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Bloqueo naval a la Ciudad de Buenos Aires

A fines de Marzo de 1853, la llegada de Justo José de Urquiza a San José de Flores, Cuartel General de Hilario Lagos, produjo bastante impresión en la ciudad y los alrededores.

Lo acompañaban mil quinientos hombres, en su mayoría infantería de Entre Ríos. Los sitiadores, aunque les alegraba recibir ayuda militar y financiera de Urquiza, no contemplaban con la misma alegría que en la lucha civil de la provincia se agregara la persona del Director Provisional.

Urquiza seguía creyendo que era posible solucionar el conflicto por la mediación y las negociaciones con la ciudad, las que se arrastraron durante varias semanas. No se llegó a ningún arreglo y a mediados de Abril de 1853 el Gobierno de Buenos Aires denunció finalmente el Armisticio existente.

El primer cambio significativo que se produjo a consecuencia de la entrada activa de Urquiza en la lucha afectó el Puerto. El abigarrado escuadrón naval porteño zarpó en busca de la fuerza de Urquiza y no tardó en perder dos de sus mejores buques en manos del comodoro Coe, evidentemente por la traición de sus comandantes.

Esta victoria proporcionó a Coe suficientes fuerzas para establecer el bloqueo de Buenos Aires y el 23 de Abril de 1853 echó el ancla a corta distancia de la costa y anunció las condiciones del bloqueo a las estaciones navales extranjeras.

Los almirantes británico y francés objetaron al principio pero, luego de consultar a los representantes diplomáticos y de algunos ajustes en las condiciones del bloqueo, éste fue reconocido por todos los poderes extranjeros.

Por cierto el bloqueo no fue rigurosamente observado y Coe y sus oficiales eran lo bastante venales para permitir un considerable contrabando. Los buques de ultramar que entraban en el Puerto de Buenos Aires, no obstante, bajaron desde un promedio mensual de cuarenta -en Enero y Febrero de 1853- a ocho en Mayo, mientras que el comercio ribereño declinó de trescientos barcos a setenta y cinco en el mismo período(1).

(1) La siguiente tabla se compiló basándose en los Informes de la Capitanía del Puerto publicados en “El Progreso” al comienzo de cada mes y que daba cuenta de los buques que entraron en el puerto en el mes anterior.

    Buques de Ultramar   Comercio Fluvial
  número tonelaje número tonelaje
Diciembre 54 12.212 196 5.130
Enero 43 8.542 369 8.147
Febrero 42 8.008 257 5.655
Marzo 36 6.410 249 6.029
Abril 23 4.347 220 5.010
Mayo 8 1.610 75 1.103
Junio 18 3.386 130 2.376
Julio  59  11.177  258   6.737
// Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La escasez de pertrechos era lo bastante grande para que, por lo menos, una Orden del Día aconsejara ahorrar cartuchos en la ciudad(2).

(2) Orden General, 18 de Abril de 1853. Archivo General de la Nación, Archivo del general Hilario Lagos. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

John Pendleton, el Encargado de Negocios de los Estados Unidos, que había recientemente regresado del Paraguay, informaba el 1 de Mayo de 1853:

“Esta ciudad y esta provincia están en una situación tan mala como las que causa una guerra civil. Toda clase de comercios han suspendido sus actividades. Todo el país está en armas.
“La ciudad está sitiada por tierra y bloqueada por el río; el común de la gente en tristísima situación; los precios de todos los artículos han subido a tal punto que son absolutamente ruinosos para las personas de medios limitados; y, lo que es peor, no se ven perspectivas de que termine la guerra...”(3).

(3) Pendleton a Marcy, 11 de Mayo de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 28; William R. Manning. “Diplomatic Correspondence of the United States (Inter-American Affairs. 1831-1860)” (1932-1939), tomo I, pp. 548-549, doce volúmenes. Ed. en Washington, D. C. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El fracaso de otro intento de mediación -esta vez obra de los cónsules brasileño y boliviano en Buenos Aires- durante la primera semana de Mayo de 1853, mostraba que los dos bandos seguían tan alejados como siempre de la paz.

