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Tensiones, tratados y conflictos

El éxito de la revolución de Septiembre fue confirmado por el colapso del sitio de Buenos Aires en 1853. Muchos de los que habían permanecido leales a la contrarrevolución de Lagos, salieron de la provincia de Buenos Aires en busca de lugares más seguros. El Gobierno porteño se aseguró la partida de otros en Agosto desterrando a nueve conocidas figuras políticas de quienes se sospechaba que simpatizaban con la causa de Lagos(1).

(1) Periódico “El Nacional”, 8 de Agosto de 1853. Los exiliados eran Manuel Olazábal, Pedro José Agüero, Bernardo Romero, Juan Ramón Nadal, Juan Montes de Oca, Carlos Horne, Julián Aranda, Ciríaco Díaz Vélez y José María Pita. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En el mismo mes, la reorganización de la Corte Suprema de la provincia -con Valentín Alsina a su cabeza- se granjeó aún más la confianza de los antirrosistas más extremistas. Inmediatamente se iniciaron varias acciones contra los que habían participado en el así llamado “Terror del año 40”, esa vigorosa represión de los que habían conspirado contra el régimen de Rosas en 1840(2).

(2) Por lo menos dos rosistas serían ejecutados por su participación en las atrocidades: Ciríaco Cuitiño y Leandro Alem, este último padre del famoso orador, diputado y organizador radical. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Pero tanto la salida como la persecución de los elementos políticos hostiles a la revolución de Septiembre no podía garantizar la tranquilidad de Buenos Aires. Les era demasiado fácil a estos emigrados y fugitivos refugiarse en la Confederación y desde allí complotar el retorno al poder en su misma provincia.

El Gobierno de Paraná, que aún tenía esperanzas de obtener el control de la rica provincia porteña, favorecía naturalmente cualquier movimiento revolucionario que podría instalar un Gobierno simpatizante en Buenos Aires.

Al mismo tiempo -como ya lo hemos señalado- las intrigas de los políticos porteños, verdaderas o imaginarias, amenazaban el delicado equilibrio entre las provincias, equilibrio sobre el cual descansaba toda la estructura de la Confederación.

El momentáneo regreso de Sarmiento a Mendoza a principios de 1854; las actividades de los hermanos Taboada en el Noroeste; los rumores que corrían sobre el envío de misiones; y el despacho de oro desde Buenos Aires a las provincias del Interior, eran todos aspectos de este turbulento estado de cosas. Con buenas razones, el vicepresidente escribió a Urquiza en Febrero de 1854:

Son inmensos los chismes que llevan de todas partes y es necesario tener bien fuerte la cabeza para no marearse(3). Por cierto había aquí un campo fértil para que brotasen conflictos entre Buenos Aires y las provincias.

(3) Del Carril a Urquiza, 6 de Febrero de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

A fines de Marzo de 1851, preocupó al Gobierno porteño la visible fuerza de los elementos de la oposición en las zonas rurales de la provincia y también los rumores que corrían sobre la actividad de los cabecillas exiliados en Santa Fe. En consecuencia, se produjo una interrupción en las discusiones sobre la Constitución y se pidieron poderes extraordinarios para hacer frente a esta situación. La respuesta de la Legislatura fue decisiva:

La Honorable Sala... ha adquirido la certidumbre de que ese pequeño círculo conspira abiertamente contra las autoridades legalmente constituidas, sostenido por una mano enemiga (Urquiza) y siempre dispuesta al mal contra Buenos Aires.
El Gobierno... queda plenamente autorizado para destituir, arrestar y extrañar fuera de la provincia a los que pretenden perturbar el orden público dando cuenta a la Honorable Sala dentro de ocho días(4).

(4) Sesión del 3 de Abril de 1854. “Diario de Sesiones” (1854), p. 108. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El Gobierno usó inmediatamente estos poderes extraordinarios para desterrar a otros siete cabecillas opositores, arrestar a otros cuatro individuos y hacer perder sus cargos en la curia a varios sacerdotes(5).

