ANDRES ARTIGAS EN CORRIENTES
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La ocupación de la Ciudad de Corrientes por parte de un ejército de guaraníes misioneros -pese a no registrarse desmán alguno durante su pemanencia en la misma- generó entre el patriciado local un terror que propició el desarrollo de una verdadera leyenda negra alrededor de la figura de Andrés Artigas, basada fundamentalmente en las “Memorias” de Félix Pampín y Pedro Ferré, testigos de la ocupación que, como miembros de la oligarquía local, dejaron una oscura visión de la misma.
Las “Memorias” de Pampín sirvieron como fuente para la obra de su yerno, el historiador Manuel Florencio Mantilla, que signó la visión negativa respecto a los guaraníes que caracteriza a la historiografía clásica correntina.
Pero estas mismas fuentes comparadas con otras, como las cartas de las hermanas Postlethwaite -también testigos de la presencia de Andresito y sus tropas en la Ciudad de Corrientes- permiten ver las cosas de otra manera.
Más allá del resentimiento y la incomodidad propias de la ocupación de una ciudad por un ejército ajeno al medio, la incursión de los guaraníes podría decirse que fue moderada, tranquila y ordenada, registrándose pocos hechos de violencia.
Frente a la costumbre generalizada de la época de saquear y violentar las ciudades ocupadas, la entrada de las tropas de Andrés Artigas a Corrientes fue ordenada y marcial siendo descripta detalladamente por el propio Pampín.
Si bien el aspecto de los soldados de Andresito suscitaba temor, ya que venían muy mal equipados y semidesnudos, la ocupación fue pacífica, distando mucho de ser el salvaje malón del que hablan algunos historiadores.
Tras el triunfo de los guaraníes en Saladas, el temor ancestral a un devastador ataque aborigen que destruyera la ciudad -originado en los días de la Conquista- renació entre los aterrorizados correntinos que no pudieron escapar.
La noche del 2 de Agosto de 1818 reinó la violencia en Corrientes, pero no por el temido saqueo de los indios, que se creía pasarían a degüello a la población, sino por los excesos a los que se entregaron los Cívicos Correntinos que debían vigilar la ciudad, ya que los guaraníes aún permanecían en Saladas.
El Congreso Provincial se autodisolvió y el Cabildo, que asumió interinamente el poder, resolvió enviar una delegación ante el Comandante General Andrés Artigas para mediar, en la que se encontraban importantes personalidades artiguistas, incluido el propio gobernador depuesto, Juan Bautista Méndez, quien fuera liberado a tal fin.
Andresito solicitó el acopio de todas las armas, tanto en la ciudad como en la campaña, y una suma de dinero para “calmar a las tropas”. Los guaraníes, por otra parte, mantuvieron en todo momento la disciplina y no protagonizaron ningún tipo de desmán. Igualmente, el Cabildo no pudo brindar la suma requerida porque los caudales habían sido llevados por Vedoya.
- Las negociaciones
El Cabildo, única institución que subsistió -aunque incompleta(1)- tras la derrota de las fuezas pro porteñas en Saladas, reintegró en la Comandancia General de Armas al Sargento Mayor Pedro Sánchez Negrette y acreditó ante Andrés Artigas una diputación formada del gobernador depuesto, Juan Bautista Méndez; del Alcalde de 2do. voto, Francisco de Paula Pérez; y del R. P. comendador José Rodríguez.
(1) Quedaron el Alcalde de 1er. voto, el Alcalde Provincial, el Alférez de la Patria, el Procurador de la Ciudad y el Actuario Público. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo hasta el Tratado del Cuadrilátero)”.
En viaje al campamento de Andrés Artigas, los comisionados abrieron las negociaciones desde el San Lorenzo, caracterizando que las responsabilidades pertenecían a los emigrados y al elemento militar, bajo cuya presión se había procedido.
Andrés Artigas no tenía prisa... Después de enviar fuerzas al Puerto de Goya para que, tomando embarcaciones, persiguieran al coronel José Francisco Vedoya y a los emigrados -lo que se efectuó sin éxito- inició su marcha a la capital “donde penetró en la primera quincena de septiembre”, según Hernán Gómez, fecha que no coincide con el proporcionado por otros historiadores.