El fin del conflicto no era aún visible. La Ciudad de Buenos Aires, aunque se enfrentaba al parecer con una suerte adversa -las fuerzas de Lagos y de Urquiza y la escuadra de Coe- estaba entonces en una posición más fuerte. El promedio de los Gastos para la defensa de la ciudad variaba entre cuatro y cinco millones de pesos papel por mes(4).

(4) Graham a Marcy, 4 de Abril de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 70, Rollo Nro. 9, Nro. 54; Gore a Russell, 11 de Abril de 1853. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 176, Nro. 38. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La Legislatura autorizó y el Banco de la provincia emitió cerca de cincuenta millones de pesos papel entre Marzo y Julio de 1853(5).

(5) Periódico “El Progreso”. Emisiones autorizadas: 23 de Marzo de 1853, 4.000.000 de pesos; 8 de Abril de 1853, 8.000.000 de pesos; 17 de Mayo de 1853, 10.000.000 de pesos; 22 de Junio de 1853, 25.000.000 de pesos. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El comercio y las actividades mercantiles de la ciudad siguieron aceptando el papel moneda, aunque había perdido un tercio de su valor durante ese período.

El hecho importante que surgía de este estado de cosas era que el Gobierno de Buenos Aires podía obtener este empréstito forzoso del público sin provocar un gran trastorno económico. Llevado a un común denominador, la cantidad de este papel moneda totalizaba 2.500.000 pesos fuertes.

El contraste con la situación financiera de la Confederación era chocante. En Santa Fe, el Congreso había autorizado al Gobierno de Urquiza a pedir un empréstito de 500.000 pesos fuertes; sin embargo, sólo con las mayores dificultades y al interés del 16 por ciento se pudo conseguir finalmente un empréstito de 225.000 pesos en Montevideo.

Entretanto, las fuerzas de Coe no eran pagadas o se les daban raciones más reducidas. La situación de las tropas de Lagos no era mejor. Los fondos que se conseguían con la venta de los cueros confiscados sólo proporcionaban ínfimas cantidades de monedas de oro y plata.

Libramientos sin valor alguno, ocasionalmente impresos pero lo más a menudo burdamente dibujados, empezaron a aparecer en la provincia de Buenos Aires; pero este dinero no era de ninguna manera aceptado como los pesos papel del Banco de la provincia.

Había una solución que podía poner fin a este -en apariencia- desesperante conflicto y el 1 de Junio de 1853 Pendleton se la comunicó al Departamento de Estado en Washington:

‘‘Al parecer, el general Urquiza tiene ahora un plan que es el de hacer de la Ciudad de Buenos Aires un Estado separado ... y luego proceder a organizar un nuevo Gobierno excluyendo de él a la ciudad y una angosta faja de territorio alrededor de ella.
“La obstinación con que la ciudad se niega a hacer la paz bajo cualesquiera condiciones, obliga a Urquiza a someterla por medio de un sitio que puede ser muy largo o a tomarla por asalto o a adoptar la alternativa que he indicado”(6).

(6) Pendleton a Marcy, 1 de Junio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 30. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El Congreso Constituyente de Santa Fe había terminado su trabajo y el 1 de Mayo de 1853 había aprobado y suscrito una Constitución para las provincias argentinas. La Constitución se hizo circular inmediatamente en las provincias a fin de que pudieran celebrarse las ceremonias públicas para el juramento de la nueva Constitución el Día de la Independencia, el 9 de Julio.

La Comisión que presentó la nueva Constitución a la provincia de Buenos Aires no vaciló en dirigirse únicamente a Lagos y no tuvo en cuenta a las autoridades sitiadas en la ciudad(7).

(7) “Documentos relativos a la Organización Constitucional de la República Argentina” (1911-1912), tomo III, pp. 255-260. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, (tres volúmenes), Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Lagos se tomó el trabajo de convocar una Convención Especial para sancionar la Constitución y aprobar una ley especial que federalizaba a la Ciudad de Buenos Aires como capital de la Nación. Esta Convención Provincial se reunió a fines de Junio y en una semana había llevado a cabo su cometido.

