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Biografía de Pedro Ferré escrita por José María Rosa

- Corrientes

¡Hombre difícil el calafate! Llevaba agravados en su sangre catalana la independencia y el amor propio de los suyos. Se llevó mal con todo el mundo y su vida fue un continuo deshacer amistades(1).

(1) Extraido del libro de José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

No hubo hombre con quien el testarudo Ferré no acertara a encontrar rozamientos o descubrir enconos; toda su larga carrera pública -de 1821 hasta su muerte, en 1867- fue una polémica contra alguien: Rivadavia, Rosas, Lavalle, Paz, Rivera, Madariaga, Urquiza, Derqui o Mitre.

Su terquedad era imbatible. Sería el único diputado echado del Congreso, por intemperante, a pesar de sus años y de sus grandes servicios a la causa antirrosista.

Corrientes no fue en la primera mitad del siglo XIX -como Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y el resto de la Confederación- una tierra propicia para caudillos. Su autonomía había sido la obra de los vecinos afincados de la ciudad y las resistencias a Rosas preparadas en las casonas urbanas o en las estancias de la clase señorial.

En Corrientes no hubo “pueblo” hasta bien entrada la mitad del siglo XIX y, por lo tanto, faltó el caudillo que se hiciera intérprete del espíritu popular, seguido fanáticamente por los suyos y con igual exaltación odiado por los adversarios.

Corrientes fue una oligarquía, porque no podía ser otra cosa dado el bajo estado económico y cultural de sus clases inferiores; y por eso resultó la excepción en el mapa político de la Argentina.

Pedro Ferré fue el jefe de esa oligarquía. No el señor feudal a lo López o Ramírez, sino el preboste mire sus iguales, los demás señores de la Sala Capitular. Y eso que no era de familia con abolengo enraizado en la fundación de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, como los Lagraña o los Cossío, pues sus padres habían sido catalanes modestos e industriosos.

Pero en el medio enervado por la molicie de los hijos de familia que se quedaban en la ciudad, y la rudeza de aquéllos que vivían en el campo, Pedro Ferré, dueño de un astillero y con inteligencia y hábitos de trabajo, debía necesariamente imponerse. La clase aristocrática correntina encontró en la honestidad del calafate la mejor conducción para la defensa de sus intereses.

- El opositor constante

Cinco veces gobernador de Corrientes, su jefatura no entusiasmaba a nadie; pero era la única posible. Había laboriosidad, firmeza y sobre todo amor a la tierra en los actos del gobernante. Desgraciadamente, este primus inter pares tenía terquedades y enconos que sólo pueden permitirse los auténticos caudillos.

Sus paisanos lo deponían, lo expatriaban, confiscaban sus bienes pero, a la larga, volvían a llamarlo. Retornaba sin modificar uno solo de sus puntos de vista. Era una gran verdad que no había otro como Ferré: el viejo Atienza, con su bonhomía e ingenuidad, había sido envuelto en las habilidades de Rosas; y la falta de tino del joven Berón de Astrada traído el desastre de Pago Largo.

Solamente el desconfiado Ferré era el hombre para Corrientes. ¡Pero qué inaguantable era! Paz cuenta la paciencia que debía acumular para su trato con él. Siempre quería salirse con la suya y la menor disposición del “Manco” encontraba los reparos más imprevisibles: sobre un reparto de aguardiente a la tropa anduvo rezongando días y días.

Menos mal que las necesidades del Gobierno no lo dejaban pasarse la vida en el campamento; pero entonces la polémica se hacía epistolar: “Nunca he escrito tanto en mi vida y sobre tantas minucias”, dice resignado el General(2).

(2) José María Paz. “Memorias Póstumas”, tomo II, capítulo: “Guerras Civiles”, p. 435. Ed. Rosso. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

No era hombre de confesarse vencido. A Derqui, su asesor de gobierno, le sostuvo cotidianamente durante meses que el Tratado con Inglaterra de 1825 no obligaba a Corrientes; al anochecer, los argumentos de Derqui parecían abrumarlo y agachaba la cabeza pero, a la mañana siguiente, volvía a la carga con nuevos bríos y los mismos argumentos.

El calmoso Derqui acabó por ponerse en tal estado de nervios que la sola presencia del gobernador lo crispaba. Las animosidades e intemperancias de Ferré quedaron famosas: a Lavalle -por cruzar el Paraná después de Sauce Grande- lo calificará de traidor, desertor, malvado, cuyo nombre no manchará más a Corrientes; etc., en Proclama que hizo repartir por toda la provincia; a Paz, por haberse hecho gobernador de Entre Ríos, lo acusará de desertor, retirándole el comando del Ejército de Caá Guazú.

A Rosas, Quiroga, López, Madariaga, a todos fustiga con duros términos cuando media un punto de amor propio rozado. Hasta a Manuel Leiva, el más consecuente de sus amigos -que andando el tiempo lo haría elegir constituyente- trata en su “Memoria”, por haberle dado la razón a Paz en una discusión sin importancia, de traidor y de ingrato.

Estas reacciones violentas de su temperamento guiaron más la conducta pública de Ferré que sus propios ideales políticos. De ahí la paradoja de que sus actos tendieran precisamente a impedir el cumplimiento de sus propósitos.

Patriota de noble integridad, tanto que en su “Memoria” -escrita en su época de más fervosoro antirrosismo- reconoce a Rosas “la firmeza de su carácter en sostener los derechos de la Nación contra miras extrañas”; pero andaría (por estar contra Rosas) aliado a esas miras y extrañas de las que llegará a solicitar y recibir dinero.

Partidario de la protección industrial hasta el extremo de negarse a suscribir el Pacto de 1831 porque nada decía de la defensa de los talleres artesanales, su Alianza con (Fructuoso) Rivera y con (José Gaspar Rodríguez de) Francia fueron precisamente la causa de la ruina de los obrajes correntinos, pues debió abrir la provincia a la producción extranjera mientras el resto de la Confederación vivía un extraordinario florecimiento industrial por la ley proteccionista de Rosas.

Líder de la libre navegación de los ríos en 1830 y 1842 -cuando Rosas no la quería- fue expulsado del Congreso por sus palabras contra los Tratados de San José de Flores que la establecieron definitivamente.

Partidario de una Constitución en 1831, tal vez porque Rosas la tenía por inoportuna, se opuso a ella en 1852, quizá porque Urquiza la creía oportuna. Y provinciano, el más localista de nuestra historia -su Patria, con mayúscula, era Corrientes- llegó -por oposición a Derqui- a colaborar en 1861 con la hegemonía porteña de Mitre que terminaría con las autonomías provincianas.

Toda su vida anduvo a contramano haciendo, por impulso de amor propio, lo opuesto a sus íntimas convicciones.

- ¡Yo formé esta provincia!

Hijo de catalanes establecidos en Corrientes, Pedro Ferré nace en 1780; su niñez transcurre entre los maderos de la carpintería de ribera de su padre y la escuela del Convento de San Francisco, donde aprende primeras letras.

Como todos los jóvenes sienta plaza en las milicias urbanas que, después de llevar (Manuel) Belgrano los veteranos al Paraguay, suplieron el orden en la ciudad y la vigilancia en las fincas rurales. Su carrera militar íntegra transcurriría en las milicias de reserva; será Capitán en 1819; Coronel, en 1825; y Brigadier General, en 1833.

