JUAN V. PAMPIN, VIGESIMOTERCER GOBERNADOR CONSTITUCIONAL
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El 19 de enero de 1875, Antonio Cabral Díaz Colodrero levanta -en toda la Provincia- los efectos del estado de sitio, fundamentando la medida en que el 3 de febrero se registraría la elección de Electores de Gobernador y Vicegobernador. De las elecciones populares surgirá el Colegio Electoral, que se reuniría el 27 de febrero de 1875.
Ese día, el presidente de la Honorable Asamblea Electoral, Manuel Fernández, avisó a Cabral de la elección de Juan Vicente Pampín para gobernador constitucional de la Provincia, y de José Luis Madariaga, para vicegobernador. El Secretario del Colegio Electoral era Francisco Ferreyra. La transmisión del mando se hizo en breve, pues el mismo 27 de febrero, Cabral decretó la designación de hora para prestar juramento del gobernador y vicegobernador electos.
En los considerandos, se señaló que Pampín “resultó electo por unanimidad de votos del Colegio”, y que, Madariaga, “por más de la mayoría constitucional”. Los electos prestarían el juramento de ley el 28 de febrero a las 09:00.
- La elección de Pampín y Madariaga
Por fin, las elecciones pudieron realizarse y resultó triunfante “una fórmula de conspicuos fusionistas: Juan Vicente Pampín, liberal, y José Luis Madariaga, federal”(1), quienes asumieron el 28 de febrero de 1875.
(1) Citado por Antonio Emilio Castello, “Corrientes, Tejedor y la Revolución de 1880” (2002). Moglia Ediciones, Corrientes.
Es probable que la apreciación del profesor Castello no sea del todo exacta. Este historiador reproduce conceptos del doctor Hernán Félix Gómez, quien había señalado que,
“la fórmula -surgida del ‘fusionismo’- estaba integrada por el jefe del liberalismo oficialista y uno de los más destacados del Partido Federal”(2).
(2) Citado por Hernán Félix Gómez, “Los últimos Sesenta Años de Democracia y Gobierno en la provincia de Corrientes. 1870-1930” (1995), segunda edición. Ed. Sembrando Producciones, Corrientes.
Pero, los hechos merecen un poco más de detenimiento.
Para comprender con mayor detalle los orígenes de la revuelta liberal de 1877/1878, que se remonta años antes de asumir Pampín el P. E., hay que recurrir al doctor Manuel Florencio Mantilla, quien nos brinda pormenores de la elección de 1875, que encumbrará a Pampín y Madariaga como gobernador y vicegobernador de la Provincia, respectivamente.
Bajo el Gobierno provisorio de Cabral Díaz Colodrero, se efectuó la elección de gobernador y vicegobernador, en 1875. Ella debió tener lugar en noviembre del año anterior y, a sus efectos, los mismos centros políticos -que actuaron en la elección de Presidente y Vicepresidente de octubre de 1874 (en las que se impuso la fórmula Nicolás Avellaneda-Mariano Acosta)- iniciaron anticipadamente sus trabajos.
Los nacionalistas (mitristas) entraron en un pacto con los alsinistas -disconformes de la unión de Avellaneda y Alsina- estipulando condiciones expresas, si bien de carácter transitorio. Dicha evolución, que fue denominada Liga, fracasó con la insurgencia armada de septiembre de 1874. Los nacionalistas se abstuvieron como partido, después de su derrota en el terreno de las armas, siguiendo la voz de orden de sus correligionarios de Buenos Aires y, sus aliados, se distribuyeron en los partidos militantes.
Eliminados, voluntariamente, los nacionalistas, quedaron como únicos actores los liberales y los federales, abandonados a sus propios recursos.
Según Mantilla, “sin el Poder Oficial”, era grande la desventaja de los federales y segura su derrota en una campaña electoral abierta. Hay que subrayar que, el Partido Nacionalista -a más de ser vigoroso en Buenos Aires- lo era en Corrientes, donde sus afiliados se llamaban “liberales”, justificada esta designación por la procedencia federal del que, poco después, se denominará Partido Autonomista, su adversario.
Es fácil colegir que, nacionalistas o mitristas, y los liberales -existiendo concomitancia entre estos dos últimos que, en el fondo, pertenecían a un común tronco liberal- eran, unidos, una fuerza política de respeto. ¿Cuál podría ser la estrategia de los federales al estar en minoría?
En principio, a toda su estructura hizo participar en pos de la supresión del voto. Los liberales eran el problema y de allí sus acciones en repartir dádivas y obsequios. Por otro lado, uno de los jefes federales más conspicuos del momento era el doctor Manuel Santiago Derqui(3), quien buscó hilar la protección política del presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, y del ministro de Guerra y Marina, Adolfo Alsina. Derqui se constituirá en una especie de agente de la Presidencia y, su primer objetivo, será el de intentar acordar con la oposición y aunar una fórmula gubernativa común.
(3) El doctor Manuel Derqui era hijo del primer presidente de la Nación Argentina, doctor Santiago Derqui, y de doña Modesta García de Cossio Vedoya, nieta del Teniente de Gobernador Juan García de Cossio e hija de Simón García de Cossio y doña Josefa Vedoya. El nombre completo, de quien tendrá dos mandatos como gobernador de Corrientes, era, Manuel Santiago Derqui García de Cossio. Nació en Corrientes, el 4 de marzo de 1846 -provincia a la que su padre prestara eminentes servicios- siendo bautizado el 16 de marzo en la Catedral de Nuestra Señora del Rosario, de la Capital Provincial. Manuel volvió a su Provincia natal con todos los prestigios que daba la estirpe y sus estudios universitarios, y donde numerosos amigos rendían culto a su personalidad. Estaba casado con Mercedes Llano Molinas. Fue Diputado Nacional. Aprobada su elección, el 7 de Julio de 1873, se había incorporado a la Cámara el 1 de mayo de 1874, cesando el 30 de abril de 1876. Luego será designado Ministro argentino ante el Gobierno del Paraguay, afirmando -desde allí- sus vinculaciones, que le permitirán acceder, por primera vez, a la titularidad del Poder Ejecutivo Provincial. – ACLARACION: se afirma aquí que Santiago Derqui es el primer presidente de la Nación Argentina, en el hecho y en el título, ya que promulgó la reforma de 1860 y gobernó de acuerdo a ella. Es que en él recae la honra de unir Buenos Aires con el resto de la República. Desempeñará el cargo con el título de Presidente de la Confederación Argentina, ya con el país unificado -sobre catorce provincias- que abarcaban cerca de la mitad del territorio actual.
