PRESIDENCIA DE LUIS SAENZ PEÑA
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Al jurar su cargo, Luis Saenz Peña aventuró esta promesa:
“He de propender, por todos los medios posibles, a que la vida autonómica de cada provincia se desenvuelva dentro de sus medios propios, sin intervención del Gobierno Federal”(1).
(1) Saenz Peña. Mensaje al Congreso (Octubre 12 de 1892), en: “Senado”, sesión de Octubre 12 de 1892. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo II, capítulo XVIII: “Los Ministerios Revolucionarios”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.
Grandes aplausos acogieron tales palabras. Senadores y Diputados estaban lejos de sospechar, sin duda, que pocas veces -como en el caso- los hechos se mostrarían más irónicamente divorciados de las intenciones.
En 1892 votaron 72.000 personas (2 % de la población total) El Colegio Electoral estuvo constituido por 221 Electores de los cuales el 95 % votará por Luis Saenz Peña, el 2 % por Irigoyen y el 3 % por otros.
Provincias
Saenz Peña
Irigoyen
Mitre
Roca
Buenos Aires
33
Capital Federal
20
1
Catamarca
12
Córdoba
26
Corrientes
13
Entre Ríos
17
Jujuy
8
La Rioja
8
Mendoza
5
5
Salta
11
San Juan
10
San Luis
10
Santa Fe
11
Santiago
17
Tucumán
9
5
TOTAL
210
5
5
1
(2) Fuente: Biblioteca del Congreso de la Nación. Dirección de Referencia Legislativa.
Con Pellegrini en la Presidencia y Roca en el Ministerio del Interior, se pondrá en marcha una estrategia política que tiene por objeto cruzarse en el camino de las corrientes renovadoras representadas por la Unión Cívica.
Vencida militarmente en la Revolución del Parque, la Unión Cívica no desistía en sus empeños de obtener -en los comicios- los derechos y libertades populares... En prueba de ello, una Convención del partido, reunida en Rosario, proclamaba en Enero de 1891 las candidaturas de Bartolomé Mitre y de Bernardo de Irigoyen para presidente y vicepresidente de la República.
Pero cuando Mitre regresa de Europa, el 18 de Marzo de 1891, sus entrevistas con Roca y Pellegrini tuercen el rumbo de los sucesos... Ellos convencen a Mitre de que la situación del país hace peligroso esperar el resultado de los comicios y conciertan “el acuerdo patriótico” lo cual suponía eliminar la consulta electoral...
Ante esta actitud de Mitre, se distancian de él y su criterio “acuerdista”, Alem y Bernardo de Irigoyen...
En definitiva, la Unión Cívica se divide en partidarios y adversarios del “acuerdo”... Los primeros, constituidos en partido, constituirán la Unión Cívica Nacional, y reiterarán su apoyo a la candidatura presidencial de Mitre, con una modificación en la fórmula proclamada en Rosario pues, en reemplazo de Bernardo de Irigoyen, postulan para vicepresidente a José Evaristo Uriburu, figura del “roquismo”...
La Unión Cívica dirigida por Alem no tardaría en agregar a esta denominación la palabra “Radical”.
Situaciones de violencia, producidas en Mayo de 1891 en Córdoba y Catamarca, provincias en las cuales estallaron movimientos sediciosos que debió sofocar el Gobierno con el envío de fuerzas nacionales, indujeron a Mitre a renunciar a su candidatura... (15 de Octubre de 1891).
Ya para entonces los cívicos-radicales habían proclamado -en Buenos Aires- las candidaturas de Bernardo de Irigoyen y Juan M. Garro... (15 de Agosto de 1891).
Mientras tanto, ¿qué ha ocurrido con Luis Sáenz Peña? Vale la pena recordar no sólo su vinculación con la Unión Cívica sino también su gran amistad con don Bernardo de Irigoyen. En la Convención partidaria de Rosario, don Bernardo había propuesto la candidatura de Luis Sáenz Peña para la vicepresidencia y fue sólo ante la negativa de don Luis, que Irigoyen acató la voluntad de la Convención cuando ésta lo eligió a él...
“Más tarde, al conocerse la entrevista Mitre-Igarzábal en París(3), Luis Sáenz Peña había llegado a opinar: ‘Este hombre está loco; este hombre (aludía a Mitre) no puede venir a unirse con el círculo de Roca, sin hundirse para siempre...’”(4).
(3) Rafael Igarzábal, enviado especialmente por Roca a Europa, para entrevistar allí a Mitre.