La hizo preceder de las disposiciones más enérgicas; requisó todas las armas y municiones del Estado o de los particulares, bajo pena del “último suplicio”(2); dispuso que las casas de comercio permaneciesen abiertas, sin recelo (sic) de la presencia de las fuerzas(3); que se le devolviesen todos los indios misioneros traídos por el coronel Vedoya y que se repartieron para el servicio doméstico(4); que se saldasen las deudas al Estado por los comerciantes porque él necesitaba de recursos(5); y otra serie de medidas que no hicieron sino anticipar el régimen que se abrió en la provincia.
(2) Bando del 10 de Agosto de 1818.
(3) Bando del 22 de Agosto de 1818.
(4) Bando del 28 de Agosto de 1818.
(5) Bando del 18 de Septiembre de 1818. // Todo citado por Hernán Félix Gómez. “Historia de la provincia de Corrientes (desde la Revolución de Mayo hasta el Tratado del Cuadrilátero)”.
- Pedro Campbell
Poco después de la victoria de Saladas, se unió a Andresito un contingente de Curuzú Cuatiá, en el que se encontraba un curioso personaje: Pedro Campbell.
Irlandés de nacimiento, Peter Campbell había llegado al Plata durante la primera invasión inglesa como integrante de la división de Beresford. Tras el rechazo de la misma permaneció en el país, radicándose en Corrientes donde se dedicó a la curtiembre de cueros y adquirió fama por su destreza con el cuchillo.
Se adaptó tan bien a la vida del campo que se lo conocía, popularmente, como el “gaucho pelirrojo”. En 1814 se adhirió a la causa artiguista; por sus conocimientos en el arte de la navegación y su fidelidad, Andrés Artigas lo designó Comandante de la Marina artiguista del Paraná, instalando la misma en Goya para tratar de detener a los conspiradores en fuga, lo cual no pudo hacer, porque éstos ya habían pasado.
Campbell organizó en Goya su flota, incorporando algunos barcos paraguayos decomisados y, con ellos, patrullaba las aguas del Paraná buscando vigilar también los movimientos de los porteños en Santa Fe. Parte de la tripulación estaba compuesta por aborígenes guaraníes.
Andrés Artigas se tomó todas las previsiones antes de su ingreso a Corrientes; además de la requisación de armas -en previsión a una posible sublevación- envió una columna al mando de Sití a ocupar el Puerto de Esquina, mientras el pueblo de Goya era controlado por los contingentes de Campbell.
Recién entonces, una vez que se aseguraron todos los frentes y se alejó la posibilidad de quedar acorralado, Andrés Artigas decidió ingresar a Corrientes.
El 16 de Agosto de 1818 Campbell, con una guardia de 100 guaraníes, se dirigió a esa ciudad para hacer los preparativos necesarios para recibir a Andresito; entre ellos, recomendó al Cabildo volver a izar el pabellón tricolor, dejado fuera de uso por Vedoya.
- La entrada de Andresito a Corrientes
Terminados los aprestos, pasado el mediodía del Viernes 21 de Agosto de 1818, el Comandante General Andrés Artigas realizó su ingreso a Corrientes; a una legua de distancia desmontó y entró a la ciudad respetuosamente, a pie y desarmado, en medio de sus tropas engalanadas con banderas artiguistas.
Le precedía un escuadrón de caballería, con algunos cañones que Vedoya había abandonado en el campo de batalla; luego venía el resto de la comitiva: varios de sus principales comandantes; las tropas de la infantería y el resto de la caballería guaraníes; y, cerrando la formación desfilaba un grupo de niños guaraníes recientemente liberados de la servidumbre a la que estaban sometidos.
El ingreso del ejército guaraní en forma ordenada y sin ninguno de los excesos que se temían fue sin dudas un espectáculo pintoresco y colorido pero profundamente humillante para la orgullosa ciudad. Los indios, que siempre habían sido servidores, ahora ingresaban como autoridades. Muchos vecinos asistieron al desfile de ingreso porque fueron obligados por los hombres de Campbell.
Andrés Artigas fue recibido por los funcionarios del Cabildo, tras lo cual descansó en la Capilla de La Cruz de los Milagros. Luego, en medio de un clima festivo, con música, salvas y repique de campanas, se dirigió a la Iglesia Matriz donde asistió a un solemne Tedeum oficiado por fray Tomás Félix Hernández y acompañado por la música de un coro de indígenas, del que participó parte de la población local y las autoridades civiles y religiosas.
Como parte del protocolo de rigor, concluido el acto religioso, Andrés Artigas dio una vuelta a la Plaza Central, simbolizando la toma de posesión de la ciudad. Las tropas fueron posteriormente acuarteladas, alojadas en las casas de las familias que se habían fugado y Andresito instaló su Cuartel General, irónicamente, en la casa de Manuel Vedoya, el padre del prófugo ex gobernador.
