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Galván, Elías

Hijo de Ignacio Galván, español, en el año 1774 nació este prócer en la gloriosa capital de la provincia de Corrientes, donde recibió instrucción elemental en la escuela que dirigía su padre, que era maestro(1).

(1) Material extraído del libro “Biografías argentinas y sudamericanas”, del capitán de fragata Jacinto R. Yabén.

Fue secretario de la Comisión de Límites en Misiones, que presidía Diego de Alvear. Más tarde se trasladó a Buenos Aires, consagrándose a la educación, optando a la cátedra de Gramática del Colegio de San Carlos.

Al producirse la primera invasión inglesa Galván -desviando el curso de sus actividades- se dedicó a la carrera de las armas, en 1806 y al año siguiente, ya en clase de teniente de los Cazadores Correntinos, combatió en la defensa de Buenos Aires contra las fuerzas del general John Whitelocke, en las jornadas inmortales del 5 y 6 de Julio.

Al producirse la revolución del 25 de Mayo de 1810, Galván abrazó con entusiasmo la causa emancipadora. El 2 de Agosto de aquel año le era conferido el grado de Capitán de Ejército.

El 1 de Octubre de 1810 desempeñaba las funciones de Comandante General de Corrientes siendo designado el 8 del mismo mes y año para desempeñar el cargo de Teniente de Gobernador de aquella jurisdicción, puesto que desempeñó hasta el 17 de Abril de 1812, y en el cual prestó grandes servicios a la causa de la libertad, auxiliando con tropas a la expedición del general Belgrano al Paraguay y desde el cual también Galván rechazó -el 21 de Julio de 1811- un ataque de la escuadrilla realista de cinco buques, al mando del teniente de navío Manuel de Clemente y Miró, la cual apareció frente a Corrientes el 19 de Julio y, al día siguiente, el capitán Galván creyó prudente inquirir el designio de semejante aparatosidad militar, agregando que las maniobras efectuadas frente al puerto tenía consternada a la población.

El marino español eludió la respuesta explícita y exigió en cambio, carne y otros víveres para conducir a Montevideo, y suponiendo a la plaza indefensa, exigió el reconocimiento y jura de las Cortes españolas.

Como no se accediese a esta pretensión, Clemente desembarcó alguna tropa, la que fue recibida por nutrida descarga de fusilería, obligándola a reembarcarse. Entonces los buques españoles abrieron el fuego sobre la ciudad, ocasionando destrozos, consiguiendo desmontar dos o tres culebrinas bastardas que habilitó Galván para su defensa, el cual anheloso de empeñar una lucha decisiva, escribió al teniente Clemente que era por demás extraña la conducta que observaba, “puesto que las casas que inútilmente estaba volteando no eran las que habían de batirle, sino los patriotas que tenía el honor de mandar, los mismos que ansiaban su desembarco para hacerle conocer la diferencia que existía entre soldados mercenarios y los que pelean por conservar su libertad; que jamás se borrarían de la memoria de los habitantes de estos países las depredaciones e incendios bochornosos perpetrados por la fuerza a sus órdenes, que sólo en el Paraná demostraban su gran táctica, después de haber sido el descrédito de la Nación, etc.”.

El teniente realista pesó, sin duda, tan justas observaciones, y resuelto a evitar un encuentro serio, suspendió el bombardeo e hizo rumbo aguas abajo, en busca de otras aventuras.

La defensa de Corrientes en esta emergencia fue realizada por Galván con dos cañones volantes de a 4; 80 pardos artilleros y dos compañías de infantería, organizadas entre los ciudadanos de armas llevar.

El 18 de Agosto de 1811, Galván recibió orden de invadir el territorio portugués en combinación con los paraguayos; el 30 de Septiembre del mismo año, fue nombrado jefe de las fuerzas que se reuniesen en la banda occidental del Uruguay -cuando el territorio de Misiones y el comprendido entre el río Corriente y el Uruguay estaba dominado por tropas portuguesas y bandas de salteadores- Galván concentró en Ka’a Guasu las mejores milicias con el fin de guardar la línea del río Corriente y de servir de protección a la guarnición de frontera, que al mando del comandante José Ignacio Aguirre, ocupaba Curuzú Cuatiá.

Pero las fuerzas allí reunidas, si bien eran numerosas, en cambio carecían de uniforme y armamento adecuado para tomar la ofensiva: así lo comprendió Galván, y propuso al Gobierno la formación de un ejército regular al mando de un jefe acreditado, aprovechando ínterin el tiempo en batir y arrojar a los lusitanos de Mandisoví.