En principio, no se tejieron trabajos claros, abiertos, sinceros, pero, en toda la Provincia, corrió -en reserva y cautelosamente- la candidatura de Tomás Vedoya(4), en sustitución de la de Juan Vicente Pampín, sostenida por los liberales. No hubo acuerdo, y, esta experiencia electoral de 1875, tendrá decisiva influencia en la de noviembre de 1877, elección central de nuestro relato. Esta circunstanbcia era un remedo de lo sucedido en 1872, cuando ambos hombres -Pampín y Vedoya- se mostraron como candidatos para asumir el P. E. En esa oportunidad, el Colegio Electoral optó por Miguel Victorio Gelabert, y no por Vedoya o Pampín, que simboliaban los extremos del fusionismo del momento.
(4) Vedoya ya había integrado el Poder Ejecutivo, conformando un Triunvirato. El 9 de enero de 1872 fue derrocado el doctor Agustín Pedro Justo (liberal) por su Inspector General de Armas, coronel Desiderio Sosa, entendido con los opositores. Requerida la Intervención Nacional por el gobernador, le fue negada. Los insurrectos y los sostenedores de la autoridad depuesta, levantaron ejércitos, que dieron las sangrientas batallas de San Gerónimo (febrero) y Tabaco (4 de marzo), obteniendo triunfo completo los primeros. Llevada más tarde la cuestión al Congreso Nacional, este Poder respetó la obra insurreccional. Hasta el 9 de mayo de 1872 duró un Gobierno interino organizado por la rebelión que, en principio (desde el 12 de enero), lo desempeñó una Junta de tres: Tomás Vedoya, Gregorio María Pampín y el doctor Emilio Díaz; después, el 4 de marzo, el poder quedará centralizado en Pampín. Los tres hombres del Triunvirato eran representativos de las tres tendencias que integraban el fusionismo: Pampín, liberal; Vedoya, nacionalista o federal; y Díaz, partidario del grupo de Guastavino, desplazado por Baibiene. Vedoya había contraído matrimonio en 1862, en La Cruz, con Rosario Escobar. Era hijo de Juan Manuel Vedoya y Agustina de Llano.
El resultado de la elección de Electores de 1875 convenció a los federales de su impotencia(5). De los veinticinco ciudadanos nombrados popularmente para que, a segundo grado, eligiesen el gobernador, “sólo cinco fueron federales”: Juan Vedoya, por Itatí; Manuel F. Gómez, por Concepción; Wenceslao Fernández, por Curuzú Cuatiá; Cándido Borda, por Monte Caseros; y Miguel Victorio Gelabert, por Paso de los Libres(6).
(5) Impotencia por no haber obtenido la titularidad del P. E.; sin embargo, quizás como producto de un pacto no escrito, los representantes federales en la Cámara Legislativa constituyeron, en el primer semestre de 1875, la mitad menos uno de los miembros de la Legislatura. Bastó que Gelabert ganase una elección a mitad de año, para que la situación registrase un giro copernicano, que afectará en demasía la política del momento.
(6) No es inocente la lista de nombres que proporciona aquí el doctor Mantilla, a quien seguimos en esta parte. Todos estos hombres estaban estrechamente ligados al ala federal del fusionismo, y a todos los acusa de ser “empleados a sueldo del Poder Ejecutivo”, mientras ejercían funciones, paralelamente, en dependencias de otros Poderes del Estado: Juan Carlos Vedoya era un hombre -en esos momentos- de 45 años, hijo de Angel Mariano Vedoya, es decir, sobrino de Tomás; Manuel Fernández Gómez, que, elegido Elector por Concepción, en 1875, será, en 1877, Elector por Curuzú Cuatiá, mientras prestaba servicios como Juez de primera instancia -interinamente- en lo Civil, Comercial y Criminal de la jurisdicción de Goya. Funcionario judicial, ejercía sus funciones durante las elecciones, continuando en su puesto, a pesar del electorado, antes e, incluso, después de nombrado el doctor Derqui en el P. E.; Miguel Wenceslao Fernández, futuro vicegobernador de la Provincia, que acompañará a Manuel Derqui en la fórmula gubernamental, en 1877; Miguel Victorio Gelabert, Elector y, meses después, Diputado Provincial; y Cándido Borda, uno de los hombres de mayor confianza de la cúpula del Partido Federal.
Incluso, pese al resultado electoral decididamente adverso al Partido Federal, sus opositores, los liberales, denunciaron que estos hombres fueron electos, “en fuerza de la injerencia oficial de las autoridades departamentales”, lo que originó acalorados debates en el Colegio de Electores y provocó medidas gubernativas de represión. Los liberales iban por todo, y sus adversarios no estaban dispuestos a concedérselo.
Juan Vicente Pampín era el jefe del liberalismo y había sido el alma -en Corrientes- de la candidatura presidencial de Nicolás Avellaneda. Manuel Derqui, que también era avellanedista, exploró -dada la circunstancia, al ver la difícil coyuntura- la posibilidad de obtener la Vicegobernación para Tomás Vedoya. El, Onofre Aguirre y demás partidarios, pusieron en juego todos sus recursos en ese sentido, sin olvidar hacer mérito con recomendaciones de Alsina y, “permitiéndose -algunas veces- amenazas”(7), según Mantilla.
(7) Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Resistencia Popular de Corrientes. 1878” (1891). San Martín, Escuela de Artes y Oficios de la provincia de Buenos Aires. Editor.
- Pampín y Madariaga los electos
Pero, todo fue en vano. Juan Vicente Pampín y José Luis Madariaga fueron elegidos Gobernador y Vicegobernador de Corrientes por el período constitucional de tres años, que se había iniciado el 25 de diciembre de 1874. Es importante subrayar: los dos hombres eran de extracción liberal. Las maniobras del ex gobernador Gelabert -jefe, en esos momentos, de los federales correntinos- y el apoyo del presidente de la Nación y del ministro de Guerra y Marina, no tuvieron, por lo tanto, el poder de imponer un orden determinado en Corrientes. El liberalismo local impuso condiciones.
El desenlace de la cuestión local abrió un período de relativa calma a la Provincia; la elección principal satisfizo, en principio, a la voluntad pública de una relativa mayoría. El nuevo gobernador era una personalidad política acentuada en el aprecio de la mayoría de la población, respetada de sus mismos adversarios y, para sus correligionarios, su elevación era prenda de paz y libertad. Esto, tanto es así, que gobernó buena parte de su mandato con una Legislatura con mayoría opositora que, en los hechos, terminó avalando muchas de sus medidas y proyectos.
Miembro de una familia de élite, que había dado una víctima en la guerra civil sostenida por la Provincia contra Juan Manuel de Rosas, y dos gobernadores a Corrientes(8), venía designado -por la opinión- para la Primera Magistratura desde 1866, por sus servicios y cualidades.
(8) El mayor de los Pampín, Fernando Ramón, murió en la batalla de Arroyo Grande, al frente de la División Saladas, de que era Jefe. José Manuel, fue gobernador [primero provisorio y luego constitucional propietario] de Corrientes, de 1861 a 1862; y Gregorio María ocupará el mismo puesto en 1872 [éste, en la condición de gobernador provisorio]; todos eran hermanos.
