El enfrentamiento de la Iglesia Católica con el Gobierno Nacional
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En general, los estudiosos que tratan los acontecimientos de la historia contemporánea argentina, coinciden en señalar que el conflicto generado en los años 1954/55 entre el Gobierno Nacional y la Iglesia Católica constituyó el inicio del fin de una etapa, colapso que concluirá con el derrocamiento del general Juan Domingo Perón, por un golpe cívico-militar, en el mes de Septiembre de 1955(1).
(1) Son coincidentes en el tema, entre otros: Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce. “Historia de los Argentinos” (1975), tomo 2, p. 419. Ed. Kapeluz, Buenos Aires; Joseph A. Page. “Perón” (1984), pp. 46 y sgtes., (2da. Parte). Javier Vergara Editores, Buenos Aires; Roberto A. Potash. Tema: “Las Fuerzas Armadas y la Era de Perón”, pp. 79 y sgtes.; y Lila Caimari. Tema: “El Peronismo y la Iglesia Católica”, pp. 441 y sgtes. Ambos temas en: “Nueva Historia Argentina, los Años Peronistas (1943 - 1955)” (2002). Ed. Sudamericana, Buenos Aires; Félix Luna. “La Argentina de Perón a Lanusse” (1993), p. 73, Ed. Planeta, Buenos Aires; Luis Alberto Romero. “Breve Historia Contemporánea de la Argentina” (2002), p. 128. Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires; Adrián Freijó. “Lecciones de nuestra Historia reciente” (1977), p. 120. Ed. Sudamericana, Buenos Aires; Ricardo Del Barco. “Del Gobierno Militar al Régimen Peronista (1943 - 1955)”, en: “Historia Política Argentina (1943 - 1982)” (2002), p. 29. Editorial de Belgrano, Buenos Aires; Pedro Santos Martínez. “La nueva Argentina (1946 - 1955)” (1976), 2do. tomo, p. 183. Ed. Astrea, Buenos Aires; María Sáenz Quesada. “La Argentina (Historia del País y de su Gente)” (2000), p. 562, Ed. Sudamericana, Buenos Aires; Academia Nacional de la Historia. “Nueva Historia de la Nación Argentina”, tomo 7: “La Argentina del Siglo XX” (2001), p. 318. Ed. Planeta, Buenos Aires. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea (1949 - 1955). Ed. Moglia Ediciones, Corrientes.
Resulta interesante transcribir la opinión de Félix Luna:
“Así las cosas, en el momento de su poder más absoluto, cuando todas las entidades representativas de la vida nacional estaban uncidas -de grado o por presiones- al aparato del Estado, cuando los partidos opositores estaban reducidos, más que nunca, a una actividad casi espectral, Perón lanza, en Octubre de 1954, un ataque contra la única institución todavía independiente. Sin que nada hiciera prever su impromptu, acusa públicamente a algunos obispos y sacerdotes de sabotear la obra de su gobierno.
“De aquí en adelante no duraría un año en el poder: había puesto en marcha un mecanismo indetenible. Y Perón, cuya política económica, por criticable que fuera, alcanzaba a mantener altos índices de ocupación y consumo -por algún tiempo todavía- y al cual no podían alcanzar los ataques aislados de la oposición en su vigencia electoral, cayó, porque el sistema de poder que había montado no podía detenerse una vez que se pusiera en marcha, como un torpe aprendiz de hechicero incapaz de encontrar la llave adecuada para frenar el monstruo.
“Empezaba el acelerado y dramático proceso, que concluiría meses más tarde con el derrocamiento de Perón”.
Y, como veremos,
“el conflicto se extendió a las provincias, cuyos gobernantes debieron contribuir a las denuncias anticlericales, aún contra su voluntad. Esta campaña demostraría el alto grado de centralización del sistema federal, tras nueve años de Gobierno justicialista”, afirma María Sáenz Quesada, en el libro y páginas más arriba expresados.