Como ya mencionamos, muchos niños que estaban destinados al servicio doméstico fueron liberados. Ni bien llegaron, los soldados guaraníes secuestraron, de las casas de las ricas familias locales, un grupo de niños blancos -hijos de los patrones- cuyo número era igual al de los niños guaraníes esclavizados.
Todos los vecinos temieron por la suerte que estos podrían sufrir en manos de los indios salvajes. Al cabo de una semana, Andresito convocó a las desesperadas madres y, tras devolverles a sus hijos sin ningún rasguño, les dijo que esperaba que la experiencia les sirviera de lección para que “recuerden en adelante que las madres indias también tienen corazón”.
- La gestión de Andrés Artigas como Comandante General de Misiones y Corrientes
A pesar de que muchas veces se afirma que Andresito fue gobernador de Corrientes, nunca ostentó este título; en realidad fue una suerte de interventor enviado por José Artigas, con el título de Comandante General de Corrientes; como, simultáneamente, seguía siendo el Comandante General de Misiones, el territorio bajo su jurisdicción tenía una extensión inmensa.
El Gobierno nominal pasó al Cabildo local hasta que Juan Bautista Méndez fue repuesto en el cargo de gobernador. Igualmente, las atribuciones que siguió teniendo el Jefe guaraní fueron amplias tanto política como militarmente.
Apenas llegado, Andresito mandó apresar al Alcalde de primer voto del Cabildo correntino, Bartolomé Cabral, que no había huido a pesar de ser abiertamente opositor a Artigas y lo mantuvo engrillado a bordo de la nave capitana de Campbell pero, por la insistencia de los vecinos, a los pocos días lo liberó.
En los meses en que estuvo al mando, Andrés Artigas llevó adelante múltiples iniciativas:
* la requisación de todas las armas;
* la disposición de que los comercios abrieran sus puertas al estar ya normalizada la situación (22 de Agosto);
* la liberación de todos los indígenas sometidos al servicio doméstico (28 de Agosto);
* el cierre del puerto a los buques que no fueran de la Liga Federal (5 de Septiembre); etc.
Para dar, finalmente, por superada la crisis, el 5 de Septiembre de 1818 dictó un indulto general y, poco después, repuso a Juan Bautista Méndez en el cargo de gobernador, siguiendo las Instrucciones dadas por José Artigas, aunque permaneció en la ciudad con sus tropas a fin de garantizar la paz.
El 26 de Octubre de 1818 fue reorganizado el Cabildo; de esta manera se normalizó, a lo que se sumó la renovación de las autoridades de la campaña.
Andresito, temiendo los roces que pudieran darse entre su tropa y la población local, aplicaba severos castigos a cualquier exceso de sus soldados, a tal punto que durante la ocupación de la ciudad por parte de las temidas hordas de indios saqueadores sólo se reportaron el robo de un pañuelo y el hurto de algunas baldosas del Cabildo.
A pesar de los esfuerzos de Andrés Artigas, la relación de sus hombres con la población local era cada vez más tensa; los guaraníes se mostraban desenfadados y orgullosos, por la victoria obtenida hacía poco, mientras los correntinos, acostumbrados a verlos como sirvientes sometidos y ostentando una tradicional discriminación, no dejaban de mostrarse altivos frente a los invasores.
Las hermanas Postlethwaite, al respecto, afirmaban que “lo cierto es que los correntinos y particularmente las mujeres no podían vencer el habitual menosprecio con que miraban a los indios y nada hacían para congraciarse con Andresito, a pesar de que se hallaban todos a su merced”.
Para tratar de distender el ambiente, a Andrés Artigas se le ocurrió una idea que sólo consiguió agravar la situación: organizar representaciones teatrales aprovechando que sus soldados tenían muy buenas aptitudes para este antiguo arte, introducido en tiempos de los jesuitas y mantenido como tradición en los pueblos.
Las representaciones tenían casi siempre temas religiosos y el Comandante decidió realizar cuatro funciones en los primeros días del mes de Octubre, en la Iglesia Matriz, en las que se pondría en escena la obra “La Tentación de San Ignacio”.
Los trajes de ángeles utilizados en la obra fueron encargados a las hermanas Postlethwaite, hijas de un importante comerciante inglés, muy cercano a Andresito en esos días.
