ADMINISTRACION DE MIGUEL VICTORIO GELABERT
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Los vencedores del Tabaco se vieron, al día siguiente del triunfo, trabajados por la carcoma de la intriga. El jefe militar, coronel Desiderio Antonio Sosa, que hasta el día antes perteneciera al baibienismo vencido, significaba para el fusionismo un interrogante; no era sólo su lealtad debatida injustamente -porque el coronel tenía firmes virtudes de varón- es que esa impresión popular de desconfianza traducíase en malestar, minando el esfuerzo constructivo.
Sosa, justa o injustamente sospechado, daba al fusionismo una impresión de inestabilidad, que el egoísmo de los dirigentes fomentaba porque, avecinándose el reparto de posiciones, su prestigio de vencedor en el combate era evidente.
A estas circunstancias de orden moral, sumábase la natural reacción del coronel Sosa, injuriado por estas sospechas, reacción interpretada sin examen como justificación de esos temores y que era tanto más suspicaz cuanto más acentuado el viejo distanciamiento de Sosa -como ex Inspector General de Armas del doctor Justo- con tal o cual dirigente fusionista.
- Renuncia de triunviros. Interinato de Gregorio Pampín
El veterano del Paraguay cayó en hondo desequilibrio. Los hombres del partido federal, que integraban el fusionismo, le eran sobre todo desafectos, tanto como aquéllos amigos del doctor Guastavino, el gobernador desplazado por Baibiene.
Y claro, entre los halagos por el triunfo y las amarguras de las sospechas, procedió exigiendo que Tomás Vedoya y el doctor Emilio Díaz -representantes de esos grupos en el Gobierno del Triunvirato- renunciasen más o menos espontáneamente.
Gregorio Pampín centralizó la autoridad Ejecutiva y, aceptando la renuncia del ministro del Triunvirato, doctor Genaro Figueroa, designó al doctor Fidel S. Cavia.
El propio Pampín no se sintió seguro y abrevió el proceso de la reconstrucción de los poderes públicos. Sin perjuicio de satisfacer legítimas ambiciones de la clase militar con sus decretos de ascensos (21 de Marzo) y reorganización del Guardia Provincial (22 de Abril), convoca a elecciones para designar electores de gobernador y vicegobernador (22 de Marzo), reorganiza el Registro Cívico (4 de Abril), llama a elecciones de diputados (17 de Abril), etc...
Los primeros comicios se realizaron el 24 de Abril de 1872. El 8 de Mayo de 1872, el Colegio Electoral nombraba para esos cargos a Miguel Victorio Gelabert y Wenceslao Fausto Cabral, recibiéndose del mando, el primero, al día siguiente.
Hasta el 9 de Mayo de 1872 duró el Gobierno interino organizado por la insurrección del coronel Desiderio A. Sosa; a los principios lo desempeñó una Junta de tres(1); después, Gregorio Pampín(2).
(1) Enero 12 de 1872. Gregorio Pampín, Tomás Vedoya y doctor Emilio Díaz. Designó Ministro General de Gobierno al doctor Genaro Figueroa, Enero 20 de 1872.
(2) Marzo 4 de 1872. Por renuncia del doctor Gonzalo Figueroa, Marzo 12, designó Ministro General de Gobierno al doctor Fidel S. Cavia. // Todo citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo XXVI: “Período Constitucional (1870-1880)”, parágrafo 258. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
- El fusionismo y la elección de Gelabert
El nuevo Colegio Electoral reunido nombró gobernador propietario a Miguel Vicente Gelabert y vicegobernador a Wenceslao Fausto Cabral(3).
(3) Mayo 8 de 1872; asumió el mando el 9. Fueron sus ministros: doctor Mariano Castellanos, Gobierno (y, durante la enfermedad de éste, el Fiscal, doctor Emilio Díaz); y doctor Manuel Derqui, Hacienda e Instrucción Pública, Mayo 9; por renuncia de Derqui, Mayo 1 de 1873, quedó Castellanos de Ministro General. El 10 de Noviembre renuncia Castellanos y es nombrado el doctor José Benjamín de la Vega, de Gobierno, e interino de Hacienda e Instrucción Pública; el 19 de Febrero de 1874 se nombró para este Ministerio a Manuel Fernández. El 14 de Abril renuncia De la Vega; el 13 de Mayo renuncia Fernández; el 13 de Mayo se nombra al doctor José María Cabral Alpoin y Melo, de Gobierno y, el 18 de Julio, se nombra a Angel Fernández Blanco, de Hacienda. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo XXVI: “Período Constitucional (1870-1880)”, parágrafo 258. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.
Gelabert y Cabral fueron electos el 8 de Mayo de 1872 y puestos en posesión del Poder Ejecutivo -el primero- el 9 del mismo mes. Gelabert, viejo patriota, honrado y enérgico, llegaba al Gobierno sabiendo ascendía a un puesto de lucha.
