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Acción opositora de emigrados argentinos en Montevideo

El 20 de Diciembre de 1838, los emigrados argentinos en Montevideo constituyeron la Comisión Argentina, presidida por el general Martín Rodríguez y bajo la influencia de Florencio Varela, y promovieron la formación de una legión que, armada por los franceses, cooperaría en el plan.

En repetidas oportunidades, los emigrados argentinos solicitaron al general Juan Lavalle que encabezara una expedición contra Juan Manuel de Rosas. Se hicieron contactos con los descontentos de la campaña del Sur bonaerense. Todas las esperanzas eran insufladas por la mala información de los franceses y las esperanzas de los demás complotados.

Berón de Astrada había dejado constancia de que hacía la guerra a Juan Manuel de Rosas y no a la Confederación. También se abrieron comunicaciones con Alejandro Heredia, el líder del Noroeste, poco antes de que éste fuese asesinado.

Después de iniciado el bloqueo francés, la Comisión Argentina -por intermedio de Florencio Varela- insistió y, finalmente, aunque con reparos, Lavalle resolvió organizarla, debido a la colaboración de los franceses quienes habían prometido barcos, armas y también aporte monetario.

Florencio Varela se encargó de vencer la resistencia del general Juan Lavalle a entrar en una acción militar como aliado de una potencia extranjera. Por fin, en Buenos Aires, algunos miembros de la Asociación de Mayo -que formaban el Club de los Cinco- comprometieron a numerosos porteños en un complot del que tomó parte el coronel Ramón Maza, hijo del presidente de la Legislatura.

- La represión rosista

El “Restaurador de las Leyes” no estaba desprevenido. Lanza a Pascual Echagüe sobre Corrientes y en la batalla de Pago Largo (el 31 Marzo de 1839), Berón de Astrada es totalmente batido y muerto.

El agente francés Dubué es descubierto en Mendoza y fusilado, pero antes denuncia la participación de Patricio Cullen en la alianza antirrosista. Este abandona Santa Fe y se refugia en Santiago del Estero bajo la protección de Juan Felipe Ibarra. Rosas le exige su entrega y éste, temeroso, entrega innoblemente a su protegido, que es fusilado ni bien pisa territorio porteño, el 21 de Junio de 1839, sin juicio alguno.

Fructuoso Rivera -al saber la derrota de los correntinos- trató de hacer la paz con Rosas, y procuró detener a Lavalle, que se aprestaba a iniciar su campaña.

El complot de Maza fue descubierto el 24 de Junio de 1839. Maza fue arrestado y fusilado el 28 de Junio. El día anterior, su padre, Manuel V. Maza, presuntamente comprometido en el movimiento, fue asesinado en su despacho por miembros de “La Mazorca”.

El último episodio de esta sucesión de desastres para los aliados, se desarrolló en los campos del Sur. Desilusionados de que Lavalle desembarcara en Buenos Aires y sabiéndose descubiertos, los cabecillas Pedro Castelli, Ambrosio Crámer y Manuel Rico se pronunciaron contra Rosas en Dolores, el 29 de Octubre de 1839.

Carecían casi totalmente de armas y las pidieron a Montevideo. Pero Prudencio Rosas -hermano del gobernador- no les dio tiempo y los venció en la batalla de Chascomús, el 7 de Noviembre de 1839, dando muerte a sus jefes, con excepción de Rico.

- La expedición de Lavalle

¿Qué había pasado con Lavalle? Antes de dar respuesta a esta pregunta, hay que remontarse a los orígenes de la participación de Lavalle en la empresa planeada entre emigrados, orientales y franceses.

Dos obstáculos oponía el General argentino: su negativa a actuar aliado a una potencia extranjera contra Buenos Aires; y el espíritu de partido de algunos emigrados. Había expresado:

Estos hombres, conducidos por un interés propio muy mal entendido, quieren transformar las leyes eternas del patriotismo, del honor y del buen sentido; pero confío en que toda la emigración preferirá que la Revista la llame estúpida, a que su patria la maldiga mañana con el dictado de vil traidora(1).