Defiende el orden contra las incursiones de los misioneros de Andresito y toma una parte decisiva en la revolución que quiebra la República Federal Entrerriana de que es parte Corrientes; su compañía de milicias es la mejor y más disciplinada y, poco después de la muerte del Supremo, ocupará -en 1821- en premio a su actuación, un escaño en el restablecido y señorial Cabildo de Corrientes.

El hijo del calafate podía codearse con los hidalgos de sangre noble y actividad nula, que custodiaban los propios y distribuían justicia en la Ciudad de las Siete Corrientes.

En Diciembre de 1824 lo hacen gobernador. El orgulloso Congreso Provincial, nombre oficial de la Legislatura, lo ha designado por las excelentes prendas de inteligencia y laboriosidad acreditadas en el Cabildo.

Reunía las dos condiciones de la carta de 1821 para el cargo: correntino de nación e “hijo de legítimo matrimonio”. Pero es su incansable actividad y desinterés total lo que mueve a los aristócratas a llevarlo al Gobierno. Y gran laboriosidad fue la suya: funda Bella Vista, Empedrado, San Luis, San Cosme y veinte pueblos más; construye escuelas, trae una imprenta, impone disciplina en las anarquizadas milicias y díscolos Cuerpos veteranos.

No se contenta con los límites comunales de Corrientes y se anexa Misiones “donde no hay pueblos ni autoridades”. Con sobrada razón podrá decir años después: “¡Yo formé esta provincia!”(3).

(3) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 23, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- El partido de las luces

Al tiempo de asumir Ferré el Gobierno de Corrientes, en Buenos Aires se abrían las Sesiones del Congreso Nacional. A Corrientes la representa el doctor José Francisco de Acosta, nativo, pero vecino de vieja data de Buenos Aires y miembro importante del partido de los principios o de las luces que dentro de poco se llamará “unitario”.

Las “luces” son las luces del siglo, los resplandores intermitentes que alumbraron en el siglo XVIII las postrimerías del antiguo régimen en París y habían vuelto con los emigrados en las primeras horas de la Restauración. La fracción iluminada descreía de oscurantismo y esperaba todo de una Ciencia, escrita con mayúscula, elaborada entre las probetas de Fausto y los sortilegios de Cagliostro.

Los principios eran la Ciencia de la política y tenían su nombre mágico de alquimia: se llamaban Constituciones y harían la felicidad de los pueblos como el elixir de Bálsamo la felicidad de los hombres.

Eran pocos los alumbrados argentinos que refractaban directamente las luces de París: el señor Rivadavia, por haber pasado seis años allí, entre ellos. Los demás fulguraban por reflejo oblicuo; destellaban las lumbres españolas de los últimos Carlos que, pese a Fernando VII, refulgieron nuevamente en las jornadas de Riego y la reverberación constitucional.

Pero radiación directa o indirecta del resplandor ilustrado, los luminares criollos de 1824 -como las lumbreras del XVIII- sólo sabían de palabras y de fórmulas para exorcisar la realidad.

Más tarde se llamaron “unitarios”; la palabra no significaba unión sino exclusividad; gobierno por un mayorazgo que no por una cabeza. No había luces en todas partes; de allí el predominio de los hombres de Buenos Aires o de algunas aldeas que refulgían con menor opacidad: San Juan, Salta, tal vez Tucumán.

De ninguna manera Córdoba, foco de luz negra, o las conventuales La Rioja o Catamarca. Menos, mucho menos, los aduares del Litoral, como Corrientes, donde persistía el espíritu nativo de Artigas.

- El doctor José Francisco de Acosta

Ferré era el jefe de la oligarquía de Corrientes, pero no se lo puede considerar un hombre de luces. Su espíritu era más dado a la reflexión que a las lecturas.

Contrastaba con Ferré el diputado José Francisco de Acosta. Correntino de alto nacimiento, se había ido a vivir a Buenos Aires para rozarse con hombres -como dice en sus cartas- menguando el medio selvático donde naciera.

Era el unitario típico del año 25, que Sarmiento sabía distinguir “entre cien argentinos”. Vestido severamente de negro, marchaba derecho, la cabeza alta sin darla vuelta “aunque se desplomara un edificio”, hablaba con desdén y sus gestos eran concluyentes.

Razonaba, pero no oía razones. Leía a Voltaire y creía en el porvenir maravilloso. Se consideraba el “luminar” por antonomasia, aunque nacido en Corrientes, y tenía por gran mérito “vivir en Buenos Aires”.

De ahí que chocara con Ferré -discípulo del franciscano José de la Quintana y testarudo en todas sus convicciones- para quien la patria era Corrientes, y amaba el medio donde naciera.

El motivo de la ruptura fue la designación de diputado por Corrientes del presbítero Pedro Ignacio Castro Barros, cuya elocuencia admiraba Ferré desde los días del Congreso de Tucumán. El presbítero era enemigo de la logia gobernante en Buenos Aires; su elección, por supuesto, disgustó al partido de los principios; Narciso Laprida lo hace notar a Acosta:

- “¡..Qué dolor, mi amigo, yo casi no lo creo! ¿Es cierto que Corrientes ha nombrado al doctor Castro Barros..?
- “Prescindo del carácter fanático, aspirante, faccioso y turbulento del doctor Castro ... sin duda en Corrientes no tienen el menor conocimiento de un hombre tan desacreditado ... sin duda en Corrientes no saben que el doctor Castro es un enemigo declarado de los principios...
- “Hasta se ha atrevido, con una insensatez maligna y ridícula, a calumniar a don Bernardino Rivadavia, el hombre más acreditado de todas las Provincias Unidas...”(4).

(4) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 260, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Acosta retiene el diploma de Castro Barros. Envía a Ferré la carta del ex colega de Castro en Tucumán y, sin gramática pero gráficamente, da orden al gobernador: “Hay que c... esa elección por inhonorante...”(5).

(5) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 257, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Lo instruye en la manera de modificar el Acta “teniendo la H. Representación en cuenta circunstancias que no tuvo presente al tiempo de la elección del doctor Pedro Ignacio de Castro Barros...”. Le pide reserva, “para no comprometerlo”.

No sabía de la testarudez de Ferré; lo supo enseguida:

“Es demasiado grande el interés que deben tener allí en desacreditar la elección del doctor Castro Barros... Siento por esta vez el disgusto de no haber contribuido al mejor éxito de su ideal”.

Mantiene al electo aún cuando no le guste a Acosta ni a Laprida, ni a los Cossio o Bedoya de Corrientes(6).

(6) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 261, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- Contra Rivadavia

No obstante la Ley Fundamental, proyectada por Acosta, el 7 de Febrero de 1826 Rivadavia es elegido presidente “permanente” de las Provincias Unidas. Ferré aplaude el nombramiento del “benemérito y digno ciudadano que reanima las esperanzas de la patria”.

Esa buena concordia no podía durar mucho. Rivadavia llegaba poseido de la importancia de su cargo y Ferré no cedía en lo que respecta al suyo. “Aún no había calentado la silla” (la frase es de Ferré) cuando se produjo un grave rozamiento: el 11 de Febrero, Rivadavia delega en Ferré la Comandancia de las milicias y fuerzas veteranas de la provincia, pero Ferré no acepta que le deleguen lo que él entiende es suyo. No hubo arreglo.

