POLITICA CORRENTINA EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA DEL PARAGUAY
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“La soberanía de estos pueblos hermanos acaba de ser bárbaramente allanada de una manera que no tiene precedentes ni en tiempos de la tiranía que Entre Ríos y Corrientes derrocaron”
(Justo José de Urquiza al gobernador Evaristo López,
28 de Noviembre de 1867,
Archivo privado de María Turiot de López)
“Necesitamos proceder con tanta cautela como actividad y decisión, porque la cuestión de Corrientes puede convertirse en un nudo ciego, así para la política interna como para guerra exterior en que estamos comprometidos”.
(Bartolomé Mitre en carta a Gelly y Obes, 8 de Julio de 1868,
“Archivo del general Mitre, Guerra del Paraguay” (1911), tomo III, p. 257.
Biblioteca diario “La Nación”, Buenos Aires)
La década de 1860 marcó un período de crisis en muchas áreas del mundo. Los eruditos han tratado estas calamidades como parte de los dolores de crecimiento, cómo las naciones y pueblos van madurando en algo nuevo y adecuándose a los tiempos modernos(1).
(1) Citado por Thomas Whigham (Watkinsville, Georgia, Abril de 2015) en el Prólogo de la obra de Dardo Ramírez Braschi. “Política correntina en tiempos de guerra. 1865-1869” (2015). Ed. Moglia S. R. L., Corrientes.
Estas crisis podrían ser mejor entendidas, sin embargo, si se las comprende como fases fundamentales en la evolución de identidades políticas. Por ejemplo, la historia ya había proporcionado identidades esenciales para los piamonteses, los florentinos y los napolitanos, pero se necesitó de los acontecimientos y desafíos de la década de 1860 -el Risorgimento- para transformar a estos mismos, a veces a regañadientes, en italianos.
En los Estados Unidos -en casi el mismo momento- la terrible guerra de secesión trajo una cohesión nacional que nunca antes había existido entre los Estados del Norte y del Sur o, como señala el historiador Shelby Foote “antes del conflicto, la gente solía hablar del país en plural ‘los Estados Unidos son’ pero, después de la guerra, el verbo siempre aparece en el singular ‘los Estados Unidos es’”.
Incluso en China, donde la rebelión horrorosa de los Taiping entraba en su segunda década y, en Japón, donde la restauración Meiji trajo la primacía imperial sobre los Tokugawa, la cuestión compartida por estos pueblos era cómo podrían enfrentar los desafíos de la modernidad capitalista y qué clase de chinos y japoneses podrían evolucionar en el proceso.
Había esperanza y arrepentimiento en el pensamiento de muchos pero, sobre todo, hubo incertidumbre. Y en esto los asiáticos no fueron distintos a los europeos y americanos durante el mismo período.
La provincia argentina de Corrientes nunca podría aspirar a escapar ilesa del torbellino de estos tiempos y, mirando en el espejo de la década de 1860, los correntinos nunca estuvieron seguros de quién estaba mirando atrás.
- Nuevos estudios históricos de una etapa preñada de convulsión
En este nuevo estudio de la política provincial durante la citada década, el profesor Dardo Ramírez Braschi ofrece una clara evocación de las varias opciones de aquel momento: una tradición de liderazgo conservador en la provincia había ofrecido una dominación continua de poderosos estancieros como Nicanor Cáceres -en el Sudoeste- y otros parecidos en Goya.
También se encuentran familias mercantiles del puerto de Corrientes que, aunque su influencia sobre la política data de tiempos de los Borbones, estaban más dispuestos que los líderes de los distritos interiores para tratar estrechamente con los porteños y, generalmente, eran más liberales en sus simpatías.
También hubo algunos políticos con raíces nuevas, escasos en la provincia, que podrían ser mejor entendidos como agentes del Gobierno Nacional de Buenos Aires o de una potencia extranjera (del Paraguay o del Brasil o, incluso, de Italia).