(5) Periódico “El Nacional”, 7 de Abril de 1854. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Estas deportaciones, empero, sólo sirvieron para aumentar el poder de los emigrados que estaban reuniendo sus fuerzas en Santa Fe, fuera del alcance efectivo del Gobierno de Buenos Aires. Así informaba el encargado británico:

Nada muestra más claramente el Estado de la provincia de Buenos Aires que la última fuga del coronel Antonio Reyes de la prisión de Buenos Aires donde estaba bajo sentencia de muerte por actos que -según dicen- había cometido durante el Gobierno de Rosas y por sus órdenes, fuga que tuvo lugar a principios de este último mes (Junio); se quedó tres días en la ciudad y luego se dirigió a Rosario a caballo y durante su viaje a través de la comarca se le unieron 40 hombres armados que llevaban 100 caballos y que cruzaron la frontera con él(6).

(6) Gore a Clarendon, 5 de Julio de 1854. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 185, Nro. 54. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La actitud que la Confederación mostraba hacia los emigrados de Buenos Aires era de neutralidad más que benevolente. Irritadas por rumores de intrigas porteñas en las otras provincias, las autoridades de Paraná supusieron que la invasión de Buenos Aires por esos emigrados podría poner fin a las actividades del Gobierno porteño y tal vez provocar el colapso de ese Gobierno.

La posición de la Confederación, tal como surge de documentos contemporáneos, demuestra que deseaba prestar su ayuda a una invasión de Buenos Aires con dinero, armas y el derecho de asilo para sus integrantes. En Mayo, el ministro de Guerra de la Confederación, agregaba en una postdata a una carta a Urquiza:

Olvidaba decir a V. E. que por comunicaciones del general Costa datadas el 10 del actual (Mayo), soy instruido que se engancharon el primer día 30 hombres para el regimiento de dragones, demostrándose así la capacidad de reunir el completo de aquella fuerza en breve tiempo(7).

(7) Alvarado a Urquiza, 12 de Mayo de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El objetivo de esta fuerza militar -la invasión de Buenos Aires- lo discutieron abiertamente los consejeros próximos a Urquiza, tal como Benjamín Victorica(8).

(8) Costa a Victorica, 22 de Junio y 11 de Julio de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En Septiembre, Gerónimo Costa escribió a Urquiza una carta en la que demostraba cuán íntimamente los emigrados colaboraban con las autoridades de la Confederación:

Acompaño a V. E. unas copias de cartas que he recibido de Montevideo y Buenos Aires... El sur, centro y norte están prontos y sólo estoy demorado por la falta de las armas pues Victorica ha equivocado la orden que le di de mandármelas en el momento de su llegada a Montevideo.
No abrigo la más ligera duda del feliz y pronto resultado de la empresa, que dará por resultado la unión de esta patria de los argentinos, tan digna de mejor suerte.
Nada he realizado de la oferta que V. E. me hizo de los seis mil pesos porque habiéndose excusado don José María Achabal con el pretexto de no tener fondos disponibles, he creído prudente no tocar este negocio con ninguna otra persona.
El coronel Laprida ha preparado ya su Departamento que sólo espera su presencia para ponerse en armas. Mucha falta hace el coronel Olmos y desearía que V. E. le hiciera venir pronto.
El mayor Nadal debe también estar por aquí para que avíse a su Partido, pues en Zárate ya tengo quién haga la reunión, y es bueno sea simultánea con la de la Capilla del Sur en donde Nadal tiene sus relaciones.
En la copia de carta de Victorica verá V. E. la referencia que hace a un armamento que está en Montevideo perteneciente al Gobierno Nacional.
V. E. me dirá lo que determine sobre esa indicación(9).

(9) Costa a Urquiza, 23 de Septiembre de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Los rumores de una invasión inmediata circulaban por todos lados y el vicecónsul recogió varias versiones que fueron transmitidas al Foreign Office. Una de ellas, “... obtenida de una fuente de información indiscutible”; se refería a planes forjados en Montevideo.

Estos planes se hacen en connivencia con el general Urquiza quien, aunque no tome parte aparentemente en la revolución, la ha de proveer con fondos y sólo prestará asistencia militar en caso de necesidad(10).