Tanto Rivadavia y Ferré estaban de acuerdo en que las tropas correntinas deberían estar bajo el mando del gobernador, pero la formalidad de que fuera por delegación o por derecho propio produjo el conflicto.

La ruptura final la hizo Acosta. Tuvo la poco feliz ocurrencia de tomar a Corrientes como ejemplo de la imposibilidad de las provincias para gobernar con sus hombres; dijo en el Congreso que el gobernador apenas si entendía de maderas, el cura asesoraba jurídicamente a los alcaldes del Cabildo, el Congreso Provincial no estaba formado por gente instruida; “si no tiene hombres, démoselos” clamaba el ex correntino en el Congreso Nacional.

Con unos cuantos porteños de luces se alumbraría todo(7).

(7) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 266, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

La indignación de Ferré fue apocalíptica. De un plumazo dejó cesante a Acosta:

“Es deber de todo diputado -rugía el decreto- defender al pueblo que representa con la energía, la firmeza, el carácter y más que nada la integridad que requiere una comisión tan delicada.
“Habiendo faltado a estos compromisos sagrados el señor Acosta, olvidándose de su tierra natal, sofocando en su corazón todo sentimiento de honor, patriotismo, gratitud y lealtad ... ha tenido la osadía de insultar groseramente a sus propios conciudadanos por quienes fue llamado a defenderlos...”(8).

(8) Pedro Ferré. “Memorias del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), pp. 275 y sigtes., (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Desde ese momento abandonó el partido de las luces y se adhirió al federalismo. Es cierto que la bandera punzó recordaba los años plebeyos de Andresito y Perrugorría, pero era preferible la hermandad con la chusma que el tutelaje presuntuoso de Rivadavia o Acosta.

El 28 de Noviembre (1826) Ferré llamó a plebiscito para rectificar el voto sobre sistema de gobierno: resultó casi unanimidad en favor de que “Corrientes no admitirá forma alguna de Gobierno Nacional que no fuera republicana federal”.

Hubo solamente tres votos en disidencia: Angel Rolón, que reservó el suyo; Angel Mariano Vedoya, que “lo subrogó al pronunciamiento del Congreso de Corrientes”; y José Ignacio Rolón, el único partidario de la unidad. Hasta el doctor García de Cossío votó ahora por la forma federal “porque la solución en contrario sentido es impolítica y peligrosa en ocasión de la presente guerra”(9).

(9) Hernán Félix Gómez. “Corrientes y la Convención Nacional de 1828 (Publicación de Homenaje del Gobierno de Corrientes)” (1928), capítulo XVII, Corrientes. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Corrientes retiró sus diputados del Congreso y no aceptó la Constitución de 1826. El 17 de Mayo (1827) se adhiere al Convenio iniciado por Bustos (y apoyado por todas las provincias) para:

“Desechar la Constitución” (artículo 1ro.).
“Poner todos sus recursos para destruir las autoridades nominadas nacionales que están causando los males de que todo el país se resiente” (4to.).
“Formar un nuevo Congreso que constituyera el país bajo la forma federal” (5to.).
“Seguir la guerra contra el Imperio de Brasil” (16to.).
“Repartir entre las provincias los impuestos de aduana” (20mo.)(10).

(10) Hernán Félix Gómez. “Corrientes y la Convención Nacional de 1828 (Publicación de Homenaje del Gobierno de Corrientes)” (1928), capítulo VI, Corrientes. Este Tratado no contaba con la aprobación de Catamarca, Tucumán, Misiones y Tarija y, desde luego, Buenos Aires, que no existía como provincia. Fijaba la reunión de un Congreso o Convención en Santa Fe, que no llegó a efectuarse de inmediato. La idea fue retomada más adelante y dio origen a la Convención Nacional de 1828. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

En 1827, la Nación apenas si existía como voluntad latente. Al Congreso y al presidente no los obedece nadie. Ferré asume el título de Gobernador, Intendente y Capitán General de Corrientes para expresar la totalidad de poderes de su cargo y se maneja solo en la guerra con Brasil.

Rechaza la invasión que Bentos Manuel (Bento Gonçalves da Silva) lleva a las Misiones Occidentales y se sitúa en Curuzú Cuatiá a la expectativa de la reconquista de las Misiones Orientales que está haciendo Fructuoso Rivera.

En Julio le llega la noticia de la paz a “todo trance” concluida por Manuel José García a nombre del Congreso y presidente in partibus. Hace declarar por la Legislatura que el Congreso Nacional (el presidente ya había sido desconocido):

“... no ha hecho otra cosa que activar el fuego devorador de la discordia; ha dado la lección terrible de la desorganización e insubordinación a las autoridades legítimamente constituidas (las provincias) para sostener el capricho o el engrandecimiento de una facción entronizada con ruina y menosprecio del bien público ... no coopera sino autorizando los pasos rastreros, desoladores y anárquicos del presidente nominado de la República...” y no reconocerá -por lo tanto- “acto alguno del Congreso titulado nacional contraído con otro Estado o que contraiga en lo futuro”(11).

(11) Pedro Ferré. “Memorias del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 299, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. Esta ley es de Julio 17, 1827. El Tratado de García fue conocido en Buenos Aires el 25 de Junio. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Ya para entonces Rivadavia se había dado cuenta de que sus “servicios no pueden en lo sucesivo ser de utilidad alguna” y el 27 de Junio renunciaba la Presidencia lamentando “no poder satisfacer al mundo los motivos irresistibles que justifican esta decidida resolución”.

El Congreso la acepta obligado, por “el poder de acontecimientos singulares y la combinación extraordinaria de circunstancias”.

- Contra Dorrego

Vinieron los tiempos federales. Dorrego, gobernador de la reconstituida Buenos Aires, toma a su cargo el restablecimiento de la unidad nacional y la continuación de la guerra, si ello era posible.

A principios de Diciembre (1827) llega a Corrientes el canónigo Vidal para concertar la participación de Corrientes en la Convención que deberá reunirse en Santa Fe. El 14 de Diciembre Ferré se compromete a integrar la Convención destinada a elegir al Magistrado Nacional, continuar la guerra y fijar las bases de un próximo Congreso Constituyente.

Para entonces Ferré terminaba sus tres años constitucionales de gobierno. La Legislatura lo reelige -pese a la cláusula prohibitiva de la Carta local (artículo 10, sección 6ta.)- porque “la observancia ciega de la Constitución puede peligrar la seguridad de la provincia con el depósito del Gobierno en una mano no experimentada”.

Ferré se resiste; está pobre, pues ha descuidado su carpintería de ribera y tiene mucha familia; pero los diputados insisten: ¿quién podía tomar el Gobierno en su reemplazo? Ha metido a Corrientes en la aventura imperialista del apoderamiento de Misiones y no puede dejarla en mitad del estero. Además, está el grave problema de la unidad nacional. Acaba por aceptar.

Primer rozamiento con Dorrego: el gobernador de Buenos Aires modifica levemente algunas cláusulas del Tratado concluido por Vidal el 14 de Diciembre; ninguna de las reformas es importante, pero Ferré no va a perderse una ocasión de discutir; rechaza las correcciones y sigue una interminable polémica con Dorrego y su ministro Manuel Moreno, quienes ingenuamente creen que pueden convencerlo.