En su juventud, Pampín cumplió los deberes cívicos, ingresando como voluntario en los denominados “Ejércitos Libertadores”(9), habiendo estado con Juan Lavalle en las batallas de Sauce Grande y San Cristóbal; con Joaquín Madariaga, en Vences; con Juan Benjamín Virasoro, en Monte Caseros.
(9) Desde 1839, la Provincia de Corrientes luchó contra el régimen establecido por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, a través de cinco campañas militares que desgastaron su economía y alteraron -en gran medida- el orden social y las instituciones. La élite correntina, consolidada en sus actividades económicas, revestida de prestigio social, imbuida de las ideas liberales y consecuente en la defensa de la autonomía provincial, se opuso tenazmente a la política porteña, que anteponía los intereses de la ciudad-puerto a los requerimientos de las Provincias y dio muestras de sus convicciones nacionales al plantear la organización institucional, bajo el sistema federal. La diferencia doctrinaria que quedó esbozada, frente a la extraña concepción del federalismo rosista, la negativa de Rosas a concretar la organización nacional y el problema de la navegabilidad de los ríos, llevaron a su dirigencia política a considerar inevitable el enfrentamiento armado. La primera campaña se sintetiza en la batalla de Pago Largo (1839), en la que el primer ejército libertador -guiado por el gobernador Genaro Berón de Astrada-, resultó derrotado por el ejército que conducía Pascual Echagüe, gobernador de Entre Ríos y aliado de Rosas. Luego de esta derrota, bajo el tercer mandato de Pedro Juan Ferré, la Provincia confió, el manejo de sus ejércitos, en forma sucesiva, a dos Generales de extracción unitaria: Juan Lavalle y José María Paz. Con Paz, al frente del Ejército de Reserva, la Provincia obtuvo una importante victoria sobre las fuerzas entrerrianas en Caá Guazú (1841), que, sin embargo, no fue definitiva. Antes de la victoria final en la batalla de Caseros (1852) -a la que Corrientes concurre integrando una alianza y bajo las órdenes del gobernador entrerriano Justo José de Urquiza-, otros ejércitos libertadores habían sido derrotados en Arroyo Grande (1842) y en Vences (1847). Después de Caseros, los episodios de la cruzada libertadora permanecieron en la memoria colectiva y, con el tiempo, fueron objeto de reconstrucción histórica. En las circunstancias en que comenzaba a elaborarse el conocimiento histórico -finales del siglo XIX- la élite correntina se enfrentaba a las imprevistas consecuencias de Pavón y se debatía en la búsqueda de argumentos históricos y mecanismos políticos que le permitieran reposicionarse dentro del esquema nacional. En las representaciones elaboradas sobre su pasado, los episodios de la lucha contra Rosas fueron reconstruidos dentro de un contexto político, social y económico que operó otorgándoles significados. // Citado por María Gabriela Quiñonez, “La ‘cruzada’ historiográfica. Producciones históricas en torno de los centenarios de Pago Largo y Caá Guazú (Corrientes, 1930-1941)”. CONICET - Universidad Nacional del Nordeste (web: http://cdn.fee.tche.br).
Caído el dictador bonaerense Juan Manuel de Rosas, dejó la carrera de las armas. Como hombre civil, desempeñó puestos de importancia: fue Juez de primera instancia en lo Civil y Comercial; electo Vicegobernador de la Provincia(10); Diputado Provincial, en distintas ocasiones; presidente de la Legislatura; Diputado Nacional, electo en 1869; ministro de Hacienda, en la Administración del coronel Santiago Baibiene.
(10) Cuando el caudillo federal Nicanor Cáceres apadrinó a Evaristo López Soto por gobernador de Corrientes (1865), hizo nombrar vicegobernador a Juan Vicente Pampín, como una satisfacción a la opinión liberal -sobre todo de la Capital- y favorable a éste. Pampín renunció indeclinablemente.
No era hombre de grandes conocimientos, ni poseía un talento distinguido; su instrucción era mediana, como la de los hombres de su época en general, pero su inteligencia despejada. Mantilla dice de su Administración que su Gobierno -a pesar de la brevedad- “será fecundo en iniciativas”, y remata:
“Tenía, como pocos hay, las cualidades de un político práctico y honrado; conocía a fondo la índole, necesidades y conveniencias del pueblo y sus personalidades.
“Reposado sin abandono, manso por carácter, honrado a carta cabal, recomendábase a todos por su sinceridad y su desinterés”.
“Ciudadanos de esta especie son los necesarios en el Gobierno de los pueblos, porque no obstaculizan el movimiento natural de la sociedad, ni corrompen las Instituciones”.
Lo cierto es que Juan Vicente Pampín subió al poder con el aplauso de los hombres de su partido y el consentimiento de la oposición. Sin embargo, cuando se profundiza el análisis de la Administración Pampín, no parece ser tan feliz como lo pinta Mantilla. Cercado por hombres de su partido, su política oficialista será parcializada, lo que generará consecuencias no deseadas. Si bien su yerno y correligionario Mantilla dirá de él que era de sentimiento noble, patriota, equitativo y justo con sus mismos adversarios, y que no abrigaba odios ni rencores, limitando siempre su oposición a un hecho o su desacuerdo con alguien, a la moderada defensa de sus ideas, sin incurrir en exageraciones irreparables, Pampín dará prioridad a la defensa de los intereses de su Partido desde su accionar político-administrativo.
- Las dudas opositoras en la elección de Madariaga
Pero donde los liberales no mostraron unanimidad será en la elección del Vicegobernador, ya que su elección desagradó a muchos de ellos, es decir, a hombres del mismo Partido que el sospechado. Es que José Luis Madariaga era liberal -siguiendo la tradición de familia-, pero tenía afinidades estrechas con el doctor Adolfo Alsina, por su hermano, el general Juan Antonio Madariaga, y antigua amistad con el ex gobernador Miguel V. Gelabert.
Un grupo de liberales consideró, a estas máculas, “circunstancias graves, que no podían despreciarse”; y, además, no lo veían con cualidades de mando, porque “no gozaba de popularidad, ni era hombre serio, a pesar de sus canas”.
Madariaga pertenecía a una familia de élite, al igual que Pampín. De fuerte raigambre liberal, era hermano de quien fuera el undécimo Gobernador Constitucional propietario de Corrientes, José Joaquín Gregorio Madariaga, y, de Juan Antonio, también protagonista de hechos significativos de la historia de la Provincia. Este último le llevaba siete años: Juan Antonio tenía, por ese entonces, 66 años, y se había asentado en la Provincia de Buenos Aires hacía ya mucho tiempo. José Luis, en tanto, era el “benjamín” de una familia de 11 chicos. En 1875 tenía 59 años.
Más allá de los amigos que eligió, esa “falta de popularidad” -imputada por sus correligionarios detractores- puede fundamentarse en que José Luis había realizado su actividad política en el sur, más precisamente en Paso de los Libres, muy lejos de los hombres que actuaban en la Capital. Además, ocupó un solo cargo público:el de Diputado Provincial. Lo que sí resulta significativo es la crítica que hace Mantilla sobre el estrecho acercamiento que tenía con su hermano, Juan Antonio(11).