(10) Parish a Clarendon, 28 de Septiembre de 1854. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 186, sin número, confidencial. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Un segundo Informe del vicecónsul británico en Rosario afirmaba:

... que los emigrados se inclinan fuertemente a intervenir en un movimiento contra Buenos Aires, pero que el general Urquiza no desea ayudarlos(11).

(11) Parish a Clarendon, 3 de Octubre de 1854. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 186, Nro. 9. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Una indicación oficial de la neutralidad de la Confederación fue dada a principios de Octubre cuando el gobernador de Santa Fe informó al ministro del Interior los preparativos que llevaban a cabo los emigrados porteños para invadir la provincia vecina.

El ministro José Benjamín Gorostiaga contestó aprobando las medidas tomadas por las autoridades de Santa Fe para prevenir tal agresión:

El Gobierno Nacional vería con desagrado todo hecho armado que partiese de una provincia confederada para obrar sobre la suerte de Buenos Aires, aun cuando la política del Gobierno de ésta hostilizase a aquéllos a quienes se niegan los derechos de ciudadanos..."(12).

(12) Periódico “El Nacional Argentino” (Paraná), 12 de Octubre de 1854. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Los emigrados, al principio, se sintieron algo desconcertados por las declaraciones oficiales. El hijo de Urquiza, Diógenes, se refirió a su reacción desde Montevideo:

Los emigrado de Buenos Aires han mirado generalmente con mucho disgusto la Nota del 7 (de Octubre). Se habían figurado que nuestros Ejércitos iban a marchar sobre Buenos Aires para secundar la anunciada invasión.
Quedan sin embargo, más tranquilos después de las reflexiones que han oído y después de pasada la primera impresión(13).

(13) D. J. de Urquiza a Urquiza, 19 de Noviembre de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Un recibo hallado entre los papeles de Urquiza muestra que Gerónimo Costa había recibido doscientas onzas de oro de Benjamín Victorica el 23 de Octubre, sólo doce días antes de la invasión a Buenos Aires. La víspera de la invasión, otro emigrado, Hilario Lagos, escribía a Urquiza para anunciarle que había resuelto partir con sus camaradas en una gloriosa cruzada.

La invasión, que había sido lanzada con la implícita anuencia de Urquiza, si no con su apoyo armado, tuvo lugar el 4 de Noviembre de 1854, bajo el mando de Gerónimo Costa.

El deseo que tenían los emigrados de retornar a su provincia se frustró al poco tiempo. El Gobierno de Buenos Aires había mantenido fuerzas militares importantes en la frontera Norte de la provincia durante todo 1854 para contrarrestar cualquier amenaza a su integridad. Un contingente al mando del general Hornos venció y puso en desordenada fuga a los invasores en la localidad de Tala, sólo cuatro días después de su entrada en la provincia.

El choque de estas fuerzas puso a Buenos Aires y la Confederación al borde de la guerra. La ciudad porteña fue dominada por el pánico cuando llegaron las primeras noticias de la invasión, pero recobró rápidamente la confianza al recibir informaciones de la victoria de Hornos. El vicecónsul británico envió a Londres el siguiente despacho:

El Gobierno celebró un Consejo Especial para ponerse de acuerdo sobre las medidas que habrían de tomarse y el doctor Lorenzo Torres hizo aprobar una moción por la cual el Poder Ejecutivo debería ser autorizado a enviar un Ejército hacia cualquier lugan donde pudieran estar los invasores y sus instigadores, aun cuando estuvieran más allá del territorio del Estado de Buenos Aires. También se votaron los medios del Tesoro Público para pagar los Gastos de esta expedición.
Buenos Aires tiene la intención de hacer la guerra personalmente a Urquiza. El Gobierno enviará un Ejército a la provincia de Santa Fe y hará un ofrecimiento para tratar con las provincias confederadas sin que intervenga Urquiza.
Para Buenos Aires, Urquiza es el único obstáculo que impide un arreglo amistoso con las provincias y su alejamiento de la presidencia es la única condición que aceptará.
Se unirá o aceptará mantener relaciones pacíficas con las provincias confederadas reunidas en Congreso en Buenos Aires...
Se espera levantar un Ejército de cinco a seis mil hombres para cruzar la frontera y penetrar en la provincia de Santa Fe y tratar de apoderarse de Rosario(14).

