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La muerte de Atienza. Consecuencias. El sucesor

- Atienza y el elemento militar. Los federales antirrosistas

A mediados del año 1837, la actividad del general Fructuoso Rivera en la Banda Oriental hizo necesario cuidar con mayores elementos la frontera del Uruguay -como prepararse para la guerra- tanto más cuanto el gobernante correntino, al ratificar el 9 de Septiembre de 1837 la que el general Juan Manuel de Rosas declaraba al Gobierno de Andrés de Santa Cruz, anticipaba su solidaridad completa con el Gobierno de Buenos Aires.

Por ley del 14 de Septiembre de 1837, el Congreso Permanente autorizó al gobernador Rafael León de Atienza a trasladarse al Interior del Estado a fin de que, "con su presencia, se allane cualesquier obstáculo que en la distancia pudiera entorpecer el pronto socorro que proporcionaría la presencia de V. E." y en ella también se aprobaba la delegación del mando de la provincia en la persona del teniente coronel de Ejército, Juez de Policía, Juan Felipe Gramajo(1).

(1) Con autorización del Congreso Permanente, de salir del territorio correntino y de radicarse en el Interior de la provincia, el gobernador Atienza delegó el 14 de Septiembre de 1837 en el teniente coronel y entonces Juez de Policía, Juan Felipe Gramajo, partiendo para el sur, situando su Cuartel General en Curuzú Cuatiá. Ley del 14 de Septiembre. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo hasta el Tratado del Cuadrilátero)” (1929), Capítulo XIX. Edición del Estado.

No era ésta la primera vez que en ese año delegaba el mando en Gramajo, pues ya lo había hecho el 19 de Mayo de 1837 a raíz de haberse enfermado, retornando recién al ejercicio del poder el 9 de Agosto.

Atienza fallece en Curuzú Cuatiá. La presencia de Bonpland

Vemos que la salud de Atienza no era de lo mejor en esos tiempos y, justamente, cuando se encontraba en su Cuartel General en Curuzú Cuatiá en plena tarea de organización de los elementos militares de Corrientes -"víctima de una vieja dolencia", según Hernán F. Gómez- su salud se resintió totalmente y terminó falleciendo el 2 de Diciembre de 1837.

La última asistencia médica la recibió del destacado médico y naturalista francés Amado Bonpland, que veremos cómo llegó a relacionarse con los personajes de Corrientes y en particular con Atienza.

El científico francés, luego de su expulsión del Paraguay en tiempos del dictador Gaspar Rodríguez de Francia, si bien se radicó en San Borja (Brasil), visitó Corrientes y anudó relaciones con gente importante de su sociedad y, en especial, con el gobernador Pedro Juan Ferré.

De regreso a San Borja, en 1834, concibió la idea de instalarse en territorio correntino pero, en los dos años siguientes, sus negocios en el Brasil prosperaron.

Por ese entonces, Ferré había aconsejado al gobernador Atienza que tratara de traer a Bonpland a la provincia pues era un hombre valioso. Mientras tanto, éste viajó a Buenos Aires -llamado por su apoderado- para arreglar los papeles de la pensión que le había otorgado el Gobierno francés, por la donación que había hecho de sus colecciones de Ciencias Naturales a museos de París.

En la ciudad porteña cumplió algunos encargos que le había hecho Atienza y, entre ellos, estuvo la adquisición para Corrientes de los elementos necesarios para la instalación de un aserradero, para industrializar la madera de los montes de la provincia.

De regreso de Buenos Aires, Bonpland decidió trasladarse y asentarse en el Paso de Santa Ana, sobre la margen correntina del río Uruguay. En una Nota al gobernador, le solicitó la autorización escrita para poblar ese lugar. En esto estaba cuando, el 26 de Noviembre de 1837, un ordenanza del gobernador correntino llegó a buscarlo a su estancia en San Juan Mirí, junto al río Piratiní, en el Brasil, para que acudiera a atender a Atienza que se encontraba gravemente enfermo en Curuzú Cuatiá.

Luego de vadear el río Uruguay, en el coche del propio gobernador y escoltado por un piquete de guardias, inició el viaje que tendría una duración de ocho horas(2).

