para iniciar y consolidar, después, la obra del orden y del progreso, tenía que valerse de los mismos instrumentos y de los mismos hombres que hasta entonces sólo habían servido para destruir, y tenía que afirmar el poder, rodearlo de popularidad y revestirlo de honor y de respeto y, en fin, que ennoblecer al pueblo, dándole el concepto de la dignidad y de su fuerza, mediante las instituciones del Derecho Público y del republicanismo instintivo de la raza.
Amplio el programa. Enorme la tarea. Peligrosa la empresa. Tenía la imponencia de un mar sin horizontes, a desecarse con el mísero esfuerzo del brazo de un hombre. Era labrar en un gigantesco Tupungato la hasta entonces visión de la República. Era plasmar en el alma de una democracia inorgánica los principios del orden y la libertad, labor divina, con la prédica desinteresada de un misionero de la verdad política...
Imposible hubiera resultado al doctor Pujol el cumplimiento de su programa redentor, si no hubiese encontrado en las fuerzas o factores sociales de la época, instrumentos fecundos para el sociólogo que quisiera utilizarlos.
Tal su procedimiento, no renovado, por desgracia, en nuestro medio, donde el gobernante, falseando la razón de la autoridad que inviste, se erige en árbitro y no en gestor. El pueblo no necesita de jueces sino de hacedores; requiere que se encauce el esfuerzo y se edifique, porque la opinión pública le sirva de único juez, imparcial y correcto.
Esta utilización de las fuerzas sociales no podía realizarse sino en un régimen de paz. Su alteración, por más insignificante que fuere, ya interna o con respecto a los problemas nacionales, importaba renovar en la masa el espejismo del abuso, grato a la incultura, perdiendo en un día el esfuerzo continuo de algunos años.
Así lo entendió el doctor Pujol, y fue en aras de la paz que consumó los más grandes sacrificios. La firmeza del propósito la encontramos definida en el párrafo de una de sus más sinceras comunicaciones al general Urquiza, entonces presidente provisorio de la Confederación. Le decía(6):
“Tan sinceramente deseo que nuestro destino común, sea la gloria, la libertad y la prosperidad recíprocas, que aún cuando sucediere que las demás provincias de la Confederación no aceptasen la Carta constitucional dictada por el Soberano Congreso, y que se promulgara y jurara el 9 de Julio, estamos resueltos a constituirnos en una Nación, con la de Entre Ríos, bajo el régimen y prescripciones de esa Carta, porque a la verdad los hombres de todas las edades y condiciones están ya cansados de tantas arbitrariedades y desórdenes, y desean encontrar alguna Institución que los garantice y asegure”.
(6) Transcripto en la respuesta del general Justo José de Urquiza, del 23 de Julio de 1853. // Citado en el Archivo de Pujol que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo III, p. 186. Editorial Kraft, Buenos Aires. // Referenciado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
El general Urquiza, en quien también eran sinceros los deseos de paz, aceptaba el pensamiento, subrogándolo, como Pujol, al caso de resistencia de las demás provincias.
Quiso el destino que Corrientes no se viera en el dilema de salvar su Organismo, fomentando, en los círculos de Paraná, los mismos sentimientos pacíficos de su política, que también inspiraban al general Urquiza(7).
(7) Véase carta del ministro, doctor Facundo Zuviría, al doctor Pujol, del 29 de Diciembre de 1854. // Citado en el Archivo de Pujol que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo IV, p. 304. Editorial Kraft, Buenos Aires. // Referenciado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia., Buenos Aires.
Y fue así cómo éste pudo escribir a Pujol(8) manifestándole que a las expresiones ennoblecedoras de su carta no podía contestar sino con un abrazo de amistad y con la promesa solemne de que su vida entera sería sacrificada a la causa de las instituciones, de la paz, de la unión y de la prosperidad de la Nación Argentina.