EL SISTEMA BANCARIO EN VISPERAS DE LA CRISIS DE 1890
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Frecuentemente, la época de Miguel Angel Juárez Celman fue identificada con el progreso o la crisis. Desde un principio, los historiadores encontraron -quizás- motivos demasiado evidentes para calificarla de este modo, aludiendo -en la mayoría de los casos- a fuentes directas de protagonistas, periódicos y memorias oficiales(1).
(1) Citado por Gerardo Marcelo Martí. “El sistema bancario en vísperas de la crisis de 1890 (una revisión crítica de su incidencia en la política económica de Juárez Celman. 1887 - 1889)”, en: página electrónica. // Martí es Doctor en Historia. Encargado del Archivo Histórico del Banco de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Arturo Jauretche”.
Estos testimonios fueron suficientes para juzgar en uno u otro sentido la naturaleza de un período que comprometía situaciones políticas y económicas. Otro tanto sucedió con el aspecto financiero y más estrictamente bancario que, analizado con cierta ligereza, unificó criterios en torno a la supuesta idea de que los bancos habían sido los causantes del despilfarro a través del abuso del crédito mediante las emisiones clandestinas, contando con la complacencia del Gobierno en haberlas permitido(2).
(2) Este ensayo es el adelanto de un trabajo de investigación más extenso, referido a las causas y consecuencias de la crisis de 1890 en el marco de la problemática bancaria. Una versión preliminar reducida fue presentada a las XVI Jornadas de Historia Económica. El autor, Gerardo M. Martí citó los comentarios, sugerencias y críticas de los profesores Stephen Haber (University of Stanford) y Albert Broder (Université de Paris XII).
Según las distintas y más encontradas opiniones, el sistema creado a partir de la ley de Bancos Garantidos de 1887, había facilitado las cosas al promover el aumento del circulante impulsando -con el crecimiento económico- ambiciones desmedidas en la sociedad. Ello nos parece hasta natural si se toma la abundante bibliografía existente y se aceptan como verdaderas las apreciaciones vertidas, pero la verosimilitud de las mismas es lo que está en juego.
Por ello era necesario un análisis crítico -que tuviera en cuenta el sistema bancario en su conjunto- y la política bancaria instrumentada por Juárez Celman. Hasta el momento, esto fue logrado sólo parcialmente a raíz de la escasa información diseminada en archivos cuya consulta presentaba ciertos obstáculos de carácter técnico y los datos estaban esparcidos en documentación que quizás no se la había examinado con detenimiento(3).
(3) En lo referido a los distintos argumentos de la crisis puede consultarse, Gerardo M. Martí. “Argentina: la Crisis de 1890 (Endeudamiento Externo y Crack Financiero”, en “El Trimestre Económico” (Octubre-Diciembre de 1990), volumen LVII, p. 933, México. Sobre las consecuencias de los problemas económicos, Pedro Santos Martínez. “Después del ‘90 (la Deuda Externa, las Inversiones Inglesas y el Comité Rothschild”, en: Academia Nacional de la Historia. “Investigaciones y Ensayos” (Enero - Diciembre de 1989), Nro. 39, p. 245.
El fundamento de este análisis debe una especial consideración a quien tuvo el mérito de ser el primer autor que revisó esta época, contemplando la política de Juárez Celman a la luz de una audaz estrategia financiera internacional. Me refiero a Tim Duncan, quien se aventuró en este campo a analizar sin prejuicios y revaluar buena parte de la documentación existente, sometiendo con sentido crítico aquellos supuestos esgrimidos por la historiografía clásica.
En este sentido, distintos autores como Terry, Quesada y Piñero -entre otros- habían atribuido todo el peso de la crisis de 1890 al excesivo emisionismo, que llevaría consigo mayor acceso al crédito, la especulación y el agio; estos supuestos, casi se puede decir que dominaron todo el conocimiento acerca de la crisis desde fin de siglo XIX y gravitaron aún durante buena parte del siglo XX.
Ciertamente, tampoco escaparon a estas apreciaciones autores que -como Williams, Ferns y Ford- prestaron mayor énfasis al comercio internacional, en las vicisitudes planteadas por la depreciación del papel moneda y su relación con el balance de pagos durante el patrón oro.
