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ASESINATO DE LOS VIRASORO

Subsistía aún la Intervención en Santiago del Estero, cuando nuevos sucesos ocurridos en San Juan solicitaron la atención del Gobierno Federal y de la nación entera.

Virasoro gobernaba la provincia alejado de todo apoyo, combatido por los liberales y ante la indiferencia de los antiguos amigos de Benavídez. En el deseo de olvidar lo pasado y desvanecer toda aspereza entre Paraná y Buenos Aires, la Cámara de Diputados de la Confederación había sobreseído, el 25 de Junio de 1860, el proceso incoado con motivo de la muerte de Benavídez, y el presidente adoptó igual medida por decreto del 27 de Junio.

Sarmiento, a la sazón ministro de Buenos Aires, escribió a Derqui aconsejándole que aprovechara el sobreseimiento para restablecer las antiguas autoridades. Es de advertir que sólo podría restablecerse al gobernador Gómez, cuyo período debería terminar el 8 de Septiembre de 1860, pero no a la Legislatura que lo acompañaba, cuyos miembros ya habrían caducado en su totalidad.

El 8 de Septiembre de 1860, Virasoro reelegido gobernador, no obstante la debilidad cada vez más acentuada de su círculo, compuesto al fin por individuos extraños a la provincia.

Los Senadores y Diputados por San Juan únicamente de nombre conocían la provincia y, de igual desarraigo, adolecían los representantes designados para integrar la Convención Nacional de Santa Fe; pero esta vez Sarmiento consiguió que la Comisión de Poderes de la Convención -en la cual figuraban Luis Cáceres, Marcos Paz y José Posse- aconsejara el aplazamiento indefinido de los diplomas.

Virasoro se enfureció contra los sanjuaninos que habían pedido el rechazo de los representantes y encarceló y desterró -sin juicio previo-al doctor Antonino Aberastain, que figuraba a la cabeza de los opositores.

Por esa época, Urquiza reunía en su residencia de San José a Derqui y Mitre para festejar juntos la unión nacional. Todo parecía propicio a la paz, cuando en Buenos Aires la prensa y los políticos empezaron a mover el pleito sanjuanino, azuzados por una comisión venida de aquella provincia en demanda de la adhesión moral y la ayuda pecuniaria del Gobierno.

El 7 de Noviembre, “El Nacional” había advertido a los sanjuaninos que debían confiar en sus propias fuerzas, organizándose dentro de su territorio, pues era improcedente la intervención de los poderes federales; pero las ideas tomaron distinto rumbo cuando se conoció el destierro de Aberastain.

El 11, Sarmiento escribió a Mitre señalándole las tropelías sanjuaninas: destierros sin juicio previo, ausencia prolongada del ministro, relajamiento de la Justicia, falta de seguridad para los capitales ... Parecíale bien que un funcionario se trasladase a San Juan para levantar una información sumaria de los hechos y garantir las instituciones(1).

(1) Sarmiento. Carta al gobernador Mitre, en: “Sarmiento-Mitre (Correspondencia 1846-1868)” (1911), p. 107. Ed. Museo Mitre, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Horas después trasmitía la idea que le había sugerido que los tres personajes reunidos en San José dirigiesen una carta colectiva a Virasoro, ofreciéndole caminos para salir de la mala situación en que estaba colocado(2).

(2) Sarmiento. Carta al gobernador Mitre (Noviembre 12 de 1860), en: “Sarmiento-Mitre (Correspondencia 1846-1868)” (1911), p. 110. Ed. Museo Mitre, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El 16 de Noviembre, el presidente y los dos gobernadores, encontrando acertada la idea, escribieron a Virasoro aconsejándole que abandonase libre y espontáneamente el Gobierno, para lo cual apelaban a su abnegación y patriotismo(3).