(11) Juan Antonio se había unido al ejército de Justo José Urquiza y dirigió una columna de caballería en la batalla de Caseros, registrada el 3 de febrero de 1852. Después de la batalla, permaneció en Buenos Aires, donde será electo Diputado Provincial por aquella provincia. El 11 de septiembre de ese año, junto al general José María Pirán, dirigirá el movimiento sedicioso que separará a Buenos Aires del resto del país. Dos meses después, en noviembre de 1852, con la excusa de que los correntinos volvían a su Provincia, fue enviado en una invasión doble a Entre Ríos. La otra columna la dirigía el general Manuel Hornos. Madariaga desembarcó en Diamante, pero, a los pocos días, fue derrotado en Concepción del Uruguay por el coronel Ricardo López Jordán (h). De inmediato se reembarcó y sus soldados debieron alcanzar los barcos a nado [“muchos de sus hombres
(todos correntinos) se ahogaron, golpeados por las palas de los vapores, porque Madariaga no los esperó”, señalará Fermín Chávez, en su libro “Vida y muerte de López Jordán”]. Estos hechos significaron una bisagra para Juan Antonio en relación con su Provincia natal. Permaneció en la Provincia de Buenos Aires, luchó contra los indios del sur y participó en la batalla de Pavón, donde su caballería fue derrotada por los federales, aunque la victoria se decidió con el abandono de Urquiza del campo de batalla. El 24 de mayo de 1862 asumirá -Mitre de por medio- el cargo de Senador Nacional por la provincia de Corrientes, cargo en el que permanecerá hasta el 30 de abril de 1868. Cuando estalló la guerra del Paraguay, Madariaga marchó al frente, como Ayudante del presidente Bartolomé Mitre; era la primera vez que regresaba a Corrientes en 18 años. Participó en la batalla de Yatay y en el sitio de Uruguayana. Prudentemente, desde Corrientes, le prohibieron acercarse a la Capital de la Provincia, donde también se negaron a devolver sus bienes confiscados en 1847. Mitre lo enviará a Buenos Aires con los trofeos y los Partes de aquellas dos victorias.
Cuando la candidatura, de (José Luis) Madariaga, fue iniciada en el Colegio Electoral, se adujeron en contra las causas indicadas, oponiéndosela estas otras, como las siguientes:
a.- conveniencia en dar representación, en el Poder Ejecutivo, al sur de la Provincia [se domicilió en Paso de los Libres desde muy joven, como se indicó];
b.- el carácter pasivo del puesto;
c.- utilidad en contemporizar con [Adolfo] Alsina;
d.- improbabilidad del caso de ejercer el Gobierno; y
e.- las ideas antifederales del candidato.
“Hay preocupaciones o falsos mirajes que deciden un acto importante, contra intereses permanentes, por error ingenuo y bien intencionado. ¡La elección de Madariaga fue así!”, sentenciará Mantilla. Mirando corto, la hicieron los Electores, como si el segundo puesto del Estado fuera simple fórmula, o estuviera garantida absolutamente la vida de un gobernador.
Mal que les pese a los liberales del momento, la supuesta previsión de los autodenominados “exaltados”(12) fue desoída por apreciaciones que no influirían en el derrotero histórico que seguirá la Provincia, dejándose un germen de desconfianzas mortificadoras, trocadas, poco después, en verdad. No obstante, dominando en la solución la figura de Pampín, una mayoría liberal apartó la vista del segundo término de la fórmula triunfante, para saludar la aurora de una situación que pintaba celeste y feliz.
(12) “Exaltados” era el apodo de los llamados opuestos a la candidatura de Madariaga y que seguramente fueron bautizados así por sus propios correligionarios. Fueron ellos: Daniel Artaza, Federico Roibón, doctor Emilio Díaz, doctor Manuel F. Mantilla, Tomás Appleyard, doctor Juan M. Rivera, Federico Gauna. “Este ‘delito’ pagáronlo caro después”, dirá Mantilla. // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Resistencia Popular de Corrientes. 1878” (1891). San Martín, Escuela de Artes y Oficios de la provincia de Buenos Aires. Editor.
La candidatura del gobernador electo había sido acogida con simpatía por los nacionalistas; no se introdujeron en 1a elección de Electores, en su capacidad política de partido, pero muchos de sus elementos coadyuvaron a la derrota de los federales, como sucedió en los Departamentos de Empedrado, Saladas, Caá Catí, San Miguel y, sus órganos en la prensa, particularmente “La Patria”, el más caracterizado de ellos; juzgaron respetable al nuevo Magistrado, prometiéndose de él un Gobierno de concordia y de paz.
Estaba en el interés de ellos proceder así: la candidatura de Pampín significaba un rumbo nuevo, comparándolo con el anterior Gobierno de Gelabert y, los liberales nacionalistas mismos no podían haber elegido otro mejor para aquellos momentos, que reclamaban moderación y pulso conciliador. La idea era ir dejando atrás, definitivamente, los efectos de la insurgencia mitrista de 1874.
El electo gobernador se había sustraído, prudentemente, a la política que engendró el movimiento de enero de 1872 -que derrocó al gobernador Agustín Pedro Justo-, ya por desacuerdo en los medios o por otros motivos, que nunca manifestó y, consecuente con esto, en nada apareció durante la Administración de Gelabert, calificada por él -desde un principio- “de calamidad”. Juan Vicente se postuló como candidato a la Gobernación en 1872, pero cedió a su interés en aras de encontrar un equilibrio de poder; en eso lo imitò Vedoya, el candidato federal del momento.
Podían, en consecuencia, esperar de él (los liberales), un Gobierno que reflejara sus cualidades personales y que, corriendo un velo sobre los últimos sucesos, sirviera de punto de partida a una regeneración, una nueva etapa, tanto en el orden administrativo como en el de las evoluciones políticas. Posible era, en verdad, que, bajo un Gobierno simpático a todos los liberales, aparecieran -en el horizonte de la política local-, tintes de armonía entre ellos.
- La Conciliación
La necesidad de esa inteligencia dejábase ya sentir en las dos fracciones liberales: en los unos, para levantarse (los nacionalistas); y, en los otros, para dominar la escena política y neutralizar a los federales (los denominados liberales puros). No fueron defraudadas las esperanzas liberales. El programa inaugural del nuevo gobernador resumió sus pensamientos en esta solemne promesa: “gobernaré con los hombres de bien de todos los partidos”.
Lamentablemente, esta intención quedó en palabras. El Gobierno impuesto en 1875 no fue fusionista, sino que tuvo una fuerte vocación liberal, recuperando ese Partido el poder perdido desde el derrocamiento del gobernador Justo, en 1872, aunque con el íntimo deseo de volver a los tiempos de 1862, cuando el escenario político era sólo celeste. Todo parecía perfecto, pero el destino les jugaría una mala pasada.
