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Los meses críticos. Buenos Aires y la Constitución

Hasta qué punto este paso era decisivo se evidenciaría pocos días después de la ratificación e intercambio del Pacto del 11 de Noviembre de 1859. En una postdata a un despacho enviado el 13 de Noviembre, el cónsul de los Estados Unidos agregaba estas significativas palabras:

Las tropas extranjeras ya se han retirado de la Aduana, pero aún antes que las fuerzas de la Confederación se embarcaran, aparecieron los primeros síntomas de intriga e insatisfacción en cierta camarilla de la ciudad y se hablaba de un cambio de Gobierno(1).

(1) Hudson a Cass, 12 de Noviembre de 1859. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 70, Rollo Nro. 10, Nro. 71. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La brecha que aún existía entre los porteños y las provincias pronto quedó ampliamente demostrada por las proclamas, grandilocuentes, que los respectivos Comandantes en Jefe dirigieron a sus tropas. Urquiza podía adoptar estas frases magnánimas:

No creo sacrificar un laurel, como no me engríe el recogido en Cepeda, sino que como lección ha servido para reconocernos y abrazarnos los hijos de una misma madre, la famosa República de Mayo.
Ha triunfado la Nación y ha triunfado la campaña y la Ciudad de Buenos Aires. Esta paz es para mí el mayor de los triunfos porque es el triunfo de todos(2).

(2) Periódico “El Nacional”, 14 de Noviembre de 1859. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Mitre, por otra parte, tenía que apaciguar el resentimiento de las tropas y de una ciudad que comprendía que Urquiza una vez más había invadido triunfalmente la provincia:

‘‘Soldados del Ejército de la Capital: la paz está afianzada por la fuerza de vuestras bayonetas. El Ejército que os amenazaba no ha podido imponeros la ley de la violencia, ni destruir el orden de cosas creado por vuestra soberana voluntad, pues por el Tratado que ha firmado y que el Gobierno ha puesto bajo vuestra salvaguardia, reconoce plenamente vuestra soberanía, deja el derecho y la fuerza en las mismas manos en que los encontró y se obliga a evacuar el territorio del Estado sin pisar el recinto sagrado de la Ciudad de Buenos Aires”.

- Buenos Aires y la Constitución

Una de las condiciones del Pacto del 11 de Noviembre estipulaba que Urquiza evacuaría su Ejército de la provincia dentro de quince días. El Gobierno porteño, al mismo tiempo, tenía que convocar una Convención Constituyente dentro de veinte días.

Urquiza partió del puerto a bordo de un buque de guerra francés el 18 de Noviembre sin entrar en realidad en la Ciudad de Buenos Aires. Hacia fines de mes las fuerzas de la Confederación se habían retirado de la provincia.

Los caudillos que se habían adueñado del poder en las zonas rurales -después de la batalla de Cepeda- desconcentraron sus fuerzas y reconocieron la autoridad del Gobierno porteño; la mayoría de los que detentaban puestos oficiales fueron reemplazados.

Mientras tanto, en la ciudad se licencia a la Guardia Nacional y se desmantelan las barricadas. A despecho del desarme de los dos bandos, no obstante, había indicios de que las autoridades de Buenos Aires no tenían ninguna intención de considerar la Constitución en el límite de tiempo fijado.

Cuando el mediador paraguayo interrogó a Tejedor, el ministro de Gobierno, acerca de las intenciones de los porteños, se excusó por la demora argumentando que la tranquilidad de la provincia todavía no estaba restablecida(3). Finalmente, se fijó fecha a fines de Diciembre para elegir a los convencionales.

(3) “Documentos Oficiales de la Mediación Pacífica de la República del Paraguay en la Disidencia Armada entre los Exmos. Gobiernos de la Confederación Argentina y Buenos Aires” (1860), pp. 97-101, Asunción. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En la provincia de Buenos Aires la lucha política entablada desde 1852 entre la oposición y un Gobierno que debía su origen a la insurrección de Septiembre, cobró nuevos bríos.

Los mismos elementos de la oposición que habían perdido la elección de 1857, hicieron entonces esfuerzos heroicos para unirse contra las atrincheradas autoridades, autoridades que Urquiza -con su magnánimo Pacto del 11 de Noviembre- no había separado del Gobierno porteño.

El “Club Libertad”, el partido de Alsina, Obligado y Mitre, representaba a los que estaban “dentro” del Gobierno como lo había hecho en 1857. Los elementos heterogéneos de la oposición se reunían en torno del “Club de la Paz”, organización cuya debilidad había sido exactamente diagnosticada por el vicecónsul británico en Buenos Aires:

Por cierto, este último partido presenta las mejores perspectivas para un rápido arreglo de la Constitución Nacional pero, desdichadamente, los hombres moderados y sustanciales que fundaron el Club demostraron siempre que eran tímidos y débiles como también indiferentes al bienestar público y la consecuencia de esta situación es que en la organización de su partido los extremistas de la causa federal, que incluye a algunos restos de la facción de Rosas, fueron admitidos y destruyeron todos los buenos propósitos de los hombres más moderados y bien intencionados, y así se perdió la finalidad original del Club y se eligieron candidatos de otras tendencias.
Esto les hizo perder todo el apoyo que el público estaba dispuesto a dar a un partido moderado con honestas intenciones(4).