(2) Estanislao Moulia. “José Amado Bonpland, Pancho Ramírez y el Mate”, p. 37, Concordia.// Citado por Antonio Emilio Castello. “Rafael León de Atienza (Gobernador y Capitán General de Corrientes. 1833-1837. Su Gobierno y su Epoca)” (2001). Impreso en Gráfica Busot S. R. L., Buenos Aires.

Cuando llegó, ya Atienza estaba agonizante y, luego de una consulta con los médicos curuzucuateños que lo atendían, se decidió practicarle una sangría y se le aplicó sulfato de quinina, pero todos los esfuerzos resultaron inútiles y el 2 de Diciembre el gobernador falleció, siendo trasladados sus restos a la capital provincial donde recibieron las honras fúnebres de acuerdo a su investidura.

- El relato de Borderes al referirse a las últimas horas de Atienza

El farmacéutico y bioquímico René Borderes relata -en una de sus obras- las últimas horas de vida del gobernador Atienza. La narración del ex ministro de Educación y Cultura de la provincia entre los años 1986-1987, es la siguiente:

"Le habían conseguido -como siempre que la necesitaban- un sillón grande que diera cabida fácil a su desproporcionada humanidad. Doña Anacleta estaba disgustada; ella le había hecho sahumerios, le había dado té de zarzaparrilla con una cabeza grande de amapola, pero no le gustaba nada el estado del gobernador.
"Estaba descansando ... pero no le gustaba nada. En cuanto se despertara, le aplicaría las sanguijuelas que había hecho traer del pantano. Pero lo peor era que ahora habían hecho buscar al 'franchute'. ¿Qué podía saber ese extranjero que ni siquiera hablaba bien 'la castilla'?
"El enfermo se dio vuelta en la cama con un quejido. Se lo veía muy mal, abotagado y con la respiración entrecortada".

- El pedido de socorro médico a Amado Bonpland

"El coche del gobernador estaba llegando luego de casi ocho horas de traqueteo incesante por caminos de huella, envueltos en una nube de polvo producto de la sequía que castigaba la provincia desde hacía meses", prosigue Borderes.

"Amado Bonpland había sido llamado urgentemente para que atendiera al gobernador Atienza quien, víctima de una enfermedad desconocida, agonizaba en Curuzú Cuatiá.
"Amado Bonpland se encontraba en su pequeña propiedad en San Juan Mirí (Brasil) luego de su angustiosa vida en el Paraguay bajo el Gobierno tiránico de Rodríguez de Francia quien lo había hecho encarcelar y luego de varios años de cautiverio, expulsado, confiscándole sus propiedades.
"Naturalista de nota, había realizado en Europa la clasificación de gran parte de las plantas autóctonas. Llegó al país atraído por la aventura y por lo virgen del terreno a explorar. Poseedor de amplios conocimientos de toda la herborología local, que también había comenzado a clasificar científicamente era -sin ninguna duda- el más capacitado para enfrentarse con el mal que aquejaba al gobernador"(3).

(3) Bonpland, en el año 1834 se estableció en Corrientes donde administró una botica y ejerció una limitada actividad médica, utilizando especialmente las virtudes curativas de las plantas de la región que concienzudamente había estudiado y clasificado. // Citado por René Borderes. “Imágenes de Nuestro Pasado” (2000), pp. 131-135. Ed. Al Margen, La Plata.

- La presencia de Berón de Astrada junto al gobernador

No bien llegado a Curuzú Cuatiá -en Agosto de 1836- el teniente coronel Genaro Berón de Astrada se había hecho cargo de la Jefatura del Regimiento de Granaderos a Caballo y del de Tiradores Decididos por la Federación con la misión de continuar controlando el orden en la frontera del Uruguay.

La finalidad era impedir el paso de Juan Antonio Lavalleja -caudillo oriental- a la Mesopotamia y sus consecuentes implicancias políticas. Atienza puso también bajo las órdenes de Genaro Berón todas las fuerzas disponibles en Curuzú Cuatiá.