Mientras tanto, una serie de sucesos inesperados cambiaron completamente la situación en la provincia de Buenos Aires revelando -una vez más- la fuerza de la ciudad porteña. El primer golpe que recibieron los sitiadores fue la pérdida de la flota de Coe, el 20 de Junio de 1853.

El comodoro y sus oficiales entregaron sus navíos al Gobierno de Buenos Aires a cambio de sus sueldos atrasados y de una hermosa recompensa en efectivo. La siempre creciente emisión de moneda papel por el Banco de la provincia proporcionaba al Gobierno de Buenos Aires los medios para comprar oro en los mercados monetarios de la ciudad y de Montevideo.

Este oro se utilizó entonces para romper las filas de los sitiadores; la traición de Coe fue únicamente la más dramática de esas intrigas, por cuanto Coe había sido antes un ciudadano de los Estados Unidos y los rumores que corrían hacían recaer muchas sospechas sobre el capitán Downing -de la Armada de los Estados Unidos- por su conocimiento de los detalles de la traición. Pendleton envió extensos Informes:

“Los planes de la traición al parecer se discutieron abiertamente; desde el comienzo del bloqueo, que coincidió más o menos con el momento de mi retorno del Paraguay, oí con mucha frecuencia que se iba a entablar negociaciones con las que se lograría la corrupción de Coe por una cuantiosa suma de dinero y, a consecuencia de ello, éste se pasaría -con todas las fuerzas bajo su mando- al partido en el poder.
“Durante las últimas dos o tres semanas se creyó en la ciudad que se había consumado la entrega y que Coe sólo esperaba que pusieran el dinero a su disposición a fin de tener la seguridad de contar con él y que entonces cerraría el trato.
“El hecho de que las negociaciones estaban encaminadas, que se empleaban varios agentes en este menester que dependían meramente de la cantidad pedida por una parte y de la que ofrecían por la otra y que era tan notorio, y el tópico de todas las conversaciones en la ciudad me hace suponer que no había un oficial o un hombre a bordo o en tierra -ya sea en el puerto o en la ciudad- que no hubiera oído hablar de ello”(8).

(8) Pendleton a Marcy, 27 de Junio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 32. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Estos rumores se conocían muy bien en el Cuartel General de Urquiza. Las dudas de éste sobre la lealtad de Coe fueron ampliamente confirmadas por unas cartas que recibió de Montevideo y que incluían informes de su propio hijo, Diógenes:

“Los amigos en Buenos Aires escriben alarmados porque temen que alguna maquinación secreta se está trabajando en el Gobierno. Unos hablan de comprar a Coe; otros de conspiraciones en el Ejército; y todos convienen que hay algo, sin atinar lo que será. Las veinte mil onzas que ha comprado el Gobierno ha venido a confirmar este juicio”(9).

(9) D. J. de Urquiza a Urquiza, 6 de Mayo de 1853; Coe a Urquiza, 8 de Mayo de 1853. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Era aparente, sin embargo, que Urquiza no podía tomar ninguna medida contra su Comandante Naval que estaba anclado en el río gozando de completa seguridad. Se hablaba de reemplazar a Coe, pero poner en ejecución este proyecto era virtualmente imposible(10). De resultas de ello, Coe se tomó su tiempo para estudiar los detalles de la entrega de la flota y asegurarse luego su huida(11), aunque los almirantes británico y francés anunciaron su intención de no permitir que la escuadra porteña -aumentada con esas fuerzas- pudiera bloquear las provincias del Interior(12).

(10) Declaración de Bernardo G. Balcarce, 23 de Junio de 1853, periódico “El Nacional”, 25 de Junio de 1853, en la que había hablado con Diógenes J. de Urquiza en Montevideo, quien había acusado a Coe de negligencia en el bloqueo, de ser sobornado y le dijo que iba a ser reemplazado por Wortiger.
(11) Una detallada investigación sobre la huida de Coe a Montevideo a bordo del “Jamestown” fue presentada por Pendleton a Marcy, 24 de Julio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 33.
(12) Gore a Clarendon, 26 de Junio de 1853. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 176, Nro. 57. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Buenos Aires se había apuntado una tremenda victoria psicológica al lograr librar su puerto del bloqueo. Además, era una verdadera victoria económica, ya que los embarques de cueros a Montevideo, que proporcionaban una ligera fuente de fondos a Lagos, podían ahora ser interceptados.