Si se analiza que, desde el inicio de su gestión política, el presidente Perón se había presentado en el escenario nacional como misionero de la doctrina social católica y, el peronismo, a diferencia del heterogéneo conglomerado de la Unión Democrática, adhirió públicamente a las reivindicaciones reclamadas por los católicos, haciéndose eco de la necesidad de la enseñanza de la religión en las escuelas, el apoyo estatal a entidades de esa filiación, etc. se diferenció claramente de quienes hacían gala de un hiriente anticlericalismo.
Cuando Perón intentó revertir esta situación, y utilizar a la Iglesia como instrumento, comenzó una prolongada y silenciosa controversia que tuvo estallido en 1954, dice Pedro Santos Martínez(2).
(2) Pedro Santos Martínez. “La nueva Argentina (1946 - 1955)” (1976), pp. 161 y sgtes.. Ed. Astrea, Buenos Aires. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea (1949 - 1955). Ed. Moglia Ediciones, Corrientes.
Y continúa:
“Las etapas de ese proceso de relaciones con la Iglesia, fueron resumidas de la siguiente manera: Perón quiso, primero, conquistarla, prodigando sus actos de religiosidad; luego, multiplicando sus dádivas; por último, esgrimiendo el arma del escándalo, pensando así aterrorizar a la jerarquía y a los católicos. Y el 10 de Noviembre (de 1954) dá estado público a esa vieja controversia”.
En realidad se dio serie de sucesos que fueron produciéndose a partir de la denuncia formulada en la reunión de gobernadores y la inmediata repercusión en la jerarquía religiosa.
En las provincias, el conflicto se manifestó de diferentes maneras, en las que los Gobiernos respectivos debieron contribuir a las denuncias anticlericales, en algunos casos aún en contra de su voluntad. La autora Sáenz Quesada, señala algunas situaciones, como la de La Rioja, en que la prohibición de hacer procesiones, provocó un tumulto en la fiesta del Niño Alcalde, cuyo origen se remonta a la época colonial; más independiente, el mandatario salteño Ricardo Joaquín Durand, participó de la procesión del Señor del Milagro; y el catamarqueño Armando Casas Nóblega, tampoco rompió del todo con los católicos.
Por otra parte, el gobernador de Santiago del Estero, quien era muy católico, fue Intervenido, y el secretario de Comercio del P. E., Antonio Caffiero, renunció mortificado en sus convicciones religiosas; o el diputado Roberto Adolfo Carena, en Córdoba, presentando su dimisión, que no le fue aceptada, y resolvieron excluirlo a manera de una verdadera sanción.
Cabe señalar que, en la provincia de Corrientes, se intentó frenar la tradicional procesión del 3 de Mayo con la Cruz Fundacional, pero la decisión del obispo Vicentín posibilitó que el tradicional acto de fe pudiera llevarse a cabo con absoluta tranquilidad, advirtiéndose, en su integración, la presencia de algunos políticos de sectores tradicionales, dispuestos a apoyarlo en todas las formas posibles.
Se hizo algo común recibir la noticia de detenciones de sacerdotes, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en las provincias, y los actos de persecución a la Iglesia Católica y sus instituciones se hicieron cotidianos.
El diario católico “El Pueblo”, que había dado amplia información sobre el acto religioso del 8 de Diciembre pasado, mostrando la imponente presencia de público, recibía como sanción, tres días después, la prisión de su director, Luis Luchia Puig y algunos de sus colaboradores y, en muy breve plazo -ante la huelga declarada por el sindicato- el diario dejaba de salir. Muy rápidamente fue demandado por el Banco Industrial, y el juez decretó el remate de sus maquinarias.
En los primeros meses del año 1955, el Ministerio de Educación implantó la coeducación en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, designándose “consejeros espirituales” para inculcar moral a los alumnos, pudiendo interrogarlos sobre sus problemas de conciencia, visitar sus hogares, llevar fichas con los resultados obtenidos por confidencias u otros medios, generando gran malestar en las familias y en la Iglesia.
