La crisis del liberalismo correntino
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Los años comprendidos por la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento estarían caracterizados por una notable agudización de la lucha facciosa en la provincia. Nuevamente aquí se haría sentir la ausencia de un núcleo interno con capacidad para disciplinar y controlar a las distintas facciones de la élite local.
Por otra parte, la orientación de los acontecimientos a partir de entonces mostraría también que el poder de Nicanor Cáceres y de los caudillos del sur provincial ya no era suficiente para construir un sistema hegemónico en la provincia. La región del sur correntino no iba a terminar entonces de imponer su hegemonía, pero la causa de esto radicaba en la intervención abierta del Poder Nacional en proceso de franca consolidación durante la década de 1870.
Las variables de la vida política provincial eran ahora alteradas significativamente por los intereses y la acción de las fuerzas respaldadas por las instituciones del Estado y el Gobierno Nacional.
Una vez que las fuerzas nacionales, al mando de Emilio Mitre, reprimieron la revuelta de Cáceres asegurando la vigencia del orden político afecto al oficialismo, en Corrientes se celebraron nuevas elecciones en las que fue electo gobernador José María Guastavino, un antiguo juez federal de gran prestigio en la provincia. El vicegobernador designado era Santiago Baibiene, uno de los oficiales del Ejército Nacional que había liderado la insurrección contra el Gobierno de Evaristo López.
Poco tiempo después, el mismo Baibiene, ante la renuncia del gobernador, asumiría la máxima magistratura provincial ahora fortalecido en la política local por su rol en la guerra.
Baibiene adhería a la figura de Bartolomé Mitre en el orden nacional. Este factor signaría su destino político. Con posterioridad a la sublevación de López Jordán en Entre Ríos -que culminaría con el asesinato de Urquiza- las fuerzas correntinas fueron convocadas para restablecer el orden.
El mismo Baibiene cumplió un papel fundamental en la batalla de Ñaembé que terminó con el poder de López Jordán. Esto conllevó un fortalecimiento momentáneo de su capacidad para arbitrar en las luchas políticas locales. Así, su participación decisiva en esa contienda, al servicio del Ejército Nacional, le permitió imponer a los jefes departamentales la candidatura del nuevo gobernador, Agustín Pedro Justo(1).
(1) Al respecto puede verse Hernán Félix Gómez. “Los Ultimos Sesenta Años de Democracia y Gobierno en la provincia de Corrientes. 1870-1930” (1931). Ed. Talleres Gráficos Argentinos L. J. Rosso, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Muchos de los hombres que se identificaban con el liberalismo manifestaron su descontento por la arbitrariedad con que el entonces hombre fuerte de la provincia impuso al nuevo gobernador y, sobre todo, con su decisión de apoyarse en un círculo extremadamente pequeño que se apropió de los principales lugares en el gabinete. Esto produjo una nueva división en el liberalismo correntino y una sublevación en la que el gobernador Justo fue derrocado.
Los años que llevaron a la elección de Nicolás Avellaneda como presidente de la nación en 1874, y la derrota definitiva del mitrismo revolucionario, estarían signados entonces por la incapacidad de los liberales locales para conservar el poder y no dividirse internamente.
La fractura del partido Liberal señalaría -años más tarde Manuel Florencio Mantilla- iba a permitir que Julio a. Roca conquistase sin demasiados problemas la provincia. Sin las disidencias internas de los liberales -afirmaba- “la conquista de esta provincia hubiera sido más humanitaria y menos depredadora”(2).
(2) Manuel Florencio Mantilla. “La Resistencia Popular de Corrientes en 1878” (1891). Ed. San Martín, Escuela de Artes y Oficios de la Provincia. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
La capacidad de intervención del Poder Nacional en Corrientes se hacía aún más evidente en la década de 1870 a raíz de la misma división de los liberales. También lo era para el mismo Baibiene a la hora de reflexionar sobre los sucesos en los que había tenido una participación protagónica. Este, al repasar los acontecimientos de los últimos años en la provincia, percibía con enorme claridad el avance incontrastable del Poder Nacional.
Denunciaba indignado la violación de la libertad de sufragio y la intervención en la política local del propio presidente de la nación y los miembros del gabinete nacional. Recordaba entonces que, cuando había decidido salir en defensa de Agustín P. Justo
“sabía que iba a luchar contra el poder de la influencia nacional, que yo mismo había contribuido en gran manera a que se robusteciese en Corrientes; sabía que no había un solo gaucho que no estuviese persuadido de que la revolución se hacía bajo los auspicios del presidente de la República”(3).
(3) “Manifiesto del Coronel Baibiene” (1872), p. 9. Ed. Imprenta de “La Opinión”, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
En el marco de este proceso, que había posibilitado la extensión de la influencia del Gobierno Nacional en Corrientes, examinaba también autocríticamente el ex gobernador su participación en la guerra de Entre Ríos librada contra las fuerzas de López Jordán, a quien identificaba explícitamente con la defensa del principio de la autonomía provincial.
Evaluaba entonces que la represión de la revuelta jordanista “llevada a cabo para castigar el asesinato político”, no había constituido más que una “farsa criminal” que había conducido a acumular el poder en manos de quienes no velan a la patria “sino bajo el prisma de las presidencias y los ministerios”(4).
(4) “Manifiesto del Coronel Baibiene” (1872), p. 9. Ed. Imprenta de “La Opinión”, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Así, el intento de Santiago Baibiene de sostener a Agustín Pedro Justo en el Gobierno fracasó. Las elecciones en las que se había designado a este último fueron impugnadas por fraudulentas.
En la batalla de Paso del Medio, varios de los jefes departamentales -que una década atrás habían desempeñado un rol fundamental en la caída del gobernador José María Rolón- derrotaron al caudillo baibienista Acuña. Así quedó sellada la derrota del mitrismo en la provincia y la victoria de los sectores que, en el orden nacional, iban a apoyar la candidatura presidencial de Nicolás Avellaneda y que recibían en Corrientes el nombre de “fusionistas”.
El liberalismo correntino ingresó entonces -a finales de 1871 y principios de 1872- en una profunda crisis interna, paralela a aquélla en la que ingresaría el mitrismo luego de su fracasada sublevación de 1874. El proceso correntino puede enmarcarse entonces dentro de uno mayor, por el cual las fuerzas políticas porteñas vinculadas originalmente al mitrismo, fueron perdiendo posiciones en el Interior.
En este marco se verificaba el lento surgimiento de la red política sobre la que se sostendría el Gobierno de Julio Argentino Roca. Aquí, una vez más, el poder del Ejército y de las instituciones vinculadas al Estado Nacional se revelaría decisivo(5).