(4) Parish a Russell, 28 de Diciembre de 1859. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 216, Nro. 54. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La composición de una lista de candidatos que se hizo en una reunión central de los representantes de varios distritos de la Ciudad de Buenos Aires a mediados de Diciembre, indicaba de dónde soplaba el viento.

La lista electoral, presentada bajo el nombre del “Club Central” y, luego respaldada por el “Club Libertad”, eligió veinte candidatos entre los miembros del “Club Libertad”, diez de los del “Club de la Paz” y los restantes cinco de grupos relativamente no partidistas(5).

(5) Periódico “El Nacional”, 17 de Diciembre de 1859. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Esta lista triunfó fácilmente, con tanta mayor facilidad cuanto que una amplia proporción de los miembros del “Club de la Paz” se abstuvieron de votar debido a las medidas que había tomado el Gobierno para controlar el resultado(6).

(6) Huergo a Guido, 27 de Diciembre de 1859. Archivo General de la Nación, Archivo Tomás Guido. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El partidarismo de los candidatos de los distritos rurales de la provincia se definía con menos claridad pero, al parecer, a diferencia de las elecciones en la ciudad, las fuerzas de la oposición triunfaron por lo menos en siete de los trece comicios. El resultado final, no obstante, dio una Convención Constituyente dominada por los mismos elementos que habían controlado la provincia desde 1852.

Una de las condiciones más importantes para el logro de la unidad argentina, la revisión de la Constitución de 1853 por la provincia de Buenos Aires, se retrasó notablemente aún después de la elección de los delegados a la Convención Constituyente. Las cuatro Sesiones preliminares de Enero fueron seguidas por la primera Sesión regular del 6 de Febrero.

Una Comisión de siete personas, Luis Domínguez, Dalmacio Vélez Sársfield, José Barros Pazos, Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento, José Mármol y Antonio Cruz Obligado, de quienes por lo menos cinco podían considerarse jefes de la lucha porteña contra Urquiza, fueron nombrados en esta reunión para formular las enmiendas a la Constitución Nacional.

Las recomendaciones que hizo esta Comisión no fueron presentadas a la Convención hasta fines de Abril; entonces fueron rápidamente ratificadas, quedando listas para someterlas al Gobierno Nacional a mediados de Mayo.

Dominada como estaba la Convención por los políticos de la insurrección de Septiembre, las enmiendas que en 1860 se hicieron a la Constitución fueron la justificación de la resistencia porteña contra Urquiza y la Confederación. Mitre escribió en “El Nacional”:

Así, pues, la reforma de la Constitución Federal es una exigencia suprema del honor del pueblo de Buenos Aires, prescindiendo de que, consideraciones de otro orden y que explayaremos después, hacen no sólo necesaria sino conveniente esa reforma.
No podemos aceptar una bandera de guerra como símbolo de paz(7).

(7) Periódico “El Nacional”, 21 de Enero de 1860. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Un conocido investigador del federalismo argentino ha señalado lo transitoria que fue esa expresión de los temores que los porteños tenían a las provincias:

De tal manera, la obra de 1860 respondía a la situación especial en que se encontraba Buenos Aires en ese momento histórico y tendía a proteger su autonomía política y su economía tradicional.
Impuestas para resolver problemas momentáneos y no situaciones permanentes, esas modificaciones perdieron su razón de ser -en su mayor parte- cuando Buenos Aires recuperó el predominio que tradicionalmente había tenido en la República(8).

(8) Ricardo Zorraquín Becú. “Marcelino Ugarte, 1822-1872 (un Jurista en la Epoca de la Organización Nacional)” (1954), p. 116, Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

La reforma de la Constitución de 1853 trataba de proteger los derechos porteños en cuatro puntos vitales: ubicación de la capital; soberanía de la provincia; predominio económico; y relaciones exteriores.

Estos eran los problemas constitucionales que habían separado durante ocho años a las provincias de Buenos Aires. Los dirigentes porteños habían tomado la determinación de que Buenos Aires no renunciara a sus privilegios sobre estos puntos al entrar a formar parte de la Nación Argentina.

Tanto la Comisión como la Convención dejaron de lado el problema de la ubicación de la capital del país. Las opiniones estaban muy divididas hasta en los círculos gubernativos porteños acerca del método que debía emplearse o hasta sobre la conveniencia de federalizar a Buenos Aires(9).

(9) Periódico “El Nacional”, 11 de Febrero de 1860. En un tercer y final artículo sobre la cuestión Capital, “La Reforma de la Constitución Federal. La Capital”, Mitre llegaba a la conclusión de que la única solución sensata -ante la amplia diversidad de opiniones públicas- era posponer la acción sobre este problema. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

En consecuencia, la enmienda del artículo 3ro., que había federalizado a la Ciudad de Buenos Aires, sólo declaraba que la residencia de las autoridades nacionales debería ser determinada más tarde por una acción del Congreso dentro del territorio otorgado para este propósito por una o más de las provincias.

