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Desarme de Corrientes

En 1863 habían comenzado a circular rumores relativos a un Pronunciamiento que habría de producirse en Entre Ríos contra el general Justo José de Urquiza, e imputábase su dirección al general Ricardo López Jordán, que era -después de aquél- la personalidad más influyente de la provincia.

Mitre, en una carta al general Cáceres, fechada en Agosto 3 de 1863, era del parecer que el primer disentimiento serio estuvo a punto de estallar cuando Urquiza restituyó a la Nación las Aduanas Provinciales. López Jordán pretendía que se resistiese la entrega, y se pensó que preparaba un movimiento armado para satisfacer ese propósito (Archivo del general Mitre, t. XXV, p. 182).

Este caudillo aparecía, pues, a la cabeza de los que reprochaban al vencedor de Caseros su sometimiento al nuevo orden. Los tenientes y familiares de Urquiza, contenidos a medias por la blanda política de Mitre, aceptaron al fin las leales relaciones que existían entre ambos pero, al asumir Sarmiento la presidencia, creyeron que procedía otra actitud.

Entre los antiguos liberales, Sarmiento era el que con más encono había atacado al caudillo de Entre Ríos; después de Pavón, pidió para éste el destierro o la horca y repitió su solicitud con fastidiosa persistencia; apenas llegó a Córdoba, en la campaña que siguió a la batalla, escribió al general derrotado una carta torpemente vejatoria y, ya en vísperas de las elecciones presidenciales -que ambos disputaron-, compuso un artículo para parangonarse con su rival, denostándolo groseramente.

Existía motivo, por lo tanto, para creer que las relaciones entre el presidente y el sempiterno gobernador acusasen visible hostilidad. Causa suficiente para el rompimiento podía proporcionarla la guerra civil correntina desatada tras al derrocamiento de Evaristo López. El presidente Mitre había negado su socorro al gobernador constitucional, desenvolviendo la doctrina de que corresponde abandonar a las autoridades que se empeñan en volver al Gobierno con el concurso de jefes rebeldes.

El presidente Sarmiento disintió de este parecer. En Septiembre de 1868, días antes de la transmisión presidencial, el ministro de Guerra, general Paunero, tuvo una conferencia con Sarmiento, recién llegado al país, para conocer sus vistas sobre los asuntos correntinos. Este opinó que se trataba de un caso de guerra,

porque Corrientes era el punto de asamblea del Ejército de Operaciones en el Paraguay y la línea de comunicaciones entre el Gobierno y el campamento del Ejército; que esa provincia fronteriza estaba regida por las leyes de la guerra, en resguardo de almacenes, reservas y aprovisionamientos; que no necesitaba autorización del Congreso para mover las milicias, pues estaban de antemano movilizadas, ni recursos nuevos, porque los tenía en las cajas de guerra; que era aquélla una operación de retaguardia, a causa de sublevaciones como las que hacía diariamente el Ejército al frente del enemigo; que despejase, pues, el campo y dejase de gobernador a quien conviniese a los fines de la guerra; concluyendo con asegurarle que, si quería ésta su opinión por escrito, tendría mucho gusto en dársela, puesto que a él le tocaba ejecutarla en veinte días más” (Intervenciones en Corrientes, en: Obras de D. F. Sarmiento, t. XXXIX, p. 162).

Al recibirse del Gobierno, Sarmiento se encontró con la ley que lo facultaba a movilizar las milicias correntinas a efectos de que fuesen cumplidas la Constitución y leyes nacionales y de que evitase y reprimiese la guerra civil.

El 15 de Octubre de 1868, el nuevo presidente ordenó que todas las fuerzas actuantes en aquel territorio, cualquiera fuera la autoridad que las hubiese convocado, se pusieran a las órdenes del general Emilio Mitre, atento a que la provincia servía de base de operaciones al Ejército en campaña y estaba bajo las leyes de la guerra, por la necesidad de mantener expeditos los medios de provisión y comunicación.