(14) Parish a Clarendon, 12 de Noviembre de 1854. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 186, Nro. 18. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

A los propósitos agresivos del Gobierno de Buenos Aiies no siguieron consecuencias inmediatas, aunque Mitre marchó hacia el Norte con refuerzos y recibió órdenes de actuar como Jefe de Estado Mayor del Ejército de Hornos. Dos semanas más tarde el vicecónsul británico afirmaba:

Se han producido continuas discusiones, violentas y furiosas, en las Cámaras de Buenos Aires, sobre si se debe enviar o no un Ejército para que cruce la frontera y penetre en la provincia de Santa Fe.
Primero se resolvió ir a la guerra; luego se discutió nuevamente, pero no se ha llegado aún a ninguna decisión positiva. Al parecer, la mayoría vota o por la guerra o por una paz armada...
No obstante moderó algo estas opiniones la convicción de que una invasión o las hostilidades contra el general Urquiza sería resistida por las provincias y que el Ejército de Buenos Aires no es uno en el que se pueda confiar fuera de la provincia...
Se hicieron algunas tentativas de inducir al Gobierno a entrar en negociaciones pacíficas para asegurar la tranquilidad de las dos partes, lo cual me parece la más probable solución de todo el asunto(15).

(15) Parish a Clarendon, 28 de Noviembre de 1854. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 186, Nro. 19. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Las consecuencias de la invasión de Costa dieron lugar a expresiones igualmente agresivas tanto en Paraná como en la Confederación. El primer Congreso convocado -según las estipulaciones de la nueva Constitución- se reunió en Paraná el 22 de Octubre, unos días antes de la invasión, para oír a Urquiza denunciar los intereses egoístas de Buenos Aires que impedían que la unidad nacional se transformase en una realidad.

Posteriormente, aunque Urquiza censuró la invasión de Costa, echó toda la culpa de la resultante tensa situación a la actitud hostil e intransigente del Gobierno porteño. En respuesta inmediata a este Mensaje y a las numerosas informaciones de la inminente invasión porteña a Santa Fe, el Congreso dio a Urquiza las más amplias facultades:

... para consultar la seguridad e integridad del territorio de la Confederación, haciendo la paz o la guerra, según lo aconsejaren las circunstancias y, al efecto, podrá usar de todas las atribuciones para cuyo ejercicio necesita la autorización del Congreso(16).

(16) “Rejistro Nacional (los primeros tres volúmenes impresos como Registro Oficial) de la República Argentina que comprende los documentos espedidos desde 1810 hasta 1873” (1879-1884), tomo III, p. 168, seis volúmenes, Buenos Aires. Significativos Informes sobre el peligro de una invasión porteña: S. Oroño a Urquiza, 15 de Noviembre de 1854; Pico a Urquiza, 17 de Noviembre de 1854; D. J. de Urquiza a Urquiza, 20 de Noviembre de 1854; todos en el Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Benjamín Virasoro fue colocado a la cabeza de un Ejército en la frontera de Santa Fe. Hilario Lagos, que había participado en la reciente invasión, fue despachado de Paraná con órdenes de organizar a los emigrados porteños en Rosario(17).

(17) Lagos a Urquiza, 28 de Noviembre de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo de Hilario Lagos. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

A despecho de la beligerancia que reinaba en ambas márgenes del Arroyo del Medio, en aquel momento ni el Gobierno de Paraná ni el de Buenos Aires tenían deseos de precipitar a la Argentina en una guerra civil. Por consiguiente, a fines de Noviembre, Urquiza recibió muy bien el ofrecimiento privado hecho por dos prominentes negociantes, José María Cullen -a quien pronto iban a nombrar gobernador de Santa Fe- y Daniel Gowland, “... de explorar el terreno para ver si era posible hallar algún camino para ahorrar la efusión de sangre(18).

(18) Gowland a Urquiza, 9 de Diciembre de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza, confidencial. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Urquiza inmediatamente los comisionó para que negociaran con el Gobierno porteño. Al mismo tiempo, envió a Santiago Derqui a Rosario para coordinar los preparativos finales de una guerra, en el caso de que las negociaciones fracasaran(19).