De cualquier manera, hablar este lenguaje en aquellos momentos, cuando las pasiones hervían en la República; cuando los vencidos en los campos de la lucha armada eran tratados como de otro pueblo y de otra raza; cuando parecía eterno el abismo abierto entre los argentinos, era condenación franca del extravío reinante.
El presidente Avellaneda concluyó también por la Conciliación, algunos dicen que impuesta por el miedo y los apuros de su ministro Alsina. Fue alabado en todos los tonos el paso.
“¿Qué no pudo merecer el gobernador Pampín, por la espontaneidad de su política, más amplia y más sincera que la de la Conciliación más noble y patriótica que ella, porque nacía del corazón, y que la precedió en dos años y fue planteada en el momento que las heridas echaban aún sangre?”, se preguntará Mantilla.
“Si no fuera tan oscura la existencia de los Gobiernos Provinciales en la República Argentina, a causa del indiferentismo con que son mirados desde el gran centro de Buenos Aires; si, como en otras partes, no se preguntase de dónde viene una idea buena para adoptarla, la política inaugurada por el gobernador de Corrientes, en 1875, hubiera quizás tenido eco en la opinión nacional, y evitado muchos desaciertos; pero se extinguió en los límites de la provincia, condenada por el presidente, por aquello de que los provincianos son incapaces para todo.
“Triste es la realidad de la política nacional argentina; está concentrada en el radio estrecho de la Capital; a los intereses de una Comuna se subordinan todos los problemas; su prensa y sus hombres son los únicos escuchados; sus círculos o partidos son los que dan la ley al todo.
“La política que el gobernador de Corrientes prometía seguir, no podía, pues, tomar cuerpo en el país, porque no nacía de la gran fragua. Pero, si afuera de la provincia encontró el vacío, dentro de ella fue aplaudida y secundada”(13).
(13) Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Resistencia Popular de Corrientes. 1878” (1891). San Martín, Escuela de Artes y Oficios de la provincia de Buenos Aires. Editor.
Estas ideas, con tintes federales, de Manuel Florencio Mantilla fueron publicadas hace ya casi siglo y medio. La voz de alerta del político correntino no generó reacción. El centralismo porteño irá acentuándose año a año, convirtiendo a una Provincia -otrora importante, como Corrientes- en un Estado periférico de la Nación.
- Juan Vicente Pampín al frente del P. E.
El 28 de febrero de 1875 tomó Pampín posesión de su cargo para el período electoral 1874-1877. Se constituyó así en la autoridad máxima del Poder Ejecutivo Provincial, acompañado por el vicegobernador Madariaga. Ambos fueron elegidos por el Colegio Electoral, cuyos integrantes fueron designados por el pueblo. Pampín estará al frente del P.E.P., 375 días.
Con Juan Vicente Pampín regresó al poder el "clan Casajús"(14) que, si bien esa rama del clan había fracasado, pues la insurrección mitrista que ellos ayudaban quedó desarticulada, el poder volvió a ellos en la figura de Pampín. El "clan Casajús" ya estaba totalmente asimilado al Partido Liberal. Es que este clan volvería al ruedo político a partir de la década de 1860, encolumnados en las filas del Partido Liberal.
(14) Cuando se hace mención al “clan Casajús”, se hace referencia a los descendientes de Pedro Bautista de Casajús. El clan opositor estará conformado por los descendientes de Juan Crisóstomo Dízido de Zamudio. Entre ambos genearcas reúnen aproximadamente el 30 % de los gobernantes correntinos que ejercerán el cargo de Teniente de Gobernador, Gobernador o Vicegobernador de la Provincia de Corrientes. Pedro Bautista de Casajús nació en Canfranc, España, en 1684. Se avecindó en Corrientes en 1715 y formó parte de la élite local a partir de su matrimonio con doña Ursula Fernández, hija del Maestre de Campo Gaspar Fernández de Arana. En el medio ocupó diversos cargos, tales como Teniente de la Real Hacienda, Juez Oficial Real, Regidor Decano, Alcalde de Primer Voto. “Era muy enérgico y valeroso, y su prestigio era inmenso en el vecindario de Corrientes”. // Citado por Raúl de Labougle, “Máxima Perichón de Vandeuil de Martínez. 1856-1918”. Buenos Aires, 1935. Son numerosos los hombres de gobierno que descienden de Pedro Bautista de Casajús. El último gobernador con esta descendencia es el 55to., el doctor Néstor Pedro Braillard Poccard, actual 39no. Vicegobernador de la Provincia de Corrientes.
Al gobernador Pampín le cupo la tarea de llevar a cabo -en el orden provincial- la política de Conciliación que, en el orden nacional, encarará el presidente Nicolás Avellaneda. Se amnistió a los rebeldes de ayer, aunque se excluyó a Plácido Martínez -por el proceso que se le seguía-, por haber dispuesto de los fondos de la Aduana Nacional de la Ciudad de Goya, y la amnistía no comprendía a los delitos conexos.
Al asumir el Poder Ejecutivo, Pampín se constituyó en el XXIII gobernador constitucional propietario de Corrientes. Tenía 56 años al acceder a la Primera Magistratura. Había nacido en la Ciudad de Corrientes, el 25 de junio de 1818. Fue el quinto hijo del matrimonio integrado por Fermín Félix Pampín y doña María Josefa de Goytía.
Contrajo matrimonio el 15 de octubre de 1855, con doña Ana Francisca Lagraña, nueve años menor que él. Tendrán cinco hijos: Fernando Ramón (n. 1856); María Rosalía (n. 1859 - esposa de Manuel F. Mantilla); Juan Vicente (n. 1863); Josefina (n. 1867); y Emilio Fermín (n. 1864). Su domicilio particular estaba ubicado en Pellegrini y Salta, de la ciudad Capital, sede actual de Enseñanza Media, frente a la casa de su cuñado Lagraña.
Una persona determinante en su vida fue el papá, Fermín Félix Pampín, un español afincado en Corrientes, que había fallecido el 23 de octubre de 1870, a los 92 años, Dedicado al comercio, pero también coleccionista y bibliófilo, fueron las tres herramientas que dejó en herencia a sus hijos.
El flamante gobernador había tomado parte en las luchas contra el régimen rosista y las derrotas sufridas en su época lo habían obligado a emigrar al Paraguay y al Brasil. Después de Caseros, comenzó su actuación en la vida pública correntina, formando parte del Partido Liberal. Integró las milicias que defendieron a la Provincia de la invasión paraguaya de 1865 y ejerció cargos legislativos y judiciales. Fue director de un Banco y ministro de Hacienda e Instrucción Pública, de junio 22 a agosto 24 de 1870, en la Administración de Santiago Baibiene. Culminaba ahora su carrera, accediendo a la Gobernación.
