Anarquía interna provincial. La crisis militar
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Según carta del doctor Juan García de Cossio(1) el movimiento militar de insubordinación debióse a que el comandante Agustín Díaz Colodrero no quiso dar orden de atacar a los indios bravíos del Chaco que, habiendo invadido la provincia, estaban rodeados en un malezal impenetrable, por lo cual sus oficiales le pusieron preso así como a otros oficiales que querían contenerlos.
(1) Del 4 de Enero de 1824. Archivo General de la Nación. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo hasta el Tratado del Cuadrilátero)” (1929). Edición del Estado.
Luego, cuando el Comandante General de Armas de la provincia, Díaz Colodrero, fue destituido por el gobernador Fernández Blanco, prodúcese una nueva insurgencia, probándonos la inconsistencia de la situación política.
Estos actos de indisciplina y el debate público de los propósitos de la misión García de Cossio forman en Corrientes dos partidos: uno, que buscaba cambiar al gobernador -por su debilidad en secundar a Buenos Aires- y, otro, que se oponía a ello, dada la pureza y honradez del ciudadano que ocupaba ese cargo.
Pero los dos partidos(2) admitían la necesidad absoluta de que el próximo gobernador, a elegirse el 25 de Diciembre de ese año (1824) -por cese del período Fernández Blanco- obedeciera al Congreso Nacional a reunirse.
(2) Notas de García de Cossio al Gobierno de Buenos Aires. Archivo General de la Nación. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo hasta el Tratado del Cuadrilátero)” (1929). Edición del Estado.
El gobernador Fernández Blanco era realmente un hombre puro y honesto, calidades que le dieron una respetabilidad ponderable.
“El singular comportamiento de Fernández Blanco en el desempeño del Gobierno tuvo por característica reducir el poder al minimum posible y ensanchar la consciente intervención del pueblo en el buen manejo de los intereses públicos, a fin de que la política y la Administración no pareciesen obras y responsabilidades exclusivas del gobernante”, dice Manuel Florencio Mantilla en su “Crónica Histórica...”.
“Procedía a la inversa de los déspotas pasados y de los que en esa época procuraban vigorizar el poder público con propósitos personales. De su comportamiento quedaron ejemplos que el Congreso recogió para limitar o suprimir atribuciones gubernativas, consignar garantías de un buen servicio administrativo, reconocer más amplios derechos personales”(3).
(3) Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo I, capítulo VII: “Organización Provincial. 1821-1830”, parágrafo 126. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
De estos conceptos de Mantilla se puede inferir alguna explixcación del descontrol que tuvo Fernández Blanco en la parte final de su administración
- Los fundamentos de la rebelión
A poco de inaugurarse el Gobierno de Juan José Fernández Blanco, los acontecimientos previstos comenzaron a desarrollarse y dos asuntos fundamentales se presentaron en materia de “Relaciones Exteriores”:
* el negociado de las provincias del Litoral del que nació el primer Tratado Cuadrilátero y, luego, a consecuencia de éste, en virtud de lo que disponía su artículo 14,
* la invitación -que se aceptó- a la convocatoria de un Congreso Nacional, lo que traía implícita la elección de dos diputados que en él debían representar a la provincia.
Conviene recalcar, para dar su verdadero carácter a ambos sucesos, algunos antecedentes históricos que les dieron nacimiento. Ellos son harto conocidos, pero no siempre juzgados con un criterio ajustado a la realidad(4).
(4) Material extraído de la obra “Las Luchas por el Federalismo” (1935), capítulo titulado “1821”, de Justo Díaz de Vivar. Ed. por Viau y Zona, Buenos Aires.
El Tratado de Pilar había estipulado la reunión de un Congreso Nacional en San Lorenzo (provincia de Santa Fe); hechos posteriores, habiendo puesto al gobernador de Córdoba, coronel Juan Bautista Bustos, al frente del grupo federal, éste dispuso que dicho Congreso se celebrara en la capital de la provincia de su mando.
Reuniéronse los diputados convocados al efecto, pero nada de concreto pudo hacerse, pues la Asamblea, a la cual por otra parte dejaron de concurrir varias provincias, fue saboteada por los diputados de Buenos Aires, ayudados en esto por Estanislao López -que a veces era muy tortuoso- y que tenía una secreta antipatía por el gobernador Bustos que -en cierto modo- lo había desplazado de la jefatura del grupo federal.
Por eso -aunque solapadamente- se ponía del lado de los diputados porteños.
En cuanto a éstos, sostenían la singular teoría de que ‘‘era imposible constituir de inmediato la autoridad nacional, en virtud:
“1.- De que en todo el país no había en quién depositarla;
“2.- Que no podía dárseles fuerzas bastantes;
“3.- El argumento económico de la falta de fondos: no podía exigirse más tributos de los pueblos, que yacían en la miseria”.
