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Separación del Paraguay

Mientras las fronteras se consolidaban, el Cuerpo político, económico y social de la Argentina iba integrándose, adquiriendo también su forma y su color. Las divisiones administrativas contribuyen a este proceso(1).

(1) Citado por Carlos Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1971), tomo I, capítulo 6: “Hacia la creación del Virreinato (1700-1776)”. Ed. Larousse Argentina, Buenos Aires, 1998.

No deja de ser significativo que sea en los comienzos de este siglo definitorio -1617- cuando Paraguay es separado de la Gobernación del Río de la Plata para constituir una provincia autónoma. Ya la distancia y las características propias de la región señalaban una marcada diferenciación con respecto a las regiones del sur.

Asunción formó entonces una unidad con el Guaira y Villa Rica, en tanto que el resto de la provincia, desde Concepción y Corrientes inclusive, se agrupó bajo la conducción de Buenos Aires, cabeza de la nueva provincia del Río de la Plata. El objeto de la medida era una mejor administración de una región tan vasta como era la provincia original, pero aparte de las protestas de correntinos y concepcionenses, que se sentían más ligados a Asunción que a Buenos Aires, la medida no produjo todos los buenos efectos bus­cados. Al no repoblarse San Francisco y no tener Paraguay como consecuencia una salida al Atlántico, quedó débil y aislado en medio del continente y privado de los recursos financieros de que antes disponía.

Cuando posteriormente se perdió el Guaira, quedó evidenciada la soledad del Paraguay. Sus gobernadores y los del Río de la Plata pidieron reiteradamente la reunión de la provincia, pero Paraguay quedó separado para siempre y esta incomunicación del Río de la Plata habría de repercutir dos siglos después en los vínculos entre Asunción y Buenos Aires.

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