Finalmente Dorrego corta por lo sano y retira las modificaciones: la Convención urgía, pues ya se había firmado el Tratado Preliminar de Paz con Brasil y la existencia de una Representación Nacional era indispensable para aprobarlo.

Otro rozamiento: Dorrego ha invitado a “todas” las provincias a la Convención, entre ellas -naturalmente- a Misiones, representada en el anterior Congreso. Ferré -que se ha apoderado de Misiones- hace votar el 1 de Abril (1828) una ley a la Legislatura correntina “respecto al grupo insignificante que habitaba el territorio de Misiones” donde declara que “no concurrirá con sus diputados (a la Representación Nacional) si se admite la pretendida diputación misionera, nula en todos sus aspectos por no haber en ella pueblos ni autoridades”.

Dorrego contesta que el problema no es de su incumbencia y se ha limitado a invitar a las provincias “no excluyendo a ninguna”, y entiende que Corrientes debería en esa hora contemplar “los intereses comunes” sobre su engrandecimiento territorial(12).

(12) Misiones era provincia, y como tal integró la Liga de los Pueblos Libres junto con la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Estuvo representada en el Congreso de 1824, etc.
Manuel José García le mostró a Ferré -en 1830- un decreto de Posadas de 1814 que incluía a “los pueblos misioneros” dentro de la jurisdicción de la provincia de Corrientes. Ferré se asombró de su existencia, que desconocía. No era extraño que lo desconociera, porque en 1814 el Director no tenía jurisdicción ni sobre Corrientes ni sobre Misiones (que pertenecían a los Pueblos Libres) y su resolución no pasó de una tira de papel. En ese decreto directorial se fundó Ferré para apoderarse de Misiones. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

El 12 de Junio los diputados, ya reunidos en Santa Fe, urgen la designación del representante correntino. El 1 de Julio, la Legislatura nombra a éste (Bernardo de Igarzábal), pero limita sus poderes “a lo resuelto por ley del 1 de Abril respecto a la supuesta provincia de Misiones”.

Como Ferré no le da medios para ir a Santa Fe, el 6 de Agosto Igarzábal se va por su cuenta y bolsillo, pero no se incorpora a la Convención ni para votar el Tratado de Paz que llega el 23 de Septiembre. Ferré se lo prohibe terminantemente.

Bustos encuentra una oportunidad de impedir que Dorrego llegue al cargo de Magistrado Nacional (para el cual se siente con mejores derechos) y hace causa común con Ferré: ordena que no se incorporen tampoco los diputados por Córdoba.

Inútilmente la Convención -instalada ya- pide a Ferré que “allane el obstáculo que detiene” a Igarzábal. Ferré se traba en una polémica: “alejar el impedimento está en manos de la Convención” que podría previamente considerar la desaparición de Misiones; debería “tenerse más consideración por una provincia que existe, que por otra que no existe”(13).

(13) Hernán Félix Gómez. “Corrientes y la Convención Nacional de 1828 (Publicación de Homenaje del Gobierno de Corrientes)” (1928), capítulo XIV, Corrientes. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Igarzábal es atacado fuertemente por la prensa de Santa Fe, especialmente por el Padre Castañeda. El correntino nunca se había visto en iguales y tampoco sabía la peligrosidad del fraile. Puesto entre Ferré y Castañeda, Igarzábal opta por morirse (7 de Diciembre). Ferré, combatido por la misma Legislatura que lo reeligiera, ha renunciado unos días antes (29 de Noviembre).

Casi al mismo tiempo Dorrego, que no ha conseguido el cargo de Magistrado Nacional, es fusilado en Navarro por Lavalle (13 de Diciembre).

- Contra Buenos Aires

“A últimos del año 1829 -dice Ferré en su “Memoria...”- hallándose ya en posesión del Gobierno de Buenos Aires don Juan Manuel de Rosas, estableció correspondencia conmigo hasta el caso de interesarme a que influyera en el Gobierno de Corrientes para que nombrase un enviado para negociar entre las provincias litorales un Tratado de Alianza Ofensiva y Defensiva”(14).

(14) Pedro Ferré. “Memorias del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 44, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Rosas conocía la susceptibilidad provinciana y buscaba que la iniciativa del Pacto partiera de un hombre del Interior. Además, si la obra la hacía Ferré, por lo menos se allanaba la inevitable polémica para convencerlo de que aceptase una cosa ajena.

Ferré sale de Corrientes con “facultades omnímodas” para concertar “todo cuanto fuese útil y necesario a la prosperidad del país”. Entre Febrero y Abril (de 1830) concluye con Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos los Pactos preliminares. En Julio se reúnen los delegados en Santa Fe para concluir el Tratado Fundamental.

Toda deliberación con Ferré es inoperante: o se acepta lo que quiere o se disuelve la reunión. Exige que el Tratado establezca el proteccionismo económico, reparta la renta de aduana entre las provincias, forme un Gobierno Nacional, contemple la inmediata reunión de un Congreso federativo. Es inútil que Rosas argumente “antes que nada debemos existir y después organizamos”, y el problema principal es vencer a Paz, fuerte en Córdoba, que amenazaba aliarse con Santa Cruz; todo lo otro vendría después, cuando existiera “libertad y tranquilidad”(15).

(15) Emilio Ravignani. “El Pacto de Confederación Argentina”, tomo I. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Fue imposible entenderse. Ferré se traba en un largo debate con Roxas y Patrón (diputado de Buenos Aires) sobre la conveniencia o no del libre cambio o del proteccionismo y por supuesto nadie convence a nadie.

Mientras, (José María) Paz daba los últimos retoques a su Liga Unitaria y recibía la ayuda de (Andrés de) Santa Cruz para la guerra con las provincias federales. Finalmente Rosas, cansado de Ferré, acaba por entenderse con Estanislao López; sabe que hay en Santa Fe un delegado de Paz (“para desunirnos”, escribe a López) y urge la firma del demorado Pacto; hasta transige con la Comisión Representativa que tendría a su cargo las funciones Ejecutivas nacionales, sin dejar de advertir que “sería un semillero de intrigas”, y la reunión del Congreso Federativo cuando hubiera “paz y tranquilidad”.

Ferré se retira de Santa Fe y el Pacto se firma el 4 de Enero de 1831 con la ausencia de la provincia iniciadora. Aunque al poco tiempo la guerra con la Liga Unitaria obliga al Congreso Provincial correntino (Ferré ha sido elegido gobernador por tercera vez en Diciembre de 1830) a suscribir el Pacto sin proteccionismo económico, sin reparto de la aduana, sin inmediato Congreso Constituyente.

- Contra Quiroga

Naturalmente, la Comisión Representativa resultó el “semillero de intrigas” previsto por el buen sentido de Rosas. Los doctores provincianos de 1831 se sentían tan dueños de la situación como los doctores porteños de 1828.

El doctor Manuel Leiva, santafesino que representa a Corrientes, quiere en Febrero de 1832 convocar al Congreso federativo; la victoria de Quiroga sobre Lamadrid en Ciudadela en Noviembre del año anterior le parece la “paz y tranquilidad” previstas por el Pacto. La Comisión entendió que era “erróneo pensar en Congreso ahora y era necesario, previamente, invitar a las provincias a adherir al Tratado”.

