La convención provincial del radicalismo de 1940
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No fue una sorpresa que, reunida la convención provincial del radicalismo correntino, se lograra apenas un quorum estricto para sesionar, de 43 delegados sobre 78 que componían el cuerpo, expresiva manifestación del descontento existente.
La asamblea se inició con la presidencia del doctor José F. Benítez y en primer lugar se rindió homenaje al dirigente liberal, doctor Leopoldo Sosa, últimamente fallecido, procediéndose luego a la lectura de diversos proyectos, entre ellos uno del Departamento de Lavalle por el que se solicitaba un voto de censura para el comité nacional que presidía el doctor Alvear y al grupo parlamentario nacional, por la actitud que habían asumido con respecto a los reiterados pedidos de Intervención amplia al Gobierno de la provincia.
Entrándose al tratamiento de la elección de delegados al comité nacional, se suscitaron divergencias y la sesión no pudo ser reanudada. La mayoría de los delegados, que respondían a las directivas del doctor Héctor Lomónaco, eran contrarios a la reelección del doctor Juan Hortensio Quijano como delegado ante el Comité Nacional.
Cuando se pudo reanudar la sesión, fueron elegidos -en carácter de titulares ante aquel alto organismo partidario- los doctores Héctor Lomónaco, José F. Benítez, Blas Benjamín de la Vega y Mario Merello y el doctor Joaquín Díaz de Vivar y Elías Di Lorenzo como delegados suplentes.
Conocidos los resultados, renunció el doctor José F. Benítez y, poco después, lo hacían Lomónaco, Merello y De la Vega, por considerar que un grupo de hombres representativos del partido no estaban de acuerdo con lo resuelto por la convención y, entonces, para evitar desarmonías, ofrecían la eliminación de sus nombres.
También lo hizo, pero con carácter indeclinable, el doctor Díaz de Vivar, argumentando que la convención acababa de cometer uno de los más graves errores para la vida de la agrupación al no elegir al doctor Quijano como delegado al comité nacional, anunciando que también renunciaría a la presidencia del comité de la capital.
Inútiles fueron las gestiones para hacerlo desistir de su actitud y su renuncia le fue aceptada, mientras que por gran mayoría eran rechazadas las de los otros renunciantes. Al día siguiente se conocieron otras renuncias, entre ellas la de Luis Barbará, de Mercedes, y de Avalos Billinghurst, de Curuzú Cuatiá, las que fueron aceptadas.
El doctor José F. Benítez, al acatar la decisión de la convención, expresó que, junto a sus compañeros de delegación, exigiría al comité nacional la solidaridad a que el radicalismo de Corrientes tenía derecho, cuando se trataba de resolver el grave problema institucional de la provincia.
Una enérgica declaración dio posteriormente la convención, expresando la voluntad de continuar luchando por el mantenimiento y mejoramiento democrático que debía regir a las instituciones en el país y que en la provincia persistía inconmovible el sistema de regresión y de barbarie que atrofiaba las energías del pueblo correntino, obligándolo a vivir en condiciones de inferioridad moral, cívica y económica que avergonzaba.
Recalcaba que el radicalismo no había encontrado el eco ni el apoyo que tenía derecho a lograr en el orden nacional, para liberar a Corrientes de un Gobierno y de un régimen que estaba en oposición con el sistema republicano que debía regirla.
Terminaba recomendando a las autoridades partidarias -en el orden provincial- proseguir sus trabajos para conseguir la Intervención Federal y, a las del orden nacional, para que obtuvieran la inclusión del proyecto respectivo entre los asuntos a tratarse en sesiones extraordinarias del Congreso.
Consideraba, asimismo, que mientras subsistiera tal régimen en la provincia era imposible al partido concurrir a los comicios provinciales y municipales debido a la falta de garantías, salvo que en lo futuro variaran sustancialmente esas condiciones en sentido favorable.
El doctor Lomónaco mereció un voto de aplauso por su actuación en el comité central de la provincia y ante el comité nacional, el que se hizo extensivo a Merello, que había actuado a su lado en la representación ante aquel organismo.
En los debates realizados hubo muchas manifestaciones de censura para las autoridades y congresistas nacionales, por su despreocupación en atender el problema de Corrientes, significándose que la convención anhelaba que se tradujeran en hechos reales la solidaridad de los órganos del partido en el orden federal, a fin de que las reclamaciones de Corrientes fueran atendidas como correspondía. Después de considerarse otras iniciativas de interés general, la convención no pudo terminar su cometido por la falta de número suficiente para sesionar(1).