Su guarnición se situó en San Francisco Cué, entre el Paso de los Higos (hoy Monte Caseros) y Santa Ana (hoy Bonpland); desde allí controlaba la actividad de la frontera uruguaya y brasileña.

El Ejército entrerriano también tenía su guarnición correspondiente con idéntica misión y el comandante era Justo José de Urquiza. "Entre ambos se estableció una amistad, más de armas que de sentimientos, ya que Genaro Berón actuaba a influjos de su generoso idealismo, mientras que un severo pragmatismo regía las actitudes de Urquiza", señala el historiador René Borderes.

"Favorecía también la incipiente amistad el hecho de que Justo José hubiera vivido más de dos años en Curuzú Cuatiá, ahora residencia habitual de Berón", agrega Borderes.

Y continúa:

"Desde que en el año 1827 llegara por primera vez a Curuzú Cuatiá con el grado de Alférez al frente de sus granaderos, Genaro Berón de Astrada pasaba largas temporadas en el pueblo.
"Epocas de guarnición y otras de campañas, siempre su vida militar había transitado entre el campamento de Abalos y el poblado donde desarrollaba intensa actividad social. Casi diez años -interrumpidos por frecuentes ausencias, a veces largas- pasó Genaro en este pueblo.
"Elegante, bien educado y de genio alegre, se había granjeado la simpatía de los principales y aún más de las jóvenes que veían en este militar proveniente de una familia distinguida de la capital, bizarro y juvenil, la esperanza de ver realizados sus anhelos de mujeres perdidas en estas soledades, abandonadas casi siempre a sueños irrealizables", relata Borderes en su ya citada obra

"Genaro era un muchacho de poco más de veinte años cuando llegó para repeler un ataque de los indios abipones y, desde entonces, la limitada pero orgullosa sociedad le había abierto los brazos recibiéndolo como un hijo más.
"Muy afecto a las fiestas, disfrutaba de ellas y así lo dice a su madre, Paula Carmelo de Berón de Astrada, a quien le escribe"(4)

(4) En la transcripción de esta carta se ha respetado absolutamente la redacción y la ortografía del original. Las cartas de Genaro Berón de Astrada y los decretos me fueron facilitados por gentileza del senador José Enrique García Enciso. // Citado por René Borderes. “Imágenes de Nuestro Pasado” (2000), pp. 131-135. Ed. Al Margen, La Plata.

Curuzú Cuatiá, Septiembre 21 de 1836

Sra. Paula Camelo
"Mi estimada madre:
El 19 fue el día de mi santo en el que desde las vísperas me han colmado de consideraciones y vienes los becinos de este Pueblo; pero en medio de tantas demostraciones de regocijo, me hallaba anonadado en ternura, en ber que las gentes me obsequiaban tanto y que de esto no viese no disfutase mi familia, en fin voy a referirles brevemente del modo que me festejaron, advirtiéndoles que fue general entre hombres y mugeres.
Desde las vísperas a las 12 se volvió mi casa, una Confitería, con la porción de fruta seca y licores que me enbiaban.
A la noche me dieron un gran baile, que duro hasta las tres de la mañana. Al día siguiente desde muy temprano, se lleno mi Casa- de mis amigos Gefes y oficiales y los que no pudieron benir lo hicieron por escrito, como beran por los originales de las Cartas que les adjunto: agregando a esto que los muchachos de la Escuela vinieron con la mucica y el Comandante del Pueblo con salvas y diana; acompañado de todos sus oficiales.
A las dose del dia nos sentamos en la meza y comimos hasta las cuatro de la tarde, en seguida se preparo la Casa donde vivo y se dio un vayle, que hasta ahora no ha havido otro en Curuzú Cuatiá y se vaylo desde las ocho de la noche las cinco de la mañana.
Hubo una concurrencia de homlnes y niñas extraordinario, que fue asombroso. Les hago esta explicación para que por el saquen en consecuencia del aprecio general que hasen de mi y esto les debe ser muy satisfactorio.
Memorias a todos mis amigos y U.las recivirá medida de su deseo como igualmente mis hermanas".