Poco después Leiva y el doctor Marín (diputado de Córdoba) escriben a Tadeo Acuña, de Catamarca, para que el representante catamarqueño formara con ellos un núcleo provinciano que resistiera la preponderancia de Buenos Aires:

“Buenos Aires ... en la organización y arreglos que se meditan, pierde el manejo de nuestro Tesoro con el que nos ha hecho la guerra, y se cortará el comercio de extranjería que es el que más le produce” (Leiva).
“Ya es tiempo, pues, de que unidos uniformemos nuestra marcha con Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Córdoba... Es preciso cerrar los oídos a los silbos encantadores de los porteños que tratan de alucinarnos con promesas de porvenir maravilloso.
“No creamos que Buenos Aires jamás nos proporcionará sino grillos y cadenas de miserias por felicidad...” (Marín).

Desgraciadamente, Quiroga se incautó de ambas cartas, además de otra de Marín, al gobernador de La Rioja, redactada en iguales términos. La indignación del Tigre marcó época (“marcó época”, pues señaló el fin del constitucionalismo).

“Señor mío (dice a Leiva): yo estoy seguro que cuando Corrientes lo nombró su diputado no ha sido con el objeto de que trabaje en indisponer a un pueblo contra otro, ni para que dirija la marcha de los pueblos del Interior.
“Lo he delatado para que sirva de escarmiento a otros como Vd., mal intencionados, y que hacen de los pueblos el juguete de sus ridículas maquinaciones”.
“Muy señor mío (dice a Marín): en los desvaríos de su aturdida cabeza, señor doctor, se cree capaz de dirigir la marcha del Gobierno de mi país y tiene el atrevimiento de aconsejarlo.
“Pretender alejar estas provincias de la confianza que pudieran tener de algún hijo de Buenos Aires, es obra de la más negra y atroz intriga. ¿Qué puede esperarse de un cuerpo que da por guía la mala fe..?
“Su muy atrevida y mordaz lengua... Yo también soy provinciano... Quiera Ud. desistir de ser intrigante e infame calumniante, sí también de ser diputado de una Corporación que debe ser compuesta de ciudadanos honrados e inflexibles a todo género de intriga.
“Quiera no desoír mi insinuación ... una simple esquela puede que lo haga amanecer colgado...”.

Rosas aprovecha la oportunidad para deshacer la Comisión Representativa de acuerdo con Quiroga y Estanislao López. Aunque a veces tenían sus diferencias, los caudillos se entendían entre sí. Con doctores ya era más difícil; con Ferré, imposible.

- Contra Atienza

En Diciembre de 1833 Ferré es reelegido por cuarta vez con facultades omnímodas (que ya las tuvo en su anterior Gobierno), pero se niega a aceptar. Tampoco acepta un premio de 1.500 pesos anuales que le vota el Congreso local, y solamente admite el grado de Brigadier de los Ejércitos de la patria. Reiterada varias veces su renuncia, el Congreso Provincial acaba por designar a Rafael Atienza con el cual no tarda en rozarse Ferré.

Es diputado y hostiliza al gobernador. En 1836, el Congreso reelige a Atienza con disgusto de Ferré

“Yo me opuse -dirá éste- porque era anticonstitucional...; pero confieso que mi opinión no hubiera sido tan sostenida si sólo me hubiera fijado en el motivo indicado, porque aunque hubiera sufrido de Atienza algunas ingratitudes, siempre en mi corazón lo estimaba.
“Mi interés solamente se reducía a sacar el poder de sus manos y colocarlo aunque fuera en las de un enemigo mío”(16).

(16) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 88, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. Habíase olvidado de su reelección en 1827. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

En 1837 muere Atienza y su partido lleva al Gobierno al joven Berón de Astrada; una nulidad, un botarate, le parece el gobernador a Ferré; tampoco congenia con su ministro Pedro Díaz Colodrero(17).

(17) Pedro Ferré. “Memorias del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 100, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- Contra Berón de Astrada

En 1838 se produce el conflicto con Francia y llega a Corrientes el clérigo Higinio Falcón y Suárez para gestionar en nombre de (Pascual) Echagüe la aprobación de la política de Rosas en el conflicto con Francia.

Pero el clérigo trae otro propósito, de carácter confidencial: insinúa a Ferré, en cuya casa para, que eliminase a Berón del Gobierno. Hace brillar el apoyo de Echagüe y de Rosas a un cuarto Gobierno de Ferré, que tendrían más confianza en sus dotes intelectuales y de carácter que en la debilidad complaciente del joven Berón. La posibilidad no disgusta a Ferré, que se siente muy rosista.

En otros tiempos se había alejado sinceramente del Gobierno, pero ahora... En 1836 jugó su nombre contra la reelección de Atienza; en 1838 se había sentido despechado porque la mayoría del Congreso prefirió a Berón, una nulidad, un botarate... Ahora, demostraría quién era el verdadero dueño de Corrientes.

¿Habrán buscado sinceramente Rosas y Echagüe sustituir a Berón de Astrada por Ferré? Es más posible que Echagüe, y tal vez Rosas, quisieran mantener quieto al calafate, presidente entonces del Congreso Provincial y jefe de un partido importante en la provincia. Tal vez temían que su vieja amistad con Cullen y Rivera lo llevara a una Alianza con los enemigos de la Confederación.

Lo cierto es que Ferré cayó en la trampa y empezó a trabajar de acuerdo con Echagüe; por pronta providencia declaró la solidaridad del Congreso correntino con la política de Rosas en el conflicto francés -4 de Agosto de 1838- y quedó a la expectativa de la misión de Manuel Leiva, delegado de Cullen ante Berón.

Una carta comprometedora de Leiva a Cullen, con expresiones personales sobre Berón y su ministro Colodrero, llega a poder de Rosas. Ferré hace correr la voz de haber caído Berón en desgracia con Rosas. Dice en su “Memoria...”:

“... como los de afuera tenemos siempre el gusto de criticar y formar juicios en política, creimos que aquel suceso importaba con Rosas un sumario concluido por el cual debería hacer la guerra a Corrientes. Esta opinión llegó a oídos del gobernador y su ministro... He aquí el origen de la guerra contra Rosas”(18).

(18) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 97, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Berón y Colodrero se lanzaron aturdidamente a una guerra contra Rosas, imposible de ganar, mientras Ferré aguarda esperanzado el resultado negativo. Manuel Olazábal -que ha ido a Corrientes a ver lo que se pesca- se ofrece para gestionar a Berón una Alianza con Rivera, y parte con plenipotencias (exclusivas del P. E. y a las cuales quedó ajeno el Congreso) hacia el Campamento del jefe oriental en Durazno.

Ni Berón ni Colodrero parecen darse cuenta de que se aliaban con un Gobierno en guerra con la Confederación Argentina y protegido por Francia. Habían perdido la brújula. Berón recluta las milicias en Pago Largo para combatir por “la federación”. Todos han perdido el rumbo menos Ferré, que desde su astillero fomenta la deserción en las milicias y la inquietud en el Congreso Provincial. Juega con varias cartas: José Antonio Romero, los Olazábal, el gobernador delegado Juan Felipe Gramajo, hasta Rivera.

31 de Marzo de 1839: Pago Largo. Berón abandona el campo donde mueren dos mil correntinos vitoreando a la federación. Huye con Olazábal, tan mareado por la derrota que su caballo rueda peligrosamente y muere de la caída; sus acompañantes lo dejan bien muerto; es la versión oficial comunicada por el delegado Gramajo al Congreso(19).

