Asume la gobernación de Corrientes Pedro Numa Soto
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Y llegó finalmente el momento de asumir las nuevas autoridades constitucionales. La Asamblea Legislativa fue citada para recibir el juramento de práctica y escuchar el mensaje de los nuevos gobernantes. La información daba cuenta de que la totalidad de los legisladores se encontraba en Corrientes, pero en el momento de constituirla no pudo lograrse el quorum reglamentario.
Se dio la curiosa circunstancia de que todos los diputados del sector liberal daban el número reglamentario a la Cámara respectiva, mientras que en el Senado, los representantes de este mismo partido no concurrieron. Se había hablado de la posibilidad de traer a los remisos por la fuerza pública y se destacó a varios funcionarios policiales para establecer su paradero.
Sólo estaban presentes la totalidad de los legisladores autonomistas, antipersonalistas y el socialista, más los diputados liberales como hemos dicho. Con esta hábil maniobra, el sector liberal lograba estar presente en la Asamblea para plantear las impugnaciones del caso, pero no daba el quorum suficiente para sesionar.
La Asamblea en minoría fue presidida por el vicepresidente 2do. del Senado, Mariano Llano, ya que el doctor Díaz Colodrero estaba a cargo interino del Poder Ejecutivo y, como tal, debía hacer transmisión del mando. Iniciada la sesión, correspondió a los diputados liberales, Raúl Requena, Leandro Godoy y Carlos Saling llevar la palabra opositora cuestionando la validez de la Asamblea e inclusive la elección de los gobernantes que debían prestar juramento.
Luego de cambios de palabras de subido tono, entre los impugnantes y los diputados autonomistas Juan P. Danuzzo Amadey y Antonio Ruiz, y el diputado Delio J. Martínez -quien expresaba que las ideas debían defenderse con firmeza, pero también con corrección- se resolvió en minoría compeler a los senadores ausentes por la fuerza pública, encomendándose la tarea a la Jefatura de Policía que requirió al juez del Crimen, doctor Nicandro Paiva, las correspondientes órdenes de allanamiento, las que se cumplieron con resultado negativo, ya que los senadores se habían trasladado a la vecina Ciudad de Resistencia, en el Territorio Nacional del Chaco, previendo la posibilidad de estas medidas.
Todo esto había ocurrido en las primeras horas de la mañana pero, al resultar infructuosa las gestiones para lograr la concurrencia de los ausentes, se decidió tomar el juramento a los nuevos mandatarios en minoría. La Legislatura y sus alrededores se habían llenado de personas interesadas en saber el resultado de estas trabajosas gestiones y, al filo del mediodía, finalmente, el doctor Pedro Numa Soto y Pedro Resoagli arribaron al recinto legislativo y, ubicados para prestar el juramento de ley, lo fueron dilatando en razón del escándalo que reinaba en la sala de sesiones, provocado por los legisladores liberales en las bancas y parte del público ubicado en las galerías.
Cuando, pese a todo ello, se anunció que se procedería a tomar el juramento, a los gritos de que no se los reconocía como mandatarios, los diputados liberales pretendieron retirarse del local, pero un grupo de policías se lo impidió. Prestado el juramento de práctica, le resultó imposible al nuevo gobernante dar lectura a su mensaje, por lo que el mismo fue dejado en secretaría para conocimiento de los señores legisladores.
En dicho mensaje se expresaba que realizaría un Gobierno de puertas abiertas, como lo había pregonado su partido, y que su mandato tenía origen en la insurrección que dio por tierra un régimen que era imposible soportar. Habló del federalismo, de la justicia, de la policía, de la deuda pública, cooperativismo, instrucción pública y que propiciaría la autonomía municipal para aquellas localidades de más de 10.000 habitantes.
Finalizó expresando que las relaciones con el Gobierno Nacional se desarrollarían con la mayor armonía, por la patriótica finalidad que animaba a ambos Gobiernos por su afinidad de origen, pues ambos eran fruto de la Concordancia triunfante en todo el país.