La posición de Buenos Aires a punto de unirse a un Gobierno controlado por las provincias era muy distinta de la que hubiera sido su entrada en un Gobierno Nacional que controlase ella misma.

Los reformadores de 1860, a pesar de su adhesión teórica a los principios de un Gobierno Central fuerte -o sea al unitarismo- demostraron que deseaban mucho garantizar la soberanía de la provincia contra la amenaza de la intervención federal.

Los artículos 5to. y 6to. fueron los que más atrajeron la atención. Trataban de suprimir la cláusula del artículo 5to. que exigía que las provincias sometiesen sus Constituciones a un Congreso Nacional para ser aprobadas. El artículo 6to. de la Constitución de 1853 era como sigue:

El Gobierno Federal interviene, con requisición de las Legislaturas o gobernadores provinciales o sin ella, en el territorio de cualquiera de las provincias, al solo efecto de restablecer el orden público perturbado por la sedición o de atender a la seguridad nacional amenazada por un ataque o peligro exterior”.

La Convención de Buenos Aires de 1860 lo reemplazó con un significativo cambio en su redacción:

El Gobierno Federal interviene en el territorio de las provincias para garantir la forma republicana de gobierno o repeler invasiones y a requisición de sus autoridades constituidas, para sostenerlas o restablecerlas si hubiesen sido depuestas por la sedición”.

Como lo señalaba la Comisión, este cambio

... teniendo además la ventaja de darnos por garantía de orden futuro toda la jurisprudencia de la Constitución norteamericana que a él se refería, evitando así el entrar en ensayos de invenciones aventuradas que no daban otros resultados que sucesos como los de la provincia de San Juan(10).

(10) “Redactor de la Comisión Revisadora de la Constitución” (1860), p. 10, Buenos Aires. La redacción del artículo 6to. fue ligeramente cambiada por la Convención de Santa Fe antes de su sanción final como parte de la Constitución Nacional. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Mitre, a quien se había elegido para redactar el Informe final de la Comisión a la Convención, dio estas explicaciones:

La Constitución Argentina, separándose del texto norteamericano, en el artículo 6to., ha creado la confusión, no distinguiendo lo que es protector de lo que es represivo, creyendo sin duda sus autores dar por este medio más vigor al Poder General.
La experiencia ha demostrado todo lo contrario y ha puesto de manifiesto cuánto peligro hay para las libertades provinciales y para la estabilidad del Poder Central, en esa confusión de derechos y obligaciones que deben definirse con precisión para evitar en lo futuro causas disolventes de la Asociación(11).

(11) “Informe de la Comisión Examinadora de la Constitución Federal presentado a la Convención del Estado de Buenos Aires” (1860), p. 24, Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Varios otros artículos de la Constitución de 1853 fueron revisados con vistas a una mayor protección de la soberanía de los Gobiernos provinciales. Una práctica generalizada durante el período de Urquiza había sido la elección al Congreso de algunos ciudadanos de valor en representación de provincias que ni siquiera conocían como legisladores.

Aunque éste era un fin laudable para colocar a los mejores hombres en el Congreso, evidentemente debilitaba el control que las provincias ejercían en la Legislatura Nacional. En consecuencia, se aconsejó efectuar una reforma que exigiese que los candidatos para el Congreso hubieran residido por lo menos durante los tres años anteriores en la provincia que iban a representar(12).

(12) Fue reducido a dos años por la Convención de Santa Fe que aceptó las enmiendas porteñas. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Varias enmiendas al artículo 31ro. cercenaban rigurosamente la interferencia federal en las provincias. Se prescribió al Congreso que no restringiese la libertad de prensa ni que estableciera ningún fuero sobre ella. Se dio nuevo énfasis a la prescripción de que todos los poderes -no específicamente reservados al Gobierno Nacional- pertenecían a las provincias.

Se prohibió a los Jueces Federales ocupar puestos simultáneamente en las Cortes provinciales. Los gobernadores que, de acuerdo con el artículo 41ro. de la Constitución de 1853 podían ser impugnados por el Congreso, ahora estaban exentos de tal acusación o juicio.

Otras reformas trataban de reducir ciertos poderes del presidente. Los amplios poderes que habían sido otorgados al Ejecutivo Nacional durante los recesos del Congreso, se redujeron ahora a la mera facultad para hacer nombramientos interinos. Se anuló la autoridad que tenían anteriormente los miembros del gabinete para tomar decisiones políticas gubernamentales con la sola aprobación del presidente.

Hasta los poderes de la rama Judicial del Gobierno Nacional se estudiaron. La jurisdicción de las Cortes Nacionales en causas que implicaban disputas entre las autoridades públicas en una provincia fue suprimida.

Finalmente, con clara referencia al Pacto del 11 de Noviembre, todos los poderes o privilegios logrados por medio de Pactos especiales existentes en el momento de la incorporación de Buenos Aires se reservaron a las provincias.

