Acción de Arredondo en La Rioja
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Justificaba la presencia de las fuerzas nacionales en La Rioja la declaración hecha por el gobernador provisorio de que la montonera impedía la organización del Gobierno. Los adversarios de Dávila decían que ésta era sólo un fantasma, inventado a fin de crear una atmósfera propicia a su nombramiento de titular y a la candidatura de Elizalde, todo con arreglo a indicaciones del general Taboada(1).
(1) Vicente Almandos Almonacid. Felipe Varela y sus hordas en la provincia de La Rioja; narración fidedigna de los hechos ocurridos en esta época, seguida de un Apéndice sobre los trabajos electorales de 1868 (Córdoba, "El Eco de Córdoba", 1872), p. 39. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
El 3 de Noviembre, Arredondo llegó a La Rioja y se entregó de lleno a la tarea de formar un partido que le respondiese, a cuyo efecto prestigió el nombre del doctor J. Benjamín de la Vega para ocupar la gobernación de la provincia.
La lucha entre Arredondo y Taboada estaba definida desde que el primero, al salir de Buenos Aires, publicó en "La Tribuna" un violento ataque contra el segundo. El corresponsal de dicho diario en La Rioja, había formulado apreciaciones mortificantes para Arredondo, y éste atribuyó el suelto a los Taboada, “esos Atila del Norte de la República”.
Decía Arredondo que lo atacaban por haber clamado contra el despotismo santiagueño; por haber denunciado los abusos cometidos con los hombres y mujeres a quienes se confinaba en los desiertos del Bracho, “esa Siberia argentina” y, sobre todo, por haber opuesto a sus trabajos electorales en el orden nacional...(2).
(2) Arredondo. Carta a los redactores de "La Tribuna" (Septiembre 28 de 1867), en: "La Tribuna", Nro. 4.101, Octubre 3 de 1867. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
El general Taboada recogió el guante y dispuso un hábil plan ofensivo. Empezó por declarar que peligraban las provincias de Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero, denunciando -a efectos de interesar a las dos primeras- que Arredondo actuaba en combinación con Campo y Omill...
Entendía el General que tocaba a los gobernadores ponerse de pie. Esto sentado, correspondía a Dávila denunciar al Ejecutivo que las fuerzas de Arredondo atentaban contra la autonomía de La Rioja, y pedir el relevo de aquel jefe.
Una circular que Dávila dirigiese a los otros tres gobernadores, autorizaría a estos a reforzar el pedido, asegurando el alejamiento de Arredondo(3).
(3) A. Taboada. Carta al gobernador Recalde (Octubre 24 de 1867), en: Cartas con las vistas y propósitos de don Manuel Taboada (Buenos Aires, "El Nacional", 1869), p. 25. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
El gobernador de La Rioja siguió fielmente el consejo, dirigiendo sendas notas al ministro del Interior y a los mencionados gobernadores. Decíales a estos últimos que el esfuerzo de los Gobiernos del Norte sería eficaz para impedir la desaparición de los principios que afectan el nervio del Organismo político nacional(4).
(4) Dávila. Nota a los gobernadores (Noviembre 2 de 1867), en: "El Uruguay", Nro. 2.222, Noviembre 22 de 1867. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
El vicepresidente encontró justos los reparos y ordenó a Arredondo que abandonase La Rioja junto con sus fuerzas, trasladándolas al campamento de Villa Nueva, provincia de Córdoba. Previamente, el gobernador de La Rioja había expresado que se bastaba para asegurar el orden público.
Al recibir la orden, Arredondo se consagró a concertar apresuradamente una revuelta, pretendiendo -sin duda- retirarse con los mismos fáciles laureles que cosechó en Córdoba.
En la mañana del 10 de Noviembre, el gobernador descubrió el movimiento que se gestaba y suscribió un pedido de intervención por si cayese en poder del general, cuya actitud hostil la confirmaba la negativa de éste a entregar las milicias(5).
(5) Dávila. Nota al ministro Rawson, en: "El Uruguay", Nro. 2.228, Noviembre 28 de 1867. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
Acto continuo, organizó la resistencia con los pocos elementos de que disponía: once fusiles, en su mayor parte inútiles, un rifle y algunos revólveres...
E1 mismo día, a las dos y media de la tarde, fue acometida la Casa de Gobierno por un grupo como de sesenta civiles, mientras por el flanco operaban la mitad de los milicianos, munidos con fusiles pertenecientes a la tropa de línea(6).