Las obras fueron un éxito entre las clases populares de Corrientes pero las familias de clase alta, salvo algunos comerciantes ingleses y funcionarios, no asistieron ninguna noche, a pesar de las expresas invitaciones que recibieron.
Este hecho constituyó una dura humillación para Andresito, quien estaba dispuesto a devolver la afrenta: el 7 de Octubre de 1818, al son de tambores, convocó a todos los hombres de Corrientes a la Plaza Central y los obligó a arrancar con las manos los yuyos que crecían en ella durante todo el día, bajo un sol abrazador; a su vez, al atardecer, organizó una fiesta, en la que obligó a bailar a las mujeres con los soldados de su ejército.
Refieren las hermanas Postlethwaite que, a causa de esta medida, entre humillante y risueña, “la plaza nunca se vio tan limpia como entonces”. Según apreciaciones de Alejandro Larguía, “si algo faltaba para dejar impreso el recuerdo de rencor y humillación en las familias del patriciado correntino, aún ligado a las pautas virreinales, esto fue definitivo. Tal es así que aún perdura”.
- El ataque paraguayo a Corrientes
El Comandante de Marina, Pedro Campbell, desarrolló una intensa actividad desde su designación formando una pequeña flota con la que cumplió las Instrucciones de Andresito de impedir la libre navegación del Paraná a los barcos que no pertenecieran a la Liga de los Pueblos Libres; la mayor parte de éstos eran paraguayos, los cuales eran incautados junto con las mercaderías que transportaran.
La embarcación secuestrada pasaba a formar parte de la flota artiguista automáticamente; las mercaderías, por su parte, se destinaban a la venta al vecindario local, en la llamada “Tienda del Ejército Guaraní”, que proporcionaba el dinero para la manutención de las tropas sin gravar a la ciudad.
A principios de Octubre de 1818, la flota de Campbell se alejó de Corrientes rumbo a Goya, para auxiliar a Santa Fe en su lucha contra una nueva invasión directorial, dejando sólo un barco para proteger la ciudad.
Ante la ausencia de defensas fluviales en Corrientes, el Dictador del Paraguay, Gaspar Rodríguez de Francia, consideró que estaban dadas las condiciones para tomar revancha de las pérdidas sufridas en los últimos meses y decidió atacar la ciudad, para lo cual envió una pequeña flota al mando del capitán Rolón, la que llegó a su objetivo el 10 de Noviembre de 1818.
Inmediatamente sometió a la ciudad a un bombardeo, contestado por el barco dejado por Campbell que disparaba desde la costa, por hallarse en reparación en el astillero de Ferré. Andresito convocó rápidamente a sus soldados y a las milicias correntinas, emplazando cañones en varios puntos de la costa y respondiendo al fuego enemigo.
Los paraguayos también intentaron capturar algunos botes, defendidos por el secretario de Andresito, Juan Mexías Sánchez quien, por su impericia en la lucha en el río, mandó fondearlos y llevar la lucha a tierra firme, rechazando a los enemigos que finalmente debieron retirarse tras dos días de escaramuzas, sin poder llevarse más que una pequeña zumaca(6).
(6) Zumaca o sumaca es una voz antigua, hoy en desuso, que designaba a una embarcación pequeña de dos palos utilizada para el cabotaje en las colonias españolas de América y en Brasil. // Citado por Jorge Francisco Machón y Oscar Daniel Cantero. “Andrés Guacurarí y Artigas”.
Indudablemente, dadas las Instrucciones de Rodríguez de Francia, el ataque fue un fracaso debido a la impericia de Rolón pero también a la firme defensa de Corrientes, llevada adelante en forma mancomunada por correntinos y misioneros y organizada por Andrés Artigas.
- La expedición a Santa Fe
En Julio de 1818, Estanislao López asumió como gobernador de Santa Fe en reemplazo del vacilante Mariano Vera; el nuevo gobernante, debido a su firme apoyo a José Artigas, recibió el ataque conjunto de las fuerzas directoriales, desde Córdoba (Bustos), Buenos Aires (Balcarce), Entre Ríos (Hereñú) y por el Paraná (flota de Hubac).
Para socorrer a Santa Fe y proteger a Corrientes de un posible avance porteño Paraná al Norte, Andresito envió en Octubre de 1818 a la flota de Campbell hacia Goya. Una vez superado el peligro que representó el ataque paraguayo de Noviembre, a principios de Diciembre de 1818 el gaucho irlandés avanzó hacia el Sur acompañado por un fuerte contingente de tropas guaraníes, mientras una partida de unos trescientos hombres -al mando del Sargento Mayor Francisco Javier Sití, avanzaba por tierra en auxilio de López.