Pero el Gobierno, agitado en aquellos momentos por asuntos más graves, resolvió recomendarle a Galván se entendiese con Artigas y le encomendó la formación del regimiento veterano “Dragones de San Juan de Vera”, cuyo comando le otorgó ascendiéndolo a Sargento Mayor, en Noviembre de 1811.

Al primer anuncio del amago de los portugueses sobre Misiones, Galván fue el designado para marchar sobre ellos al mando de las fuerzas correntinas, en clase de jefe de la división de la izquierda del ejército de Oriente.

Dejó el Gobierno de su provincia y sin esperar refuerzos, abrió la campaña: mediante una marcha rápida logró evitar que los portugueses se apoderaran de Yapeyú, cual era su intento; desde allí dominó toda la margen occidental del Uruguay, impuso orden a los pueblos misioneros, alejó completamente los peligros por aquel lado de fronteras y derrotó a los lusitanos en numerosos encuentros, particularmente en la acción de Santo Tomé donde, con 300 hombres, batió a 500.

El 4 de Septiembre de 1812, el Gobierno premió sus importantísimos servicios nombrándolo teniente de gobernador de los pueblos de Misiones, designación hecha en términos altamente reveladores del agradecimiento de la Superioridad por los eminentes servicios prestados por este insigne patriota a la causa de la Independencia.

Poco tiempo permaneció Galván al frente de su tenencia de gobierno, pues la grave situación creada en la provincia de Entre Ríos, que se hallaba infestada de bandidos, y a propuesta del vocal Sarratea, general en jefe del Ejército de Oriente, el que con fecha 23 de Agosto de 1812, decía al Gobierno:

“Yo no encuentro otro (Galván) en esta dilatada comarca que por sus conocimientos, reunión de otras apreciables cualidades, esté mejor indicado para estos cargos. Don Elías Galván es uno de aquellos individuos (que por desgracia son raros) con cuya ayuda debe prosperar el sistema de nuestra libertad”; por Decreto del 23 de Noviembre del mismo año fue designado comandante militar de la Provincia de Entre Ríos.

Galván marchó a su nuevo destino al frente de la división que había organizado en Yapeyú. Desgraciadamente, su alejamiento de Corrientes iba a ocasionar grandes trastornos a la provincia de su nacimiento, pues una parte de los pueblos de Misiones cayó bajo el dominio de los portugueses.

Galván trató de restablecer el orden en Entre Ríos, pero no obtuvo resultados importantes en razón de que los tenientes de Artigas fomentaban el bandolerismo, con el fin de sustraer aquella provincia del control del gobierno de Buenos Aires.

Además, la tropa de que disponía Galván era puramente correntina y se hallaba muy descuidada por el Estado, sin pagas y sin uniformes, resultados directos de las dificultades de todo orden con que tropezaron nuestros fundadores de la nacionalidad.

A pesar de tan difíciles circunstancias, el comandante Galván mantuvo bien alto el principio de autoridad, imponiéndola sin excesos a los enemigos interiores y rechazando con honor y con gloria los actos de fuerza del enemigo exterior: siendo comandante general de la provincia, fuerzas patriotas de su dependencia militar, a las órdenes del comandante de Gualeguaychú, capitán José Gutiérrez, rechazaron el 12 de Enero de 1813 a dos buques españoles que intentaron proveerse de carbón en el arroyo Bellaco, frente a aquel pueblo, tomándoles al abordaje tres embarcaciones armadas y capturándoles 17 prisioneros, sin que el capitán Gutiérrez perdiera un solo hombre.

El día 30 del mismo mes, Galván rechazó otro ataque de los marinos españoles sobre el Arroyo de la China (“La Gazeta”, N° 49, 1813). Pero, falto de elementos para obrar y por esta causa impedido para resistir al empuje de la barbarie que de afuera venía en protección de Entre Ríos, regresó a Buenos Aires después de renunciar a aquella comandancia general, poniendo todo su empeño en esta Capital para que el Gobierno adoptara un plan defensivo que salvara del desquicio a la Mesopotamia argentina, el cual fue presentado en Agosto de 1813, hallándose su original en el Archivo General de la Nación.

Cuando Galván renunció al mando en Entre Ríos, el Cabildo de Corrientes pidió al gobierno de Buenos Aires que lo designara teniente de gobernador de aquella provincia, pero tales proposiciones fueron desoídas y en su lugar fue enviado el teniente coronel José León Domínguez, el que no poseía ni el prestigio ni la autoridad necesarias para desempeñar el cargo.

En cambio, a Galván se le dieron mejores puestos en Buenos Aires, donde estaba en auge su antiguo discípulo, general Alvear: el 3 de Enero de 1814 fue designado secretario del general en jefe del ejército de esta ciudad, a cuyo frente se hallaba aquél, que alistaba las fuerzas con las cuales reforzaría el ejército sitiador de Montevideo.