De acuerdo con el Pacto del 11 de Noviembre, todos los Gastos de la Administración porteña -tal como habían sido presentados en el Presupuesto de 1859- debían ser garantizados por el Gobierno Nacional hasta 1866, en cambio de la entrega de las Entradas de la Aduana de Buenos Aires.

Los políticos porteños, sin embargo, conocían muy bien la amenaza potencial que los aranceles diferenciales implicaban para la predominante posición comercial y económica de Buenos Aires(13).

(13) Periódico “El Nacional”, 31 de Enero, 1 de Febrero, 10 de Marzo, 22 de Marzo de 1860. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Por consiguiente, la Convención de 1860 trató de conseguir una garantía constitucional para que tal discriminación nunca fuera esgrimida contra el puerto o la provincia de Buenos Aires. Se agregó al artículo 12do. una frase que proveía que los aranceles y su cobro fuesen una prerrogativa nacional:

... sin que en ningún caso puedan concederse preferencia a un puerto respecto de otro, por medio de leyes o reglamentos de comercio”.

Una disposición similar se agregó a las facultades del Congreso para asegurar la igualdad de los aranceles e impedir la supresión de las Aduanas existentes en el momento en que la provincia se incorporase a la Nación.

Además, quedarían suprimidos después de 1866 los derechos de exportación, que habían sido aplicados con el fin de conseguir rentas para el Gobierno Nacional, dejándolos probablemente libres para revertirlos a las provincias. Mitre, para justificar estas garantías económicas a favor de Buenos Aires, recurrió nuevamente a la Constitución de Estados Unidos:

‘‘Los Estados Unidos han resuelto en su Constitución el arduo problema de armonizar los intereses directos y materiales de Estados agrícolas, comerciales y manufactureros, estableciendo la perfecta igualdad de todos ellos y consagrando prácticamente de este modo la libertad de comercio y la igualdad de las cargas, por lo que respecta a los individuos y a los pueblos.
Esta hábil y equitativa política económica, que participa de la originalidad de su forma federativa, tiene por fundamento estos principios:
1.- Todos los Estados son iguales ante la ley del impuesto, como todos los ciudadanos lo son ante la ley común.
2.- Los derechos de aduana son uniformes en todos los Estados, no pudiendo por consecuencia existir tarifas protectoras de una localidad respecto de otra.
3.- Los reglamentos de comercio son uniformes para todos los puertos, sin que por medio de leyes especiales pueda protegerse a un puerto de la Unión con perjuicio de otro u otros.
4.- El Poder Nacional no puede gravar la producción de los Estados por medio de derechos de exportación(14).

(14) “Informe de la Comisión Examinadora de la Constitución Federal presentado a la Convención del Estado de Buenos Aires” (1860), p. 35, Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Otra de las preocupaciones de la provincia de Buenos Aires se relacionaba con las decisiones tomadas en política exterior por la Confederación desde 1852. En 1857, Alberdi, en su empeño por obtener el reconocimiento de la Confederación por Europa, había firmado un Tratado con España que permitía a los hijos nacidos de españoles en la Argentina optar por la ciudadanía de sus padres y reconocía las demandas españolas por los daños causados en las guerras de Independencia.

El Gobierno de Paraná rechazó el Tratado fundamentando su negativa de aceptarlo en que Alberdi se había excedido en sus Instrucciones. El Gobierno porteño ya había rechazado el principio del jus sanguinis en su Constitución de 1854 y se había asegurado la aceptación, aunque de mala gana, de las grandes potencias, de su exigencia de que los hijos nacidos de extranjeros en la Argentina estaban sujetos a las obligaciones de los ciudadanos argentinos.

En 1859, Alberdi firmó otro Tratado con España, que todavía contenía el censurable principio del jus sanguinis. El Congreso ratificó este Tratado en Febrero de 1860 y a su firma siguió inmediatamente un acerbo cambio de acusaciones entre Paraná y Buenos Aires(15).

(15) Tejedor a Pujol, 23 de Marzo de 1860; Pujol a Tejedor, 30 de Marzo de 1860. Archivo de Juan Gregorio Pujol, que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo X, pp. 43, 51, (diez volúmenes). Editorial Kraft, Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Los políticos porteños insistieron para que Buenos Aires quedase exenta de este principio. En consecuencia, se agregó una reserva al artículo 31ro., que había declarado que la Constitución, las leyes y los Tratados eran la ley suprema del país:

... salvo en los Tratados, aquellas provincias que no hubiesen tenido representación en el Congreso al tiempo de su aprobación y que no se le otorguen posteriormente por medio de su Legislatura”.

Debido a estas razones se llegó a poner en duda un segundo Tratado que había sido discutido y ratificado, si bien nunca canjeado por el Gobierno de Urquiza. El Tratado de Extradición firmado en Noviembre de 1857 como parte del precio del empréstito brasileño, incluía la extradición de los esclavos que huían al territorio argentino desde el Brasil.