Fdo.: Genaro Berón de Astrada

- Atienza llega a Curuzú Cuatiá y cae enfermo en cama

"El doctor Atienza había llegado hacía un mes para hacerse cargo personalmente del Ejército ya que la actividad detectada en la frontera parecía anunciar una pronta invasión" -prosigue Borderes-. "A poco de llegar se sintió mal y una dolencia no identificada lo mantenía postrado en cama.
"De nada servían las invocaciones que en guaraní ofrecía doña Anacleta a San La Muerte:
"'Señor de la muerte -rezaba con fervor- espíritu esquelético poderosísimo y fuerte por demás como un Sansón en tu Magestad, indispensable en el momento de peligro yo te invoco segura de tu bondad! ¡Oh! Señor la Muerte, mi ángel protector ... salva al Gobernador ... ¡Amén!'.
"Tampoco sirvieron los cánticos que -como una letanía- repetía constantemente dedicados a Santa Librada, ni los juramentos pronunciados con voz monótona y gutural a San Alejo Señor de los Amores. ¡Nada! ... Nada parecía torcer un destino ya trazado. Doña Anacleta estaba desesperada.
"Bonpland se hace cargo del enfermo, lo revisa y ordena una sangría; rápidamente el personal de servicio acerca una palangana y Bonpland requiere un cuchillo bien filoso. Atienza, semiinconsciente, resiste y debe ser sostenido por los criados. Bonpland coloca el brazo del enfermo sobre la jofaina y produce una incisión en el codo de casi diez centímetros. La sangre fluye y el enfermo parece sentirse mejor.
"Aparece como menos congestionado y más sereno. Bonpland saca de su maletín sulfato de quinina, mide la dosis adecuada, la disuelve y la hace beber al enfermo.
"La noche de ese 26 de Noviembre es intranquila. La mañana trae cierta confianza porque el enfermo recobra el conocimiento y parece mejorar. Doña Anacleta, bastante disgustada con el 'franchute' se ha marchado.
"Siete días lucha denodadamente Atienza por conservar su vida y Amado Bonpland por salvársela, pero el 2 de Diciembre fallece el gobernador y los Granaderos a Caballo que él comanda le rinden los honores de estilo. El teniente coronel Genaro Berón de Astrada, que fuera jefe de los Granaderos hasta la llegada del gobernador doctor Atienza, y que en este momento comandaba la columna de frontera, también toma parte activa en el homenaje.
"La ciencia de la época no había podido vencer a la muerte y Amado Bonpland se hallaba por esa causa apesadumbrado.
"Mientras hacía los preparativos para regresar a su propiedad de San Juan Mirí se conocieron. Genaro Berón -el militar- y Amado Bonpland, el científico, trabaron espontáneamente una cálida amistad que dio lugar a hechos inesperados que prueban el nivel de confianza que fraternalmente los unía y que tuvo la virtud de enrolar al francés en la causa de la libertad y contra Rosas", señala finalmente Borderes en su libro.

- Una muerte que significó alivio para la oposición

"La muerte de Atienza salvó de que tomase cuerpo aquella fuerza de naturaleza inconsciente y de tendencia perturbadora y depresiva", sentencia Mantilla en su "Crónica Histórica..."(5).

(5) Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo I, capítulo VIII: “Aislamiento Provincial. (1829-1839)”, parágrafo 139. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.

El 4 de Diciembre de 1837 fue sancionada una ley disponiendo que continúe provisoriamente en el Ejecutivo el Juan Felipe Gramajo y “habiendo tomado en consideración este funesto incidente, en Sesión de este día ha acordado sobreseer por este día a la ley del 15 de Septiembre de 1827 y que, en consideración a los importantes servicios que ha prestado a la patria dicho finado, sea su cadáver sepultado dentro del presbiterio de la iglesia que su familia eligiere, con todo lo demás correspondiente a su dignidad.
Asimismo se nombró una comisión del seno de la Sala, compuesta de tres individuos, para que asistan al entierro y demás funerales, debiendo V. E. continuar en el mando de la provincia hasta tanto que, concluidos los actos fúnebres, se ocupe la Sala del nombramiento del gobernador provisorio(6)

(6) “Registro Oficial de la Provincia de Corrientes. Años 1831-1837”, tomo tercero, pp. 415-417. // Citado por Antonio Emilio Castello. “Rafael León de Atienza (Gobernador y Capitán General de Corrientes. 1833-1837. Su Gobierno y su Epoca)” (2001). Impreso en Gráfica Busot S. R. L., Buenos Aires.