Galván fue ascendido a teniente coronel de ejército, el 11 de Marzo del mismo año, y dos meses después, Alvear le llevó como secretario a la campaña que debía dar término con la capitulación de Montevideo, el 23 de Junio del mismo año.

Pocos días después el general en jefe pasaba una conceptuosa nota al Supremo Director, recomendando los excelentes servicios prestados por Galván en aquellas operaciones y proponiéndolo para el empleo de coronel de infantería, el que le fue acordado con fecha 26 de Julio de 1814, recibiendo al mismo tiempo una medalla de oro por la toma de la plaza y la declaración de “Benemérito de la Patria en Grado Heroico”.

Nombrado Alvear general en jefe del Ejército del Norte, Galván, que había asistido a las operaciones contra los portugueses en la Banda Oriental, fue designado también secretario de aquél; pero el motín del 8 de Diciembre de 1814 en Jujuy, encabezado por los principales jefes de aquel Ejército, impidió que el nuevo comandante en jefe prosiguiera su viaje para ocupar tal destino, regresando a Buenos Aires. Nombrado Alvear Director Supremo del Estado.

Galván fue designado el 25 de Enero de 1815, Tesorero General del Ejército, cargo que desempeñó hasta la caída del Director a consecuencia del motín de Fontezuelas. En el ejercicio de estas funciones, fue Galván un verdadero ministro de Hacienda militar.

El proceso instaurado por el Director Alvarez Thomas a los que acompañaron a Alvear en su gestión gubernativa, envolvió, como era lógico, también al honrado tesorero, el cual con fecha 3 de Julio de 1815 fue resuelto por el Tribunal Militar nombrado al efecto, impuso en la parte pertinente, al coronel Elías Galván la pena de destierro por cuatro años a La Rioja, sin empleo militar.

Posteriormente, el ilustre Director general Pueyrredón le acordó la cancelación de la pena impuesta, la que le había sido intimada el 21 de Mayo de 1815, pero Galván solicitó el 26 del mismo mes se le levantase y el resultado de la demanda fue la confirmación de la misma por el Tribunal.

Se hallaba Galván en Buenos Aires, cuando en la noche del lunes 16 de Septiembre de 1816, sopló un viento violento del S. E., que continuó los días 17 y 18, con granizo y lluvia copiosa, acompañada de fuertes truenos, temporal que arrojó 13 buques sobre la playa: los campos vecinos al Riachuelo de Barracas se inundaron hasta cinco leguas de extensión, quedando cubierto el antiguo Puente de Gálvez; el coronel Galván se encontraba el día 16, en la casa llamada de “Teja”, situada en el Puente de Gálvez, y en atención a la turbación de los alcaldes del distrito para socorrer las familias, se encargó espontáneamente de llevar el aviso del siniestro a la intendencia de Policía, y para cumplir tal misión debió nadar por espacio de una legua, hasta el pino de Suárez, al pie de la barranca de los Mistos o Santo Domingo, asiéndose en algunas rejas de casas anegadas de agua, que halló en su tránsito para cumplir su generoso propósito.

El 16 de Diciembre de 1817 el Director Supremo Pueyrredón lo reincorporó en su rango de coronel efectivo al Ejército. En esta época la provincia de Corrientes se hallaba bajo la férula artiguista, ejerciendo el mando el titulado coronel Juan Bautista Méndez, que era una hechura del caudillo oriental: Galván tocó a varios de los jefes correntinos, y principalmente al propio Méndez, que había sido su subalterno; al capitán Miguel Escobar, jefe del destacamento militar de Curuzú Cuatiá; Sánchez Negrete, mayor de plaza; y otros; Méndez aceptó con la condición de que Galván dirigiera el movimiento, que tenía por finalidad levantar la provincia para incorporarla a la Unión.

El último puso en conocimiento sus planes al Dr. José Simón García de Cossio, el que cometió la indiscreción de hacerlos conocer a su primo, el capitán Francisco de Vedoya, que mandaba en Ibahay, en observación del Paraguay: éste levantó su campamento, prendió a las autoridades de Caá Catí y a un cabildante de la capital, y marchó sobre Corrientes, donde entró con gran sorpresa de todos, el 25 de Mayo de 1818, derrocando a Méndez, encarcelando a muchos de los suyos y asumiendo de hecho la dictadura militar.