Cumplida la ceremonia, se retiraron los gobernantes, acompañados de los legisladores adictos y de numeroso público, en dirección a la Casa de Gobierno, donde le fueron entregados los atributos del mando por el vicepresidente 1ro. del Senado, doctor Pedro Díaz Colodrero, quien, al hacerlo, dijo que su consagración era la expresión de los partidos que coincidieron en una política de buen entendimiento y buena voluntad para regir los destinos de Corrientes y que las luchas pasadas y las que seguramente habrían de venir eran fenómenos inherentes a la vida de la democracia, siempre que ellas se resolvieran dentro de las propias instituciones, lo cual no era sino el esfuerzo del pueblo en constante vigilancia de sus libertades.
Dijo entonces el doctor Numa Soto que le era grato recibir las insignias del mando, para el que legítimamente fuera consagrado como gobernador de la provincia, en un Estado que había entrado en el goce pleno de su autonomía después de tres años que estuvo privado de Gobierno propio, teniendo presente en ese momento el grado de responsabilidad de la función pública que sería el acicate para el mejor desempeño de sus tareas, sobre todo al recordar la acción abnegada, patriótica e inteligente desplegada por muchos de sus antecesores ilustres.
Terminó afirmando que iba a desarrollar la política de la “concordancia” que lanzaron a los partidos de la insurrección de Septiembre en busca del restablecimiento del orden institucional, financiero y económico. Y para atraer a la concordia a la familia argentina, declaraba solemnemente que al ocupar el cargo de gobernador se despojaba de las condiciones de militante de un partido para ser el mandatario público.
Por supuesto que los legisladores liberales no iban a quedarse quietos ante la asunción del nuevo Gobierno y, una vez más, se dirigieron al Ministerio del Interior telegráficamente denunciando lo que consideraban un grosero y torpe atentado institucional, que afrentaba a la provincia en su cultura y civilización. Hechos tan bochornosos -decían- son una lápida para sus autores y para quienes, pudiendo evitarlos a su hora, declinaron ese fundamental deber y obligación(1).
(1) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), ediciones del 12, 13 y 14 de Marzo de 1932. Informan con amplitud sobre los diversos incidentes ocurridos. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
Por su parte, los senadores liberales que se habían refugiado en el Chaco también dirigieron un despacho telegráfico al ministerio político, en el que denunciaban al vicepresidente 1ro., doctor Díaz Colodrero, por haber convocado a la Asamblea Legislativa con el “impúdico” objeto de tomar juramento al doctor Soto y a Resoagli, que fueron electos en forma “arbitraria, ilegal y fraudulenta, como gobernador y vicegobernador de la provincia”, lo que “constituye un baldón sin precedentes y una incalificable burla a la mayoría del pueblo de Corrientes que acreditó en comicios libres su inquebrantable preferencia por la fórmula gubernativa del partido liberal”(2).
(2) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 14 de Marzo de 1932. Los senadores firmantes fueron Ernesto Meabe, Adolfo Contte, Eliseo Payva, Julián Montiel, José A. Pérez y Alfredo Robas. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
El Poder Ejecutivo Nacional hizo saber a la opinión pública de que todos los antecedentes relativos a la elección correntina serían remitidos al Congreso, órgano político que a su juicio debía entender para resolverlo, si así correspondía. Asimismo, daba respuesta a un telegrama-denuncia del comité de la juventud liberal que había protestado por la prescindencia del Gobierno Nacional en el asunto gobernación de la provincia, expresándoles que, dejando de lado las palabras que sólo habían podido ser escritas en el calor de las enardecidas pasiones y sin entrar en polémicas, les recordaba que el Gobierno Federal colocándose sobre los intereses partidistas y de acuerdo con autorizados precedentes, había entregado el poder a las autoridades locales (en este caso el vicepresidente del Senado) y que sin vulnerar la autonomía provincial no podía convertirse en guardián de sus actos, respecto de los cuales estaban los reclamantes en situación de plantear los recursos legales y constitucionales que consideraran atendibles.