(19) “Rejistro Nacional (los primeros tres volúmenes impresos como Registro Oficial) de la República Argentina que comprende los documentos espedidos desde 1810 hasta 1873” (1879-1884), tomo III, pp. 168-169, seis volúmenes, Buenos Aires. Derqui a Gutiérrez, 1 de Diciembre de 1854. Biblioteca del Congreso, Buenos Aires. Archivo del doctor Juan María Gutiérrez, tomo III, pp. 9, 10. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Cullen y Gowland se sorprendieron de la inmediata aceptación por Urquiza de sus servicios como mediadores de paz. También les sorprendió agradablemente la bienvenida que recibieron de las autoridades porteñas a su llegada a Buenos Aires el 1 de Diciembre(20).

(20) Gowland a Derqui, 1 de Diciembre de 1854. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La posición de este Gobierno se evidenciaba en una carta posterior enviada por el gobernador Obligado a Mitre:

... al formar nuestro Ejército y prepararnos a ocupar Santa Fe, fue con el objeto de exigir una satisfacción y garantía del atentado que tuvo lugar, porque es claro que nosotros no podíamos ir a imponer nuestros principios por las armas, desde que la opinión de los pueblos no se pronuncie manifiestamente para apoyarlos(21).

(21) Obligado a Mitre, 12 de Diciembre de 1854. “Archivo del general Mitre” (1911-1913), tomo XV, pp. 34-35, (veintiocho volúmenes), Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Las negociaciones se interrumpieron temporariamente por detalles técnicos: el Gobierno de Buenos Aires insistía en que debía considerársele como un Estado en vez de una provincia. Un rápido viaje de Cullen a Rosario obtuvo la necesaria aprobación de la Confederación. Entonces presentaron una propuesta para declarar un Armisticio entre Buenos Aires y la Confederación sobre la base del statu quo, la que fue aceptada por las autoridades porteñas, y Urquiza dio prontamente su aprobación.

El 20 de Diciembre de 1854 el Tratado se firmó en Buenos Aires, aliviando en esta forma la tensión existente entre los dos Gobiernos. Este Armisticio sólo sentó los fundamentos iniciales de otras negociaciones, que serían necesarias si los dos Gobiernos quisieran vivir en armonía. Por consiguiente, el gobernador Obligado nombró a Juan B. Peña, Vélez Sársfield y Manuel Ocampo para que acompañaran a Cullen y Gowland en su viaje de regreso a la Confederación.

A la llegada de esta comitiva a Paraná, Santiago Derqui y Juan del Campillo fueron elegidos para representar a la Confederación. De estas negociaciones resultó un segundo Tratado, suscrito el 8 de Enero de 1855 y que restablecía oficialmente las relaciones cordiales entre los dos Gobiernos:

Se comprometen ambos Gobiernos a no promover ni consentir que se promuevan desmembración del territorio nacional y a unir sus esfuerzos toda vez que haya que defender algún derecho de la soberanía nacional -o en el caso de guerra exterior- como asimismo a no usar otra bandera que la nacional en la Marina.
Se han estipulado algunas garantías y franquicias recíprocas para el comercio, para la comunicación interior entre Buenos Aires y los demás Estados de la Confederación y para la defensa común de las fronteras sobre el territorio ocupado por los bárbaros(22).

(22) Lucero a M. Taboada, 24 de Enero de 1855. Gaspar Taboada. “Recuerdos históricos: los Taboada” (1929-1947), tomo II, pp. 291-292, (cinco volúmenes), Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Así fueron resumidas las estipulaciones de este segundo Tratado por un observador contemporáneo en Paraná. El objeto era obvio: evitar los roces económicos y políticos entre los dos Gobiernos y mantener cierta unidad del sistema comercial hasta que se pudieran tomar otras medidas para lograr la unión de la Nación.

Los Tratados, sin embargo, sólo podían mantener la estabilidad del statu quo. La unidad no se lograría mientras no se hallara una solución al conflicto porteño-provincial.

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