Apenas llegado, Campbell atacó vivamente a la escuadra del francés Angel Hubac, por entonces al servicio de Buenos Aires, obligándolo a replegarse y levantar el bloqueo que venía sosteniendo sobre la Ciudad de Santa Fe.
Balcarce logró conquistar luego esta ciudad pero, el 7 de Diciembre de 1818 debió abandonarla ante el permanente ataque de las montoneras de López, apoyadas por los guaraníes misioneros que se unieron a las fuerzas entrerrianas de Ricardo López Jordán.
El contingente de Sití se batió heroicamente al lado de López mientras las tropas al mando de Campbell avanzaron por tierra hacia Rosario, donde se había refugiado Balcarce, imponiéndole un duro sitio tras el cual los porteños debieron retirarse hacia su provincia. Debido a su fracaso, Balcarce fue sustituido en el mando por Viamonte.
López, con las tropas guaraníes y correntinas de Campbell, intentó entonces atacar a las fuerzas de Bustos, en la sangrienta batalla de La Herradura. Al no poder conquistar la plaza, retrocedió nuevamente a Santa Fe donde batió a la vanguardia porteña comandada por Hortiguera obligando a Viamonte a retirarse.
A pesar de las victorias, Campbell tuvo serios inconvenientes con sus tropas guaraníes, quizá debido a que éstas no veían con buenos ojos el ser conducidos por un extranjero en tierras que no eran las suyas pero, fundamentalmente, por las duras condiciones de la campaña en la que sufrieron la falta de alimentos, ropa y armamento; las deserciones se volvieron frecuentes y muchos aborígenes optaron por atravesar el Chaco para regresar así a Corrientes.
Las victorias federales se sucedieron a principios de 1819, por lo que en Abril de 1819 se firmó un Armisticio en San Lorenzo a partir del cual los porteños se comprometían a abandonar la provincia de Santa Fe. Terminada temporalmente la guerra, gran parte de las tropas misioneras retornaron a su provincia.
- El alejamiento de Andrés Artigas de Corrientes
Repuesto Méndez, en Septiembre de 1818, las tropas misioneras permanecieron en Corrientes algunos meses más para garantizar el orden. En Diciembre de 1818 Andresito, tras enviar a Campbell a Santa Fe, partió desde Goya hacia la capital provisoria de Misiones, Asunción del Cambay, para realizar una nueva concentración de tropas guaraníes en vista a sus futuros planes bélicos.
En el camino fue liberando a los aborígenes que se encontraban en calidad de sirvientes en las estancias.
Simultáneamente, a principios de 1819, los contingentes de Sotelo, Mbaibé y Tiraparé se concentraban en Ibiritingay. En tanto, durante Enero y Febrero del mismo año, se trazaron en Cambay los planes de una nueva incursión en territorio portugués, según las Instrucciones dadas por José Artigas.
El 4 de Marzo de 1819 Andrés Artigas regresó apresuradamente a Corrientes, acompañado únicamente de su escolta de granaderos, compuesta por soldados de color, para acallar los malintencionados rumores que le llegaron acerca de su compañera, Melchora Caburú, cuya asidua asistencia a los bailes locales era el comentario del momento.
Aparentemente, el hecho concluyó con la separación de la pareja luego de que el comandante le propinara una feroz paliza a su cónyuge.
En los días sucesivos y en vistas a la futura campaña militar, Andrés Artigas realizó una solicitud formal de dinero (8.000 pesos) al Cabildo de Corrientes para el abastecimiento de armas, ropa y alimentos de sus tropas que presentaban un aspecto deplorable.
Finalmente, el 23 de Marzo de 1819, tras siete meses de ocupación, Andrés Artigas y sus fuerzas guaraníes abandonaban Corrientes definitivamente, rumbo a una nueva campaña.
Para evitar un nuevo alzamiento en su ausencia, Andresito invitó a los correntinos a que lo acompañen pero, si no lo hacían y se rebelaban, les advirtió que recordarán que “la Providencia me ha dado dos brazos y suficientes fuerzas para combatir con la una mano contra las tropas (portuguesas) (...) y (con) la otra inclinaré siempre a los rebeldes americanos que no conozcan mi magnanimidad...”.