Lagarto (Teju)
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por Guillermo Perkins Hidalgo
Es ésta la primera leyenda de carácter incestuoso que he encontrado entre las leyendas correntinas del Iberá.
El lagarto, el teju, era un hombre lleno de vicios que se alimentaba especialmente de miel y de huevos frescos, casi siempre robados en los gallineros de sus vecinos.
Su pecado fundamental, su gran pecado, era la lujuria. El teju, se dedicaba a enamorar a las mujeres más lindas de su familia, perseguía a sus hermanas y no se libró de él ni siquiera su propia madre.
El diablo era su aliado y nada temía el infame.
Un día, aquel hombre llegó al incesto. El enojo y el asco de Ñandejára subieron entonces hasta el extremo:
- ¡Te arrastrarás, maldito!- gritó desde las estrellas.
Y asi nació el teju, que todavía conserva su preferencia por la miel y los huevos frescos.
Esta leyenda que evoca en su desenlace el anatema de Jehová a la serpiente del Paraíso, puede haber sido creada por los heraldos de San Ignacio de Loyola para moralizar a los indios disolutos.
La paremiología (tratado de refranes) popular registra dos apotegmas comparativos, que se aplican al hombre enamorado:
- ¡Se lambe como el teju por la miel!
- ¡Se lambe y se relambe como el lagarto frente a un nidal!
Hay una vieja copla que expresa: Cada vez que tengo cerca tu boquita de clavel, yo me lambo y me relambo como el teju por la miel. El paisano cambia el verbo lamer por lamber.
Informante: Juan Pío Monzón, 85 años. Paso Picado, costa del Iberá (Yvera), Carlos Pellegrini, Departamento San Martín.
Nota
“Leyendas y supersticiones del Iberá. Seres metamorfoseados”, por Perkins Hidalgo, Guillermo - Nota aparecida en el fascículo 7 “Corrientes entre la leyenda y la tradición”, de la publicación “Todo es Historia”, colección dirigida por Félix Luna, en Octubre de 1987.