(4) Citado por Roberto Etchepareborda, “La revolución argentina de 1890” (1966). // Todo nombrado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
“Nuevamente, después de realizado el Acuerdo, Irigoyen propuso el nombre de Saenz Peña para la Primera Magistratura. Saenz Peña estuvo dispuesto a aceptar si su nombre era reclamado por todos los partidos opuestos al ‘Acuerdo’ y si la campaña electoral la dirigía con plenos poderes una comisión mixta.
“Ante la negativa del radicalismo, envió una carta a Alem declinando la candidatura que pudiera ofrecerle la Unión Cívica”(5).
(5) Citado por Roberto Etchepareborda, “La revolución argentina de 1890” (1966). // Mencionado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
El fracaso del “acuerdo” explica que el gobernador de Buenos Aires, don Julio Costa, propiciara la candidatura presidencial de Roque Saenz Peña, el hijo de don Luis. Con increíble rapidez, la candidatura así lanzada recibió valiosas adhesiones, no sólo de varías situaciones provinciales, sino también de grupos juveniles.
Esto alarmó al oficialismo; y como bandera de lucha contra Roque Sáenz Peña, el presidente Pellegrini y Roca, que se había alejado temporariamente de la jefatura del viejo Partido Autonomista Nacional, no encontraron nada mejor que oponerle la de su padre.
En efecto: a las proclamaciones de Roque Sáenz Peña, ya efectuadas en Enero de 1892 en La Plata, Quilmes, Necochea, etc., se iba a sumar la programada -para el 20 de Febrero- a realizarse en Córdoba cuando, inesperadamente, Roque Sáenz Peña renuncia el 18 a su candidatura...(6).
(6) Para integrar la fórmula encabezada por Roque Saenz Peña, se había elegido a Manuel Dídimo Pizarro, Senador por Santa Fe. // Mencionado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
¿Qué había ocurrido? “Durante la noche -escribe Groussac- manos ocultas habían desviado la corriente presidencial para enderezarla a la casa paterna. El hijo se inclinó ante la majestad de la familia, sin permitir a sus amigos una advertencia ni una protesta, asegurando así, con su desistimiento, el triunfo del plan urdido”.
“El general Roca, según noticias de la prensa publicadas el 10 de Febrero, hizo visitas políticas y se entrevistó con el presidente ‘con vistas a la solución presidencial’, hablándose de varios nombres, entre otros, el de Luis Sáenz Peña.
“Un suelto de ‘El Nacional’, del 11 de Febrero, noticia que el doctor Luis Sáenz Peña ‘dijo que aceptaría su candidatura, en caso de que fuera sostenida por los partidos del Acuerdo y agregó que su programa presidencial sería el formulado por el general Mitre, y que, elevado al Gobierno, gobernaría con los hombres intachables de todos los partidos.
“El doctor Rafael Igarzábal (presidente del partido roquista, el P.A.N.), que estaría encargado del ofrecimiento de la candidatura, conferencia en este momento con el doctor Luis Sáenz Peña”.
El 15 de Febrero, “La República” -diario acuerdista de Córdoba- publicó un boletín con un telegrama del general Roca a don Julio Astrada, comunicándole que, “la candidatura del doctor Luis Sáenz Peña es cosa hecha”.
Los partidos del Acuerdo Roca-Mitre proclamaron la fórmula Luis Sáenz Peña-José Evaristo Uriburu. Así fue desplazada la pujante candidatura de Roque Sáenz Peña, quien había sido -desde su juventud- decidido adversario político del roquismo y del mitrismo.
La actitud del renunciante, frente a estos sucesos, fue dignísima: el 18 de Febrero de 1892 escribió a su padre una hermosa carta(7).
“Circunstancias que son honrosas para el padre y para el hijo, hacen surgir nuestros nombres como candidatos a la presidencia futura de la República y, lejos de mirar en aquel acto conflictos desagradables para la paz y los afectos del hogar, he recibido su nombre con el acatamiento del respeto filial y con los sentimientos de ciudadano amante de la patria y celoso de su suerte.
“Si alguna indecisión nubla su espíritu para afrontar la situación que el país exige, quiero que sea mi firma la primera en solicitar sus sacrificios en bien de la Nación y de los principios de gobierno que nos son comunes”.
(7) Carlos Ibarguren, “La historia que he vivido”. EUDEBA, Buenos Aires, 1969. // Mencionado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
El padre responde al hijo, diciéndole que entrega su nombre al pronunciamiento de las asambleas electorales como solución que resuelva en paz la situación política del país:
“Si el veredicto popular me designase como presidente de la Nación, no sería jamás un gobernante de un partido político determinado... El abnegado retiro de tu candidatura me deja en condiciones de amplia libertad para proceder...