(19) Juan Felipe Gramajo, gobernador delegado, al Congreso Provincial comunicando el Parte del mayor Manuel Olazábal sobre Pago Largo, Abril 2, 1830, en “Provincia de Corrientes - Ley Nro. 732 (Honrando el Centenario de Pago Largo y la Epopeya por la Libertad y la Constitucionalidad)” (1938), tomo III, p. 20. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Por lo bajo corrió otra, que un médico francés hizo llegar a Rivera por intermedio de Ellauri:

“Berón fue sacrificado por el partido de Ferré, que a la época de la acción de Pago Largo había transado con el de Atienza. Asesinaron cruelmente a aquel buen patriota que se les entregó de buena fe.
“Han estado en el pastel los porteños y hasta los mismos Olazábales... Es verdad que se han chasqueado porque pensaban quedar con influencia en el país, y Echagüe -que se las entendió- los ha inutilizado.
“Ahora están rabiando, y algún partido se puede sacar de todo esto...”(20).

(20) Juan Felipe Gramajo, gobernador delegado, al Congreso Provincial comunicando el Parte del mayor Manuel Olazábal sobre Pago Largo, Abril 2, 1830, en “Provincia de Corrientes - Ley Nro. 732 (Honrando el Centenario de Pago Largo y la Epopeya por la Libertad y la Constitucionalidad)” (1938), tomo III, p. 16. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes. Ninguno de estos documentos ha obstado para que, a más de cien años de Pago Largo, se hablara del “mártir Berón de Astrada, asesinado por Rosas”. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- Contra Rosas

Inmediatamente después de Pago Largo, Ferré y el Congreso Provincial declaran su adhesión a la Santa Causa en nota a Echagüe:

“Por una fatalidad deplorable, por un error en la elección funesta de un Magistrado que ha cubierto de luto y de oprobio la provincia... ¡la provincia federal por excelencia!, el pueblo amigo de las instituciones que garantizaron nuestra libertad civil; el que no se arredró en los mayores conflictos de la patria cuando el genio fatal de la ambición levantaba la tea de la discordia con que los unitarios intentaban poner en combustión la tierra clásica del patriotismo ¡hoy está en el doloroso deber de tener que vindicarse!
“Un hijo ingrato de la provincia ... seducido por una ambición desenfrenada, entró en relaciones con el anarquista Rivera...; una Alianza que, rompiendo todos los lazos sociales, venía a consumar la degradación de la provincia, a ponerla bajo la férula del extranjero y a dar este escándalo precisamente en los momentos que la Nación hace los más gloriosos esfuerzos en defensa de su honor y sus derechos...
“Ahora pues que el Congreso General se halla libre de acechanzas y bajo la égida de V. E., no tiene embarazo de pronunciarse con libertad y franqueza. El nombramiento de gobernador ha recaido ya en la persona del decidido federal, brigadier don Pedro Ferré que, como el Congreso, no tuvo parte y no sabe aún oficialmente el Pacto de Alianza con el anarquista Rivera...”(21).

(21) Ley del Honorable Congreso Provincial del 9 Abril, en “Provincia de Corrientes - Ley Nro. 732 (Honrando el Centenario de Pago Largo y la Epopeya por la Libertad y la Constitucionalidad)” (1938), tomo III, p. 36. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Ferré es elegido gobernador. Todos los congresales, y él también, creyeron que ése era el deseo de Rosas. Pero Echagüe hizo, u ordenó hacer otra cosa. ¡Deplorable error político!

Nada importó que Ferré anulara todos los actos de la Administración anterior, entre ellos el Tratado con Rivera. Nada la Nota de Ferré a Echagüe sobre los “servicios que el infrascripto ha prestado al país y los sentimientos que siempre lo han animado por el sistema de federación”:

“Una política equivocada en la anterior Administración ha podido poner en problema los sentimientos bien conocidos del pueblo correntino, pero las resistencias que se opusieron (a Berón) por todas las clases y que dieron por resultado las desgracias del 31 del ppdo. sirven a justificar que en aquel extravío no tuvo parte la voluntad de un pueblo adherido por principios de convencimiento a la Santa Causa que sostienen todos los demás de la República...”(22), decía Ferré haciendo méritos rosistas.

(22) Ferré a Echagüe, en “Provincia de Corrientes - Ley Nro. 732 (Honrando el Centenario de Pago Largo y la Epopeya por la Libertad y la Constitucionalidad)” (1938), tomo III, p. 37. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Pero el 20, Echagüe firma en Curuzú Cuatiá un Convenio con los delegados del Congreso (Juan Baltasar Acosta y Teodoro Gauna) descartando la elección de Ferré:

“Muy crítica fue mi situación en aquellas circunstancias. Traicionado por los padres de la patria, entregada ésta por ellos a la voluntad del vencedor -dice la desmemoriada “Memoria...” de Ferré- me resolví a ceder a las circunstancias”(23).

(23) Pedro Ferré. “Memorias del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 105, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

La última gestión ante Echagüe en favor de su candidatura la había hecho por José Antonio Romero. Con tan buen resultado que Romero (“el más ingrato de los hombres”) es elegido por Echagüe e inmediatamente ratificado por el dócil Congreso Provincial.

Desde entonces Ferré se hizo enemigo a muerte de Rosas. En sus escritos lo llamará tirano, pero la palabra no tiene en su pluma la acepción que en la de los unitarios. Rosas es tirano “porque pretende dirigir hasta el régimen interior de las provincias”.

Desde luego, dirigirlo sin hacerlo gobernador a él. A veces en su “Memoria...” elogia la defensa de la soberanía por Rosas, no obstante andar ya por campo contrario:

“No desconozco en él, ni dejaré de elogiar la firmeza de carácter en sostener los derechos de la Nación contra miras extrañas; mas esta virtud no le quita el ser entre nosotros un tirano que con refinada hipocresía dirige y quiere dirigir hasta el régimen interior de cada provincia”(24).

(24) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 111, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- Con Lavalle y los franceses

El 22 de Septiembre (1839) Lavalle, que inicia su “cruzada libertadora”, aprovecha la ausencia de Echagüe de Entre Ríos y derrota con su pequeña fuerza de 500 veteranos a las milicias del delegado entrerriano Zapata.

La noticia induce a una revolución de los ferreristas: la noche del 8 de Octubre despojan a Romero y, reunido apresuradamente el respetable y temeroso Congreso Provincial, elige a Ferré. Este ocupa por quinta vez el Gobierno de su provincia. ¡Ahora le pagarían Echagüe y Rosas la trastada de Abril!

Como pronta medida se pone en comunicación con Rivera “para llevar adelante los Pactos y Tratados que se celebraron con V. E. antes de la desgraciada jornada de Pago Largo”. Había olvidado que esos mismos Pactos fueron anulados en su anterior Gobierno por ilegales. Ahora llama a Berón mártir de la tiranía y manda decirle Misas en todas las capillas de la provincia.

El 8 de Noviembre Bouchet de Martigny lo felicita por la exaltación al mando, que permitirá “salvar a su país de los grandes peligros que le amenazan y llevar delante la noble causa que defiende y que también es la de Francia”; agrega que los franceses “estamos bien seguros de que semejante partido (Ferré unido a Lavalle) hará inmediatamente a la Francia y a los franceses toda la justicia que se le debe”(25).

