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Corrientes y el movimiento mitrista de 1874

El año 1874 había comenzado con la escena política muy agitada por el problema de las candidaturas presidenciales. Si bien la Ciudad de Buenos Aires era el foco principal, en las provincias el interés no era menor y las distintas corrientes de opinión se embanderaban tras las figuras de los candidatos.

En Corrientes, los hombres del oficialismo respondían a la candidatura del doctor Nicolás Avellaneda; la de Adolfo Alsina tenía su cuartel general en Goya, donde un calificado grupo de ciudadanos -que respondían al jefe de la frontera del Chaco, coronel Manuel Obligado- había fundado el periódico “El Nacionalista” para sostener el nombre del caudillo bonaerense.

En la misma Ciudad de Goya se hallaba también el vocero del mitrismo, el periódico de Juan Esteban y Plácido Martínez, “La Patria”.

En el orden nacional se llegó a un acuerdo entre los partidarios de Avellaneda y Alsina para sostener la candidatura del primero y surgió el partido que sería dueño de la situación política del país durante mucho tiempo, el Autonomista Nacional. Este acuerdo lo fue a medias en Corrientes, pues algunos alsinistas se inclinaron en los comicios al partido Nacionalista que sostenía la candidatura de Mitre.

En las elecciones del 14 de Abril de 1874 el triunfo correspondió a la fórmula Nicolás Avellaneda - Mariano Acosta, ganando Mitre solamente en Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan. Los mitristas, que rechazaron el triunfo adversario por calificarlo de fraudulento, se levantaron en armas contra el Gobierno Nacional, encabezados por el propio Mitre, el 24 de Septiembre de 1874.

Al tenerse conocimiento del levantamiento, en Corrientes se produjo uno, promovido por el coronel Monzón -en Caá Catí- que fue dominado por las fuerzas del coronel Reguera, jefe de incondicional adhesión al orden constituido.

Ante los acontecimientos, el Gobierno Provincial, declaró el estado de sitio el 25 de Septiembre de 1874 y tomó medidas para silenciar a la prensa política -buscando serenar los ánimos- movilizando a la Guardia Nacional y acuartelándola para que los redactores y tipógrafos que la integraban no pudiesen dedicarse a sus actividades.

Los mitristas de la provincia decidieron plegarse al movimiento estallado en Buenos Aires, siendo encargado Plácido Martínez de la jefatura militar. Este, que a la sazón era diputado provincial, ayudado por una escasa colecta llevada a cabo por miembros pudientes del partido, abandonó subrepticiamente la Ciudad de Corrientes en una canoa y se dirigió a una quinta cercana a Goya donde sus amigos preparaban la toma del Cuartel, con la colaboración de Tiburcio Galarza, liberal de gran prestigio y jefe de gendarmes.

Pero el gobernador, al notar su desaparición de la capital, intuyó el plan y comunicó al Jefe Político de Goya, Antonio Méndez, que debía licenciar a la Guardia Nacional -en la cual Plácido gozaba de prestigio- y conservar solamente al piquete veterano, de probada fidelidad. Pero Méndez cometió el error de confiar demasiado en sí mismo y no cumplió la orden.

Plácido Martínez, secundado por su hermano Juan Esteban y un grupo de amigos decididos, llevó a cabo el plan propuesto y el Jefe Político, coronel Méndez, no tuvo más remedio que rendirse. No sólo el Cuartel cayó en manos de los sediciosos, sino también la ciudad y sus zonas aledañas.

Inmediatamente, Plácido Martínez se puso a la tarea de reunir las fuerzas que necesitaban para que el alzamiento tuviera éxito. Con los fondos que les proporcionaron algunos partidarios y los tomados en la Receptoría Provincial y la Aduana Nacional costeó los gastos que exigía la empresa, reuniendo a los milicianos de los Departamentos de Goya, Lavalle y Esquina que, gustosos, se presentaban a los requerimientos del jefe querido por ellos y que en número de mil quinientos fueron provistos con el armamento que la provincia tenía en depósito en Goya.

Pero esta vez el Gobierno Nacional no permaneció como simple espectador de los acontecimientos de la provincia de Corrientes como en otras ocasiones. Se ordenó al coronel Manuel Obligado que, con fuerzas de Santa Fe, pasase el río Paraná y se hiciera cargo de las unidades provinciales que había destacado en Lavalle el gobernador, pero Plácido Martínez y el coronel Cecilio Carreras no presentaron batalla, pues su plan era distraer a las fuerzas provinciales para que no pudieran ser enviadas a Buenos Aires en ayuda del Gobierno Nacional.

Se retiraron hacia el Interior de la provincia y acamparon a orillas del histórico Villanueva, en el Departamento Mercedes, a la espera de incorporaciones que no se produjeron. El coronel Azcona, que era jefe de las fuerzas provinciales al sur del río Corriente, debía plegarse al movimiento, pero no lo pudo hacer porque supo que varios de sus escuadrones no lo secundarían y además debió entregar el mando al coronel Reguera, siendo enviado detenido a Buenos Aires.

Ante el avance de las fuerzas de Obligado, los amotinados se dirigieron hacia el norte en una marcha que, si bien les reportaba algunas incorporaciones, también hacía que Plácido se convenciera, cada vez más, que su objetivo de distraer a las milicias provinciales se cumplía, pero que no podía alentar esperanzas de triunfar en la lucha y tomar el Gobierno de la provincia.

Es por eso que, al llegar al Alto Paraná, habló con claridad a sus hombres diciéndoles que los que quisieran pasar al Paraguay lo hicieran pero que él, por haber dado su palabra, se dirigiría hacia las costas del Uruguay para entrevistarse con los comisionados que había enviado al Brasil y a la Banda Oriental a comprar armas.

Algunos pasaron el río hacia el exilio; otros siguieron a su jefe en una larga marcha -de casi un mes- hasta Candelaria y luego a todo lo largo de la costa del río Uruguay, siendo hostilizados en varias oportunidades por fuerzas leales al Gobierno, hasta llegar al Rincón de San Gregorio, en el Departamento Monte Caseros donde, como culminación de esa marcha sin esperanzas, tuvieron la noticia de la definitiva derrota del levantamiento de Mitre.

Las fuerzas insurrectas de Corrientes fueron disueltas y Plácido Martínez, con algunos compañeros, pasó a Santa Rosa -hoy Bella Unión- en la República Oriental del Uruguay.

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