El despacho del gobernador estaba situado en la mitad norte del solar del Colegio Nacional, que comprende la manzana circundada por las calles Tucumán, De la Quintana, San Luis y Av. Costanera, que actualmente ocupa el Colegio Nacional "General José de San Martín" con su edificio. En esa mitad norte estaban las oficinas del titular del Poder Ejecutivo desde 1824(15).
(15) El solar posee un alto valor histórico: destinado al Colegio Jesuítico, desde 1717 a 1767; expulsados estos, pasará a ser sede de Oficinas del Gobierno Provincial. El 31 de julio de 2019 se publicó, en el Boletín Oficial de la República Argentina, el decreto firmado por el presidente de la Nación, Mauricio Macri, declarando Monumento Histórico Nacional al Colegio Nacional "General José de San Martín” de la ciudad Capital, primer secundario de la Provincia y un emblema de la educación pública correntina, que, el 2 de agosto de ese año, celebraba su 150 aniversario.
En los tiempos de Pampín, el Poder Legislativo estaba corporizado por una Cámara de Representantes, que se encargaba de dictar leyes. El sistema era unicameral. La Legislatura funcionaba en el solar del Cabildo de la Ciudad de Corrientes, frente a la Plaza 25 de Mayo, sobre la calle De la Quintana, en el lugar en que hoy se levanta el Palacio de Justicia y Policía. Ese es el solar en que fuera edificado el Cabildo de la Ciudad de Corrientes.
El Cabildo tenía dos pisos, con cinco arcos de hermoso estilo colonial; en el centro se levantaba un tercer piso almenado. El Cabildo, como institución, fue disuelto el 31 de diciembre de 1824, sirviendo -desde entonces-, su cuerpo de salas, de recinto de los congresos y luego Legislaturas de la Provincia.
En las dependencias interiores funcionaba la Cárcel Pública, con su pequeña capilla.
El tercer Poder del Estado era el Judicial, que estaba integrado por la Corte Suprema Provincial y otros Tribunales menores. Su tarea era la de controlar el cumplimiento de las leyes en el ámbito de la Provincia. La sede del STJ y Juzgados variaba, ya que las propiedades utilizadas eran alquiladas a particulares. La situación edilicia del sistema de Justicia se desenvolvía en extrema precariedad.
El modo de vida era patriarcal: todos se conocían; la vida era familiar, los modales campesinos. Una “aristocracia estanciera”, rodeada de compañeras elegidas en los pagos y de mestizos nacidos en ellos, convivía con otra, burguesa: la “aristocracia comercial”.
Según la original clasificación de Emilio Daireaux(16), la aristocracia comercial, formada tras el mostrador de la tienda o el almacén, coincidía con la otra aristocracia en ciertos criterios de valoración. Se formaba parte de ellas siendo “persona conocida”, porque, para ella, se tendían las manos y se abrían los salones.
(16) Algunos de estos conceptos fueron extraídos de la obra de Emilio Daireaux (con notas de Estanislao S. Zeballos), “Aristocracia de antaño”, en: “Revista de Derecho, Historia y Letras”. Buenos Aires, 1898, tomo II, p. 36. Daireaux fue un viajero inquieto y con habilidad descriptiva, que había llegado a la Argentina en 1863.
En la Corrientes de la época se conservaban muchas de las costumbres de antaño. Pocas eran las familias de la élite que no se habían unido a extranjeros; la fortuna -sobre todo inmobiliaria-, la técnica de los negocios públicos, favorecían la formación de una “burguesía selecta”, que tenía la apariencia de la antigua aristocracia desaparecida, sin confundirse con ella.
En el nivel de la élite, el antiguo “patriciado”, formado por los notables que se sucedieron tras el quiebre del sistema rosista, y que había dado su sangre en la lucha contra éste, se integrará, paulatinamente, con una “nueva clase” política, que coincidiría con aquél en no aceptar la competencia pacífica por el poder, salvo entre los miembros de la élite.
Transformada la estructura social, el liberalismo ideológico fue, a la vez, consistentemente antidemocrático. Los riesgos de los cotejos electorales y de la participación política fueron sorteados -durante un extenso período- por una política pendular entre una alianza de notables y la lucha abierta y cruel. La desconfianza hacia los opositores -y aun hacia los propios amigos- que no se sometiesen a las reglas no escritas de esa política, condujo a la oposición conspirativa, a la sedición como comportamiento político habitual y a la intransigencia como táctica consecuente.
Los sectores dominantes pasaron a ser considerados como “oligarquías”. Había una nueva cultura política, más compleja y moderna, pero, al mismo tiempo, que no llegaba a consolidar creencias en valores políticos que afirmasen la obediencia a la ley, la tolerancia y la justicia políticas y, por lo tanto, a promover la adhesión colectiva hacia un sistema político competitivo.
- La división territorial de la Provincia en tiempos de Pampín
Cuando asumió Pampín el P. E., la Provincia de Corrientes estaba dividida legal y territorialmente, en veinticinco Departamentos. Ellos eran: Bella Vista, San Antonio de Itatí (Berón de Astrada)(17), Caá Catí (General Paz)(18), Candelaria(19), Capital, Curuzú Cuatiá, Empedrado, Ensenadas (San Cosme)(20), Esquina, Goya, Itatí, Ituzaingó, La Cruz, Lavalle, Lomas(21), San Antonio de Mburucuyá, Mercedes, Monte Caseros, Paso de los Libres, Saladas, San Luis, San Miguel, San Roque, Santo Tomé y Concepción (Yaguareté Corá)(22).
(17) El 15 de noviembre de 1872, una ley de la Provincia dispuso la creación del Departamento San Antonio de Itatí (hoy Berón de Astrada), debido al aumento de su población. Es el primer antecedente que se encuentra sobre este Departamento. Esta ley erigió en Distrito Electoral a Berón de Astrada. Después, nada existe ni sobre el Departamento ni sobre su división Seccional. Es indudable que el Departamento no es sino una transformación de la Parroquia, y que ésta nació cuando el pueblo se definió, levantó su templo y, en consecuencia, se le proveyó de un sacerdote titular con la dignidad de Cura Párroco. En un mapa elaborado por el ingeniero Nicolás Grondona, en 1874, no figura este Departamento.
(18) Mucho más adelante en el tiempo, el 20 de mayo de 1910, mediante proyecto presentado por el Diputado Provincial, doctor José Antonio González, la Legislatura aprobó, por ley, la autorización del cambio de nombre a los pueblos de Caá Catí y San Antonio de Itatí, por los de General Paz y Berón de Astrada, respectivamente. Actualmente, el Departamento mantiene el nombre de General Paz, mientras que su Capital Departamental es el de Nuestra Señora del Rosario de Caá Catí.