(1) Enrique M. Barba. “La Campaña Libertadora del general Lavalle” (1944), p. 15, La Plata. Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires. // Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1971), segunda edición (1975). Ed. Kapelusz S. A., Buenos Aires.

Chilavert le había prometido que no se pisaría suelo argentino, sino bajo el pabellón nacional; que no se consentiría ninguna influencia extranjera en la organización del país; y que los auxilios serían pagados con una indemnización. Tales seguridades parecieron insuficientes al General.

Alberdi logró -en Febrero de 1839- que el cónsul francés en Montevideo le diera, por escrito, las miras de Francia respecto de sus intenciones en la Argentina(2). Ni aún así, consintió Lavalle, que fue llamado reiteradamente por Lamas, Varela, Chilavert, Rodríguez y Alberdi.

(2) Enrique M. Barba. “La Campaña Libertadora del general Lavalle” (1944), pp. 34 a 36, La Plata. Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires. // Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1971), segunda edición (1975). Ed. Kapelusz S. A., Buenos Aires.

Por fin, Florencio Varela lo convenció de tomar el mando de todas las fuerzas argentinas existentes en la Banda Oriental, para evitar que la invasión fuera efectuada por Rivera. Los argumentos de Varela disiparon los escrúpulos del general; en Abril de 1839 se trasladó a Montevideo y aceptó el encargo.

En cuanto a los partidos, quiso que la expedición no fuese unitaria, sino argentina, y respetando las tendencias de los pueblos se dispuso a aceptar la federación como mucho antes la había aceptado Quiroga. Por eso, la Proclama con la que acompañó su entrada en Entre Ríos, decía: “¡Viva el Gobierno Republicano, Representativo, Federal!(3).

(3) Enrique M. Barba. “La Campaña Libertadora del general Lavalle” (1944), pp. 189 y 190, La Plata. Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires. // Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1971), segunda edición (1975). Ed. Kapelusz S. A., Buenos Aires.

El propósito evidente de Lavalle fue el de dar a la campaña el carácter de una lucha nacional contra la dictadura, exenta de connivencias con los extranjeros que la apoyaban y de compromisos con el partido unitario. Las resistencias creadas por Rosas en las provincias hacían oportuno el momento para arrebatarle la bandera federal.

Por su parte, Fructuoso Rivera -el caudillo oriental- postergó su ayuda, pues había iniciado un acercamiento secreto con Rosas, que no llegó a concretarse. Rivera, que recelaba del prestigio de Lavalle y que había pretendido subordinar a su mando a la Legión Argentina, había entrado en tratos con el gobernador de Buenos Aires y obstaculizaba la expedición, por lo que la partida de Lavalle de Montevideo -en los buques franceses- fue clandestina.

El 2 de Julio de 1839 desembarcó en Martín García. Lavalle agrupó sus fuerzas -unos 600 hombres- en la isla. Allí preparaba sus tropas cuando la Comisión Argentina le informó que no podía enviarle ni reclutas ni dinero para remontarlas. Entretanto, Rosas, que no creyó que Lavalle había pedido iniciar sus operaciones sin la complicidad de Rivera, dio orden a Echagüe de penetrar en Entre Ríos.

Entonces Lavalle cambió su plan de campaña -destinado a invadir a Buenos Aires- y decidió penetrar en Entre Ríos, desembarcando cerca de Gualeguaychú el 5 de Septiembre de 1839, para cortar las comunicaciones de Echagüe y reclutar a los descontentos.

El 22 de Septiembre batió a los rosistas en Yeruá, pese a ser doblado en número. El adversario ocasional fue el gobernador delegado entrerriano Vicente Zapata, que lo perseguía. El efecto fue un nuevo Pronunciamiento correntino contra Rosas -animado, esta vez, por el infatigable Pedro Ferré. Lavalle se internará en Corrientes.

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