Este golpe hizo fracasar el plan de Galván. Aunque Vedoya aparentó levantar el estandarte de la rebelión contra Artigas, sus procedimientos abusivos desde el comienzo lo malquistaron con la opinión: el primero en rebelarse contra su autoridad fue Escobar, y tras él se pronunciaron todos los comandantes de campaña, marchando unidos sobre la capital: mientras Vedoya y Escobar se amenazaban mutuamente, Andresito Artigas, comandante general de Misiones, que se hallaba a la sazón en la Tranquera de Loreto, con 2.000 indios misioneros bien armados, marchó sobre Corrientes y derrotando a Vedoya en las cercanías de las Saladas, hizo su entrada triunfal en la ciudad el 21 de Agosto de 1818.

Galván y los que estaban comprometidos en la ejecución del plan revolucionario que había tendido a arrojar a Vedoya del poder, emigraron a Buenos Aires, habiendo escapado, por horas, del peligro de caer en manos del irlandés Pedro Campbell, que sospechando la huida, del mismo campo de batalla se dirigió precipitadamente a Goya en pos de los fugitivos, a los que felizmente no logró dar alcance.

Fue a su regreso a Buenos Aires, que el Director Pueyrredón lo hizo reconocer en su empleo de coronel el 30 de Octubre de 1818, pero con la antigüedad expresada al comienzo de este párrafo.

De vuelta en la capital, permaneció en ella hasta 1819 en que partió como segundo del general Martín Rodríguez en la campaña que emprendió contra los indios del Sur, asistiendo al combate de Guaminí, después del cual marchó Galván a la frontera Norte (el último había solicitado el 28 de Septiembre de 1819 un destino militar más activo y el 4 de Octubre fue destinado a las órdenes de Rodríguez, jefe de la 2da. Sección de Campaña).

No intervino en las luchas del funesto año 20, y el 28 de Febrero de 1822 fue comprendido en la ley de reforma militar, justo premio discernido a sus relevantes servicios.

A fines de 1821 se le encuentra al coronel Galván ejerciendo las funciones de comandante militar de la Villa de Luján, y “Presidente del Ilustre Cabildo”. Federalista de opinión, Galván tomó parte activa en la reacción antidecembrista de 1829, mereciendo por sus servicios y la confianza inspirada, el nombramiento de Subinspector de campaña, el 19 de Octubre de 1829, siéndole acordado el grado de coronel mayor, habiéndose confirmado el 28 de Julio de 1831 su alta en la Subinspección con aquella antigüedad.

Desempeñó interinamente la Jefatura de Policía de Buenos Aires desde el 12 al 26 de Abril de 1832, gozando así, en los primeros tiempos de la gobernación de Rosas, de toda la confianza del futuro Dictador.

El gobernador Balcarce lo designó en Enero de 1833 comandante general de armas, cargo que desempeñó hasta la caída de aquél de la silla de gobierno, a raíz de la revolución de los Restauradores, producida en Octubre del mismo año, cesando Galván en el puesto el 10 de Noviembre. En este intervalo de tiempo, la Sala de Representantes acordó al coronel mayor graduado Galván la efectividad del empleo, conjuntamente con el ascenso del coronel José Ruiz Huidobro, con fecha 19 de Enero de 1833 fecha en que pasó a revistar a la P. M. del Ejército.

Por Decreto de fecha 24 de Noviembre de 1834, fue borrado de la Lista Militar, conjuntamente con numerosos generales, jefes y oficiales; por hallarse comprendido en el Art. 1ro., de la sanción de la H. Sala del 19 de Agosto del mismo año, volviendo el coronel mayor Galván a su anterior situación de reformado.

Perseguido por el rosismo, en 1842, a los 68 años, escapó milagrosamente a la Mazorca, escapando de la muerte por la abnegación heroica de sus hijas, Cayetana, Melitona y Necrovia.

Resolvió entonces expatriarse al Estado Oriental. A pesar de sus años y de sus dolencias, no vaciló entonces en incorporarse al Ejército Unido que mandaba el general Fructuoso Rivera, en calidad de Jefe del E. M., asistiendo a la batalla del Arroyo Grande, el 6 de Diciembre de 1842, al mando de la caballería entrerriana del ala izquierda riverista.

El desastre lo condujo a Montevideo, donde aún prestó servicios en la defensa de la plaza, al ser asediada por Oribe, siendo nombrado Presidente del Tribunal Militar, único puesto que sus escasas fuerzas físicas le permitían desempeñar, no obstante que su alma viril le pedía ocupar un puesto en la defensa activa de la ciudad, y que ejerció hasta el 27 de Julio de 1843, en que lo reemplazó el general de Vedia.

Penosa enfermedad postróle a fines de 1843, y tras largo sufrimiento falleció el 4 de Enero de 1844. El 10 de Julio de 1891 sus restos, conjuntamente con los de los generales Martín Rodríguez y Félix de Olazábal y del coronel Juan José Quesada, eran desembarcados del transporte “Villarino” para que reposaran en el suelo de la Patria.

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