Por el mismo decreto en que dispuso esa medida, nombró comisionado al ministro del Interior para que se trasladara al teatro de los sucesos y procediera con arreglo a instrucciones que se le expedirían. El texto rezaba lo siguiente:

Departamento del Interior

Buenos Aires, Octubre 15 de 1868

Considerando:

1.- Que la Provincia de Corrientes sirve de base de operaciones al Ejército en campaña contra el Paraguay y está por tanto bajo las leyes de la guerra por la necesidad de mantener expeditos los medios de provisión y comunicación;

2.- Que el general Cáceres se mantiene en armas en el territorio de dicha Provincia, desobedeciendo las órdenes expresas y terminantes del Presidente de la República, lo cual constituye el estado de rebelión contra las Autoridades Nacionales;

3.- Que Fuerzas Nacionales han sido desprendidas del Ejército del Paraguay para someter al rebelde y desertor Nicanor Cáceres y restablecer la base de operaciones de los Ejércitos Aliados;

4.- Que el Poder Ejecutivo ha sido autorizado por la Ley de 10 de Octubre último para reunir la Guardia Nacional de la Provincia de Corrientes;

Por tanto:

El Presidente de la República

Ha acordado y decreta:

Art. 1.- Declárase en Asamblea la Guardia Nacional de la Provincia de Corrientes.

Art. 2.- La parte de dicha Guardia Nacional que se halla reunida y en armas se pondrá inmediatamente, cualquiera que sea la Autoridad que la haya convocado, a las órdenes del general don Emilio Mitre, Jefe de las Divisiones mandadas a guardar la base de operaciones del Ejército.

Art. 3.- Nómbrase al Ministro del Interior Comisionado Nacional para que, trasladándose al teatro de los sucesos en representación del Gobierno, proceda con arreglo a las instrucciones que se le expidan.

Art. 4.- Comuníquese a los Gobiernos de Corrientes y Entre Ríos y al general Mitre.

SARMIENTO

Nicolás Avellaneda

El presidente explicó luego dichas instrucciones, con más franqueza de la que pudiera revelar el respectivo documento:

El general Mitre (Emilio) ocupaba el territorio de Corrientes como ejército de observación, con dos mil veteranos traídos de la línea de operaciones en el Paraguay. ¿Qué observaba? Otro ejército correntino al mando de don Evaristo López, tan devastador como el primero; ítem más, un ejército entrerriano, también de observación, en la línea divisoria, al mando del general Ricardo López Jordán...

“El presidente novicio mandó como interventor al viejo Vélez, hombre pacífico pero con más agallas que un sábalo y que llevaba aparentemente por instrucciones únicas rogar muy encarecidamente a sus señorías los revolucionarios, los legales y los aliados, tuviesen la bondad de deponer las armas.

“Verdad es que detrás llevaba un garrote, que era la orden al general Mitre, de acogotar a tanto patriota si resistía” (Intervenciones en Corrientes, en: Obras de D. F. Sarmiento, t. XXXII, p. 163).

La principal misión del ministro consistía en procurar un entendimiento con Urquiza. Vélez Sársfield se fue a Concepción del Uruguay, ganó la confianza del gobernador entrerriano y obtuvo la orden de disolución  de las milicias provinciales.

El general López Jordán, al enterarse de esto, contestó con su renuncia de comandante de las fuerzas, expresando acremente su negativa a servir a los salvajes unitarios; y en Buenos Aires, la prensa opositora se mofaba del ministro nacional que, para resolver el pleito correntino, había ido al Palacio San José a hacer antesala.

Urquiza y Vélez Sársfield se trasladaron a Concordia, desde donde el segundo dispuso las providencias necesarias para desarmar las fuerzas del gobernador López, reconociendo las autoridades impuestas por los sediciosos. El ministro regresó a Buenos Aires, reasumió sus funciones el 31 de Octubre y comunicó al Congreso el buen éxito de su intervención, que había dado término pacífico a la larga lucha (Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento del Interior al Honorable Congreso Nacional en las sesiones de 1869, p. 24).