La aplicación del principio de extradición había levantado mucha resistencia en el Congreso de Paraná. La Convención de Buenos Aires de 1860 -por consiguiente- agregó una frase al artículo 15to., que ponía fuera de la ley a la esclavitud en la Argentina:

... y los esclavos que de cualquier modo se introduzcan, quedan libres por el solo hecho de pisar el territorio de la República”.

Las discusiones de la Comisión y los debates posteriores en la Convención de Buenos Aires de 1860 despertaron amplia atención en los periódicos y en el público porteño.

Tres poderosos diarios, “La Tribuna”, “El Nacional” y “El Comercio del Plata”, apoyaban la necesidad de reformar la Constitución de 1853. Una minoría de diecisiete personas en la Convención deseaba una inmediata aceptación de la Constitución Nacional sin reformas.

La Reforma Pacífica, la Paz y la Patria”, el último fundado por varios delegados a la Convención con la finalidad específica de educar a la opinión pública, también apoyó una inmediata aceptación de la Constitución Nacional sin reforma alguna. La forma en que estaba compuesta la Comisión, no obstante, reducía estas simpatías a una minoría aún más pequeña.

El Informe de la Comisión a la Convención, firmado por cinco de los siete miembros, fue aprobado en Mayo por una mayoría de treinta y dos sobre diecisiete. Que estos votos fueran un reflejo de la opinión pública porteña era discutible, pero indicaban claramente el dominio que los políticos de la insurrección de Septiembre seguían manteniendo sobre el Gobierno de Buenos Aires.

Las reformas realizadas por la Convención de Buenos Aires de 1860 deben asimismo considerarse como si se destacaran contra el fondo más amplio de los acontecimientos contemporáneos, fondo muy sombrío para aquéllos a quienes preocupaba la paz interna de la Argentina.

Los meses que mediaron entre Diciembre de 1859 y Junio de 1860 estuvieron grávidos de perspectivas de guerra renovada, de sediciones, de odios y de intranquilidad. La batalla de Cepeda y el Pacto del 11 de Noviembre de 1859 no habían hecho mucho para poner remedio a la honda división existente entre las provincias y Buenos Aires.

Las enmiendas constitucionales presentadas por Buenos Aires reflejaban los temores porteños de un Gobierno Nacional que no le respondiera. Los problemas del Gobierno Nacional en Paraná y las curiosas relaciones que había entre ese Gobierno y las autoridades porteñas, que no estaban ni dentro ni fuera de la Confederación, agravaban peligrosamente tales temores e irritaciones. Las finanzas, la inquietud en las provincias y una atmósfera política no conciliatoria en Buenos Aires eran las facetas principales de esta situación.

Un problema fundamental lo planteaba la antigua cuestión del dinero. El Gobierno de Paraná había obtenido empréstitos a un exorbitante interés, pensando que podría forzar a Buenos Aires a unirse a la Nación y que así heredaría las cuantiosas rentas de la Aduana porteña. En teoría, el Pacto del 11 de Noviembre había nacionalizado la Aduana y garantizado los Gastos de la Administración Provincial durante cinco años.

Si Buenos Aires se mostraba remisa a unirse a la Confederación sin ciertas garantías constitucionales de los derechos provinciales, la resistencia era aún mayor a entregar la clave financiera de su riqueza, poder y prestigio sin recibir garantías absolutas de que la administración nacional de tales rentas no amenazaría el predominio porteño en la Argentina.

El Gobierno de Paraná, no obstante, planteó la cuestión de nacionalizar la Aduana porteña a fines de Diciembre. Al mismo tiempo que se suprimían los aranceles diferenciales, Delfín Huergo fue nombrado para que entablase negociaciones con las autoridades de Buenos Aires. La forma en que reaccionó Huergo ante su nombramiento no era muy optimista:

Ahora acaba de llegarme una comisión espinosa y difícil como Vd. verá por los diarios. Se trata nada menos que de la entrega de la Aduana en cambio de la abolición de los derechos diferenciales.
Dudo que admitan al Comisionado en primer lugar y, en cuanto al asunto principal, Vd. ya sabe que estos hombres sostienen que la Aduana sólo debe entregarse después de la incorporación contra el tenor del Tratado y contra las declaraciones expresas de los Comisionados.
Por lo demas, mis Instrucciones son muy vagas y se limitan a último resultado a pedir una entrega nominal por ahora, pero aún esto lo creo difícil. Veremos cómo salimos de este paso(16).

(16) Huergo a Guido, 27 de Diciembre de 1859. Archivo General de la Nación, Archivo Tomás Guido. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Este pesimismo era justificado. Hacia fines de Marzo, Huergo regresó a Paraná e informó que ni siquiera había podido persuadir a las autoridades porteñas que entregasen una pizca del control de su preciosa Aduana(17).

