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El Rey

Esta sociedad estaba gobernada por una compleja estructura político-administrativa que es oportuno describir aquí para la mejor comprensión de la vida colonial y de su evolución histórica. Esta estructura reconocía su punto culminante en la persona del rey(1).

(1) Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1971), tomo I, capítulo 6: “Hacia la creación del Virreinato (1700-1776)”. Ed. Larousse Argentina, Buenos Aires, 1998.

Pese a que las Indias tenían categoría de Reinos unidos a la Corona de Castilla -no al Reino castellano-, nunca se consideró necesario que éstas aceptaran al monarca, bastando con que lo hicieran las Cortes de Castilla en las que las Indias no estaban representadas. Esto demuestra, dice Zorraquín Becú, el carácter “accesorio” de la incorporación de las Indias, subrayado por el hecho que sus máximas autoridades, después del rey, no residían en ellas, sino en Castilla.

Demetrio Ramos ha sostenido, sin embargo, que la no representación de las ciudades americanas en las Cortes de Castilla, no se debía a que tuviesen un rango jurídico disminuido, sino a que hubo un muy largo período en que el privilegio de la representación en las Cortes no fue concedido ni a las ciudades de Castilla ni a las de América, pero que, al cambiar esta política por la contraria, se abrió tal posibilidad para las ciudades americanas, como resulta del privilegio concedido en 1635, por Felipe IV, a las provincias de Nuevo México, Nueva Galicia, Guatemala y Santo Domingo. Así, se justificaría la inexistencia de Cortes propias. Pero de todos modos, en los hechos se mantuvo la falta de representación de América en las Cortes.

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