El empleo de las onzas de oro para corromper y comprar las fuerzas de Lagos y de Urquiza no se limitaba a la flota. A principios de Junio de 1853, José María Flores regresó de Montevideo, desembarcó en la parte norte de la provincia de Buenos Aires y anunció su apoyo al Gobierno porteño(13).

(13) L. Moreno a Urquiza, 3 de Junio de 1853. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza; ( ... ) a Marcos Paz, 9 de Mayo de 1853. Archivo General de la Nación, Colección Farini, varios (1852-1853): “Don Valentín Alsina se ha embarcado secretamente. Parece indudable que se ha ido cerca del general Flores, de quien parece se valen para insurreccionar la campaña del norte”. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El regreso de este caudillo -que gozaba de mucha popularidad en las zonas rurales de los distritos del Norte- impulsó a muchos a desertar del campamento de Lagos. Las tropas de la campaña, en quienes confiaba Lagos, no eran lo bastante disciplinadas para un sitio prolongado e infructuoso. Preferían alejarse de una causa en la que no había emoción, drama o la posibilidad de enriquecerse.

El número de desertores aumentó y esta tendencia se acentuó aún más por la pérdida de unidades enteras, como la del coronel Laureano Díaz -a fines de Junio de 1853- y la de los generales Eugenio y Ramón Bustos, a principios de Julio(14).

(14) Periódico “El Progreso”, 2 de Julio de 1853; L. Benitos a Urquiza, 10 de Julio de 1853. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En el Informe que Urquiza envió al Congreso después de estos hechos expresaba:

“Entretanto el Ejército se desmoralizaba rápidamente, creciendo por instantes la desconfianza, el desorden y la confusión, con el ejemplo de algunas defecciones que fomentaba y pagaba el Gobierno de la plaza, llegando a tal punto este desquicio que en la noche anterior (12 de Julio), tres ayudantes del mismo general Lagos desertaron, llevándose las caballadas del Ejército”(15).

(15) “Documentos relativos a la Organización Constitucional de la República Argentina” (1911-1912), tomo III, p. 274. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, (tres volúmenes), Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Por cierto el oro porteño ejercía una función de catalizador, pero el total colapso de la disciplina y de la confianza entre los sitiadores parece haber tenido como causa principal los rumores que las autoridades de Buenos Aires difundieron en el Ejército(16).

(16) Robert Gore a Clarendon, 26 de Julio de 1853. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 177, Nro. 61. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Urquiza y Lagos comenzaron a desconfiar de sus oficiales y de sus hombres y veían brillar el oro en cada movimiento de sus fuerzas. Al mismo tiempo, los oficiales subordinados perdieron la confianza en sus jefes y esperaban la traición.

En esta escena de confusión e incertidumbre entraron los representantes diplomáticos extranjeros. Después del derribamiento del régimen de Rosas, Francia e Inglaterra habían enviado una misión especial al Río de la Plata con la finalidad de firmar Tratados de Navegación y Comercio con el Uruguay, Paraguay y la Argentina.

Coordinaron con los Estados Unidos la ejecución de esta misión especial y en dos ocasiones Robert Schenck, el ministro de Estados Unidos en Río de Janeiro, viajó al sur para ayudar a su colega, John Pendleton, encargado de negocios en la Argentina.

En los primeros meses de 1853, Hotham, Saint Georges y Pendleton ya estaban de regreso del Paraguay donde, luego de muchas negociaciones, finalmente concluyeron un arreglo satisfactorio con el presidente Carlos Antonio López.

Una de las principales preocupaciones de estos ministros era la de firmar un Tratado similar con Urquiza y, con este propósito, Schenck hizo una vez más el viaje desde el Brasil.

“En estas circunstancias, Mr. Schenck y yo (Pendleton) concurrimos con sir Charles Hotham y Mr. St. Georges, en la opinión de que era una ocasión apropiada para proponer una mediación entre las partes con vistas, primero, a llegar a un arreglo pacífico, si posible y, en caso de que esto pudiera o no ser hecho, firmar un Tratado con el Director en lo relativo a la navegación de los ríos”(17).