(17) Huergo a Urquiza, 30 de Marzo de 1860. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Mientras tanto, el Gobierno de Paraná había quedado desamparado y sin recursos. Los pagos a las fuerzas relevadas después de Cepeda habían impuesto aún mayores exigencias a la Tesorería de la Confederación que antes de la batalla y había que negociar nuevos empréstitos. El gobernador Marcos Paz, de Tucumán, resumió la situación en Abril:

Empezaré por la situación financiera del Gobierno Federal, que es la más urgente necesidad de la Nación. A nadie se le oculta que, a consecuencia de la última guerra, el actual Gobierno se encontrará sin un peso de qué disponer y con una Deuda flotante sobre los hombros(18).

(18) M. Paz a Pujol, 24 de Abril de 1860. Archivo de Juan Gregorio Pujol, que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo X, p. 66, (diez volúmenes). Editorial Kraft, Buenos Aires; Del Carril a Urquiza, 29 de Noviembre de 1859; Derqui a Urquiza, 25 de Enero de 1860, en el Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Un segundo y serio problema era el que planteaba las relaciones del Gobierno de Paraná con las provincias. El mando presidencial pasó a Santiago Derqui en Marzo de 1860 y Urquiza se quedó con la gobernación de Entre Ríos. No obstante, Urquiza había conservado una influencia efectiva en el Gobierno Nacional.

El mando del Ejército Nacional y el prestigio político le servían tanto para apoyar como para dirigir el Gobierno Nacional. Y las autoridades nacionales seguían residiendo en su provincia, en Paraná.

La estabilidad del Gobierno de Paraná, empero, se conmovía por la intranquilidad de las trece provincias de la Confederación. El antiguo conflicto con Del Carril y la violenta contienda presidencial entre Derqui y Fragueiro habían provocado el resentimiento y el odio entre varios grupos políticos, los que el ascendiente y las maniobras de Urquiza habían -en cierto modo- refrenado antes.

En Mendoza se había iniciado un conflicto entre el Ejecutivo de la provincia y la Legislatura, y en Marzo de 1859 hubo necesidad de mandar una Intervención Nacional seguida por otra en Abril de 1860. Peñaloza, el caudillo de La Rioja, pisoteó las autoridades locales, provocando en esta provincia una Intervención Nacional en Marzo de 1860.

En la perturbada San Juan, los mismos partidos que habían prestado su contribución a los desastrosos acontecimientos de 1858, empezaron a agitarse preparándose para las elecciones fijadas para fines de 1860.

En Córdoba, los simpatizantes de Derqui pusieron en apuros al presidente electo al levantarse contra el Gobierno de Fragueiro y forzaron a Derqui a ordenar la aplicación de la ley marcial a uno de los cabecillas de la insurrección, el coronel Pedro Oyarzábal.

Mientras tanto, en las provincias del Norte y, en particular, en Santiago del Estero, florecía la esperanza de que Buenos Aires se rebelaría una vez más contra la Confederación(19).

(19) Lavaisse a Mitre, 3 de Abril de 1860. “Archivo del general Mitre” (1911-1913), tomo XXII, pp 87-89, (veintiocho volúmenes), Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Como en los años anteriores, el principal peligro que amenazaba la paz no se debía tanto a la intranquilidad de las provincias como el efecto que produjo esta misma intranquilidad en las relaciones entre Buenos Aires y Paraná. Naturalmente, Buenos Aires tenía muchas ganas de buscar aliados en las provincias para consolidar su posición en una Argentina unida y tal vez dominar el Gobierno Nacional.

Al mismo tiempo, los grupos políticos que podían beneficiarse con nuevas convulsiones en la escena argentina despertaron sospechas latentes en la mente de Urquiza, de Derqui y de otros dirigentes de la Confederación de que Buenos Aires daba su apoyo a futuras intrigas y sediciones en las provincias.

Las cartas se recibían a raudales en Paraná y en San José de los opositores de Buenos Aires, particularmente de aquéllos que habían sido desterrados de esa provincia en los muchos disturbios que se produjeron desde 1852. En estas cartas se detallaban planes atribuidos a las autoridades porteñas con el fin de fomentar insurrecciones en las provincias de la Confederación para derribar el Gobierno por la fuerza(20).

(20) A. E. Martínez a Urquiza, 7 de Abril de 1860; Juan Suares a Urquiza, 17 de Abril de 1860. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Un aspecto final y más evidente de la tensión entre Paraná y Buenos Aires se debía al siempre creciente control que ejercieron los políticos de la insurrección de Septiembre de 1852 sobre el Gobierno porteño.

El control ya había sido acentuado por la elección de una Convención Constitucional a fines de Diciembre y la labor de la Comisión encargada de sugerir enmiendas durante los meses de Febrero, Marzo y Abril. Se evidenciaba aún más en las elecciones para una Legislatura provincial realizadas en Marzo y para un gobernador provincial en Mayo.