Esta “doctrina” fue inspirada por Rivadavia(5), ministro entonces del general Martín Rodríguez. Curiosa la teoría la del “primer ciudadano civil de la República” -líder unitario en lo próximo- coincidente con la del federal Juan Manuel de Rosas -cuando el segundo Tratado Cuadrilátero- y con la del liberal Bartolomé Mitre -después del Acuerdo de San Nicolás-: nunca el país estaba “en estado de constituirse...”, si no lo era bajo la hegemonía porteña.
(5) Véase: “Documentos para la Historia Argentina”, publicada por la Facultad de Filosofía y Letras”, tomo XIII. // Material extraído de la obra “Las Luchas por el Federalismo” (1935), capítulo titulado “1821”, de Justo Díaz de Vivar. Ed. por Viau y Zona, Buenos Aires.
Sería interesante saber a qué cosa llamaban los diputados de Buenos Aires al Congreso de Córdoba aquéllo de “que en todo el país no había en quién depositar la autoridad nacional”.
¿Se referían a hombres o a instituciones? ¿Acaso los hombres no se eligen y las instituciones no se crean cuando es necesario hacerlo? ¿Para qué formaban ellos Congreso Constituyente? ¿Acaso hubieron más hombres o más instituciones en 1810, 1813 y, luego después, en 1825?
No, pero en todas esas fechas tenían ellos el predominio político y por eso era entonces oportuno “constituirse”.
En cuanto a soldados y fondos, unos y otros estuvieron constantemente en excesiva abundancia y en crónica escasez, respectivamente, y no es de presumir que los diputados porteños creyeran que era necesario tener previamente las legiones de Jerjes o los tesoros de Atahualpa para tentar constituirse.
En efecto, tres años después ya existía todo lo que a juicio de los diputados rivadavianos faltaba en 1821. ¿Qué paso gigantesco había dado el país para estar ya ahora tan habilitado en hombres, instituciones, ejércitos y finanzas sólidas? ¿Es que había cesado “la miseria en que los pueblos yacían”?
No, desgraciadamente, “todo estaba como era entonces”, sólo que ya no era de temer la hegemonía de Bustos, y sí parecía afirmarse la de los civis romanus. Por la hostilidad malencubierta de los porteños fracasó el Congreso de Córdoba, como fracasaría después -por la obcecación rivadaviana- el del 24, y luego la Convención Nacional de Santa Fe.
Entretanto, un hombre que todavía estaba en la oscuridad, Juan Manuel de Rosas, iba tomando nota del fenómeno.
Desvanecida en Córdoba la tentativa de unión nacional, había que volver -aunque fuera momentáneamente- a la ya ensayada práctica de los Tratados interprovinciales, para dar alguna coherencia a sus intereses colectivos, siquiera a algunas de ellas; y Buenos Aires promovió el del Litoral, invitando a las de este grupo a reunirse en Santa Fe para ese objeto.
Descontaba que el Tratado que de allí saldría le sería favorable, conociendo la inclinación que tenía hacia ella el gobernador de Corrientes, Fernández Blanco, puesta de manifiesto en tiempos de los directoriales, cuando la chirinada del pobre Perugorría y también la de Lucio Norberto Mansilla, el de Entre Ríos, cuya aspiración era unir el territorio de ésta al de Buenos Aires para hacer de ambas un solo Estado(6).
(6) En una carta del doctor José Francisco Acosta a Ferré, de fecha de Diciembre 22 de 1825, expresa éste la opinión de Mansilla, quien le dijo que “en caso de no concertarse las provincias bajo un poder Supremo (se refería a la Constitución a dictarse por el Congreso reunido), se uniría Entre Ríos a la de Buenos Aires, anexándose a ella”. Ferré, “Memoria”. // Material extraído de la obra “Las Luchas por el Federalismo” (1935), capítulo titulado “1821”, de Justo Díaz de Vivar. Editado por Viau y Zona (Buenos Aires).
Establecida la entente cordiale entre las tres provincias, se podía jaquear a Estanislao López y llegar a un bloque que contrapesara al resto del partido federal.
Aceptadas por las invitadas el temperamento propuesto, concurrieron sus plenipotenciarios a Santa Fe y de allí nació ese primer Tratado Cuadrilátero cuya firma constituyó la primera manifestación de soberanía para Corrientes después de su Constitución como Estado propio.
El nuevo Tratado daba a cualquiera de sus signatarias el derecho de invitar a las demás de las Provincias Unidas a formar un Congreso Nacional; y Buenos Aires, después de destruir con su sabotaje -y con el Cuadrilátero que acababa de organizar- la tentativa del convocado en Córdoba, pasó las invitaciones del caso para uno nuevo que debía formarse, pero ya bajo su hegemonía.