Cuando en el seno del Comité Electoral del fusionismo se debatió el problema de las candidaturas, tanto su presidente como el vicepresidente, Juan Vicente Pampín y Tomás Vedoya, respectivamente, declinaron ese honor, por desear unanimidad en las opiniones, la que no fue lograda -humanamente imposible- en una agrupación política recién formada, integrada por federales y liberales.
Gelabert era el hombre y hacia su personalidad se orientaron las preferencias. Lo era sobre todo porque a la suficiencia que garantizaba indiscutida ilustración, unía un carácter recto y severo, que cien anécdotas ponen de relieve, y una genialidad curiosa, que lo hacía de la escuela de Sarmiento.
Con la elección de Gelabert, Corrientes retoma -de alguna forma- la autonomía política, concepto que se hace evidente si se hace una mirada retrospectiva del modo cómo fue ungido el gobernador de la provincia en los últimos veinte años. Veamos: en la elección de Virasoro, influye Rosas; de Pujol, Urquiza; de Pampín, Mitre; de López, Urquiza; de Guastavino, Sarmiento; de Baibiene, Mitre, siendo aquél echado del poder por Sarmiento, batalla del Tabaco mediante, tras el derrocamiento de Justo.
También se puede hablar de una curiosidad: los gobernadores elegidos por su antecesor no terminaron su período de gobierno. Ej.: Rolón, elegido por Pujol y Justo electo por Baibiene. Ambos fueron derrocados por movimientos insurgentes.
Lo que conocemos como fusionismo, dará sus frutos con la fórmula Gelabert-Cabral al Poder Ejecutivo; se da por primera vez -en la vida política correntina-, la puesta en escena de un "pacto": Gelabert (federal) - Cabral (liberal), para luego invertirse la fórmula con Pampín (liberal) y Madariaga (federal). El fallecimiento de Pampín, abrirá las puertas a un proceso que desembocará en una guerra civil.
- Críticas desde el sector nacionalista
Mantilla será muy crítico al hablar de Gelabert, visión que enriquece el conocimiento del pensamiento imperante en el sector opositor, que había sido, hacía muy poco tiempo, oficialista desde la renuncia de Guastavino:
"Los vencedores elevaron al poder a Miguel V. Gelabert, hombre incompetente y de mal carácter, a quien por más de un motivo no debieron sacar de su negocio de tienda al por menor.
"Antiguo unitario, se había distinguido por la exaltación de sus ideas en la oposición a los Gobiernos de Pujol, el clérigo Rolón y López, sufriendo las persecuciones del poder a la par de los más distinguidos personajes del partido liberal y contribuyendo, en la esfera de sus recursos pecuniarios y de su pasmosa actividad, a los movimientos de 1861 y 1868.
"Tenía, por consiguiente, una foja de servicios que lo acreditaba. Pero reunía, también, defectos tales que, puestos en balanza con aquéllos, inclinaban en contra el platillo, como hombre inhábil para el Gobierno: ignorante, caprichoso, terco, refractario al consejo, sin cultura, era una personalidad apenas buena para la fila.
"Fue insensatez elegir semejante gobernador pues, aunque se alimentara la esperanza de dirigirlo, debió pensarse igualmente en su resistencia probable, ocurrida la cual desaparecería la acción contemporizadora sobre su carácter y podía entregarse sin freno a la satisfacción de sus genialidades dañinas.
"Gelabert fue un nuevo peligro, creado al siguiente día de una catástrofe. Se marchaba de mal en peor. Un hombre a quien debía enseñarse todo y contenerle sus ímpetus era un petardo y un compromiso.
"Si no fue para instrumento de venganzas, lo cual no se explica ante la resistencia que le hicieron después los autores de su elevación, no se alcanza racionalmente el objetivo de su nombramiento, verdadero descrédito del movimiento por él coronado"(4).
(4) Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Resistencia Popular de Corrientes. 1878” (1891). San Martín, Escuela de Artes y Oficios de la provincia de Buenos Aires. Editor.
- Gobierno de Gelabert; administración y orden
Hay una incidencia que lo pinta de cuerpo entero; meses después de su elección, alterado el orden como consecuencia de los movimientos de Buenos Aires, dispuso el control de los telegramas políticos que se hacían en la provincia; en el grupo de ellos cayó uno del coronel Onofre Aguirre, en que expresaba tener “600 lanzas para hacerme respetar del gobernador Gelabert”.
El mismo día, el gobernante dispuso que en su mismo campo se notificara a dicho jefe se diera en prisión, indicándosele la Ciudad de Goya como lugar de cumplimiento. Y el coronel Aguirre cumplió lo dispuesto.
Leal y honesto con sus compromisos, Gelabert designó ministros en las carteras de Gobierno y Hacienda, a los doctores Mariano Castellanos y Manuel Derqui. El último era jefe de los federales del fusionismo y si, para designarlo, el gobernante hubo de vencer resistencias de la “mozada liberal”, encontró en la personalidad de su secretario adhesión sincera.