(25) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 448, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

El 20 de Enero (1840) Ferré hace saber al Congreso Provincial:

“Que nunca más que ahora el nuevo almirante y los agentes del rey de los franceses manifiestan su decidida adhesión a la provincia de Corrientes.
“La generosidad y empeño con que obran, para ayudarnos a llevar adelante la digna esperanza de derrocar al tirano de Buenos Aires, es satisfactoria. Nos ofrecen buques, dinero y tropa, cuyos ofrecimientos han sido ya admitidos por el General en Jefe...”(26).

(26) “Provincia de Corrientes - Ley Nro. 732 (Honrando el Centenario de Pago Largo y la Epopeya por la Libertad y la Constitucionalidad)” (1938), tomo II, p. 272. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Había perdido todo escrúpulo nacionalista. Su despecho contra Rosas lo llevaba otra vez al campo unitario. El 29 de Diciembre (1839) Echagüe es derrotado por Rivera en Cagancha, territorio oriental. Del Interior llegan noticias maravillosas: Tucumán, Salta y Jujuy, tal vez Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero se pronuncian en favor de los franceses.

Aquéllo había sido bien trabajado por Duboué; llueven las letras de cambio que Martigny y Baradere pagan a la vista; en Córdoba y con unas cuantas onzas, hábilmente administradas por los jóvenes mayos intermediarios en esta guerra de letras de cambio, la docta pronunciaríase por la causa de la civilización(27).

(27) Ferré recibe dinero directamente de Martigny o por intermedio de Lavalle (“Provincia de Corrientes - Ley Nro. 732 (Honrando el Centenario de Pago Largo y la Epopeya por la Libertad y la Constitucionalidad)” (1938), tomo III, pp. 76 a 105, etc. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes. Lo que no le impide llamar “la perdición argentina” a la “Comisión Argentina” que gestionaba ese dinero en Montevideo; ni criticar a Lavalle; ni elogiar a Rosas “por la firmeza de carácter en sostener los derechos de la Nación contra miras extrañas” (Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), pp. 125-126, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Todo citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

¡Qué ocasión para vengarse de Rosas!

- Contra Lavalle

La pequeña fuerza de 500 voluntarios de Lavalle fue levantada a más de cuatro mil hombres. Los méritos de Ferré son muchos en esta remonta del Ejército Libertador; bien es cierto que la paga era suculenta por la subvención que daban los franceses y la bandera de enganche propicia a toda clase de aventureros.

El Ejército Libertador no podía quedar más tiempo en Corrientes. Como decía con justicia Ferré, la provincia “ya había sufrido mucho” para aguantar otra plaga: “Salen a carnear por su cuenta y entre cinco se despachan diariamente una vaca”.

Obtuvo que se apurara la expedición a Entre Ríos, adonde había vuelto Echagüe después de Cagancha. Pero las cosas no anduvieron bien; los soldados desertaban después de recibir su paga y preferían combatir gratuitamente en el Ejército federal: “hay días que tengo doscientos desertores”, clamaba Lavalle a Ferré.

No es de extrañar que fuera derrotado en Don Cristóbal y Sauce Grande. Según Ferré, Lavalle se hizo vencer adrede para conseguir de la Escuadra francesa su transporte a San Pedro. Así lo hizo, después de recibir un millón de francos para Gastos militares y obtener la promesa de la destrucción de la batería de Rosario.

Ferré se indigna. Lavalle abandonaba la Mesopotamia sin órdenes suyas, dejando Corrientes a merced de Echagüe. Su cólera fue terrible; es inútil que su pariente Valentín Alsina quiera explicarle que “sin la simpatía y cooperación de la población de Buenos Aires, ni Rivera, ni Lavalle, ni usted, ni Francia, ni nadie podrá jamás vencer a Rosas”.

El 4 de Agosto Ferré escribe a Martigny y al almirante Dupotet sobre la insubordinación de Lavalle y su grado de maldad. El mismo día hace saber a Rivera la traición sin ejemplo de un hombre tan ingrato, como antipatriota y sin honor; al mismo tiempo le comunica que Paz -horrorizado de tan atroz maldad- le ha ofrecido sus servicios(28).

(28) Datos tomados de Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), pp. 480 a 502, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Al día siguiente -5 de Agosto- fija en toda la provincia una Proclama contra Lavalle que, “... faltando a sus juramentos y a todo lo más sagrado que respetan los hombres, os ha abandonado desertando con el Ejército de ésta a quien ha sorprendido y engañado. ¿Lo creeréis, correntinos? Ese hombre retribuye vuestra lealtad y generosidad con la más negra de las traiciones...”(29).

(29) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 125, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. Acusa a Lavalle de haberle remitido solamente 10.000 pesos de un total de 60.000 enviados por Bouchet de Martigny. En realidad, las operaciones de guerra eran dirigidas desde Montevideo por Martigny (Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), pp. 576, 630, 754, etc., (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires). // Todo citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- Contra Paz

Afortunadamente para Ferré, Paz acaba de llegar a Corrientes. Su presencia valía más que el Ejército Libertador con su jefe, sus enganchados y sus millones de francos.

Prisionero de los federales desde el poco airoso boleo de El Tío (el 10 de Mayo de 1831), Paz no había sufrido muchas incomodidades en su prisión de Santa Fe y Luján. Acabaría por aceptar la generosidad de Rosas que le hizo pagar sus sueldos de General de la Nación, aunque debió ceñirse la escarapela punzó obligatoria para los militares. Dio su formal palabra de honor de no fugarse y el ingenuo de Rosas la creyó.

Paz valía más que un ejército y harto lo había demostrado en su campaña de Córdoba. Rosas cometió el error imperdonable de confiar en su palabra; corrió mucha sangre en Caá Guazú, y fueron graves los peligros para la Confederación a consecuencia de la palabra de honor del General unitario. Fue un error psicológico grave del gobernante porteño; no todos los unitarios tenían la caballerosidad de Lavalle.

De la nada extrajo Ferré un nuevo Ejército, que Paz instruyó con rapidez y eficacia; no se contaba con las letras de cambio, porque los franceses acababan de arreglarse con Rosas (Octubre de 1840). Ni siquiera con el aliciente moral de saber la causa de la libertad triunfante en otras partes: Lavalle había muerto oscuramente en Jujuy; Lamadrid cruzando la cordillera con los deshechos de su ejército; la Coalición del Norte no existía.

En Buenos Aires la policía de Rosas entraba en casa de los unitarios para incautarse de su correspondencia y de paso realizar desmanes contra la vajilla celeste o las barbas de los dueños.

Ferré y Paz remontaron un Ejército, poco menos que con los niños de las escuelas -los famosos escueleros- con el que triunfarían en Caá Guazú (28 de Noviembre de 1811). Pero cuando el “Manco” se hizo elegir con ellas gobernador de Entre Ríos, Ferré le quitará el mando de las tropas para dárselo a Rivera.

No podía tolerar un poder más fuerte que el suyo, aunque explicara en su “Memoria...”: “¿Acaso podía el Ejército eorrentino estar a las órdenes del gobernador de Entre Ríos?” Para que así no fuera lo puso, en Galarza, a las órdenes del presidente oriental. Pero la lógica no era el fuerte del calafate.