En el mes de Marzo de 1955 se dictó, por el mismo Ministerio, una resolución, reestructurando la enseñanza privada adscripta e imputando a diversos colegios católicos, en forma genérica, haber cometido el delito de defraudación con el Fisco, y estar, en consecuencia, sometidos a sumario, por lo que el Consejo Superior de Educación Católica -que agrupaba a dichos colegios- dirigió una nota, exigiendo que se concreten los cargos formulados, a efectos de adoptar las medidas que las circunstancias aconsejaren. La respuesta fue declarar inadmisible la polémica con los reclamantes.
En el mismo mes, los obispos dirigieron, a los sacerdotes y fíeles, una Carta Pastoral de Cuaresma, referida a la institución divina de la Iglesia y a los derechos esenciales que le correspondían, no pudiendo silenciar que se hubieran prohibido la realización de procesiones religiosas y concentraciones católicas, la prohibición de transmitir por radio audiciones católicas y la remoción de funcionarios públicos por motivos religiosos.
Contemporáneamente, se disponía la supresión de feriados religiosos(3), fundando la decisión en la necesidad de incrementar la productividad y el bienestar general, mientras se clausuraba el Congreso, convocado con tales fines.
(3) Los feriados suprimidos eran Corpus Christi, Asunción de la Virgen, Inmaculada Concepción, Epifanía y Día de Todos los Santos. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea (1949 - 1955). Ed. Moglia Ediciones, Corrientes.
En la Ciudad de San Francisco, en la provincia de Córdoba, fueron intervenidos el Colegio Nacional y la Escuela Normal de Maestros al conocerse la actividad de una entidad estudiantil, denominada “Federación Libre de Estudiantes Secundarios”, enviándose importantes refuerzos de la Policía Federal, deteniendo a algunos estudiantes y produciéndose la renuncia de algunos directivos.
Para el mes de Julio de 1955 estaba prevista la realización del Congreso Eucarístico Internacional en la Ciudad de Río de Janeiro (Brasil). Con tal motivo, se realizó la primera de las ceremonias preparatorias en la Ciudad de Buenos Aires, formándose una manifestación que recorrió las principales calles céntricas.
La Policía Federal dijo que los elementos católicos procuraban crear una predisposición a producir actos de violencia, resistiéndose a acatar las órdenes de los representantes de la autoridad, por lo cual fueron detenidos varios ciudadanos. La C. G. T., por su parte, emitió un comunicado, repudiando los desórdenes, de los que fueron víctimas algunos policías, según se afirmaba.
No se limitó a ésto la C. G. T., sino que emitió un nuevo comunicado, que expresaba:
“La consigna que nos dio el líder el reciente 1 de Mayo, ‘del trabajo a la casa y de la casa al trabajo’, es válido solamente en un estado de normalidad. Hoy, en cambio, nuestros hombres han sido golpeados, y éso no lo hemos de permitir en ningún terreno, pues sería desvirtuar la dignidad que el propio Perón nos ha dado.
“Por lo tanto, advertimos, por última vez, a la reacción oligarca-clerical, si continúa con sus atropellos, la consigna será ‘de casa al trabajo y del trabajo a las ratoneras donde se preparan los atentados contra el pueblo’, y no hemos de dejar ninguna cueva con vida.
“Sería traición a Perón -seguía- permitir que la antipatria se erija en verdugo del pueblo, y sería una cobardía admitir que los curas continúen vendiendo a Cristo por el dinero de los poderosos...
“No somos nosotros quienes atacamos, pero cuando comencemos nadie podrá detener la ira del pueblo, porque será una ira justa, que cumpliremos en nombre y defensa de los mismos postulados de Cristo, que los Mercaderes del Templo venden hoy por interés material”.
La Fraternidad Ferroviaria, mediante una declaración, repudiaba todo acto atentatorio de la seguridad del pueblo y se solidarizaba con la Central Obrera.