(3) Derqui, Mitre, Urquiza. Carta al gobernador Virasoro, en Julio Victorica. “Urquiza y Mitre” (1906), p. 385. Ed. J. Lajouane y Compañía, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El 18, Sarmiento publicó un violento panfleto, luego transcripto por “El Nacional”, donde expresó que el presidente debía declarar violados en San Juan los derechos y garantías de la Constitución, por el gobernador y los jueces, especificando los casos y las personas(4).

(4) Sarmiento. “El tirano José Virasoro”, en: “Obras de D. F. Sarmiento” (1900), tomo XLV, p. 10. Ed. Imprenta Mariano Moreno, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

En carta dirigida a Mitre, Sarmiento explicaba que, después de la declaración, debían enviarse a San Juan milicias de Buenos Aires y otras provincias amigas, inclusive algunas de Peñaloza, todas bajo la dirección del propio Sarmiento, designado al efecto por el Ejecutivo.

Su idea política era que alguien de buena estampa pasease el nombre de Mitre por el Interior, que alguna Fuerza de Buenos Aires se mezclase en las cosas de las provincias; su título podría ser el de procurador, porque concitaría a los Tribunales a esclarecer los hechos y serviría de agente ante toda autoridad(5).

(5) Sarmiento. Carta de Noviembre 18 de 1860, en: “Sarmiento-Mitre (Correspondencia 1846-1868)” (1911), p. 113. Ed. Museo Mitre, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Finalmente, “El Nacional” proporcionó la regla justificativa de esta gestión, declarando que ella no se desenvolvería con arreglo al texto reformado, pero sí en mérito al precepto de 1853 que prescribe la garantía del goce y ejercicio de las instituciones provinciales(6).

(6) Nro. 2332, Noviembre 23 de 1860. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Se actuaría, pues, de acuerdo con el artículo 5to., sin apelar al mecanismo del artículo 6to. en la parte que autoriza la intervención para garantir la forma republicana, declaración que demuestra cuán circunscripto carácter se atribuía a este objeto. Por lo demás, con el artículo 5to. se pretendía ejercer una suerte de intervención más judicial que política y, si Sarmiento deseaba que se nombrase un funcionario ad hoc, era porque aún no se había establecido en las provincias los jueces federales.

Virasoro no recibió la carta colectiva. El mismo día en que aquélla era suscripta, cayó asesinado en su casa, víctima de una pueblada que la asaltó.

Jefe inmediato de la sedición fue el ciudadano chileno, Pedro Nolasco Cobo. La revuelta comenzó a las 08:15 de la mañana. Un pelotón de ocho hombres, al mando de un ciudadano armado de un asador, atacó el Cuartel de San Clemente, que se hallaba guarnecido por unos 30 soldados, y lo rindió luego de disparar tres o cuatro tiros.

La guarnición del Cabildo, fuerte también en treinta hombres, cayó en manos de ocho sujetos, resultando cuatro o cinco heridos de una y otra parte. Al mismo tiempo, unos quince ciudadanos armados con fusiles asaltaron la casa de Virasoro. Según Cobo, el jefe de los asaltantes intimó rendición al gobernador, “gritándole desde la calle con voz verdaderamente estentórea:
- “¡Abajo el tirano Virasoro!

A esta original intimación contestó desde adentro el aludido con órdenes de repeler el ataque. Cuando los asaltantes consiguieron derribar la puerta de calle, salieron de la casa siete soldados, heridos algunos, y se entregaron prisioneros. Reforzados con otros dieciséis individuos, los asaltantes irrumpieron en el patio, mientras otros escalaban la pared del fondo.

Cobo calificó de indescriptible el cuadro que ofrecía la familia de Virasoro:

Apenas cubiertas las señoras con sus batas de dormir, desmelenadas y las manos alzadas al cielo, cruzaban el patio en todos sentidos, entremezclándose con los combatientes; iban y venían, encontrando en dondequiera la desesperación y la muerte”.

