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Se complica la situación autonomista tras la muerte de Ramón Vidal

La situación se complicaba ahora en el plano interno, ya que al contarse sólo con una banca, una de las dos fracciones resultaría perjudicada. La primera señal de las disidencias que se venían anunciando surgió en la elección de la numerosa delegación que correspondía al comité de la capital, los que llevarían el mandato imperativo de autorizar la cesión de una senaduría a los antipersonalistas y propiciar el nombre del doctor Pedro Díaz Colodrero para la otra.

El comité de la capital respondía en su gran mayoría a Elías Abad, que había venido ganando señalados prestigios en la conducción partidaria y se inclinaba por una política definidamente populista no sólo en cuanto orientación sino también en dar cabida en la conducción a elementos de ese signo.

El otro sector convocó a su vez a una asamblea en la que en forma paralela se eligieron también convencionales por el comité de la capital, los que estaban encabezados por el vicepresidente de ese nucleamiento, Rafael M. Lubary, clara evidencia de la profunda crisis que se avecinaba.

Este último grupo, en el que se encontraban dirigentes como el senador nacional, doctor Juan J. Lubary; el ex gobemador, doctor Benjamín Solano González; el doctor Félix María Gómez; y el doctor Diomedes C. Rojas -que encabezaban el movimiento de oposición- planteó la nulidad de las elecciones internas argumentando que ellas fueron presididas por Elías Abad que, en su condición de funcionario público, estaba inhabilitado para asistir y para encabezar la asamblea política.

Tales hechos iban insinuando las posibilidades de una división partidaria, que no tardaría en manifestarse. Como los comentarios hacían aparecer -a la fracción que lideraba el doctor Diomedes C. Rojas- como contraria a la cesión de un senador nacional a los antipersonalistas, un grupo de sus dirigentes entrevistó al gobernador, doctor Soto, para informarlo de los motivos y propósitos que los guiaban en el movimiento que realizaban dentro del partido el cual -afirmaban- era ajeno a toda hostilidad al mantenimiento de la Concordancia, pero le expresaron su disgusto por la intromisión de algunos altos funcionarios en la designación de los convencionales que debían reunirse y las dificultades creadas para el libre pronunciamiento de las asambleas de los comités departamentales y de la capital(1).

(1) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 17 de Octubre de 1940. La comisión la integraban: el diputado nacional, doctor Felipe C. Solari; y los señores Cornelio Candia, Joaquín J. Raggio, Rafael M. Lubary, Eduardo Lujambio Torrent, José Pérego, Juan Bruzzo, Antonio Alsoaga y Víctor López. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Juan Francisco Torrent al doctor Blas Benjamín de la Vega. 1936-1946)” (1997). Ed. EUDENE (Editorial Universitaria de la Universidad Nacional del Nordeste), Corrientes.

Finalmente llegó el día de la convención, que se realizó después del solemne funeral celebrado en la Iglesia Catedral y el homenaje cívico realizado en el Teatro “Juan de Vera”, participando en todos ellos crecida cantidad de público y dirigentes de la capital e interior, que siguieron con profundo respeto y recogimiento los dos primeros actos y con manifiesta curiosidad por conocer el resultado de la compulsa partidaria, después.

Presidió la convención el doctor Pedro Díaz Colodrero y actuaron como secretarios Juan Ramón Díaz Colodrero y Eduardo Lujambio Torrent. En nombre de la presidencia del partido, el doctor Juan P. Danuzzo Amadey dio la bienvenida a los delegados, rindió homenaje al doctor Vidal y luego exhortó a mantener la unidad partidaria, deponiendo intereses particulares en favor de ideales superiores de bien común.

Habló luego en precisos términos el ex gobemador, doctor Torrent, para finalmente designarse la comisión de poderes la que, cumplida su tarea, informó por medio del doctor Antonio Ramayón que por unanimidad se había resuelto aconsejar la aprobación de los mandatos de los delegados que habían sido elegidos por los comités reconocidos por la junta de gobierno, con lo cual quedaba resuelto el problema de las delegaciones dobles de la capital y algunos departamentos.

Por aclamación, la asamblea confirmó a la Mesa Directiva de la convención y ratificó de la misma manera la política de “concordancia” con el antipersonalismo. Luego correspondió al doctor Mariano Llano informar sobre lo actuado ante las autoridades partidarias en el orden nacional, en la que se había convenido -ad referendum de la convención- el reparto de las senadurías nacionales.

Sobre este aspecto, el doctor Benjamín Solano González expresó su categórica discrepancia, afirmando que sin motivo alguno se estaba proponiendo ceder una banca en el Senado de la Nación al radicalismo antipersonalista, que no podía invocar derechos para exigirlo, pues el pacto en que se basaba la Concordancia se refería sólo a la rotación en el Gobierno Provincial de los partidos que suscribieron tal compromiso, los cuales conquistaban sus posiciones legislativas en proporción a su caudal electoral.

Replicó al doctor González el diputado nacional José A. Borda, quien manifestó que su anhelo íntimo habría sido que ambas senadurías hubieran sido adjudicadas a hombres de su partido, pero que superiores intereses de la política aconsejaban adoptar el temperamento propuesto.

En idéntico sentido se manifestaron los convencionales Danuzzo Amadey, Traynor y Figuerero y, llamándose a votación, resultó triunfadora esta posición por 106 votos contra 5. Las cifras ya estaban preanunciando el resultado de la elección del candidato a ocupar la vacante senatorial por el partido Autonomista, y así fue efectivamente, al obtener el doctor Pedro Díaz Colodrero 85 sufragios contra 23 del doctor Diomedes C. Rojas y 1 voto, Elías Abad, proveniente de su amigo, el doctor Díaz Colodrero(2).

