El contenido de esta página requiere una versión más reciente de Adobe Flash Player.

Obtener Adobe Flash Player

Antonio Gil

por Emilio Noya

 

Otra santificación profana que cuenta con numerosa feligresía es la de Antonio Gil o Antonio Mamer­to Gil Núñez, más conocido como “Curuzú” Gil (1), cuyo túmulo se erige en las proximidades de Mercedes, aunque está sepultado en el cementerio local.

Las escasas referencias existentes, coinciden en que fue un paisano afincado en la zona del “Paiubre” (2), donde tra­bajaba en estancias; fruto del me­dio en el cual transcurrían sus días, pronto orientó sus pasos por la senda del delito.

Empero, fue eliminado por motivaciones políticas. Los indicios sobre él se pier­den hasta que en oportunidad de producirse una nueva asonada entre celestes y colorados; el jefe de los primeros en el distrito, co­ronel Juan de la Cruz Zalazar -ex guerrero del Paraguay-, recluta combatientes que engrosan sus fi­las para luchar contra el tradicional adversario. Gil también es incluido en la partida, e imprevistamente, abandona el campamento, cuando los demás se hallan descansando, actitud que causa inocultable de­sagrado en el militar.

Al poco tiem­po localizan al desertor, cuyas simpatías por la divisa punzó eran evidentes, siendo enviado a Goya para el juzgamiento de su con­ducta. Como era norma en estos ca­sos, el prisionero no llegaría a des­tino, pues lo decapitaron, suspendido cabeza abajo de un al­garrobo. En los umbrales de la muerte, alcanzó a advertir a su ver­dugo que, de regreso, iba a en­contrarse con un hijo enfermo de gravedad y si invocaba su interce­sión podía sanarlo.

Su victimario, en señal de agradecimiento por el milagro concedido, llevó a pie una rústica cruz de espinillo que depo­sitó en el lugar del sacrificio. Lo su­cedido tuvo rápida difusión entre los vecinos, quienes empezaron a reunirse allí, para encenderle velas y elevar preces, lo que movió al dueño del campo a retirar el símbolo sagrado, molesto por el continuo afluir de personas y la po­sibilidad de que las candelas pro­vocasen incendios.

Enseguida el hacendado contrae una dolencia, que lo tiene al borde de la locura. Desahuciado por los galenos, promete mandar hacer un monumento fúnebre a la memoria de Gil, si lograba recupe­rar su salud quebrantada. Sanado del extraño mal, aquel hombre edi­ficó con piedras de la región el desmañado mausoleo, que todavía asoma su original arquitectura a la vera del camino.

Desde esa remo­ta fecha, profusión de plaquetas recordativas y banderas rojas enastadas a tacuaras, testimonian el arraigo del culto en el seno del pueblo correntino.

 

Nota

“Corrientes entre la leyenda y la tradición”, por Emilio Noya, - Nota aparecida en el fascículo 7 “Corrientes entre la leyenda y la tradición”, de la publicación “Todo es Historia”, colección dirigida por Félix Luna, en Octubre de 1987.

 

Glosario:

(1) Curuzú (kurusu) - Cruz.

(2) Paiubre - Las tribus caracarás llamaban “Paiuve” al mayor tribu­tario del río Corriente, cuya traduc­ción es “el que más come las entrañas”, vale decir, el que más se alimenta de sus aguas, en su mismo interior. Por corrupción de la palabra, se formó el vocablo Paiubre, sin significado conocido. Primitiva denominación del Depar­tamento Mercedes.

Additional information