Coni, Emilio Ramón
- Details
- Category: Coni, Emilio Ramón
Le cabe a Emilio Ramón Coni haber sido el publicista médico sobre cuestiones sanitarias más prolífico e importante de finales del siglo XIX y primeras décadas del XX(1).
(1) Extraido de Pérgola F., “Emilio Coni”, en: “Revista Argentina de Salud Pública”, 2016, Sep. 7 (28) : 41-42.
Coni nació en Corrientes, el 4 de marzo de 1855. Hijo de Pablo Emilio Coni y Fanny Fonteneau Odantos, ambos de origen francés; a los cuatro años de edad viajó con sus padres a Francia y allí aprendió las primeras letras en una escuela de Saint-Maló,de donde era oiundo su padre. Permaneció en Francia, tres años.
Su padre, Pablo Emilio Coni (1826-1910), había dejado su Francia natal siendo joven, para probar fortuna en tierras americanas. Su destino fue, en un principio, California (corrían los años de la fiebre del oro), pero, un cambio de rumbo, lo llevó a la Argentina. Allí se radicó en la Ciudad de Corrientes, donde se vinculó a familias de arraigo.
Años más tarde se trasladó a Buenos Aires, donde estableció una Casa editora que él mismo dirigiría. Sus hijos le secundan y reparten su tiempo entre el estudio y la atención de la editorial, en cuyos talleres se imprimen libros representativos de la época(2).
(2) Comisión Nacional de Granos y Elevadores. Junta Nacional de Granos (1947). “Boletín Informativo”, Vol. 17.
De regreso a Buenos Aires, terminó sus estudios primarios e ingresó luego al Colegio Nacional de Buenos Aires, donde realizó sus estudios secundarios y obtuvo las mayores calificaciones. En 1872 ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Fue un alumno brillante y se graduó en 1878, año en que fue aprobada su tesis: “Lepra anestésica”, de 135 páginas, ilustrada con 6 fotografías a la albúmina montadas sobre cartulina.
Se destacó como el mejor de sus compañeros de promoción y fue practicante del Hospital General de Hombres por concurso de oposición. Le tocó vivir una etapa funesta, en la cual la infección purulenta intrahospitalaria producía una alta mortalidad entre los operados. Percibió, en ese momento, que el porvenir de la medicina estaba cifrado en la higiene pública.
En el proemio de su libro “Memorias de un médico higienista”(3) (prólogo de José Penna)
dice: “Estas memorias encierran mi foja de servicios”.
(3) Coni E. R., “Memorias de un médico higienista”, en: “Biblioteca Médica Argentina”. Talleres Gráficos A. Flaiban, Buenos Aires, 1918.
Su idea sobre la importancia de la higiene germinó
“presenciando los cuadros sombríos del Hospital General de Hombres, en el que los pobres operados sucumbían fatalmente a la infección purulenta, infección pútrida, gangrena y podredumbre de hospital, fantasmas terroríficos de una época en que no se conocía la asepsia y la antisepsia”, tal como lo expresa en su obra.
Cursaba el tercer año de Medicina cuando fue distinguido por el director de la “Revista Médico-Quirúrgica” (fundada en 1864 y que dejó de aparecer en mayo de 1888), el doctor Angel Gallardo, con la invitación a colaborar en ella. Se dedicó con ahinco a publicar las estadísticas de mortalidad de la Ciudad de Buenos Aires, mostrando gran capacidad como estadígrafo médico. Gracias a su idoneidad, un año antes de que se doctorara, le ofrecieron dirigir el único periódico médico del país.
Tras reiteradas negativas, fundadas en su convicción de que ese puesto le correspondía a un profesional (investidura que aún no poseía), terminó aceptando, ante la inminente suspensión de dicha publicación. Pero tal era su honestidad, que quedó al frente en forma anónima, para, luego de graduado, proseguir en la dirección durante 12 años.
Al finalizar su gestión, dejó una obra cuyos 24 tomos representan un valioso aporte para la historia de la medicina nacional. Hasta el final de su vida cultivó el periodismo científico y, según sus propias manifestaciones, estuvo vinculado a 14 medios periodísticos en carácter de fundador, director, redactor o colaborador.
Culminó su destacada trayectoria estudiantil con la tesis de doctorado, ya citada, sobre “Lepra anestésica”, resultado de la observación personal de 21 casos provenientes de centros declarados como focos leprosos, en distintas regiones del país y del Paraguay. Indudablemente no le había sido fácil conseguir ese número de pacientes. Su labor mereció una distinción especial de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires y la designación de miembro correspondiente extranjero de la Academia de Medicina de Río de Janeiro.