El diario “La Prensa” decía que no había por el momento motivo de intromisión de las autoridades nacionales y que si los partidos políticos correntinos no habían sabido resolver satisfactoriamente su pleito sobre la gobernación, sobre ellos recaía toda la responsabilidad. Y lo habrían logrado si hubiese existido la posibilidad de prolongar la Intervención Federal o de provocar una nueva jugada a la que apostaban los disconformes liberales.
Terminaba afirmando que si en las elecciones correntinas hubiese estado presente el espíritu federal que debe siempre presidirlas, puesto que el federalismo es la razón de ser de los comicios provinciales, la solución del conflicto de ambiciones habría sido seguramente satisfactoria. Pero fue deficiente, porque faltó ese espíritu(3).
(3) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 15 de Marzo de 1932. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
Y en otro comentario editorial de la misma fecha, el matutino porteño decía que desde el día anterior regía en Corrientes un Gobierno, surgido de los comicios que presidió una Intervención Federal, cuyos poderes Legislativo y Ejecutivo tenían una apariencia de constitucionalidad pero que, examinado su valor democrático, se descubría que no respondía al tipo institucional, ya que no representaba al partido que llevó a las urnas el mayor caudal de votantes, pues el Primer Mandatario fue candidato de un grupo cívico de reducida importancia según las cifras del escrutinio, si se lo confronta con las fuerzas tradicionales que concurrieron al comicio. Así, la solución dada al problema no consultaba la voluntad del electorado, sino que derivaba de una combinación de comité o de caudillos sin previa consulta a la masa ciudadana.
Decía después que resultaba paradójico que bajo un sistema de sufragio calculado para interpretar la voluntad de los más, resulta favorecido un jefe de minoría ubicado en tercer lugar, ya que dos núcleos por lo menos, adversarios suyos, lo superaban en popularidad. Este absurdo de que prevalezca un hombre escasamente votado en elecciones, cuyo veredicto se pronunciaba por la cantidad y no por la calidad de los sufragantes, había que imputarlo al método indirecto para designar gobernador que aún persistía en muchas provincias.
Luego seguía analizando los antecedentes de la ruptura del pacto que unía a liberales y autonomistas, de alternancia en el poder y, especialmente, la sangría de los liberales, como consecuencia de una división interna de aquéllos que siguieron leales al pacto y los que se apartaron, y los últimamente separados de la juventud liberal de inclinación izquierdista que hicieron alianza con el socialismo, no obstante lo cual -con las desventajas del doble cisma- se hizo presente en las urnas y aventajó a sus contendores, pero no tuvo los electores necesarios para consagrar su fórmula.
Terminaba invocando que un designio superior y patriótico redimiera al nuevo Gobierno de sus vicios de origen y que lo hiciera factor fecundo del progreso de Corrientes(4).
(4) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 15 de Marzo de 1932. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
El Gobierno, pese a la confusa situación creada, iniciaba su gestión designando a sus ministros, recayendo la cartera de Gobierno y Justicia en la persona del doctor Francisco Ayala López Torres, dirigente antipersonalista de Goya, de donde también era oriundo el gobernador y, en Hacienda e Instrucción Pública, a Antonio Ruiz, que hasta ese momento era senador provincial, de filiación autonomista.
Realizaba sus primeras designaciones y comenzaba a asumir la delicada responsabilidad de gobernar una provincia en situación crítica, no siendo una excepción el momento por el cual atravesaba el país y el mundo en general, que no había logrado reponerse aún de los efectos de la crisis desatada en los Estados Unidos en el año 1929(5).