Hacia 1944 fue Raúl Prebisch quien, desviándose de estos postulados, interpretó la naturaleza cíclica de los fenómenos de crisis y señaló -a su vez- la preeminencia de Londres como centro financiero, al manejar a su arbitrio los movimientos de expansión y contracción de capitales que incidían en los países periféricos, proveedores de materias primas y tomadores de crédito, como era el caso argentino.
Esta inquietud renovadora fue proseguida mucho más tarde por Duncan -como ya hemos advertido- y favorecida luego por aportes como los de Andrés Regalsky sobre la intervención de los capitales franceses en las finanzas provinciales durante la década de 1880; Roberto Cortés Conde, que analizó la crisis del ‘90 a través de la expansión de la base.monetaria y el déficit fiscal; y Carlos Marichal, con un examen internacional del problema vinculado a factores cíclicos; recientemente merece también citarse a Marta Tenewicki quien, examinando el origen de los desequilibrios y los mecanismos de ajuste del sector externo, incluye en la crisis de 1890 el debate que -desde el marco de la teoría económica- sostuvieron estructuralistas y monetaristas, alertando sobre los riesgos de trabajar con modelos determinados.
Es claro que, si bien no todos estos escritos profundizaron los problemas bancarios y en algunos casos lo hicieron marginalmente, merecen una buena atención a la hora de agregar nuevos elementos de investigación y análisis porque deslizan argumentos tan interesantes como sugerentes(4).
(4) Tim Duncan. “La Política Fiscal durante el Gobierno de Juárez Celman. 1886 - 1890 (una Audaz Estrategia Financiera Internacional”, en: “Desarrollo Económico” (Abril - Junio de 1983), volumen 23, Nro. 89, p. 11; Andrés M. Regalsky. “Capital Extranjero y Finanzas Provinciales en la Argentina (los Empréstitos Franceses de la Década de 1880)”, en: “Cuadernos de Historia Regional”, Nro. 12, pp. 25 y ss. Ed. Universidad Nacional de Luján; Roberto Cortés Conde. “Dinero, Deuda y Crisis (Evolución Fiscal y Monetaria en la Argentina”. Ed. Sudamericana; Carlos Marichal. “Historia de la Deuda Externa de América Latina” (1988). Ed. Alianza Editorial, Madrid; Marta Tenewicki. “Interpretaciones Económicas y Problemas Históricos (la Historiografía Argentina y la Etapa Agro Exportadora”, en: “Ciclos en la Historia, la Economía y la Sociedad” (segundo semestre de 1997), Año VII, volumen VII, Nro. 13, p. 47.
Teniendo en cuenta estas consideraciones a través de intentos parciales, se trató de rever algunos argumentos que se daban como terminantes, pudiendo observarse qué lejos estaban de la verdad las apreciaciones de la historiografía clásica que se repetían cada vez con conclusiones generales o estudios elaborados sin la consulta de la documentación de los mismos establecimientos.
En este ensayo, se propone analizar la evolución del sistema bancario en vísperas de la crisis de 1890 a través de fuentes desconocidas hasta el presente y que pueden ofrecer otra visión, como las memorias, mensajes y estados financieros.
De este análisis surgen algunas reflexiones que podrían considerarse de interés, como ser: hasta qué punto la época de Juárez Celman fue tan despreciable por favorecer la euforia y ambición desenfrenada en la sociedad y por qué no considerar el impulso económico suscitado en las provincias a través de los nuevos establecimientos bancarios, así como las condiciones de prosperidad creadas a partir de ellos.
¿Qué fue lo que realmente falló en el sistema bancario para que la crisis lo afectara tanto? Además, en un sistema de emisión controlado, ¿serían las emisiones las que produjeron la expansión de la oferta monetaria o el flujo de capitales externos que descendió bruscamente en 1889?
A partir de entonces, es bueno otorgarle cierta importancia al papel que desempeñó la política opositora del Gobierno de Miguel Juárez Celman en la credibilidad de los prestamistas externos, hasta el extremo de perder su confianza y favorecer indirectamente la sublevación de 1890.
Esta es una hipótesis que se tratará de analizar hasta ciertos límites, como también se considerará por cierto los interrogantes ya planteados sobre los Bancos. Casi sería inútil agregar que han sido muchos los obstáculos para conseguir tanto los documentos como las respuestas verdaderas a dichos interrogantes; aún así se espera, no obstante, lograr una apertura hacia el conocimiento de tales hechos históricos desde el punto de vista crítico y que este ensayo promueva el interés de nuevas investigaciones.