(17) Pendleton a Marcy, 24 de Julio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 34; William R. Manning. “Diplomatic Correspondence of the United States (Inter-American Affairs. 1831-1860)” (1932-1939), tomo X, p. 553, doce volúmenes. Ed. en Washington, D. C. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Ambas partes aceptaron la mediación. De acuerdo con los despachos de los agentes estadounidense y británico, el Gobierno porteño trataba de utilizar este intento de mediación con maquiavélica inteligencia para fomentar su campaña de desorganización y difundir rumores entre los sitiadores.

El 10 de Julio de 1853 se establecieron los puntos principales de la negociación y en la tarde del 12 de Julio se había concluido un borrador de Tratado. Urquiza, Lagos y sus oficiales y los ministros del Gobierno de Buenos Aires hicieron saber que estaban de acuerdo con los términos que estipulaba la suspensión de las hostilidades, el licenciamiento de todas las tropas y el pago de una indemnización de dos millones de pesos papel que la ciudad daría a los sitiadores.

Los oficiales del Ejército de Lagos retendrían sus grados, mientras que Urquiza y sus tropas serían embarcados a bordo de los buques de guerra franceses, británicos y estadounidenses surtos en el puerto para llevarlos de vuelta a Entre Ríos. Pendleton informó:

“En la mañana del 13 del corriente, sir Charles Hotham fue a visitar muy temprano a los ministros y le dijeron que todo estaba arreglado, pero los documentos del arreglo no estaban listos para la firma; y era importante que nos pusiéramos en camino para no faltar a nuestra cita de las nueve.
“Salimos, firmamos el Tratado y volvimos a toda prisa para conseguir que se firmaran los artículos y que se hicieran las necesarias Proclamas de modo que Urquiza pudiera embarcarse esa misma tarde o al día siguiente.
“Los otros tres señores fueron directamente a la Casa de Gobierno, mientras yo me ocupaba de los buques de guerra y me aseguraba que los preparativos habían sido completados.
“Encontré todo listo en los navíos y regresé para unirme con Mr. Schenck en la Casa de Gobierno y volver juntos a San José de Flores.
“Allí encontré a todos excitados y una gran confusión; una inmensa muchedumbre estaba a las puertas y en las calles. Los ministros y los mediadores discutían furiosamente; los primeros negaban lo que habían convenido, evadiéndose y mintiendo de la manera más grosera y, los últimos, especialmente Mr. Schenck y sir Charles Hotham, denunciaban su conducta con palabras muy severas”(18).

(18) Pendleton a Marcy, 24 de Julio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 34; William R. Manning. “Diplomatic Correspondence of the United States (Inter-American Affairs. 1831-1860)” (1932-1939), tomo I, pp. 554-555, doce volúmenes. Ed. en Washington, D. C.; Hotham a Clarendon, 15 de Julio de 1853. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 59, República Argentina, volumen 8, Nro. 67. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En esta situación, Pendleton se dirigió inmediatamente al Cuartel General de Urquiza para informarle de los sucesos:

“Encontré en el campamento la misma confusión que en la ciudad. Los oficiales de grado inferior y los soldados estaban excitados por declaraciones de que habían sido sacrificados por intermedio de los ministros extranjeros, etc. etc.
“De que todos los arreglos sólo beneficiaban a los jefes; y todos los demás habían sido vendidos.
“Esto era la obra de los caballeros que estaban en el poder -desde luego- y formaba indudablemente parte de su plan desde el principio. Los jefes principales instaron a Urquiza a que se embarcase. Ellos estaban determinados a marcharse la misma noche, a altas horas, y así evitar toda posibilidad de que la treta tuviese éxito, la que entonces era manifiesta.
“Eran de opinión de que iba a producirse un ataque, con todas probabilidades a la escolta de Urquiza, mientras procedía a embarcarse -si se atrasaba una hora, o dos- y creo que esta era también su opinión.
“Alrededor de las siete lo llevé en mi coche y, rodeados por su escolta, marchamos hacia el río y si hubiera sido de día habríamos pasado a la vista de las líneas enemigas y me imagino que a oídos de ellas.
“No hubo ataque. Subimos a bordo del ‘Water Witch’ entre las nueve y las diez. Las tropas fueron embarcadas a bordo del ‘Trident’, el ‘Locust’ y el ‘Sesostris’ al amanecer de la mañana siguiente”.