El “Club Libertad”, capitaneado ahora por Bartolomé Mitre, era una unidad política coherente que trataba de dar más fuerza a este control. El programa del “Club Libertad” destacaba muy claramente la herencia que había recibido de Septiembre de 1852 y Mitre -preparándose para las elecciones legislativas- lo había redactado en los siguientes términos:

Siendo la revolución del 11 de Septiembre el punto de partida de la política salvadora que ha afianzado los derechos del pueblo y la base sobre la cual se ha fundado la libertad conquistada y, por consecuencia, siendo la adhesión a esa inmortal revolución y la perseverancia en profesar y sostener los grandes principios proclamados en ellos, las dos condiciones principales que deben llenar todos los que sean elevados por el sufragio popular(21).

(21) Periódico “El Nacional”, 6 de Marzo de 1860. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El “Club Libertad” dictó virtualmente la lista de candidatos de la ciudad para la Legislatura Provincial. De los dieciséis candidatos electos de la Ciudad de Buenos Aires, por lo menos trece eran considerados fuertes adherentes a la causa del “Club Libertad”, un progreso digno de señalar sobre las elecciones de Diciembre.

En las zonas rurales de la provincia se produjeron algunos roces entre el portavoz del “Club Libertad” y las autoridades porteñas bajo la dirección de Carlos Tejedor, ministro de Gobierno. “El Nacional”, órgano que daba voz a las opiniones más extremas del “Club Libertad”, atacó repetidamente al Gobierno porteño antes de las elecciones de Marzo; una de las principales acusaciones se refería a Tejedor y decía que estaba echando a los Jueces de Paz y funcionarios militares que no habían respaldado a los candidatos del Gobierno. Cartas personales del presidente del “Club Libertad”, Bartolomé Mitre, reflejaban el mismo desacuerdo con Tejedor respecto de los candidatos particulares(22).

(22) Mitre a M. Gainza, 10 y 22 de Marzo de 1860. Museo Histórico Nacional, Nros. 11.241, 10.612. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Esta división entre los adherentes a la insurrección de Septiembre de 1852 recordaba la brecha que había en 1856 entre los elementos conservadores y progresistas. Produjo una seria desavenencia entre los grupos políticos de Buenos Aires enseguida que desapareció la influencia unificadora de la amenaza exterior.

En Marzo de 1860, sin embargo, esta brecha se evidenciaba sólo en forma muy vaga, alentada por la total impotencia de los elementos tradicionales de la oposición.

Los diversos grupos de rosistas, urquicistas y federalistas eran incapaces de ponerse de acuerdo acerca de una lista de candidatos y, en consecuencia, ni siquiera participaron en la elección. Era sintomático de tal debilidad y falta de coordinación la aislada revuelta que se produjo en la provincia.

En la noche del 8 de Marzo, los coroneles Baldomero Lamela y Juan Nadal reunieron unos doscientos hombres en el Fuerte Areco bajo la bandera punzó del federalismo y proclamaron la insurrección. Al no poder lograr el apoyo de ningún grupo político en la provincia, los cabecillas cruzaron la frontera y huyeron a Santa Fe(23).

(23) Periódico “El Nacional”, 12 de Marzo de 1860; Thornton a Russell, 19 de Marzo de 1860. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 225, Nro. 33. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Los resultados de las elecciones legislativas sabotearon la candidatura de Pastor Obligado y dieron virtuales seguridades de que Bartolomé Mitre sería el próximo gobernador de Buenos Aires. Esta perspectiva -al parecer- ensanchó la brecha que había entre Buenos Aires y Paraná.

Al mismo tiempo, un hombre que desde 1852 había repetidamente demostrado en Paraná su hostilidad a las pretensiones y ambiciones porteñas, acababa de ser elegido presidente.

Detrás de él y en una posición que le permitía controlar muchos aspectos de la política de la Confederación estaba Urquiza. El mes de Abril, en consecuencia, señaló un punto muy alto de la tensión entre los dos Gobiernos. Todos los representantes extranjeros en el Río de la Plata enviaban Informes en los que señalaban el peligro de la renovación de la guerra civil argentina(24).

(24) Cushman a Cass, 15 y 23 de Abril de 1860. Archivos Nacionales, Departamento de Estado, Ministros de Estados Unidos en Argentina, Despachos, Microfilm Nro. 69, Rollo Nro. 14, Nros. 9, 10; William R. Manning. “Diplomatic Correspondence of the United States (Inter-American Affairs. 1831-1860)” (1932-1939), tomo I, pp. 744-747, 751-752, (doce volúmenes). Ed. en Washington, D. C.; Parish a Russell, 31 de Marzo de 1860. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 228, Nro. 7; Thornton a Russell, 17 de Abril de 1860. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 226, Nro. 41. // Todo citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Era característica de la tensión la carta que el nuevo ministro de Relaciones Exteriores en Paraná envió a Juan Pujol, ministro del Interior:

Las noticias de Buenos Aires, recibidas por el vapor de anoche, son alarmantes. Martín García se arma, la escuadra lo mismo, todos los indicios son de igual tenor. En presencia de esas circunstancias es preciso que usted acelere su regreso, aprovechando su tiempo en ésa para traer fuerzas convenidas y lo demás que usted considere de utilidad.
Conviene asimismo que la prensa de esa ciudad prepare la opinión de un modo enérgico y capaz de despertar el espíritu público.
La protesta del Gobierno de Buenos Aires y la Nota de usted (referencia a la protesta porteña contra la ratificación del Tratado con España), a ese respecto, servirán de justo motivo para que la prensa se lance denunciando la infamia y mala fe de los enemigos de la paz y organización nacional(25).