Agregó Cobo que, mientras él se ocupaba en auxiliar a las señoras y los niños, oyó que el gobernador llamaba al coronel Marcelino Quiroga para rendírsele. Cobo y Quiroga ordenaron que cesara el fuego, pero la orden fue desatendida y el gobernador cayó muerto.

A más del gobernador, murieron su hermano, el diputado nacional don Pedro; el edecán, don Tomás Hayes; un oficial que Peñaloza había enviado en misión particular, y tres soldados de servicio: siete personas en total. Los asaltantes tuvieron tres muertos(7).

(7) Cobo. Parte dirigido al gobernador Coll (Noviembre 19 de 1860), en: “Documentos históricos sobre la revolución de San Juan consumada el 16 de Noviembre de 1860” (1861), p. 14. Ed. Imprenta del Mercurio, Valparaíso. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Triunfante la asonada, Cobo asumió la autoridad pública en el carácter de jefe de las fuerzas y nombró Comandante General de Armas a Manuel José Zavalla. Los diputados que no huyeron fueron detenidos.

Al día siguiente, el jefe de las fuerzas insurrectas congregó en la plaza a un grupo de vecinos y les entregó la suerte de la provincia. Este procedimiento era el usual en los casos de sediciones victoriosas y nadie objetaba el derecho de los habitantes de la capital para imponer sus decisiones a todos los demás: el sentimiento autonómico se confundía con el municipal de las ciudades fundadoras.

Los vecinos proclamaron ser el pueblo de San Juan; se declararon en posesión de la soberanía originaria, reivindicando para la provincia el derecho de nombrar su Gobierno y regirse por sus instituciones propias; y manifestaron que las únicas autoridades legítimas eran las formadas en 1857, cuando fue electo gobernador Manuel José Gómez, pues las que acompañaron a Virasoro habían sido violentamente impuestas por las fuerzas armadas que derrocaron a aquéllas.

Repetíanse las ideas de Sarmiento, ideas inaceptables, porque desconocían un Gobierno constituido a raíz de una intervención para reconocer otro también designado en comicios que presidió la autoridad federal... Los vecinos designaron gobernador provisorio a Francisco T. Coll(8).

(8) Acta popular (Noviembre 17 de 1860), en: “Documentos históricos sobre la revolución de San Juan consumada el 16 de Noviembre de 1860” (1861), p. 9. Ed. Imprenta del Mercurio, Valparaíso. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Este nombró ministros al doctor Aberastain y a Valentín Videla; el primero había regresado de Mendoza poco después de ocurrida la revuelta. Los nuevos ministros dirigieron una nota de felicitación a Cobo, titulándolo jefe de las fuerzas libertadoras.

En su concepto, el nombre de aquél habría de ocupar algún día en la historia de San Juan el mismo lugar que los más heroicos defensores de la libertad tienen señalado en las antiguas repúblicas de Grecia; y el hecho en que Cobo actuó era uno de los pocos de nuestros tiempos que revivían el patriotismo y la heroicidad de los antiguos...(9).

(9) Aberastain, Videla. Nota a Cobo (Noviembre 22 de 1860), en: “Documentos históricos sobre la revolución de San Juan consumada el 16 de Noviembre de 1860” (1861), p. 19. Ed. Imprenta del Mercurio, Valparaíso. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El 2 de Diciembre se verificaron los comicios de diputados y electores; reunidos éstos el 9 del mismo mes, designaron a Aberastain, gobernador constitucional. El gobernador electo no asumió de inmediato sus funciones, continuando Coll por algún tiempo al frente de la Administración.

Sin perjuicio de soñar con los memorables tiempos pretéritos, la insurrección contemporizó con la realidad circundante pues, con el propósito de aquietar al molesto vecino del norte -fijo el recuerdo en los sucesos de 1858-, Aberastain escribió a Peñaloza una carta de paz y amistad. El doctor sanjuanino supo halagar el amor propio del gaucho riojano y Peñaloza observó escrupulosamente una actitud de firme abstención.

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