Convencido de que el conocimiento de las estadísticas demográficas -recién iniciadas en el país- eran importantes para la difusión de las prácticas higiénicas, editó un Boletín Demográfico mensual, que incluía datos meteorológicos y de asistencia pública. Con su trabajo tesonero, logró interesar a las autoridades por el registro fidedigno de los datos estadísticos, habida cuenta de su utilidad en la planificación sanitaria. Puede ser considerado, así, como el creador de la demografía argentina.
En 1879, a los 24 años, viajó a Europa para asistir al V Congreso Internacional de Higiene y Demografía, celebrado en La Haya. Allí, sus boletines demográficos fueron elogiados y adoptados como modelo para las Administraciones municipales de los países representados. Cutolo(4) señala lo siguiente:
“Representó ya al Gobierno, ya a entidades culturales, en las grandes conferencias de higiene y de la medicina en Ámsterdam, en La Haya, en Ginebra, en Londres y en Washington.
“Unía, a su versación científica y a su dominio de los asuntos de su predilección intelectual, condiciones señaladas de organización”.
(4) Cutolo, V. O., “Nuevo diccionario biográfico argentino”, tomo II. Ed. Elche, Buenos Aires, 1969.
En 1884 obtuvo el premio “Guillermo Rawson”, por su trabajo “Causas de la morbilidad y la mortalidad de la primera infancia en Buenos Aires”, que, además, fue galardonado por la Academia de Medicina de París(5)(6).
(5) Eyherabide, R. A., “Emilio R. Coni”, en: Revista de la Asociación Médica Argentina, 1955; 69 : 147. 4.
(6) Avila D. B., “Emilio R. Coni”, en: Revista de la Asociación Médica Argentina. 1955; 69: 155.
En 1884 conoció, en París, a la joven periodista francesa, Gabriela Laperrière de Menjou (1866-1907). El 6 de febrero de 1886 tuvieron en Buenos Aires a su único hijo, Emilio Angel Coni (que sería asesinado en Buenos Aires, el 4 de mayo de 1943)(7).
(7) “Coni, Emilio (Ing. Agr.)”, artículo biográfico en el sitio web de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.
Las primeras experiencias recogidas en el medio hospitalario lo orientaron definitivamente hacia la práctica de la higiene pública y la medicina social, disciplinas en las que llevó a cabo una obra relevante que prestigió su nombre en el país y en el extranjero. Varios autores se han ocupado detalladamente de su actuación como higienista, estadígrafo, demógrafo y publicista.
En su libro autobiográfico, “Memorias de un médico higienista”, cuya publicación realizó, en 1918, la Asociación Médica Argentina, se encuentran detalles de su vida.
Numerosas instituciones lo tuvieron como fundador. Consignadas hasta 1908, fecha de la edición de sus “Memorias”, se pueden mencionar: Oficina de Estadística Municipal de Buenos Aires (1887); primera Oficina de Nodrizas (1887); Oficina Demográfica del Departamento Nacional de Higiene (1891); primera Maternidad Municipal (estilo ruso) en el Hospital San Roque (hoy, “Ramos Mejía”) (1892); primer asilo nocturno municipal (1892); Dispensario Municipal para niños enfermos, Patronato de la Infancia (1892); Patronato y Asistencia de la Infancia (1892/1893); primer Dispensario de la Liga Argentina contra la Tuberculosis, “Dr. Enrique Tornú” (1901); segundo Dispensario de la Liga Argentina contra la Tuberculosis, “Dr. Guillermo Rawson” (1903); Sanatorio Municipal “Dr. Tornú”, en Villa Ortúzar (1904); tercer Dispensario de la Liga Argentina contra la Tuberculosis, “Dr. Juan A. Fernández” (1904); concursos de lactantes de la Liga Argentina contra la Tuberculosis (1907); y cuarto Dispensario de la Liga Argentina contra la Tuberculosis, “Dr. Samuel Gache” (1908); también oficializó la Escuela de Enfermeras creada por Cecilia Grierson; etc.