(25) Alvear a Pujol, 4 de Abril de 1860. Archivo de Juan Gregorio Pujol, que fue publicado a principios de la década de 1910 bajo el título de: “Corrientes en la Organización Nacional” (1911), tomo X, pp. 53-54, (diez volúmenes). Editorial Kraft, Buenos Aires. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

De resultas de estos amenazantes eventos, Pujol realizó un viaje al Fuerte paraguayo de Humaitá para conferenciar con Francisco Solano López; su objeto, un empréstito de cuatrocientos mil pesos fuertes para afianzar las finanzas de la Confederación en vista de la esperada guerra con Buenos Aires.

Pujol había recibido la autorización de amortizar este empréstito por medio del reembolso o la supresión de los derechos de importación de la yerba mate. Como lo había hecho su padre en las negociaciones que precedieron a Cepeda, Francisco Solano no mostró ningún interés en negociaciones que no incluían arreglos territoriales, específicamente, el abandono por la Argentina de sus reclamaciones sobre Misiones y las conversaciones llegaron a su fin sin que se hubiese logrado ni el empréstito ni el Tratado(26).

(26) Pujol a Urquiza, 29 de Abril de 1860, con el Memorándum de las negociaciones del 27 de Abril de 1860. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

El brusco cambio de esta tendencia hacia la guerra civil que ocurrió con la elección de Mitre a la gobernación de Buenos Aires, sorprendió a todos los observadores(27).

(27) Thornton a Russell, 19 de Mayo de 1860. Oficina Británica de Documentos Públicos, Documentos del Foreign Office, Correspondencia General 6, República Argentina, volumen 226, Nro. 48. Este veterano observador de la política del Río de la Plata afirmó que era incapaz de calcular o explicar este cambio de política por parte de Buenos Aires. Anteriormente, había informado que dudaba que la Confederación pudiera reunir las suficientes fuerzas para atacar a Buenos Aires, en parte debido a las dificultades financieras y en parte a causa de la actitud pacífica de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Mitre ocupó su puesto de gobernador el 2 de Mayo e inmediatamente anunció su intención de reincorporar Buenos Aires a la Nación. Los primeros nombramientos en su gabinete, Valentín Alsina y Norberto de la Riestra, sólo habían sido hechos con la intención de ofrecer una reparación al honor porteño y de demostrar su solidaridad partidista(28).

(28) Periódico “El Nacional”, 5 de Mayo de 1860. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Cuando estas dos personas agradecieron el gesto pero rechazaron el puesto, Mitre eligió como ministros de Gobierno, Hacienda y Guerra a sus colaboradores políticos más íntimos, Domingo F. Sarmiento, Rufino de Elizalde y Juan A. Gelly y Obes.

Mitre fue inmediatamente criticado con acritud por los extremistas entre sus mismos partidarios y “La Voz del Pueblo” atacó con energía al gabinete y al programa político de Mitre, calificándolo de traición a los ideales de la insurrección de Septiembre de 1852.

Sin embargo, tanto Derqui como Urquiza quedaron impresionados por la posición de Mitre de enviar a Dalmacio Vélez Sársfield como comisionado a Paraná; el propósito de esta misión era discutir el próximo paso que había que dar para acercarse a la unificación, puesto que la Convención Constituyente porteña había preparado algunas enmiendas a la Constitución de 1853(29).

(29) Derqui a Victorica, 10 de Mayo de 1860. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Desde Buenos Aires, Delfín Huergo, el negociador de la Confederación que no había logrado la entrega de la Aduana porteña, informaba a Urquiza:

Lo creo impuesto a V. E. del cambio favorable de la opinión de este pueblo con respecto a la cuestión nacional y del programa de unión con que el general Mitre acaba de subir al poder.
Yo creo que tocamos por fin el término tan anhelado de la incorporación de Buenos Aires y que el general Mitre está lealmente decidido a realizarlo cumpliendo con el Pacto de San José de Flores.
Las manifestaciones públicas y solemnes que ha hecho al encargarse del Gobierno y las seguridades de sus buenas disposiciones que me han dado sus amigos más íntimos, hacen que por mi parte tengo entera fe en que la unión nacional no tardará en ser una realidad(30).

(30) Huergo a Urquiza, 7 de Mayo de 1860. Archivo General de la Nación, Archivo del general Justo José de Urquiza. // Citado por James R. Scobie. “La Lucha por la Consolidación de la Nacionalidad Argentina. 1852-1862” (1964). Ed. Librería Hachete S. A., Buenos Aires.

Así, en menos de quince días, los nubarrones de guerra cedieron paso a la esperanza de que las estipulaciones del Pacto del 11 de Noviembre de 1859 serían ejecutadas pacíficamente.

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