(5) Se realizaron, entre otros, estos nombramientos: Secretario General de la Gobernación, Francisco J. Rivellini; segundo Secretario, Gustavo Adolfo Soto; Jefe de Policía, Alcibíades Devoto Acosta y Secretario, Edmundo V. Benítez; Director de Salubridad al doctor Juan Ramón Díaz Colodrero; intendente de la Ciudad de Corrientes a Eduardo Lujambio Torrent y, de Goya, a Eduardo Mohando Soto; subinspector de Policía, José F. Mora y Araujo; Liquidador de Cuentas Municipales, Mario Raúl Delfino; vocales de la Dirección de Salubridad los doctores Diocles Gómez, Antonio Peluffo y Clemente Benítez; jefe de Obras Públicas municipales, Angel Codazzi; contador del Consejo Superior de Educación, Luis T. Ruiz; médico de Policía al doctor Justino Carballo Romero; oficial 1ro. del Ministerio de Gobierno a Amílcar Araujo; presidente del Consejo Superior de Educación, Ramón Beltrán y vocal al profesor Ramón Gómez. Para integrar las Cámaras de Apelaciones se nombró en forma interina a los doctores Domingo Danuzzo, Gustavo Alvarez Colodrero, Gregorio G. de la Fuente, Manuel Mora y Araujo y Diego Meana Colodrero; Procurador General al doctor José María Guzmán; jefe de Investigaciones, Héctor Loza y, segundo jefe, Waldino Urbina; comisario de Ordenes, Luis C. Romero. Conf: diario “La Prensa”, (Buenos Aires), ediciones del 16, 21, 23, 29 y 30 de Marzo de 1932 y 1, 4, 8 y 13 de Abril de 1932. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
El gobernador realizó una serie de entrevistas con políticos de diversos sectores y trascendió el propósito de declarar en comisión a todo el personal de la Administración Pública para su reorganización, y el dictado de un decreto disponiendo la reorganización del Poder Judicial y de la policía de la provincia.
Asimismo, en un extenso decreto se dejaba establecido, para el cómputo del término de los mandatos, que el P. E. debía considerarse haber iniciado su gestión el 25 de Diciembre de 1931 (para adecuar los plazos a las previsiones constitucionales); el Legislativo, el 1 de Mayo; y las municipalidades el 1 de Noviembre del año anterior.
Ante la actitud obstruccionista del sector liberal, en el Concejo Deliberante de la ciudad capital se siguió con el temperamento de hacer concurrir por la fuerza pública a sus integrantes remisos.
Ante la falta de Presupuesto Provincial, se puso en vigencia -por decreto, en Acuerdo General de Ministros- el correspondiente al año 1924 y se iniciaron los pagos al personal de la Administración Pública, mientras que al magisterio se le continuaba adeudando 18 meses de haberes, que las Intervenciones Federales de signo radical e insurgente no habían podido regularizar.
Pese a todo, los sectores políticos que habían contribuido a establecer el Gobierno del doctor Soto, en un ambiente de gran animación y entusiasmo, ofrecieron un banquete a los nuevos mandatarios en los salones del Hotel Buenos Aires(6).
(6) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), ediciones del 17, 21, 23 y 29 de Marzo de 1932 y 6, 12, 17 y 19 de Abril de 1932. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
El enemigo más enconado que tenía el Gobierno Provincial, al menos públicamente, era el partido liberal, que no estaba dispuesto a facilitar -en manera alguna- la marcha institucional, entendiendo que la elección en el Colegio de las autoridades gubernativas fue viciada de nulidad.
En tal sentido, sus legisladores nacionales habían promovido una interpelación al ministro del Interior sobre el tema Corrientes, proyecto que no tuvo andamiento por no haber logrado apoyo en el bloque Demócrata Nacional en el Congreso, que se opuso en forma unánime a este procedimiento. No cejaron en su empeño los liberales y volvieron pocos días después a insistir en un pedido de Intervención Federal a la provincia, que tampoco tuvo el necesario apoyo(7).
(7) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), ediciones del 6 de Abril de 1932 y 14 de Mayo de 1932. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
En la provincia buscaban obstaculizar la marcha gubernativa, absteniéndose de concurrir a las reuniones del Senado, a las que habían sido citados para practicar el sorteo que determinaría el mandato de cada uno de los legisladores y elegir, asimismo, a la mesa directiva del cuerpo.
Finalmente se logró quorum por la asistencia del bloque liberal que debió ser traído por la fuerza pública, planteándose en la oportunidad objeciones a las designaciones de funcionarios de la Cámara hechas por la presidencia e insistiéndose en la nulidad del Colegio electoral. Por el lado autonomista, reapareció el semanario “La Mañana”, en calidad de órgano oficial del partido, bajo la dirección del senador provincial Elías Abad(8).