Sin embargo, el mayor número de correntinos que pensó en términos políticos en la década de 1860, deseaba retener y dejar que la política sea definida por las exigencias del momento. No eran oportunistas tanto como espectadores cautelosos de los eventos fuera de su control.
En el transcurso de la década, es probable que muchos se hayan encontrado entre las líneas militares con poco sentido hacia qué dirección se dirigían. Pero también tenían alguna premonición de que los tiempos estaban cambiando y esperaban que una mejor Corrientes pudiera surgir de la conflagración.
En su análisis de la forma en que los diversos actores en el firmamento político correntino abordaron estos retos, Ramírez Braschi a veces se encuentra navegando contra la corriente de la historiografía estándar asociada con Manuel Florencio Mantilla, Hernán Félix Gómez y Wenceslao Domínguez.
Señala la ironía en que la interpretación histórica de la provincia desarrolló su forma clásica en el mismo momento en que Corrientes perdió su carácter único y fue reducido, más o menos, a una simple subdivisión lejana de la República Argentina.
Este cuadro podría haber servido a los intereses de las élites locales que habían optado por alinear sus políticas con las de la clase dirigente de Buenos Aires, pero oculta las diversas tendencias históricas que habían salido de la experiencia correntina.
La imagen de la Nación -o, más bien, la Nación definida por la Sociedad Rural y el Jockey Club- ha adquirido legitimidad a través de este énfasis en la historiografía, pero la provincia de Corrientes probablemente perdió algo en el camino.
El estudio de Ramírez Braschi, por lo tanto, ofrece la oportunidad de realizar una visión más amplia y detallada de la provincia de antaño, mostrando así que las cosas podrían haber tomado otro curso.
Puede parecer un poco presuntuoso o condescendiente para un extranjero como yo ofrecer demasiadas opiniones sobre la búsqueda histórica de una identidad correntina. Parece evidente, sin embargo que, sin mucho ruido, Dardo Ramírez Braschi ha descubierto un potencial Valle de los Reyes, porque debe haber centenares de formas distintas -todas ellas históricamente determinadas- de ser correntino en el pasado con sus propias actuales características.
Y, como las tumbas de los faraones egipcios, cubiertas por siglos de dunas de arena, estas identidades sólo requieren un arqueólogo diligente (o historiador) para causarlos a ceder sus tesoros.
Ramírez Braschi puede estar entre los primeros investigadores a buscar nuevos significados en el pasado correntino. No será en ningún sentido el último.
- Corrientes cambia su perfil
La provincia de Corrientes ha sido partícipe y fundadora en las luchas por el republicanismo y el federalismo. El siglo decimonónico, constructor de la argentinidad, tuvo al Estado correntino en un papel protagónico en la etapa pre y pos constituyente. Ese protagonismo hizo que los historiadores locales abocaran sus esfuerzos para publicitar aquellos momentos “heroicos” de gloria provinciana(2).
(2) Citado por Dardo Ramírez Braschi. “Política correntina en tiempos de guerra. 1865-1869” (2015). Ed. Moglia S. R. L., Corrientes.
La luchas civiles y la Organización Nacional fueron los temas predilectos de aquéllos que acuñaron la historiografía correntina, y es válido que así sea; fueron los momentos más intensos en la construcción del Estado y los dos historiadores símbolo, que son sementales de la historiografía local, tomarán para sus principales obras aquel período primigenio de la provincia autónoma.
Sin embargo sucedió algo curioso y paradójico: el historiador alabará Caá Guazú y se lamentará de Pago Largo, pero no esgrimirá concepto alguno para referirse a Tuyutí o Curupaytí, donde también el soldado correntino fue punta de lanza. ¿Qué tan distintos fueron los enfrentamientos contra Paraguay de los de Entre Ríos y Buenos Aires?
Quien se aboque al análisis de la historia correntina encontrará unos años escasamente estudiados y que adquirirán dimensiones relevantes para comprender la historia moderna local: los sucesos políticos e institucionales vinculados a la guerra contra el Paraguay transformáronse -en este quinquenio- en un proceso único para la historia del pueblo correntino.