(19) Con respecto al Departamento Candelaria, se puede decir -brevemente- que, en el contexto de la Guerra de la Triple Alianza, las tropas paraguayas fueron desalojadas del territorio correntino misionero, zona que aquellas ocupaban desde 1834, siendo recuperado ese espacio por la Provincia de Corrientes en 1865. El coronel Isidoro Fernández Reguera (hermano de Raymundo) avanzó sobre Misiones, por orden del general Bartolomé Mitre, batió al destacamento de Capón Paraguayo -cerca de Playadito- y el 3 de octubre de 1865 derrotó a la guarnición de Trinchera de los Paraguayos (hoy Posadas), para luego avanzar y ocupar todo el Departamento. Este Departamento estará bajo dominio del Gobierno de Corrientes hasta 1881, año en que, parte del territorio misionero se federalizó. La Legislatura Provincial había llevado la frontera, en su sector nordeste, hasta los ríos San Antonio y Pepirí Guazú, región que, en 1895, será anexado por Brasil.
(20) Desde el 31 de mayo de 1806 data la creación del Curato con el nombre de San Cosme de las Ensenadas. El mapa elaborado por el ingeniero Grondona, lo denomina Ensenadas. Por el mismo tiempo, el doctor Manuel F. Mantilla identifica este Departamento como San Cosme, así como el Registro Público de esos años.
(21) Cuando el 20 de abril de 1814, la ciudad y sus términos se declararon Provincia del Estado, lo que excedía a su casco urbano, formó el territorio provincial. La ciudad quedó reducida a su emplazamiento urbano, hasta una zanja de desagüe que la circundaba. La Provincia se dividió en Departamentos, de carácter político y administrativo, comprendiendo la zona rural vecina el denominado Lomas. Tal solución contrarió las leyes naturales de una dependencia social y económica, que son, en realidad, las que vitalizan las instituciones. Desde el establecimiento de la ciudad, la zona de Lomas la integró indivisiblemente. Allí se hicieron los primeros empadronamientos de tierra, y, consta en el Acta Capitular del Cabildo de Corrientes del 18 de agosto de 1664, se señaló para chacras las lomas, desde la ciudad hasta la boca del Río de las Palmas (Riachuelo), río abajo, y hasta la primera estancia mencionada en el padrón. Río arriba comprendía toda la costa que se halla en el pago de la Loma, hasta la isla llamada Gauna, y todo el territorio, hasta dar con las cabezadas de estancias del Paraná. Se denominó a esta zona “Partido de las Lomas”, perteneciendo a la jurisdicción de la Capital. A pesar de una íntima relación económica, por cuanto todo poblador de la ciudad tenía en Lomas sus quintas de citrus, sus lugares de agricultura y casonas de descanso, el Partido de Lomas actuó con personalidad, designando Representantes en los Congresos Provinciales, desde el primero, de 1814. En 1823, su organización administrativa y política se convirtió en militar: fue una Comandancia -suprimida temporariamente el 24 de agosto de 1839- pero restablecida poco después. Desde 1856, de acuerdo a la Ley Electoral, nos encontramos con el “departamento de Lomas”, fijándose provisoriamente el límite -entre éste y la Capital- en la zanja de desagüe que circundaba a esta última. Fue señalado por decreto del 23 de enero de 1865 pero, la determinación definitiva de los límites se hizo por ley del 20 de septiembre de 1872. En 1902, con motivo de desplazarse de la zona suburbana las instalaciones del Matadero Municipal, llevándoselo a la margen derecha del río Riachuelo, se creyó conveniente incorporar el Departamento Lomas a la Capital, como zona rural o de ejidos. En consecuencia, la jurisdicción -determinada por la ley de 1872- dejará de ser el límite de la Comuna de Corrientes.
(22) En tiempos de la Administración de Juan Vicente Pampín, el Departamento ya se denominaba Concepción. El 3 de noviembre de 1870, la Legislatura de la Provincia había sancionado, por ley, la sustitución del nombre de Yaguareté Corá -que hasta esta fecha tenía el pueblo y Departamento de la Provincia a que se refiere-, por el de Concepción. Es la ley de creación del citado Departamento. El lugar era conocido, desde la época de la colonia, como Yaguareté Corá (corral de tigres). Su fundación puede establecerse en el año 1796, siendo Comandante de Armas Miguel Jerónimo Gramajo, con la base de 82 españoles y 26 naturales.
¿Cómo se llegó a esta particular subdivisión del Estado correntino en tiempos de Pampín?
Desde 1800, ya no era la Ciudad de Corrientes el único centro urbano de la Provincia. Las ocupaciones parciales sobre el desierto, organizadas en “Partidos”, por el viejo Cabildo de la conquista, habían adquirido mayor población e intensificado, en el esfuerzo común, la solidaridad del vecindario. Y cuando las primeras luchas patrias definieron la Institución de las milicias populares -que ya existían en la colonia-, los caudillos militares se hacen portavoces de la opinión del Partido y reclaman su parcela en la autoridad política general que, desde entonces, aparece -para ellos- usurpada por el Cabildo de Corrientes.
El general José Gervasio Artigas, cuando, en 1814, organizaba el primer Congreso Provincial, no hacía sino satisfacer una exigencia legítima, llevando, a la organización política de Corrientes, el factor social de los vecindarios rurales. Desde entonces, los gobernadores de Corrientes fueron elegidos por los Congresos de la Provincia.
El uso y abuso de la fuerza en el medio político irregular, destruyó el equilibrio social que había determinado la institución legislativa. Los vecindarios rurales, después Departamentos, cayeron bajo la autoridad de facto de los Gobiernos armados y abusivos y, el Comandante Militar que los gobernaba -directamente nombrado por el Poder Ejecutivo- no era, en su carácter de teniente del gobernador de la Provincia, sino un ejecutor de órdenes superiores, que contaba en su apoyo, con toda la fuerza del Gobierno General.
Y si a esto agregamos que, el gobernador nombraba Comandante Militar al caudillo de la milicia del Departamento, para robustecer su autoridad, podremos concebir las verdaderas relaciones entre el ordenamiento meramente social y el político, que el abuso y las leyes determinaban.
Será en la Administración del décimocuarto gobernador constitucional propietario, Juan Gregorio Pujol (1852-1859), cuando este estado de cosas dará un giro. No es el caso hablar aquí de la inmensa labor del estadista y sólo cabe recordar que, el 20 de abril de 1855, la Legislatura dictó la Ley Orgánica de Municipalidades.
Desde la abolición de los Cabildos de Corrientes, Itatí y Santa Lucía -por imperio de la Constitución de 1824- no había existido régimen municipal en la Provincia. Será con la Constitución de 1856, que el régimen municipal se generalizará a todo el territorio correntino.
La reforma constitucional de 1864 -heredera de la de 1856 y vigente durante el Gobierno de Pampín-, en su Art. 88, señalaba que
“en la Provincia, (se establece) la Institución de las Municipalidades, cuyo régimen, atribuciones y objetos serán reglados por la ley”.