El historiador Hernán Félix Gómez señala que el Legislativo autorizó que los restos de Atienza fuesen inhumados en la Iglesia Matriz de la capital(7).

(7) Ley del 4 de Diciembre de 1837. "Esta ley permitió continuara en e1 mando del P. E., el delegado Gramajo, hasta la elección del provisorio". // Citado por Hernán Félix Gómez. “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo hasta el Tratado del Cuadrilátero)” (1929), Capítulo XIX. Edición del Estado.

El 12 de Diciembre de 1837, el Legislativo nombró Gobernador Provisorio al teniente coronel de granaderos Genaro Berón de Astrada y éste expidió un decreto el 20 de ese mismo mes disponiendo los funerales del ex gobernador:

Art. 1.- En todos los Departamentos de la provincia se celebrarán Misas solemnes de honras por el finado Exmo. Gobernador don Rafael de Atienza, con asistencia de las autoridades civiles y militares de la comprehensión.
Art. 2.- Los respectivos Comandantes cuidarán de que el día que ellos destinen, de acuerdo con el párroco, para la antedicha función, tengan lugar los honores militares que previene la ordenanza, en la forma que permita el tiempo y las circunstancias locales.
Art. 3.- Todos los empleados civiles y militares de la provincia, por el término de quince días contados desde esta fecha en la capital, y de igual tiempo en los Departamentos, luego que se celebre la Misa acordada, traerán al brazo izquierdo un lazo negro de gasa sin lustre en señal de duelo, por la pérdida de tan digno jefe(8).

(8) “Registro Oficial de la Provincia de Corrientes. Años 1831-1837”, tomo tercero, pp. 432-433. // Citado por Antonio Emilio Castello. “Rafael León de Atienza (Gobernador y Capitán General de Corrientes. 1833-1837. Su Gobierno y su Epoca)” (2001). Impreso en Gráfica Busot S. R. L., Buenos Aires.

Todo se llevó a cabo como estaba dispuesto y los restos de Rafael León de Atienza fueron inhumados en la Iglesia de La Merced de la Ciudad de Corrientes, aunque no se sabe con precisión en qué lugar se encuentran porque todo quedó bajo la moderna construcción de ese templo, descansando hoy en compañía de otros ilustres varones correntinos.

Con la desaparición de Atienza, el gobernador de Buenos Aires perdió un valioso aliado, justo cuando iban a comenzar los mayores problemas internos e internacionales para él.

A su vez, Corrientes terminaría el período de las disidencias meramente doctrinarias con Juan Manuel de Rosas, para entrar en el de los enfrentamientos armados, que se desarrollarían a lo largo de trece años, con efímeros lapsos de paz.

Atienza era más militar que político. En esta última actividad había comenzado a formarse cuando, a principios de la década del 1830, había sido elegido representante e integró el Poder Legislativo de la provincia; estando en esas funciones y en ese aprendizaje, lo sorprendió su nombramiento de gobernador, producto de una transacción entre dos bandos opuestos, aunque no enemigos irreconciliables.

El tuvo la virtud del sentido común y el pragmatismo que, posiblemente, se había desarrollado en su vida militar y en todo lo que había observado a lo largo del corto tiempo de vida que tenía la provincia, con una existencia agitada y de luchas armadas los casi primeros diez años y con una vida tranquila, en general, que iba permitiendo su desarrollo en los casi doce años siguientes

Trató de mantener el equilibrio entre los sectores políticos para que no se alterara esa calma que existía en la disidencia cosa que, sin embargo, no le resultó fácil, pues los factores externos, en especial los que incidían desde Buenos Aires, que era el eje de la política nacional, fueron separando cada vez más las aguas en la política correntina que, por otra parte, no podía mantenerse totalmente al margen de lo que sucedía en el resto del país y, principalmente, de los sucesos y facciones de la ciudad más importante.