El Ejecutivo cumplió los objetos de la ley, pero atribuyéndole significación distinta de la propuesta; ejecutó las leyes nacionales, más no deteniendo al jefe rebelde, sino suprimiendo el estado de insurrección; y reprimió la guerra civil, no sólo los conatos de hostilidades entre provincias, sino la lucha de facciones dentro de una provincia.

En cuanto a la recomendación de no intervenir, que la ley desechó por innecesaria, el Ejecutivo la olvidó tranquilamente, realizando una verdadera intervención pues, al quitar las milicias a los sediciosos y al gobernador desposeído, dejó a aquéllos con el pleno goce de la autoridad y a éste indefenso.

Si se examinaran las numerosas citas que sobre este punto contienen las obras de Sarmiento, ordenándolas cronológicamente, podría asentarse esta conclusión: el Ejecutivo, a partir del 12 de Octubre de 1868, procedió como si Corrientes estuviera intervenida desde 1865, o sea, desde que sobrevino la invasión paraguaya, y ello en virtud del precepto que autoriza la injerencia del Gobierno Federal a los efectos de repeler invasiones exteriores.

Sólo mucho después -exactamente en Julio de 1869- comprendió Sarmiento que el hecho de la guerra no significaba acto de intervención en la provincia.

Luego del desarme, Evaristo López abandonó la provincia e insistió -por dos veces- en el pedido de intervención: primero, el 25 de Octubre de 1868 y, después, el 16 de Noviembre del mismo año.

El ministro del Interior contestó sus notas el 19 de Noviembre, comunicándole la decisión del Ejecutivo de no reponerlo, por haber llegado la época designada para la elección de nuevo mandatario y estar por lo tanto el pueblo correntino en condiciones de proveer por sí el cargo en disputa.

El argumento carecía de consistencia, pues el período de López acababa el 25 de Diciembre, habiendo tiempo -por consiguiente- para reponerlo. A renglón seguido, el 19 de Noviembre de 1868, el ministro Vélez Sársfield, en nota a Evaristo López, se lamentó de que el gobernante depuesto en Mayo hubiese requerido la ayuda federal sólo en Septiembre, en cuya fecha recibió la negativa del Ejecutivo. Y concluyó expresando que el nuevo presidente no creía que en un país constituido se debiese tolerar la guerra civil en una provincia, facultándose a las autoridades locales a requerir su intromisión cuando la creyesen oportuna; y menos creía que por cuestiones internas se pudiese dejar anarquizada a la provincia que servía de base a las operaciones de la guerra externa (La Nación Argentina, Nro. 262).

López se dirigió entonces por nota -con fecha de Diciembre 1 de 1868- a la Cámara de Diputados. Protestaba contra su derrocamiento, que fue obra de un grupo de oficiales del Ejército; protestaba contra la actitud del presidente Mitre que, primero le impidió volver por sus propios recursos al Gobierno, estorbándolo con fuerzas que debían estar en el Paraguay, y luego se negó a reponerlo mientras Cáceres estuviese su lado, produciendo el absurdo de que, cuando las autoridades de Corrientes reclamaban auxilio a las de la Nación, éstas pedían el suyo a aquéllas, imponiendo su prestación como asunto previo; y protestaba sobre todo por la actitud del presidente Sarmiento, que lo había privado de todos los elementos de fuerza, entregando la provincia a los insurrectos, con lo cual estos triunfaban definitivamente (Archivo de la Cámara de Diputados de la Nación, legajo Particulares, 1869, expediente Nro. 2).

Días más tarde repitió la queja ante los gobernadores. Por ejemplo, en nota al gobernador de Buenos Aires, Emilio Castro, del 5 de Diciembre de 1868, el ex mandatario expresó su sentir al considerar violados en Corrientes los derechos provinciales por el Gobierno formado precisamente para defenderlos; López se sentía forzado a denunciar las doctrinas cuyo afianzamiento importaba la destrucción del régimen federal (Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Gobierno, 1868, expediente Nro. 964).

