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Incomprensión de la importancia de la Patagonia

Los esfuerzos de los españoles hacia la Patagonia fueron fragmentados y nunca presididos por una concepción estratégica del territorio, como la que había conducido a la fundación de Buenos Aires o a la ocupación del Guaira(1).

(1) Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1971), tomo I, capítulo 6: “Hacia la creación del Virreinato (1700-1776)”. Ed. Larousse Argentina, Buenos Aires, 1998.

Parece como si la misma decadencia española hubiese angostado sus vistas y la metrópoli no percibiese aquel flanco descubierto del Imperio, que aunque lejano seguía siendo flanco suyo. Sólo Hernandarias tuvo la visión suficiente para sugerir que se fundara una ciudad en la Patagonia, en prevención de que lo hicieran los holandeses, cosa nada improbable para éstos, pues se encontraban en la cúspide del poderío naval y acababan de explorar el extremo Sur del continente descubriendo la isla de los Estados y el Cabo de Hoorn (Hornos).

La sugerencia de Hernandarias fue desoída. La plena conciencia del peligro holandés sólo se tuvo cuando una flota de la pequeña pero dinámica potencia protestante se apoderó de Bahía, en Brasil, en 1623, y la retuvo por dos años, a lo que siguió la toma de Pernambuco en 1630, que los holandeses conservaron hasta que se separaron las Coronas de España y Portugal diez años después.

Desde estas bases Holanda amenazaba a Buenos Aires y las demás costas españolas, tanto con ataques corsarios como con la perspectiva de una ocupación militar formal, y protegía un activo contrabando, que a la vez que la beneficiaba destruía la economía y las finanzas de la Corona.

Durante estos años Buenos Aires vivió bajo el permanente temor del holandés, lo que se puso de manifiesto en sus negativas de ayuda al Tucumán para combatir a los indígenas y en sus conminatorios pedidos de socorro a aquella misma gobernación. Hasta 1631 Buenos Aires no había tenido guarnición militar y su fuerte era una ruina. Ese año fue reconstruido y se trajo la primera guarnición militar o presidio, que en sucesivas renovaciones aportó un permanente caudal de sangre peninsular a la población local.

La amenaza holandesa cesó cuando Holanda fue vencida en guerra por Inglaterra, pasando a ésta la supremacía naval. Para entonces, Holanda había puesto pie definitivamente en la zona del Caribe. Su derrota no benefició a España, pues transfirió su papel a una potencia ascendente y mejor dotada para tal empresa. En este siglo Inglaterra despojó a España de Jamaica.

La metrópoli, falta, de poder naval y de una visión geopolítica del Imperio, no tuvo una reacción acorde a las circunstancias. Felizmente, durante el siglo XVII el peligro para el extremo sur del Imperio no llegó a concretarse y la Patagonia siguió española y desamparada.

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