En forma tan dramática terminó el sitio de Buenos Aires. A despecho de las convulsiones que se produjeron en la provincia de Buenos Aires, los enviados extranjeros pudieron completar su misión especial en el Río de la Plata.

El 10 de Julio de 1853 se había redactado un Tratado de Navegación que era un aspecto separado del intento de mediación. En esos atareados días del 12 y el 13 de Julio, Urquiza ratificó Convenios idénticos con los agentes de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos(19).

(19) Pendleton a Marcy, 14 de Julio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 32; William R. Manning. “Diplomatic Correspondence of the United States (Inter-American Affairs. 1831-1860)” (1932-1939), tomo I, p. 552, doce volúmenes. Ed. en Washington, D. C.; Hotham a Clarendon, 17 de Julio de 1853. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 59, República Argentina, volumen 8, Nro. 69. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En estas circunstancias, Urquiza tenía muchos deseos de aceptar un Tratado que garantizase el libre tránsito al comercio extranjero en los ríos interiores argentinos. Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos de este modo se veían obligados a proteger la libre navegación en el caso de que la provincia de Buenos Aires hiciera cualquier tentativa de cortar las comunicaciones de la Confederación con el resto del mundo.

Los ministros de los tres poderes acompañaban a Urquiza al retirarse éste de Buenos Aires a bordo de los buques de guerra. Tratados de Comercio que complementaban los de Navegación surgieron de las conversaciones intercambiadas durante el viaje río arriba hacia Paraná(20).

(20) Pendleton a Marcy, 24 de Julio de 1853. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 9, Nro. 34; William R. Manning. “Diplomatic Correspondence of the United States (Inter-American Affairs. 1831-1860)” (1932-1939), tomo I, p. 556, (doce volúmenes). Ed. en Washington, D. C. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

- Conclusión

El retiro de Urquiza de Buenos Aires y el desbande del Ejército de Lagos en Julio de 1853, marcan una ruptura natural en el tratamiento de la década que siguió a Caseros.

La lucha entre Buenos Aires y las provincias se había renovado y se libró con extraordinaria violencia en el año y medio que siguió a la caída del régimen de Rosas.

Urquiza -en virtud de la victoria de Caseros- se había visto de pronto obligado a asumir un papel nacional. En su desempeño de este papel nacional había definido los sentimientos de las provincias hacia Buenos Aires, a saber, que la riqueza y el poder de la ciudad debían aumentar los de la Nación y que a la provincia de Buenos Aires correspondía la misma posición que a sus hermanas en la Confederación Argentina.

La Organización Nacional que ya había sido delineada en el Acuerdo de San Nicolás surgió más tarde en la Constitución promulgada por el Congreso de Santa Fe.

La Ciudad de Buenos Aires, que estaba acostumbrada desde hacía mucho a desempeñar un papel predominante entre las provincias argentinas, no aceptó de buen grado tal definición.

La Legislatura se había resistido al Acuerdo en los debates de Junio de 1852. Aunque la provincia había aunado sus esfuerzos en la insurrección de Septiembre de 1852, la contrainsurgencia de Diciembre de 1852 reveló la brecha que existía entre la ciudad y la provincia, una edición en pequeño del conflicto nacional entre los porteños y las provincias.

Así, la ciudad no sólo se opuso a Urquiza sino al sentimiento provincial que prevalecía en su propia provincia. Pero el óptimo estado de las finanzas hizo más firme la posición de los porteños en comparación con la de la provincia y posibilitó la victoria.

El 19 de Febrero de 1852, Urquiza había entrado triunfalmente en la Ciudad de Buenos Aires. El 13 de Julio de 1853, Urquiza abandonaba la ciudad bajo la escolta de los representantes diplomáticos extranjeros.

Los acontecimientos que se sucedieron entre estas dos fechas reforzaron la lucha inherente entre la ciudad porteña y las provincias.

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