La Administración de Evaristo López (1865-1868), de filiación urquicista, tendrá notable importancia en el papel que Corrientes desarrollará en el transcurso de la guerra, papel que será trascendente a la hora de estudiar sus vínculos con el Gobierno Nacional y las relaciones con los grupos políticos adheridos al liderazgo de Justo José de Urquiza.
En ese contexto, la Administración López terminará provocando conflictos políticos, que se agravarán en vísperas de las elecciones presidenciales de 1868 generando enfrentamientos armados, cuyo corolario será la batalla de las Puntas de Arroyo Garay, dando así lugar a una nueva etapa política en la provincia.
Contrariamente a lo que ocurrió en los cuatro países actores de la contienda, donde la Guerra de la Triple Alianza será objeto de investigación permanente (no obstante las controversias y discusiones que el tratamiento del tema generaba), lo cierto es que ninguna de estas sociedades escapó en su objeto de comprender la grandiosidad de la masacre sudamericana. Tanto es así que el interés por estudiar esta contienda trascendió no sólo al resto de América Latina, sino también fue abordado por especialistas norteamericanos y europeos.
Sin embargo, el estudio de este proceso, uno de los dos más importantes de la historia americana de la segunda parte del siglo XIX -si le agregamos la guerra de secesión norteamericana- en Corrientes increíblemente la cuestión quedó en estado larval, inexplicable si se quiere, por ser teatro de operaciones del choque militar más importante del siglo XIX. No hubo ciudadano de Corrientes que no haya sufrido directa o indirectamente los avatares del conflicto
Aquellos cinco años fueron de un notable dinamismo, que involucraron cambios y transformaciones políticas e institucionales que trastocarán las dimensiones geográficas fronterizas y los grupos ideológicos actuantes. A pesar de ello, persistirá por largo tiempo la ausencia del análisis de aquel período en la provincia de Corrientes.
Referenciaremos, como ejemplo, solamente el posicionamiento de los dos mayores historiadores correntinos: Manuel Florencio Mantilla y Hernán Félix Gómez, quienes no se detuvieron en el estudio de estos hechos. El primero de ellos, constructor inicial de la sistematización de la historia provincial, inexcusablemente no se explaya en su obra “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” sobre la guerra del Paraguay, dedicando reducida importancia al lustro 1865-1870.
Si bien referencia aquellos momentos a través de otras producciones investigativas -como por ejemplo cuando escribe sobre la biografía de Plácido Martínez- la etapa nunca fue detallada ni explicada por Mantilla como lo hace con otros sucesos históricos.
En el caso de Hernán Félix Gómez sucede algo similar, ya que en su prolífica producción historiográfica, que abarca desde la fundación de la Ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes hasta las postrimerías del Gobierno de Juan Pujol, no intenta detenerse a analizar la guerra del Paraguay.
El Gobierno de Pujol termina en 1859 y Gómez ensaya un “salto” histórico, para retomar nuevamente el estudio cronológico con sus libros “Ñaembé (Crónica de la Guerra de López Jordán y la Epidemia de 1871)” y “Los últimos sesenta años de democracia y gobierno en la provincia de Corrientes. 1870-1930”.
Gómez, al igual que Mantilla, fueron indiferentes a estos cinco años que conmovieron el alma correntina. No se conoce fundamentación pública del por qué de este silencio. Ambos historiadores estudian con sus obras íntegramente el siglo XIX pero, paradójicamente, no observan con puntualidad los años que implica y se relacionan con los sucesos directos e indirectos de la guerra contra el Paraguay.
No es objeto aquí hacer un estudio de las razones que llevaron a aquella omisión, ni explicar sus consecuencias, pero sí referenciar que este vacío generará en cierta forma una constante inquietud de la presente generación por conocer lo no explicado y así incursionar reiteradamente en la temática de vinculación de la historia correntina y la guerra del Paraguay.