El 14 de Octubre de 1842, Rivera reúne en Paysandú un “Congreso Continental” de la República Oriental, República Independiente de Río Grande (en aquel momento bajo protección inglesa) y las provincias argentinas de Entre Ríos (Paz), Santa Fe (Juan Pablo López), Corrientes (Ferré).

Solamente Rivera, Bento Gonçálvez (da Silva) (presidente de Río Grande) y Ferré son gobernantes efectivos; Paz y “Mascarilla” López lo son solamente de título, pues han perdido sus Gobiernos.

Se resuelve formar un todo compacto “para el buen éxito de la lucha contra el tirano Juan Manuel de Rosas”(30) poniendo el “Ejército común” a las órdenes de Rivera, ratificándose así lo dispuesto por Ferré. El almirante inglés de Montevideo, Purvis, ayuda con dinero y armas. Pero el todo compacto unitario será derrotado por el otro todo compacto federal (Rosas y Oribe) en Arroyo Grande el 6 de Diciembre.

(30) José María Rosa. “La Caída de Rosas”, pp. 78-79. La política inglesa quería la formación de la República del Uruguay Mayor o Federación del Uruguay (Estado Oriental, Río Grande, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y Paraguay) para debilitar a Brasil y la Argentina. Precisamente, el conocimiento de estas intenciones, traslucidas en el Protocolo de Paysandú mencionado, motivaron el acercamiento de Brasil a Rosas del Tratado del 24 de Marzo de 1843.
En su “Memoria...”, Ferré expresa que fue sorprendido por la presencia de Gonçalvez en Paysandú y no estaba de acuerdo con las miras de Rivera. No obstante, el Ejército correntino quedaría a las órdenes del Jefe oriental (Nota de la 2da. edición). // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

- Contra Madariaga

Exiliado en San Borja, conocería Ferré las ingratitudes de sus compañeros de causa. Cuando Madariaga recupera Corrientes por el golpe audaz de Paso de los Libres -precursor de la intervención anglofrancesa- ha de prohibir el regreso del “cobarde Ferré, ese hombre funesto a la causa argentina, de maligna influencia perniciosa al bien público”, y le confiscará su astillero y su chacra al degollador, tirano, ladrón, etc., para “anonadar para siempre sus nefastas pretensiones sobre la provincia”.

Tal vez los Madariaga, sobrinos de Acosta, conservaban animosidad a Ferré por la cesantía de su tío en 1826. No se quedaría callado Ferré, ¡qué había de quedarse!:

“Llámenme en buena hora el calafate Ferré, el gobernador maceta, el carpintero, como me han llamado los enemigos de mi patria, y si quieren llamarme viejo y rengo háganlo también, pues soy viejo y estoy rengo, y soy carpintero de ribera y de cuanto quiero de carpintería; pero no me llamen degollador, ni ladrón, ni tirano, ni adulón, ni cosa que se le parezca”, dice en nota a Madariaga(31).

(31) Pedro Ferré. “Memoria del Brigadier General Pedro Ferré” (1921), p. 208, (dos volúmenes). Ed. Coni Hnos., Buenos Aires. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Madariaga acabó en la derrota del Potrero de Vences, y Ferré quiso recuperar su astillero. Ürquiza consultó con Rosas el regreso de Ferré a territorio argentino y éste lo permitirá, pero “fuera de la provincia por conveniencias políticas”. Trasladó su astillero a La Paz en Entre Ríos, donde quedaría hasta Caseros bajo protección de Urquiza.

- Contra todos

En 1851 contribuye al paso del Ejército Grande por el Paraná, procurando las barcazas del transporte. Llegan los años constitucionales, pero no lo dejan volver a Corrientes; era demasiada figura para no hacerles sombra a Virasoro o a Pujol.

No lo hicieron constituyente por su provincia. Gracias a su ex ministro, el santafesino Manuel Leiva que lo recomienda a Catamarca, fue al Congreso para darle la razón a Rosas en dos puntos fundamentales de la política rosista: la defensa de la soberanía de los ríos y la inoportunidad de la Constitución.

Su actuación contra todos en el Congreso no fue brillante. Habló poco, tal vez porque la edad y las decepciones le habían quitado el entusiasmo. Nada dijo del libre cambio implícitamente contenido en el texto constitucional; bien es cierto que opuesto al proyecto que a su juicio no traducía la realidad política argentina, se enfurruñó y quedó hosco y casi mudo en su banca.

Estuvo en la Comisión de Negocios Constitucionales, pero el golpe parlamentario del 23 de Febrero lo desplazaría. Fue partidario de la unidad religiosa y, al sancionarse la libertad de cultos pidió -agresiva y sarcásticamente- se variara la fórmula del juramento: “así un presidente judío o musulmán podría jurar por la Biblia, por el Alcorán o por Mahoma”(32).

(32) Sesión del 26 de Abril de 1853. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Acabarían por expulsarlo del Congreso cuando se opuso, con duras palabras, a sancionar con su presencia los Tratados internacionales por los cuales la Argentina renunciaba a la soberanía de sus ríos(33).

(33) Sesión del 7 de Octubre de 1853. // Citado por José María Rosa. “Nos los Representantes del Pueblo” (1963), segunda edición. Ed. Huemul, Buenos Aires.

Catamarca lo volverá a elegir en su propia vacante y el Congreso no tardó en desagraviarlo aprobando el Acta. Urquiza debió sugerirlo. Pero el calafate no quiso reincorporarse; sus rencores siempre fueron definitivos.

Tres provincias, Catamarca, Corrientes y Santa Fe (en realidad Segura, Pujol y Manuel Leiva), lo hicieron senador al flamante Congreso Nacional de Paraná. Optó por Catamarca agradecido al gobernador (Pedro José) Segura, por sostenerlo en el incidente de la expulsión.

Resentido con Del Carril y los ministros por el mismo motivo, no tardaría en romper con el propio Urquiza al oponerse “como Brigadier de la Nación” al proyecto de ley que ascendía a General a Juan Saá. Y en el ‘61, por oposición a Urquiza y Derqui, se pondrá del lado de Buenos Aires y adhiere a la revolución que fundaría la hegemonía mitrista en Corrientes.

En 1862 acepta de Patricio Cullen el extraño cargo de Presidente del Superior Tribunal de Justicia de Santa Fe; el calafate, viejo ya para su oficio, se siente abogado en sus últimos años; tal vez fue su verdadera vocación. Sin título habilitante, es fama en Santa Fe que fue un juez íntegro, aunque con profano respeto por los formulismos procesales.

Es fama también que dictaba justicia con los entorchados de Brigadier General sobre el traje civil, lo que no es de extrañar porque el general Paz cuenta que en 1841 las usaba bordadas en el poncho.

En 1865, de nuevo senador -ahora mitrista- irá a vivir a Buenos Aires; los años habían calmado al formidable luchador, pero no le quitaron la testarudez. Inevitablemente había roto con Mitre en 1867 cuando le llegó la muerte en su quinta de Belgrano.

Nadie se acordaba en el Senado que había sido el creador de la provincia de Corrientes cincuenta años atrás, el iniciador del Pacto de unidad argentina y el opositor a Rosas del año 40. Había sobrevivido a su prestigio.

Ver:

Ferré, Pedro Juan

Biografía de Pedro Ferré escrita por Manuel Florencio Mantilla

Genealogía de Pedro Juan Ferré

Incertidumbres para establecer el lugar y fecha de nacimiento de Pedro Ferré

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