Así, cuando en Mayo de 1873 vacó el Juzgado del Crimen y hubo necesidad de llenarlo con quien pudiese sobreponerse por sus prestigios a las solicitaciones del interés político y la pasión, el doctor Manuel Derqui accedió a servir al gobernante desde esa magistratura, sacrificándose, y quedando Castellanos de Ministro General hasta el 10 de Noviembre de 1873.
Los vencidos del Tabaco no renunciaron a los procedimientos de fuerza. Habiendo tenido Gelabert que transar con exigencias del grupo de Pampín, desterrando al coronel Sosa, se creyó que el poder militar del gobernante había disminuido.
El 2 de Agosto (1872) José Ayala, caudillo de Caá Catí se levantaba en armas, usando del prestigio del teniente coronel Sebastián Flores, quien ordenó las reuniones y enviaba las armas a distintos puntos del Rincón de Vences; para conferir a Ayala su valimento, Flores le envió su lanza, fingiéndose enfermo. La montonera fue fácilmente destruida y Gelabert llamó a la capital al teniente coronel Flores.
Franco, el jefe concurrió y no negó su intervención. El gobernante, bien impresionado, le dio por castigo una residencia temporaria en San Luis del Palmar y fuese por esto o por la impresión de valía de Gelabert, Flores se mantuvo tranquilo en los sucesos que le siguieron.
El afán del magistrado por servir los intereses de su pueblo fue efectivo. Procuró -en primer lugar- que la opinión pública estuviese capacitada para juzgar del orden de las Instituciones que la prensa opositora debatía interesadamente y dio su notable Circular (16 de Septiembre de 1872) sobre divulgación de la Carta Política de Corrientes, llevando a los ciudadanos una noticia suficiente para el control de los excesos.
Era necesario, asimismo, satisfacer los justos reclamos de quienes habían sido perjudicados por los Ejércitos en lucha, especialmente los auxilios en especie a las fuerzas de la insurrección que depuso al doctor Agustín Pedro Justo.
Autorizado por ley (16 de Agosto de 1872), reglamentó la forma de justificar los créditos y sus pagos (29 de Octubre de 1872), procedimiento severo, que impidió las licencias y las oficiosidades.
El 23 de Septiembre de 1872 el gobernador Gelabert se ausenta de la capital a objeto de asistir a la fiesta de Caá Catí y practicar una breve visita a algunos otros Departamentos de la campaña, quedando en posesión del mando el vicegobernador Wenceslao Fausto Cabral(4).
(4) Citado por Antonio Abraham Zinny. “Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas”.
En lo material, el doctor Gelabert apreció las necesidades de los pueblos departamentales en los que -desde los sucesos de la Guerra del Paraguay- no se ponía un ladrillo; sin fondos, inventóse el arbitrio de atribuir a cada pueblo el valor de tres leguas de campos fiscales para sus obras públicas (ley del 11 de Noviembre de 1872) y sus vecinos interesados valorizaron las enajenaciones.
En Goya, Esquina, Saladas, General Paz, San Luis y Bella Vista se vendieron esas tierras, reformándose las casas del Estado, los templos, etc., mientras en la capital se iniciaba el matadero y mercado, un cementerio público, expropiándose el terreno y las obras de salubrificación de la zona pantanosa, con recursos dados por la Nación.
La enajenación de la tierra pública se hizo respetando los intereses creados, confiriéndose plazos prudentes -de opción para la compra- a enfiteutas y arrendatarios.
En otro orden de ideas,
* se divulgaron las prácticas de la agricultura con distribución de libros;
* se reglamentó el comercio con los indios del Chaco, buscando defender sus intereses vulnerados a base de su ignorancia; se protegió la industria, fomentándose la fabricación de tejas, los ingenios de azúcar y la cordelería con las plantas textiles regionales;
* se clasificaron los terrenos de Lomas, de acuerdo a su utilización;
* se hizo la construcción del Hospital de Hombres en la capital;
* de una tablada en Paso de los Libres;
* se fomentó la educación, estableciéndose becas en el Colegio Nacional y organizándose un régimen de bibliotecas populares bajo el gobierno de una comisión ad hoc; y sobre todo,
* vióse lejos, en lo porvenir, con una amplia política ferroviaria.
En este sentido, ampliáronse las regalías para la línea del río Uruguay a Posadas y poco después se autorizó el empleo gratuito -a la empresa- de las maderas de los bosques fiscales de la provincia.
En esta buena obra de gobierno colaboraron como ministros los ya recordados doctores Derqui y Castellanos, el doctor José Benjamín de la Vega, como titular de la cartera de Gobierno del 10 de Noviembre de 1873 al 14 de Abril de 1874, y como interino de Hacienda al 19 de Febrero de ese año, en que se nombró a Manuel Fernández.
Habiendo los dos renunciado, De la Vega el 14 de Abril y Fernández el 13 de Mayo, se nombró ministro de Gobierno -en esta última fecha- al doctor José María Cabral y Melo y, de Hacienda, el 18 de Julio, a Angel Fernández Blanco.