Los tiempos de la guerra del Paraguay en Corrientes han sido intensos y complejos ya que los mismos no puede ser explicados sin los pulsos que generó aquella contienda. Significará una convulsión de la sociedad correntina que literalmente la llevará a la fragmentación.
Se puede afirmar que en los cuatrocientos años de historia de Corrientes no encontramos un paralelo al de la guerra del Paraguay. Es literalmente una bisagra. Esta guerra hará que el alma de Corrientes mute. El proceso histórico que le continuó en los ciento cuarenta años posteriores no tendrá relación alguna con la Corrientes previa a la guerra.
En primer lugar se puede decir que el concepto de nacionalidad -aún en formación- tomará un rumbo definido después de la guerra. Desde su origen, Corrientes tuvo un juego pendular entre Asunción y Buenos Aires. Sólo basta recordar su historia primigenia hasta ya avanzada la colonia cuando el movimiento comunero señalaba que Corrientes debía ser una provincia “paraguaya”.
La provincia no se enfrentaba a Brasil o a países europeos en 1865. Ahora el destino la impulsaba a luchar abiertamente con los hermanos de sangre, de idioma, con los cuales se sintió identificada desde sus orígenes.
Estas dudas de la sociedad como un todo se reflejarán en la vida de sus integrantes. Para ilustrar este aserto se hace mención de tres ejemplos paradigmáticos que desnudan cabalmente la situación de los hechos. Son tres casos protagonizados por personalidades públicas locales:
* El primero de ellos, la posición tomada por Teodoro Gauna, paraguayista y miembro del Triunvirato que gobernará durante la ocupación paraguaya y, la de su hijo, Federico Gauna, que combatirá en los batallones del Ejército Argentino.
* Los otros dos ejemplos están directamente vinculados con dos de las mujeres correntinas que fueron llevadas cautivas por los paraguayos: la primera, Toribia de los Santos de Sosa, cuyo padre, José Antonio de los Santos, se desempeñará como Presidente de la Asamblea de elección del Triunvirato paraguayista, siendo a la vez esposa del coronel Desiderio Sosa, Jefe del Batallón 1 de Corrientes, en lucha contra las avanzadas paraguayas.
Asimismo, encontramos a Carmen Ferré de Alsina, hija de Manuel Antonio Ferré, paraguayista, y elector por la Junta Gubernativa de 1865 y, también, esposa de Fermín Alsina, combatiente en las filas del Batallón Correntino.
En segundo lugar hay que subrayar que Corrientes -fundadora del Estado Nacional después de Caseros- perderá, después de 1870, toda vocación de singularidad y autodeterminación. Desde 1821 hasta 1868 los hombres de Corrientes intentarán reforzar su personalidad e influir sobre el derrotero político de esta parte de América.
Pero, triunfará Buenos Aires, y esto será determinante. Después de 1870, Corrientes se convertirá cultural, económica y políticamente en un apéndice de la Gran Aldea. Nunca más la provincia generará ideas de grandeza hasta llegar a los tiempos modernos en que se convertirá en una de las provincias periféricas de la argentinidad.
Por esto, y a pesar de esto, se puede inferir el por qué los historiadores correntinos optaron por ignorar la cuestión. Es probable que intuyesen la mutación de la sociedad correntina provocada por la guerra, pero que al mismo tiempo no alcanzasen a comprender cabalmente la complejidad del proceso que sólo el paso de los años puso al descubierto.
En estos tiempos es más fácil leer lo que pasó ya que visualizamos los ciento cuarenta años que siguieron a la guerra de manera retrospectiva y que hicieron de Corrientes lo que es hoy.
Mantilla, casi contemporáneo de los hechos, y Gómez un poco más adelante, tuvieron muy poco tiempo para experimentar y digerir las consecuencias traumáticas que el proceso traería para Corrientes.
Y algo más que subrayar: estos conceptos renovados son parte consecuentes de la documentación objetiva obrante en los archivos, que muestran con claridad razones y consecuencias de una guerra que incidirá en lo más profundo del alma del pueblo correntino.