- Los Departamentos
Los Departamentos eran subdivisiones de primer nivel en la provincia de Corrientes. Se caracterizaban por no tener Gobierno propio (como sí lo tendrán las Provincias y los Municipios). Cumplían una función de división catastral y estadística, y, en Corrientes también eran utilizados como distritos electorales -para determinar Representantes a la Legislatura- o como unidades de descentralización de diversos Organos provinciales, como la Policía y el Poder Judicial.
Los Departamentos fueron creados por las sucesivas Administraciones Provinciales a medida que transcurrió el tiempo. Ahora, en general, dentro de un Departamento, podía darse el caso que una o varias localidades pobladas tengan su propio Gobierno, sea este municipal, comisión de fomento, etc. Entonces, a una de ellas se la denominada cabecera del Departamento que, llegado el caso, servía de asiento a las dependencias administrativas correspondientes.
En Corrientes, en 1875, los Municipios tenían sus límites coincidentes con los Departamentos(23). La cabecera del Departamento era la localidad donde se ubicaba la sede del Gobierno Municipal. El Poder político del P. E. Provincial estaba representado o residía en la figura del Jefe Político que, en algunos casos, se ocupaba de los asuntos de la villa o ciudad, junto a un par de Oficiales -todos designados por el gobernador- a quien respondían.
(23) La última palabra la dio la reforma constituyente de 1913. Desde esa fecha, el Municipio ya no será el Departamento, sino la planta urbana y los ejidos. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de marzo 1843 a diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cía., Buenos Aires.
En la mayoría de las localidades se asentó un Poder Legislativo municipal, que estaba integrado por concejales, elegidos en elecciones populares, que conformaban el Concejo Deliberante y cuyo presidente cumplía funciones muy similares a los que hoy observamos en un intendente. El Concejo de cada localidad dictaba las ordenanzas, que eran las leyes válidas para cada Municipio(24). En tiempos de Pampín, este organo de gobierno dependía en demasía de la voluntad del gobernador que, a fines de año, removía por completo las estructuras designado a nuevos integrantes (titulares y suplentes) y llamando a elecciones para que voten los vecinos dodne la Comuna ya se había estabelcido.
(24) Pasarán años para tener un Poder Judicial municipal, es decir, un Tribunal de Cuentas (integrado por jueces que controlasen el cumplimiento de las ordenanzas municipales).
Los concejales eran elegidos por el vecindario de la localidad; el Jefe Político no; éste era designado por el gobernador, al igual que los oficiales ayudantes, por lo tanto el Jefe Político era un representante directo del Poder Central. No todas las localidades tenían un Jefe Político; en algunas residía un Jefe Militar; pero el funcionario común a todas ellas era el Juez de Paz.
- Los Municipios
En Corrientes se registró un segundo nivel de organización territorial, que fue el Municipio. Este era la entidad administrativa, generalmente asociada a una localidad. Estaba compuesto por un territorio claramente definido, denominado ejido municipal y la población que lo habitaba. Su Gobierno se denominaba Municipalidad. El territorio en el cual se extendía la acción administrativa municipal se denominaba ejido(25).
(25) Su origen se remonta a la época colonial. Se trataba de espacios públicos a la salida del trazado urbano. Fueron administrados, primero por el Cabildo; luego, por el Gobierno Central provincial; y, a partir de fines de la década del ´50, por la Municipalidad recientemente conformada.
El tiempo hizo común que, dentro del ejido, surgieran localidades menores que, con el devenir histórico y social, crecerían y adquirirían su propia identidad. Así resultó que un Municipio podía contener varias localidades(26).
(26) Por ejemplo, actualmente, el Municipio Riachuelo contiene a San Cayetano. La Ciudad de Corrientes absorbió a la localidad de Laguna Brava, en su momento Capital Departamental del desaparecido Lomas. Hay varios ejemplos de localidades que fueron obteniendo su autonomía: pensemos en Colonia Carolina con respecto a la Municipalidad de Goya; o Perugorría, con respecto al Municipio de Curuzú Cuatiá; etc. Prácticamente en todos los Departamentos se dio este fenómeno.
Si bien las relaciones de inclusión entre Departamentos y Provincias son perfectas (nunca se dio el caso que un Departamento se desarrolle en más de una provincia), esta relación entre Municipio y Departamentos no lo es (en algunas provincias existieron unos pocos Municipios que se desarrollaron en más de un Departamento).
- Las Secciones
Los Departamentos fueron subdivididos en Secciones. Estas eran subdivisiones de tercer nivel en la Provincia de Corrientes ¿Cómo se originaron estas Secciones Departamentales?
En principio, hay que decir que, a través el tiempo se han dado diversos sistemas para la determinación territorial de un Municipio, y encontramos tres soluciones, siendo la tercera (en el orden aquí establecido) la elegida por las Administraciones correntinas.
Así, por ejemplo, hay un primer grupo, que podemos denominar de ejido urbano, según el cual se hacía coincidir los límites del Municipio con los del espacio urbanizado. La gestión de los territorios, fuera de los ejidos, era responsabilidad del Estado Provincial(27). El sistema de ejido urbano se ajustaba al concepto tradicional de Municipio, encargado de asuntos propios de una ciudad y con una gestión de cara a la población urbana. Corrientes no optó por esta solución.
(27) Este sistema fue aplicado en las provincias de San Luis y Santa Cruz.
Un segundo sistema, aplicado en el país, de determinación territorial de un Municipio, puede denominarse como de ejidos colindantes, en el que los ejidos incluían un área urbana y una rural, de manera que todo el territorio provincial quedaba comprendido dentro de Gobiernos locales con límites comunes. Es el régimen al que adhirió la mitad de las provincias, pero no así Corrientes.
Finalmente, puede encontrarse un sistema mixto, en el que los ejidos incluyen un área urbana y una rural, circundante a aquélla, pero quedan -entre ellos- áreas no comprendidas en ningún Municipio. Este sistema fue el dominante en diez provincias, entre ellas, Corrientes.
Es por eso que, el P. E. correntino, usando de sus atribuciones constitucionales -administrativas y judiciales-, fue cubriendo -por decreto- esos espacios sin Gobierno, a los que denominó “Sección”, con el fin de tener un conocimiento más acabado de todos los rincones de la Provincia. La finalidad primaria será la judicial(28).
(28) El sistema de ejidos colindantes tiene posibilidad de integrar y atender -desde el nivel municipal- a la población rural dispersa o a las pequeñas localidades, pero el sistema mixto lo puede hacer con la de su entorno más cercano. Todos estos sistemas podían subordinar esas localidades, aun cuando hayan alcanzado las condiciones para ser Municipio. En estos sistemas, la planificación territorial se ve facilitada, si el Municipio tiene jurisdicción sobre el área rural circundante.
A medida que algunas Secciones aumentaron su población, requiriendo, por ende, mayor acceso a servicios, no sólo urbanos, sino educativos y sanitarios, el Poder Ejecutivo de la Provincia optó por fundar y convertir, a esas Secciones, en nuevos Municipios, con el fin de dotar al lugar de mayor infraestructura y representatividad ante el Poder Central.
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