“Tú eres todavía joven y en tu corta vida pública has dejado ya rastros indelebles de tu inteligencia y de tu carácter... En dos Congresos internacionales has dejado consignados grandes ideales, ligando nuestro modesto apellido a nobles aspiraciones a que se encamina el Derecho Internacional moderno.
“Pido disculpas al consignar estos recuerdos; es que me siento satisfecho y tranquilo ante la actitud política del hijo cariñoso y del ciudadano que se revela en la carta que contesto”.
El 7 de Marzo de 1892, la Convención Electoral de los partidos del Acuerdo proclamaba la candidatura de Luis Sáenz Peña para presidente y José Evaristo Uriburu para vicepresidente...
Quien había afirmado -a propósito de la gestión de Igarzábal ante Mitre en Europa-, que Mitre debía “estar loco para unirse al círculo de Roca, sin hundirse para siempre”, había recibido por igual emisario de Roca, el otrecimiento de su candidatura presidencial... Y no puede alegarse que las circunstancias se habían modificado...
No obstante, en un documento, el candidato hizo públicas sus reflexiones, haciendo constar que jamás había aspirado al honroso rango de la presidencia de la República:
“... debo manifestar con entereza que yo no sería jamás el presidente de un partido político; no permitiría ni toleraría a ningún ciudadano que me llamase jefe de partido; sería el presidente constitucional de la República, y gobernaría con todos los hombres patriotas del país, con todos los hombres de concepto moral y social, buscando lo que la Constitución ordena que se busque, la idoneidad y la honradez para los cargos públicos, sin preguntarles en qué filas políticas han militado”.
No mejoraría, el historial de Luis Sáenz Peña, la violencia de los comicios en los cuales el 10 de Abril, con Estado de Sitio (declarado ocho días antes y sólo levantado el día mismo de la elección), clausura de diarios y encarcelamiento de opositores (sin respetar los fueros parlamentarios de algunos de ellos) pareció consagrado presidente...
Amén de su limitada experiencia política, de su falta de una fuerza partidaria propia, Luis Saenz Peña llegaba sobrado de años a un cargo que pone a prueba exigencias intransferibles...
A este respecto, el espíritu burlón de Eduardo Wilde, en carta a Juárez Celman, despachada desde Barcelona en Septiembre de 1892, es decir en las vísperas de la asunción del cargo por don Luis, expresaba:
“... temo mucho que le falte la energía física, que no depende de su voluntad ni de la intención. Es un hombre de edad avanzada.
“Mi amigo Mariano Cordero se enojó el día que le llamé a Saenz Peña grumete del Arca de Noé. No debemos olvidarnos que el doctor Sáenz Peña ha jugado, en su niñez, con los Megateriums, vivos, como nuestros muchachos juegan con perros, gatos o corderitos.
“Reclamo el más absoluto secreto sobre esta frase; no quiero tener más enemigos. Ud. sabe que yo y la opinión pública hemos andado siempre por caminos diversos; ella por las columnas de los diarios (que son sus fautores) y yo por mi cuenta.
“La opinión pública es capaz de creer que la palabra megaterio es un insulto”(8).
(8) Agustín Rivero Astengo, “Juárez Celman”. Ed. Kraft Ltda., Buenos Aires, 1944. // Mencionado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
Luis Saenz Peña no tuvo en el Gobierno ni esa ilusión engañosa y optimista que generalmente suscitan los comienzos...
Se vio, desde el principio, que eso no andaba... El primer Gabinete, en el cual Manuel Quintana era la figura de mayor relieve, no llegó a durar dos meses... Y quienes lo sucedieron le ganaron en brevedad...
Un oficialismo anarquizado proveía equipos de ministros tan heterogéneos como efímeros.
Grupos que, alternativamente, actuaban de oficialistas y de opositores en el Congreso y en las provincias, crearon un sistema donde lo más permanente era la inestabilidad...
Hasta Roque Sáenz Peña se sintió rebasado por los factores adversos y, renunciando a su banca de Senador, no encontró nada mejor, para ayudar a su padre, que alejarse de la política y enterrarse en un campo de Entre Ríos... Y es que el país no había superado la crisis del 90...
Al autoritarismo de Pellegrini y Roca, la Unión Cívica Radical respondía ahora, bajo la presidencia de Saenz Peña, reclamando la autenticidad del sufragio y, para lograrlo, no descartaba conmover el orden de las oligarquías provincianas...