(6) Dávila. Carta al vicepresidente Paz (Diciembre 5 de 1867), en: Archivo del general Mitre, VI, 389. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
Dávila fue derrocado a costa de algunas víctimas y sometido a prisión, lo mismo que varios de sus adictos, San Román entre ellos. Seguidamente, la inevitable asamblea de vecinos designó gobernador propietario al doctor Serafín de la Vega, deudo del candidato de Arredondo y de quien no había de temerse que trabajase por su propia cuenta.
Vega declaró que el movimiento tuvo por único objeto impedir que Dávila se perpetuase en el Gobierno, como pretendía hacerlo, demorando indefinidamente la elección de gobernador propietario y manteniendo a la provincia en una situación anómala y dictatorial(7).
(7) S. de la Vega. Nota al gobernador Alsina (Noviembre 11 de 1867)). Ms., en: Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Gobierno, 1867, expediente número 641. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
A los tres días de producirse la revolución, Arredondo dirigió al vicepresidente una carta procaz. Díjole que, a pesar de sus órdenes, se ocupaba en perseguir una montonera alzada en los Andes y que, tan pronta como esa chusma despejase la provincia, se retiraría a los baños termales de Mendoza, donde esperaba reparar su salud quebrantada por los largos servicios prestados al país.
Agregó que, ya en Mendoza, iba a renunciar el cargo de segundo jefe del Cuerpo de Operaciones en el Sur, ahorrando al vicepresidente el trabajo de tomar medidas en su contra. “He comprendido -agregó- que mi estadía en el Interior es un obstáculo a la política y protección que vuecencia dispensa al Atila del Norte”; y terminó asegurando que los grandes criminales gozaban del aprecio del Ejecutivo(8).
(8) Arredondo. Carta al vicepresidente Paz (Noviembre 13 de 1867), en: Archivo del general Mitre, VI, 330. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
La actuación de este jefe en Córdoba y La Rioja originó una enérgica protesta del gobernador de Entre Ríos, José M. Domínguez. Dicho mandatario consideraba afectadas por tales hechos las prerrogativas de las provincias, y anunció al Ejecutivo que hubiera levantado el arma y no la voz para sostener las autoridades constituidas, si hubiese podido acudir en el momento de los conflictos.
Interesada en las instituciones federales que, como ninguna, contribuyó a formar y en el prestigio del Gobierno que debía garantirlas y conservarlas, la provincia de Entre Ríos - decía el gobernador- reclama el restablecimiento de las autoridades depuestas y el castigo de los culpables, en nombre del gobernador de La Rioja precipitado a un calabozo y de la Legislatura de Córdoba disuelta por una asonada(9).
(9) Domínguez. Nota al ministro Rawson (Noviembre 28 de 1867), en: "La Nación", (Buenos Aires), Nro. 73, Diciembre 10 de 1867. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
La protesta fue severamente replicada por el ministro Rawson. Expresó éste que no renocía en el mandatario de Entre Ríos el derecho de requerir, en nombre de otras provincias, tan independientes como ella en su régimen interno. Añadió que sólo por un olvido de los preceptos constitucionales, podía explicarse el paso equivocado del gobernador.
Entrando luego en un terreno más personal, dijo que si la Constitución hubiese autorizado a los Gobiernos locales a cuidar el orden público en las provincias vecinas, los caudillos prepotentes que dispusieran de una provincia fuerte o belicosa, encontrarían siempre pretextos para invadir los pueblos más débiles, estableciendo en ellos el imperio de la fuerza y suprimiendo su autonomía, como ocurrió en épocas de triste recuerdo.
Y concluyó expresando que la Constitución ha querido que no quede la suerte de los pueblos librada al variable criterio de un Gobierno de provincia, que en un caso podía levantar la voz y el arma en defensa del derecho y que en otro se abstenía de alzar la voz ante el espectáculo de seis provincias aniquiladas sucesivamente por una invasión de vándalos(10).
(10) Rawson. Nota al gobernador Domínguez (Diciembre 5 de 1867), en: Documentos relativos a la Organización Nacional, etc., II, 161. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
Temía el Ejecutivo que en La Rioja ocurriese un espectáculo mayor, arremetiéndose Taboada y Arredondo, o preparándose uno y otro al combate, lo que era verosímil porque Dávila había solicitado la ayuda del primero, en su calidad de Jefe del Cuerpo de Operaciones en el Norte.
Desde luego, la carta que Arredondo había enviado al probo Paz, exigía un castigo y el Ejecutivo destituyó a aquél del cargo de segundo jefe del Cuerpo de Operaciones en el Sur y lo intimó a comparecer ante un consejo de guerra.