(2) Narra Gabriel Feris un hecho del que fue testigo, cuando iban en el cortejo que acompañaba los restos del doctor Vidal, compartiendo el mismo automóvil con el doctor Pedro Díaz Colodrero y Elías Abad:
“En medio de la conversación referida al vacío que se producía por la muerte del caudillo, Díaz Colodrero le dijo a su compañero de asiento:
‘Estoy enterado de lo que se ha venido hablando en el tren que traía los restos de Vidal y de la preocupación que existe por quién será su sucesor. Sé que Carlos (se refería a Carlos Álvarez Colodrero) y Diomedes (C. Rojas) aspiran a ser presidentes del partido, pero yo creo que el que debe ocupar ese cargo es usted -acá hizo un elogio de su interlocutor, agregando-:
‘En cambio yo quiero ir al Senado de la Nación a ocupar la banca que deja Vidal, porque quiero morir siendo senador nacional’”. Conf. Gabriel Feris. “Testimonio sobre Política y Periodismo, de 1930 a 1992 (Diálogos con Antonio Emilio Castello)” (1992), p. 70. Ed. Plus Ultra, Buenos Aires.
// Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Juan Francisco Torrent al doctor Blas Benjamín de la Vega. 1936-1946)” (1997). Ed. EUDENE (Editorial Universitaria de la Universidad Nacional del Nordeste), Corrientes.

Acto seguido, la convención, luego de reformar la carta orgánica en orden al número de miembros que integrarían la junta de gobierno, se designó a los mismos dándose crecida intervención al núcleo que encabezaba el doctor Rojas. No obstante ello, poco después se conocían las renuncias presentadas por el doctor Diomedes C. Rojas, el diputado nacional, doctor Felipe C. Solari; el doctor Benjamín Solano González; y Rafael M. Lubary y Victoriano López, quienes fundaban su dimisión en la circunstancia de que la Junta de Gobierno no había quedado desintegrada con motivo del fallecimiento del doctor Vidal y que lo que habría correspondido era simplemente integrar las vacancias con los suplentes designados con anterioridad.

Los miembros restantes de la Junta de Gobierno se reunieron y procedieron a designar su Mesa Directiva recayendo la presidencia en la persona de Elías Abad y, como vicepresidentes, el diputado nacional José A. Borda y Alberto Muniagurria y, como tesorero, el doctor Francisco J. Riera. La nueva conducción no se hizo esperar en la toma de decisiones para afirmar su posición y encomendó a su presidente -junto a dos vocales- para que proyectara un plan de trabajos a cumplirse a la mayor brevedad, con el fin de proceder a la reorganización de todos los comités partidarios(3).

(3) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), ediciones del 18 de Octubre y 15 de Noviembre de 1940. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Juan Francisco Torrent al doctor Blas Benjamín de la Vega. 1936-1946)” (1997). Ed. EUDENE (Editorial Universitaria de la Universidad Nacional del Nordeste), Corrientes.

Una nueva etapa comenzaba para el autonomismo correntino y muchas fueron las vicisitudes que debió atravesar, pero la conducción que asumía su nuevo presidente le permitirá sortear los más difíciles escollos de su larga vida política, manteniendo ininterrumpidamente su vigencia en defensa de sus ideales y convicciones.

- Los antipersonalistas

La presencia del gobernador Soto en la Ciudad de Buenos Aires fue gravitante para la obtención de ventajas en favor de su partido, ante la situación creada entre los autonomistas como consecuencia de la desaparición del doctor Vidal. Su prestigio en las filas partidarias, tanto en el orden provincial como en el nacional, influyeron para el logro de una senaduría en favor de los antipersonalistas.

Y regresaba justamente poco antes de la iniciación de la convención en que debía resolverse la candidatura que sostendría ese partido, distinción apetecida teniendo en cuenta de que una vez ella consagrada, ya no quedaba ningún problema para el logro de la banca, dada la mayoría de ambos partidos coligados en la Asamblea Legislativa.

Naturalmente, hubo muchos candidatos. Los dirigentes se reunieron previamente, luego de aplazarse la iniciación de la asamblea, para preparar una tema de candidatos que sería presentada a la convención, para que se pronunciara en voto mayoritario en favor del de su preferencia. Se mencionaba como integrando esa terna al coronel Daniel Fernández y doctores Francisco M. Alvarez y Pedro Bonastre; el nombre de este último fue descartado poco después, ya que se consideraba necesario que continuara cumpliendo su función de ministro de Gobierno en la provincia.

Algunos descontentos se pusieron de manifiesto al no concurrir a las deliberaciones los diputados nacionales Alcibíades Devoto Acosta, Pedro Cremonte y Pedro Amadey, llegando a producirse la renuncia a la banca de que formaba parte Pedro Cremonte, aunque argumentando razones de índole privada. Las gestiones realizadas posteriormente lo hicieron desistir de ese propósito.

La convención fue iniciada con la presencia de 44 delegados y la presidió el diputado nacional, doctor Julio A. Vanasco, con la vicepresidencia del doctor J. Noel Breard, siendo secretarios Waldino Fernández y José Canteros. Lograda la armonización de las posiciones encontradas, se procedió a la elección del candidato a senador nacional recayendo ella en el doctor Francisco M. Alvarez -que logró 41 votos-, obteniendo también dos votos el doctor Breard y, uno, el coronel Daniel Fernández.

Cumplido el principal objetivo, la convención dio término a su cometido designando delegados titulares ante el comité nacional a los diputados nacionales Pedro Cremonte, Alcibíades Devoto Acosta, Julio A. Vanasco y Pedro Amadey, postergando la designación de diez delegados a la convención nacional para una próxima reunión.

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