Con respecto a la relación con eso último que hemos mencionado, hubo dos momentos en la vida política correntina, de acuerdo justamente a los dos momentos de lo que ocurrió en Buenos Aires: los breves Gobiernos de Balcarce, Viamonte y Maza, donde los dos bandos federales, lomos negros o liberales o cismáticos y apostólicos u ortodoxos o netos (rosistas), fueron pasando del enfrentamiento dogmático al cada vez más agresivo, y el Gobierno de Rosas a partir de Abril del 1835, donde la suma del poder público, la retirada al exilio de los "lomos negros" y la supremacía en el orden nacional del gobernador porteño, produjeron una casi total homogeneidad con respecto a su política.

En estos tiempos, en los que no habían disidencias de las provincias del Interior con la de Buenos Aires, no iba a ser Corrientes la que se pusiera en un efectivo enfrentamiento con la última y máxime que las razones que pudieran haber, no justificaban esa actitud extrema y, en última instancia, en el arte de la política hay que ser lo suficientemente hábil para saber cuándo es prudente aflojar, porque las cosas no están claras y pueden tornarse peligrosas.

Esto último es justamente lo que hizo Atienza y es lo que le criticaron parte de sus contemporáneos, aunque después que comenzaron los levantamientos armados contra Rosas por razones distintas. Pero hay que saber analizar los distintos momentos del acontecer histórico y que en ese proceso hay tiempos para la paz y tiempos para la guerra y la habilidad del gobernante está en saber cuándo es el momento para una u otra cosa.

Justamente después de la muerte de Atienza, al formarse el Congreso General, se produjo el desplazamiento de varios diputados, pasando a ser dominado el organismo por los adversarios a la política del ex gobernador, logrando éstos imponer para la sucesión al teniente coronel Genaro Berón de Astrada.

Y acá viene lo que justifica la política de Atienza.

A pesar de haber hombres más representativos que Berón de Astrada, se consideró peligroso nombrar a alguno de ellos, por no contar con las simpatías de Rosas y existir la posibilidad de un golpe de Estado promovido por éste.

Berón de Astrada era un hombre nuevo en el escenario político y se suponía que no sería objetado por el hombre fuerte de la Confederación. Este, en carta del 16 de Enero de 1838, dirigida al nuevo mandatario correntino le expresó lo siguiente:

He tenido el gusto de recibir su estimada carta de fecha 16 de Diciembre último y lo tengo en contraerme a su contestación, aunque con el doloroso recuerdo de la sensible triste pérdida de nuestro buen amigo el señor Atienza, de quien el cielo se ha servido disponer, en cuya virtud -dirigiendo mis súplicas a Dios Nuestro Señor, por su descanso eterno- acompaño a Vd. y a esa provincia en el profundo pesar por tan infausto suceso.
Aprecio, como debo, los sentimientos de cordial benevolencia con que Vd. me favorece, y en su persona me permito felicitar a la benemérita provincia de Corrientes, por el acierto de sus representantes en la elección de Vd. para presidirla y, a Vd., por el alto honor que ha merecido.
Deseando a Vd. la mejor salud y acierto, esta ocasión me proporciona el placer de ofrecérmele sinceramente por su atento servidor y amigo”.

Juan Manuel de Rosas(9)

(9) “Provincia de Corrientes. Ley Nro. 732” (1938), tomo I, pp. 208-209. Imprenta del Estado, Corrientes. // Citado por Antonio Emilio Castello. “Rafael León de Atienza (Gobernador y Capitán General de Corrientes. 1833-1837. Su Gobierno y su Epoca)” (2001). Impreso en Gráfica Busot S. R. L., Buenos Aires.

Rosas vio con buenos ojos la asunción de Berón de Astrada al Gobierno de Corrientes y posiblemente lo subestimó -al igual que los unitarios y federales de cualquier bando- que creyeron que podrían inclinarlo a sus respectivas facciones llegado el momento, pero no hay dudas de que unos y otros se equivocaron, pues el hombre era inteligente y orientaría la política de su Gobierno según las conveniencias de la provincia, sin someterse a influencias ajenas.