Hasta esa misma fecha había publicado 19 libros y más de 120 monografías e informes. A sus iniciativas se deben la creación de la Asistencia Pública, la inclusión de la Medicina Legal en el plan de estudios de la Facultad de Ciencias Medicas de Buenos Aires (con el complemento de la Morgue), la vacunación obligatoria, la inspección veterinaria de las carnes de consumo y la denuncia obligatoria de las enfermedades infecto-contagiosas.
Publicó el Código de Higiene y Medicina Legal de la República Argentina para uso de médicos, abogados y farmacéuticos, junto con un Código de Deontología Médica con los derechos y deberes de quienes practican las diversas ramas del arte de curar.
Emilio Ramón es autor de la monumental obra (publicación oficial) titulada: “Higiene Aplicada. La Provincia de Corrientes (República Argentina). Descripción General, Higienización, Saneamiento, Profilaxia Práctica, Climatología Médica, Epidemiología, Demografía y Estadística Sanitaria, Asistencia Pública y beneficencia, etc.”.
En momentos en que el doctor Emilio Ramón Coni publicó este trabajo, era Miembro correspondiente y laureado de la Academia de Medicina de París. El libro fue publicado en Buenos Aires, en la imprenta de Pablo Emilio Coni e Hijos, especial para obras, situada por calle Perú 680, de la capital argentina, en el año 1898.
En 1891, al crearse la Sociedad Médica Argentina (actual Asociación Médica Argentina), fue elegido para presidirla. Desde su posición, aseguró la organización e inició la publicación primigenia de la actual Revista. Ese mismo año debió ocupar la Dirección de la Asistencia Pública, cargo que aceptó tras la formal garantía de la autoridad municipal de otorgarle completa libertad de acción en el desempeño de sus nuevas tareas. Siempre afloraba, en sus actitudes, la independencia insobornable, que era su blasón y un instrumento de justicia y eficacia.
Durante su gestión, dividió la Asistencia Pública en tres ramas: Administración Sanitaria, Asistencia Pública y Patronato de la Infancia. Fundó, además, la Inspección Técnica de Higiene, de indiscutibles beneficios sanitarios para la ciudad. Se transformó en un verdadero
apóstol de la Medicina Social. Fue uno de los fundadores de la Liga Argentina contra la Tuberculosis e impulsó la Liga Argentina contra el Alcoholismo.
Abogó por la necesidad impostergable de efectuar el examen prenupcial para ambos contrayentes, propuesta que sería después incluida (aunque parcialmente y con omisión de su nombre) en la legislación nacional.
A lo largo de 1892 y en los primeros meses de 1893, actuó simultáneamente como presidente de la Sociedad Médica Argentina y como director de la Asistencia Pública de la Ciudad de Buenos Aires. Desde este último cargo, trató de llevar a la práctica muchos de sus proyectos precursores en materia de medicina preventiva, pero las trabas burocráticas, las desavenencias con sus superiores y, finalmente, la intromisión de la Intendencia en su área de acción, sólo le permitieron concretar parcialmente sus propósitos.
En la Sociedad Médica Argentina fue presidente de su Primera Comisión Directiva (1891) y cumplió su mandato hasta el 14 de abril de 1893, fecha en que renunció.
Hombre de carácter independiente y altivo, se sintió tan desalentado que decidió radicarse definitivamente en Francia. Fue así que, en abril de 1893, presentó su renuncia en ambas instituciones y se alejó del país, al que debió reintegrarse pocos años después porque el clima europeo afectaba la frágil salud de su esposa, Gabriela Laperrière (1866-1907), conocida socióloga y periodista feminista francesa.
El doctor Coni, que puso los cimientos de la demografía en Argentina, y que, en materia de higiene pública, libró a menudo una lucha individual, no ejerció la docencia universitaria y, pese a sus dotes de organizador, pocas veces fue convocado a desempeñar cargos públicos, hecho que sus biógrafos atribuyen a su particular manera de ser. Refiriéndose a su trayectoria profesional él mismo ha dicho: “en vez de médico de enfermos, lo he sido de ciudades y pueblos”.
Al genio emprendedor y tesonero de Coni se debe la existencia del Hospital Tornú, destinado a la internación de pacientes tuberculosos. Su construcción fue paralizada a poco de iniciada ante la protesta del vecindario. Interesado por este problema, Coni lo enfocó con un criterio científico y pragmático a la vez. Así consiguió que se concluyeran los dos pabellones comenzados 14 años antes, propiciando además su denominación en memoria del ilustre tisiólogo(8). Emilio Ramón Coni falleció en Buenos Aires, el 3 de julio de 1928.