Refrendó las notas José Hernández, el autor del Martín Fierro, que había seguido a López como secretario durante toda la lucha. Las protestas cayeron en el vacío; la Cámara la archivó, y los gobernadores imitaron el procedimiento.

Faltaba aún elegir gobernador de Corrientes. Los liberales se dividieron en tres grupos, cada uno en torno de un candidato. “Acertaba a pasar un ministro nacional, camino del Paraguay, y les indicó por su cuenta a un don Guastavino, que era juez federal por entonces y daba con eso prendas de buen Gobierno” (Intervenciones en Corrientes, en: Obras de D. F. Sarmiento, t. XXXII, p. 164).

El doctor José Miguel Guastavino, en efecto, ocupó el cargo el 25 de Diciembre de 1868, mientras se encaminaba al Paraguay el ministro Varela, que iba a discutir con los aliados las negociaciones de paz, inspirado por su famosa frase: la victoria no da derechos.

Guastavino gobernó pocos meses; sintiéndose obligado a apoyarse en alguna de las fracciones liberales, que continuaban en riña, prefirió renunciar el cargo; y le sucedió el vicegobernador, coronel Santiago Baibiene, miembro de la fracción nacionalista o mitrista.

BIBLIOGRAFIA

* Mitre. Archivo del general Mitre. Biblioteca de La Nación, 1911 - 1914, 28 volúmenes.
* Sarmiento. Obras de D. F. Sarmiento. Ediciones:
- (Buenos Aires, Imprenta Mariano Moreno, 1900);
- (Buenos Aires, Márquez, Zaragoza y compañía, 1902), p. 187.
* Severo Ortiz. Apuntes biográficos del General de la Nación Nicanor Cáceres (Buenos Aires, Imprenta Buenos Aires, 1867).
* Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con relación de sus respectivas causas, segunda serie, I (Buenos Aires, Pablo E. Coni, 1871), p. 63 - Don José M. Chanfreau y compañía contra la Provincia de Corrientes por cobro de pesos, causa XI.
* Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, tercera serie, tomo III (Buenos Aires, Coni hermanos, 1917), p. 278.
* [Vélez Sársfield] Memoria presentada por el Ministro de Estado en el Departamento del Interior al Honorable Congreso Nacional en las sesiones de 1869 (Buenos Aires, Imprenta Argentina de “El Nacional”, 1869).
* Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Gobierno, 1868.
* B. Hernández Gwynne, Francisco F. Fernández (Dolores, ed. por El Nacional, 1923).
* Julio Victorica, Urquiza y Mitre - Contribución al estudio histórico de la Organización Nacional. Introducción de Julio Barreda Lynch (Buenos Aires, La Cultura Argentina, Av. de Mayo 638, 1918).

Periódicos:

* El Eco de Corrientes (Corrientes), Nro. 182, edición de Mayo 26 de 1868.
* Imparcial (Corrientes), Nro. 8, edición de Mayo 31 de 1868.
* La Voz de la Patria (Corrientes), Nro. 5, edición de Junio 18 de 1868.
* El Uruguay (Concepción del Uruguay),
- Nro. 2.406, edición de Julio 2 de 1868;
- Nro. 2.414, edición de Julio 21 de 1868;
- Nro. 2.421, edición de Agosto 4 de 1868.
- Nro. 2.435, edición de Agosto 19 de 1868.
* La Nación Argentina (Buenos Aires),
- Nro. 224, edición de Octubre 6 de 1868.
- Nro. 262, edición de Noviembre 20 de 1868.
* El Nacional (Buenos Aires) Nro. 7.170, edición de Abril 18 de 1870.

// Material citado por Luis H. Sommariva. Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias (1931), tomo I. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

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