Esto lo demostró desde el primer momento en que siguió una política de contemporización -similar a la de Atienza- con el Gobierno de Rosas, explicándola de esta forma:

No podía dejar de contemporizar con él por el estado indefenso de Corrientes, pues, de negarse a condescendencia, se aventuraba a sufrir el peso de una guerra desastrosa(10).

(10) Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1972), tomo I, p. 288, Buenos Aires. // Citado por Antonio Emilio Castello. “Rafael León de Atienza (Gobernador y Capitán General de Corrientes. 1833-1837. Su Gobierno y su Epoca)” (2001). Impreso en Gráfica Busot S. R. L., Buenos Aires.

Y su política fue similar a la de Atienza, de independencia en su accionar interno, manteniendo la paz y la tranquilidad al no exasperar -en la medida de lo posible- los ánimos de partidarios y opositores, sin dejarse influenciar por los consejos extremistas que pudieran llegarle desde Buenos Aires y manteniendo las buenas relaciones, igual que el anterior, en aquellos aspectos que hacían al ejercicio de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina por parte del Gobierno porteño.

Su intención no era romper con Buenos Aires; sabía que Corrientes no podría resistir sola una guerra con esa provincia, pero erró cuando secretamente apoyó las negociaciones de Cullen, ministro de Santa Fe, con los franceses, para que levantaran el bloqueo con respecto a las provincias del Litoral.

Esto enfureció a Rosas, que había sido “puenteado” y fue la condena para el negociador y, como el Gobierno de Corrientes se había apresurado en reconocer a Cullen como gobernador de Santa Fe -por la muerte de López- ese Gobierno también comenzó a caer en desgracia.

Una serie de acontecimientos, llevaron a Rosas a escribirle a Berón de Astrada, haciéndole saber de las conspiraciones que se tejían en su contra y en las que se mencionaba al correntino, pero su intención era simplemente darle a conocer que él estaba prevenido y obligarlo a definirse en su favor pues no consideraba que pudiera estar involucrado.

Pero el efecto fue contrario al que Rosas esperaba, pues Berón de Astrada y su ministro de Gobierno, Pedro Díaz Colodrero, entendieron mal su actitud, se asustaron -en el buen sentido de la palabra- y, creyéndose perdidos, se dispusieron para la guerra.

Dentro de la complejidad de toda la trama puede decirse que el rompimiento de Corrientes con Rosas se produjo en forma fortuita; no fue producto de una política meditada y elaborada en ese sentido.

Por último, se puede decir que la política de Atienza no fue desacertada y tuvo su continuación en el año posterior a su muerte, mientras Berón de Astrada pudo conservar la calma y hasta que se vio envuelto en una trama tejida por los enemigos de Rosas.

Después de diecisiete años de Gobiernos progresistas y prudentes, entre los que se cuentan los cuatro años de Atienza, que condujeron a la provincia por los caminos de la paz y el desarrollo, la provincia guaraní se vio empujada a entrar otra vez en la vorágine de la guerra civil que le produjo incontables perjuicios en todos los órdenes y el atraso que es la consecuencia de toda contienda armada.

Posiblemente, si Atienza hubiera seguido siendo gobernador esto no hubiera ocurrido durante su mandato, lo que no significa que posteriormente a él, según quién llegara al Gobierno, el decurso de los acontecimientos pudiera haberse dado tal cual se dio.

- La memoria histórica de los Atienza

 

El 21 de Noviembre de 2002 se presentó en el Museo Histórico de Corrientes “Tte. de Gdor. Manuel Cabral de Melo y Alpoin”, el libro “Rafael de Atienza. Gobernador y Capitán General de Corrientes 1833-1837 (su Gobierno y su Epoca)”, del historiador Antonio Emilio Castello.