Luiz Sáenz Peña, tironeado por tan encontrados factores, terminó entregando la orientación de su Gobierno a Aristóbulo del Valle, uno de los dirigentes de la Insurgencia de 1890 que no había renegado de sus ideales...
Precisamente, la presencia del Del Valle auspiciaría la conducta rebelde de la Unión Cívica Radical, y de ahí el movimiento estallado en Julio de 1893: grupos sediciosos cambiaban los oficialismos provinciales erigidos sobre comicios fraudulentos y el país pareció convulsionado...
Pero el presidente Saenz Peña, rectificando el rumbo, se negó a seguir apoyando la orientación de Del Valle y para restablecer el orden llamó, nuevamente, a Quintana...
La falta de firmeza en las actitudes de Saenz Peña era tan notoria, tan fuera de lugar respecto de la tradición y de la Constitución, el delegar en los ministros las decisiones del Poder Ejecutivo, que Quintana mentía, piadosamente, al afirmar ante el Congreso -el 12 de Agosto de 1893- en oportunidad de aceptar el cargo “que no hay pues hoy un presidente para un Ministerio, sino un Ministerio para un presidente...”
Quintana sofocó con energía la insurrección, para lo cual contó con la colaboración de Roca en el aspecto militar... Pero no era un secreto que Luis Saenz Peña sólo evidenciaba firmeza para reiterar indecisiones .
“Se hicieron célebres las esquelas, repentinamente enviadas por el presidente a sus ministros, dando por terminadas sus funciones.
“Recordemos el texto más usual de esos ‘cedulones’:
‘Señor Dr. D. Wenscelao Escalante.
‘Señor ministro y amigo:
‘Impuesto de su cartita, debo decirle con franqueza que su discurso ha levantado una verdadera tempestad en la Cámara de Diputados y deseo que no continúe esa discusión, no viendo otro medio de evitarla que el imponerle el sacrificio de aceptarle el ofrecimiento que me ha hecho con reiteración de su renuncia, pidiéndole en su virtud no asista hoy a la sesión del Congreso, siendo ésta una nueva violencia que me imponen las tareas azarosas del gobierno...”(9).
(9) Citado por Roberto Etchepareborda, “La revolución argentina de 1890” (1966). // Todo nombrado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
Cuando en Noviembre de 1894, después de catorce meses de Gabinete, Quintana, en disidencia con el Congreso abandonó el cargo, el Gobierno de Luis Sáenz Peña mostró que reaparecía la inestabilidad...
Una carta de Miguel Cané a Estanislao Zeballos, fechada el 26 de Noviembre de 1894, atestiguaba la crisis y anticipaba los sucesos:
“... no creo que esta presidencia pueda sostenerse después de sus repetidos fracasos...”; “... No ha habido medio de rellenar el Gabinete; nadie agarra. En el fondo, Roca quiere que se vaya Saenz Peña, siempre que quede la opinión persuadida de que él ha hecho cuanto podía para sostenerle.
“Pellegrini va con cautela; sostiene al presidente. Mitre, que cuando caí yo(10) quería que se fuera Saenz Peña, hoy le sostiene, porque tiene miedo de lo porvenir; desconfía de Uriburu y, si éste se va, de la influencia de Roca en el Congreso.
“Nadie quiere ser médico de cabecera del enfermo y el enfermo se va...”(11).
(10) Cané aude a un fugaz Ministerio del interior deempeñado por él a fines de 1892.
(11) Agustín Rivero Astengo, “Pellegrini. Ensayo biográfico”, Buenos Aires. Ed. Coni, 1941. // Todo citado por Gustavo Gabriel Levene. “Presidentes Argentinos” (1975), tomo V. Ediciones Argentinas S. R. L., Buenos Aires.
Y Luis Sáenz Peña se fue renunciando la presidencia de la República, en una nota fechada el 22 de Enero de 1895, dirigida al Congreso y en la cual no disimulaba su amargura:
“Anhelo recuperar mi pasada tranquilidad, seguro de que seré más respetado como ciudadano de lo que he sido desde que fui investido con la autoridad suprema de la Nación...”.
También declaraba al final de la nota histórica:
“He luchado con contrariedades de todo género y sintiendo fatigado mi espíritu y quebrantada mi salud, he adquirido la convicción de que mi continuación en la Presidencia de la República es ineficaz para el bien de la Patria”.
Como consecuencia, el doctor José Evaristo Uriburu ocupó el poder el mismo día de la renuncia del doctor Luis Sáenz Peña.