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EL SISTEMA MERCANTIL: BASE ECONOMICA DE LA MONARQUIA NACIONAL UNITARIA

El Estado nacional se define, en Westfalia, como protagonista internacional. Holanda, cuya política se inspira en los intereses de una gran burguesía mercantil, marinera, industrial y urbana, puede considerarse la última gran representante, en la Europa Occidental, de la economía de las ciudades, es decir, de una economía que podía extender, su campo de acción, a un mercado mundial, mientras, su base y criterio directivo, residía en una urbe dinámica(1).

(1) Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce, “Historia de los argentinos”, tomo 1, capítulo 5. Ediciones Larousse, Buenos Aires, 1998

Desde 1650, el mercantilismo sería la filosofía económica de Inglaterra y de Francia, la teoría dominante de toda una época, y parte principal de un complejo orgánico, cuyos elementos estaban ya dados: La monarquía nacional unitaria, que intervenía en la vida económica, para lograr una base más sólida de unidad estatal y hacer, del incremento de la riqueza nacional, un instrumento para aumentar la fuerza del Estado, en sus relaciones con el exterior.

El mercantilismo llegó a ser un verdadero estado de ánimo, justificado por una teoría económica y otra práctica, y una forma mental, difundida en casi todos los estratos sociales. La política económica seguirá, en general, las líneas convergentes de la preocupación demográfica, para aumentar la población.

La tendencia unitaria, apunta, no sólo a la unificación política, sino también a la unidad económica y a la formación de un gran mercado nacional, disciplinado e impulsado por el Poder y por la intervención deliberada del Estado.

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