Con ser la única posible, la orden despertó la atención pública; tan habituadas estaban las gentes a contemplar impune la indisciplina. Rawson inspiró la medida y, esa actitud, sirvió a uno de sus biógrafos para tachar de antojadiza la versión corriente que le imputaba -como principal defecto- su debilidad de carácter(11).
(11) Jacob Larrain, "El doctor Guillermo Rawson", (Buenos Aires, Ygon Hermanos, 1886), p. 37. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo VIII: “El testamento político de Mitre”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
Enseguida de dictadas las disposiciones contra Arredondo, el vicepresidente suscribió con todos sus ministros un decreto de intervención en La Rioja, a pedido del gobernador provisorio y a los objetos señalados en la Constitución Nacional.
Expresábase en él que la circunstancia de haber sido designado el provisorio por un agente nacional, lo convertía en cierto modo en representante del Ejecutivo y obligaba a éste a sostenerlo y restablecerlo con más empeño que en los casos ordinarios.
Forzaba además a proceder rápidamente la sospecha de que personas que obraban en servicio nacional y bajo la dependencia inmediata del presidente, hubiesen tenido una participación principal en los sucesos, así como la conveniencia de reprimir abusos tendientes a destruir la confianza del pueblo en el imperio de las instituciones.
Designóse para llevar a cabo la Intervención, al secretario de la presidencia, José Manuel Lafuente. El decreto de Noviembre 30 de 1867 es el que sigue:
Departamento del Interior
Buenos Aires, Noviembre 30 de 1867
Habiendo el Gobierno Interino de La Rioja, en nota de 10 de Noviembre requerido la intervención nacional, en mérito de hallarse gravemente amenazada su autoridad por una sedición, y habiendo reiterado la requisición en 14 del mismo, después de haber sido depuesto por la sedición armada ocurrida el día 10, en que se denunciaba;
Y considerando:
1.- Que el Gobernador Interino, don Cesáreo Dávila, fue nombrado en el mes de Junio último, cuando la Provincia se hallaba bajo la influencia de la intervención nacional llevada allí para rechazar la invasión y sofocar la rebelión y cuando los Poderes constituidos habían terminado su período legal en medio de aquellos sucesos, teniendo este nombramiento, que fue reconocido debidamente por el Gobierno interventor, por principal objeto la reinstalación de los Poderes Públicos conforme a la Constitución y a las Leyes de la Provincia;
2.- Que estos antecedentes hacen más directa que en los casos ordinarios la obligación de parte del Gobierno General, de sostener y restablecer aquella Autoridad instituida para legalizar el orden político de La Rioja;
3.- Que la circunstancia de atribuirse una participación principal en los sucesos del 10 de Noviembre a personas que obraban en servicio nacional y bajo la dependencia inmediata del Jefe de la Nación, obliga especialmente a proceder sin demora dentro de las facultades constitucionales, a la reparación de los males que aquel suceso haya causado;
Y, considerando, finalmente:
Que la situación política de la República reclama la mayor eficacia en la represión de abusos que alarman la opinión y tienden a destruir la confianza del pueblo en el imperio de las instituciones
El Vicepresidente de la República, en ejercicio del Poder Ejecutivo,
Haciendo uso de las facultades que confiere al Gobierno General el artículo 6to. de la Constitución Nacional,
Acuerda y decreta:
Art. 1.- Elévese a la Provincia de La Rioja la Intervención pedida por el Gobierno Interino de la misma a los objetos señalados en la Constitución de la República.
Art. 2.- Comisiónase al ciudadano don José M. Lafuente para que en nombre y representación del Poder Ejecutivo Nacional, haga efectiva y lleve a cabo la Intervención decretada.
Art. 3.- Expídanse por el Ministerio del Interior las instrucciones según las cuales el Comisionado debe desempeñar el encargo que se le confía, y por los Ministerios respectivos díctense las órdenes necesarias para el éxito de la Intervención.
Art. 4.- Comuníquese a quienes corresponde, publíquese y dése al Registro Nacional.
PAZ
Guillermo Rawson, Lucas González,
Marcelino Ugarte, José E. Uriburu, José María Moreno
Con todo, el pleito riojano había llegado a causar cansancio en Buenos Aires, y Rawson comunicó a Dávila que el comisionado llevaba órdenes de exigir la inmediata instalación de los Poderes Públicos, vigilando el más amplio y libre ejercicio del sufragio, con lo que el Gobierno Federal cumpliría con el deber de garantir en la provincia intervenida el goce y ejercicio de las instituciones(12).