Mecenas de la obra fueron el doctor Carlos Larocca y al doctor, teniente coronel Salvador Larocca -ambos descendientes del mandatario- a cuya memoria estaba dedicado el libro que se presentaba, material redactado por Castello para salvaguardar del olvido al 5to. gobernador constitucional propietario de Corrientes, sólo limitado por las cronologías de gobernadores de la provincia, algún recuerdo de los que registró la historia de Corrientes y algún relato en torno a esa figura casi desvanecida de los anales del pasado(11).

(11) Citado por Miguel Fernando González Azcoaga. “Los Atienza (sus Retratos y el Recupero de la Memoria Histórica para Corrientes”, publicado en el diario “El Litoral”, el 23 de Junio de 2011, Corrientes.

Se trataba de "la presentación de un libro -impensado antes- dedicado a una figura casi perdida en la memoria institucional de los correntinos". La memoria de "Atienza, maltratada por Mantilla y los que lo copiaron, eclipsada históricamente por las memorias de Ferré -que lo precedió- y Berón de Astrada que lo sucedió, se impuso y se hizo querible en el alma de los correntinos", dira el Director del Museo, González Azcoaga.

Gracias a la decisión de los Larocca, de costear e imponer una placa en el peristilo del Santuario de Nuestra Señora de La Merced. se recordó en ella que allí, en ese viejo y emblemático templo yacían “frente al Altar Mayor, del lado del Evangelio, desde 1837, los restos del Gobernador y Capitán General de la provincia, don Rafael León de Atienza”.

"Cuando las sucesivas reformas que afectaron al secular templo amenazaron con cubrir la lápida original, las nietas del gobernador, las señoritas Giraud Atienza, llevaron la piedra a su casa de la calle Buenos Aires 448, donde fue conocida por el genealogista Héctor Boo, Director y mecenas del Museo Histórico quien, aunque trató de recuperarla fue imposible hallarla.
"Y fue esa noche del 21 de Noviembre de 2002 en que se dio la noticia de la existencia de un retrato del fundador de la familia, don Nicolás García de Atienza, pintado en el siglo XVIII en las misiones jesuíticas y desde entonces esperamos al menos tener una copia, si no el original, que nos asegurara esa efigie", relatará Azcoaga.

Los Atienza dieron dos hombres a las instituciones de la provincia de Corrientes; ambos llevaron en sí la tragedia a cuestas por estar sus vidas ligadas al desempeño de las labores públicas.

El primero de ellos, Nicolás Ramón de Atienza, fue el primer mandatario de Corrientes que impuso las circunstancias del momento cuando -tras la insurrección sin tiros del 12 de Octubre de 1821- se afirmó la autonomía de la provincia que al fin se desprendía de las tutelas que la habían sometido a lo largo de toda su primera gran historia culminando con el fin de la República Entrerriana, rémora de lo que fue el artiguismo y lo que significaron sus hombres para estas latitudes.

Bajo su gestión se reorganizó Corrientes, se sancionó el primer Estatuto Provisorio Constitucional y se preparó el advenimiento de Juan José Fernández Blanco, primer gobernador constitucional, designado el 5 de Diciembre de 1821.

La gestión del primero de los dos Atienza que gobernó Corrientes fue breve y limitada en la función pública -que así lo exigía- como en la vida signada por la tragedia temprana cuando a los 28 años de edad, mientras se hallaba en campaña, los indios lo ultimaron junto con los suyos, como lo consigna en sus estupendas memorias inéditas su sobrino José Nicolás de Alsina y Atienza, quien supo ser sempiterno Director del Archivo de la Provincia, desde 1878.

Allí, frente al bellísimo retablo mayor tallado barrocamente por Bogarín en la Iglesia de Santa Lucía de los Astos, Monumento Nacional, se halla aún hoy una modesta lápida de mármol travertino que destaca que, en el piso, están los restos de don Nicolás Ramón de Atienza, llamado en la austera e ingenua escritura del epitafio: “Primer Gobernador Popular”(12).

(12) Todo citado por Miguel Fernando González Azcoaga. “Los Atienza (sus Retratos y el Recupero de la Memoria Histórica para Corrientes”, publicado en el diario “El Litoral”, el 23 de Junio de 2011, Corrientes.

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